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Una década ( P_E_R_D_I_D_A)

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    Una década (P_E_R_D_I_D_A)_

    Por René Delgado

    Sí, el tiempo vuela y este año se cumplirá una década del ascenso del panismo al poder presidencial.

    Diez años que muy probablemente trasciendan como otra década perdida, pero con un agravante: haber frustrado la esperanza de hacer de la alternancia una alternativa y correr el peligro de conducir la transición a la democracia y la consolidación del Estado de derecho a un naufragio.

    Podría considerarse ese tiempo como una inversión, como la cuota derivada del letargo político-social que tenía adormecido al país. Si al menos se pudiera decir que se hizo poco, pero se erradicaron los vicios que por años dañaron a la nación. Pero no es así, se hizo muy poco y el corporativismo ahí está, lo mismo que la corrupción, la desigualdad y la pobreza y la insalvable brecha entre la ciudadanía y los partidos.

    * * *


    Por lo visto, el panismo quería y pudo ganar la Presidencia de la República pero no conquistar el poder y menos desarrollar un nuevo tipo de gobierno.

    Al panismo se le fue su historia del partido por la puerta del gobierno. Formó valiosísimos cuadros para resistir y oponer, no para administrar y gobernar. Sabía lo que no quería, pero no lo que quería. Alrededor de una treintena de gobernadores salientes y en funciones suma el panismo en distintas entidades de la República -desde 1989 hasta la fecha- y, de ese conjunto y sus equipos, no ha podido configurar un gabinete eficaz en el gobierno federal. A su pesar pide cuadros prestados al priismo o acepta emisarios de otras instancias de poder para echarlos en la primera oportunidad o desperdiciarlos porque, ideológicamente, a la postre no puede digerirlos.

    Desde su llegada a la residencia oficial de Los Pinos afloró algo en el panismo que no aparecía en su genética política: el conformismo. Se limitó a administrar el legado tricolor sin ánimo de remover los engranes y mecanismos de un régimen agotado. Pero ni el castigo derivado de esa realidad lo ha hecho reaccionar con inteligencia.
    Si la elección del panismo impulsó la transición democrática, su gobierno la vulneró.

    * * *


    Vicente Fox tuvo todo para ensayar algo distinto, pero no quiso ni podía. Legitimidad y legalidad en el triunfo electoral, estabilidad económica y política en la transmisión del poder, entusiasmo y respaldo ciudadano más allá del periodo de gracia, además de divisas petroleras, remesas y turismo en un entorno internacional favorable, pero no. Todo ese capital se despilfarró en el marco de una frivolidad salpicada de corrupción y ocurrencias.

    El solo desplazamiento de una fuerza con 70 años en el poder le dio a Fox su pase a la historia y, en el umbral de ella, el guanajuatense resolvió salir de ella. Por importante que fuera cualquier cambio con mejora que el foxismo hubiera realizado, no superaría la hazaña de su triunfo electoral. Tenía, pues, la paz necesaria y la oportunidad política para ensayar algo y renunció a ello.
    Lo peor del foxismo no fue desperdiciar el bono democrático, desvalijar al viejo régimen sin proponer otro, optar por la popularidad en vez de la gobernabilidad, despilfarrar el petróleo en el gasto corriente y no en la inversión pública, usar la fuerza del Estado como ariete para golpear al adversario político, apadrinar a un delfín que no sabía nadar o intervenir en la elección presidencial.
    Lo peor del foxismo no fue lo que hizo sino lo que dejó de hacer: contener al crimen organizado que hizo presa a su sucesor.

    La flotación a la deriva de ayer es el hundimiento hoy.

    * * *


    Felipe Calderón pasó a ocupar la residencia oficial de Los Pinos en una situación mucho más comprometida que la de su antecesor pero, igual que él, buscó consolidarse en el poder no apoyándose en la ciudadanía sino en grupos de poder que, a la postre, lo atenazaron. Si Fox se olvidó de los amigos, Calderón ni los hizo.

    En el afán de legitimarse en el poder después de su cuestionada elección, el calderonismo hizo del Ejército su principal punto de apoyo y en el afán de ampliar su margen de maniobra se alió la cúpula del sindicato magisterial que no tardó en pasarle la factura de la alianza y exigirle el pago político correspondiente. Queriéndose zafar, el mandatario se inmovilizó: no rebasó por la izquierda ni por la derecha, se mantuvo donde estaba, dejándose llevar por una inercia cada vez con menos impulso.

    En el crimen organizado, el jefe del Ejecutivo creyó encontrar al enemigo perfecto para impulsar la unidad a toda costa, pero la falta de un diagnóstico correcto y de la estrategia indicada lo llevó a un combate que, a tres años de distancia, no permite izar la bandera de la victoria. La penetración del crimen organizado en la estructura policial y política hizo que a la administración calderonista le rebotaran muchos de los proyectiles que creía disparar hacia una ~~~~~~~~~ distinta a la suya.

    La falta de resultados en ese combate -de beneficios tangibles en la sociedad y no de cifras en la estadística de los detenidos, las incautaciones y los decomisos-, sumada a la incapacidad de su equipo para abrir y atacar frentes distintos al criminal, frustró la idea de emprender reformas en campos que exigían también una readecuación.

    Muestra de ello es el creciente consumo de cuadros panistas y no panistas en el gabinete como también lo es el consumo de cuadros en la dirigencia del partido. Resultaba imposible que el panismo construyera acuerdos de largo alcance con otras fuerzas o estableciera alianzas programáticas con otros grupos, cuando ni siquiera se pone de acuerdo entre sí.

    Por si todo lo anterior no bastara, la adversidad adquirida -no generada- jugó sus cartas. La crisis económica y la crisis sanitaria complicaron aún más la endeble situación presidencial que, ahí sí, no tomó las mejores decisiones en materia económica.

    El revés electoral no se hizo esperar. En la elección intermedia, la ineficacia del panismo en los gobiernos federal y varios estatales trajo la factura. En vez de consolidar en el poder a su segundo gobierno federal, el panismo vio desmoronarse su ascenso y reducir su margen de maniobra.

    * * *


    Quizá por esa razón y a pesar de su situación, el calderonismo propone hacer en tres años lo que dejó de hacer en nueve.
    Es una apuesta arriesgada, pero a punto de cumplir una década en el ejercicio del no poder probablemente no esté mal jugarse el resto. El problema es que, si bien el azar cuenta, la reconstrucción de la democracia, la consolidación del Estado de derecho y el aseguramiento del desarrollo nunca dependen de un golpe de suerte.



    sobreaviso@latinmail.com



    Copyright © Grupo Reforma Servicio Informativo

    Fecha de publicación: 9 Ene. 10

  • #2
    Re: Una década ( P_E_R_D_I_D_A)

    ¿Cuál década?

    México ha desperdiciado 2 siglos.

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