Ya ni se apuren
Manuel J. Jáuregui
3 Feb. 10
Han transcurrido unos 18 meses desde que se aprobó la "reforma energética" y es fecha que aún no se determinan las reglas que la regirían en lo que a perforación en aguas profundas se refiere.
Ésa es la mala noticia. La "buena", para nuestros ovarianos burócratas, es que no hay prisa, pues a nadie le interesan.
Esto quedó claro cuando frentito a su merita cara, el agalludo presidente de la brasileña Petrobras, Sergio Gabrielli, le dijo a nuestra Secretaria de Energía, Georgina Kessel, que los nuevos contratos de exploración en aguas profundas que pensaba lanzar Pemex no les interesaban para nada, ya que ellos "no operan como proveedores de servicios".
Si a Petrobras no le interesan, a las grandes privadas que poseen la tecnología para perforar en aguas profundas, Shell, Exxon o British Petroleum, MENOS les van a interesar.
Sin decirlo abiertamente, era un secreto a voces que las esperanzas de Pemex para explotar nuestros yacimientos profundos bajo el esquema que dejó libre la "reforma energética" (contratos de servicios) estaban puestas en PETROBRAS. Queda ya claro que, a menos que se modifiquen de nuevo nuestras leyes y se permita la ASOCIACIÓN con empresas extranjeras, públicas o privadas, México seguirá sin la habilidad de poder aprovechar sus reservas petroleras en aguas profundas.
En pocas palabras, la reformita no sirvió para nada: como muchas otras cosas que se hacen a medias en este País, acabó siendo un híbrido que no llegó a ser ni chía ni limonada.
Seguiremos compitiendo con las manos amarradas por leyes y limitaciones arcaicas en aras de un nacionalismo ranchero que cada día nos hace más dependientes y más pobres.
Puede afirmarse que en las condiciones que se encuentra actualmente México, con altísimos índices de desempleo, con una decreciente producción petrolera que representa mermados ingresos para nuestro obesísimo gobierno, y muy próximos a tener la necesidad de IMPORTAR más gasolina para satisfacer la demanda interna, este FRACASO de la reforma "light" en materia energética representa un fenomenal revés para el régimen calderonista.
No desconocemos que mucha de la culpa de la escasa efectividad de la reforma en cuestión la tengan los legisladores quienes, para variar, interpusieron intereses partidarios por encima de los supremos intereses de la Nación.
Sólo que, en este caso, como en muchos otros, la culpa no es del indio, sino de quien lo hizo compadre: al Gobierno de Felipe Calderón le hicieron falta hace 18 meses, como le hacen falta ahora, operadores políticos capaces que puedan sacar adelante las mejoras que el País requiere.
Diga lo que diga la Suprema Corte, la "reforma fiscal" representa otra victoria pírrica del régimen, ya que para lo único que sirvió es para frenar la actividad económica y no le representa tampoco al Gobierno la solución definitiva a su crónica estrechez, la cual obedece más a un apetito desmedido y ausencia de control en el gasto que a falta de ingresos reales.
No duden ustedes que las otras reformas pendientes seguirán el mismo curso que la energética, si es que se realizan. La reforma del Estado, la reforma política, la reforma laboral y todas las que ustedes puedan imaginar, no se harán o, si se hacen, acabarán siendo un remedo que serán reformas sólo de nombre.
En el actual Gobierno no hay capacidad para sacar acuerdos sustanciales o cambios reales cuantificables, y si estuvo ausente recién iniciado el ciclo, menos aparecerá en los próximos meses cuando inicie el declive del Poder Ejecutivo conforme nos acerquemos al 2012, cuando toca renovar PRESIDENCIA.
Ha sido, pues, mucho el ruido y pocas las nueces: no contamos realmente con avances palpables que signifiquen para el País una mejor manera de hacer las cosas.
Y en cuanto al tema energético, seguimos teniendo lo PEOR de todos los mundos posibles: un monopolio, pero además gubernamental, regido por las reglas más anticuadas y retrógradas del planeta, con el único fin de rendir pleitesía a un concepto nacionalista 74 años obsoleto, prefiriendo dejar enterrada nuestra riqueza petrolera antes que aprovecharla en beneficio del pueblo de México.
Manuel J. Jáuregui
3 Feb. 10
Han transcurrido unos 18 meses desde que se aprobó la "reforma energética" y es fecha que aún no se determinan las reglas que la regirían en lo que a perforación en aguas profundas se refiere.
Ésa es la mala noticia. La "buena", para nuestros ovarianos burócratas, es que no hay prisa, pues a nadie le interesan.
Esto quedó claro cuando frentito a su merita cara, el agalludo presidente de la brasileña Petrobras, Sergio Gabrielli, le dijo a nuestra Secretaria de Energía, Georgina Kessel, que los nuevos contratos de exploración en aguas profundas que pensaba lanzar Pemex no les interesaban para nada, ya que ellos "no operan como proveedores de servicios".
Si a Petrobras no le interesan, a las grandes privadas que poseen la tecnología para perforar en aguas profundas, Shell, Exxon o British Petroleum, MENOS les van a interesar.
Sin decirlo abiertamente, era un secreto a voces que las esperanzas de Pemex para explotar nuestros yacimientos profundos bajo el esquema que dejó libre la "reforma energética" (contratos de servicios) estaban puestas en PETROBRAS. Queda ya claro que, a menos que se modifiquen de nuevo nuestras leyes y se permita la ASOCIACIÓN con empresas extranjeras, públicas o privadas, México seguirá sin la habilidad de poder aprovechar sus reservas petroleras en aguas profundas.
En pocas palabras, la reformita no sirvió para nada: como muchas otras cosas que se hacen a medias en este País, acabó siendo un híbrido que no llegó a ser ni chía ni limonada.
Seguiremos compitiendo con las manos amarradas por leyes y limitaciones arcaicas en aras de un nacionalismo ranchero que cada día nos hace más dependientes y más pobres.
Puede afirmarse que en las condiciones que se encuentra actualmente México, con altísimos índices de desempleo, con una decreciente producción petrolera que representa mermados ingresos para nuestro obesísimo gobierno, y muy próximos a tener la necesidad de IMPORTAR más gasolina para satisfacer la demanda interna, este FRACASO de la reforma "light" en materia energética representa un fenomenal revés para el régimen calderonista.
No desconocemos que mucha de la culpa de la escasa efectividad de la reforma en cuestión la tengan los legisladores quienes, para variar, interpusieron intereses partidarios por encima de los supremos intereses de la Nación.
Sólo que, en este caso, como en muchos otros, la culpa no es del indio, sino de quien lo hizo compadre: al Gobierno de Felipe Calderón le hicieron falta hace 18 meses, como le hacen falta ahora, operadores políticos capaces que puedan sacar adelante las mejoras que el País requiere.
Diga lo que diga la Suprema Corte, la "reforma fiscal" representa otra victoria pírrica del régimen, ya que para lo único que sirvió es para frenar la actividad económica y no le representa tampoco al Gobierno la solución definitiva a su crónica estrechez, la cual obedece más a un apetito desmedido y ausencia de control en el gasto que a falta de ingresos reales.
No duden ustedes que las otras reformas pendientes seguirán el mismo curso que la energética, si es que se realizan. La reforma del Estado, la reforma política, la reforma laboral y todas las que ustedes puedan imaginar, no se harán o, si se hacen, acabarán siendo un remedo que serán reformas sólo de nombre.
En el actual Gobierno no hay capacidad para sacar acuerdos sustanciales o cambios reales cuantificables, y si estuvo ausente recién iniciado el ciclo, menos aparecerá en los próximos meses cuando inicie el declive del Poder Ejecutivo conforme nos acerquemos al 2012, cuando toca renovar PRESIDENCIA.
Ha sido, pues, mucho el ruido y pocas las nueces: no contamos realmente con avances palpables que signifiquen para el País una mejor manera de hacer las cosas.
Y en cuanto al tema energético, seguimos teniendo lo PEOR de todos los mundos posibles: un monopolio, pero además gubernamental, regido por las reglas más anticuadas y retrógradas del planeta, con el único fin de rendir pleitesía a un concepto nacionalista 74 años obsoleto, prefiriendo dejar enterrada nuestra riqueza petrolera antes que aprovecharla en beneficio del pueblo de México.
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