Pa’ taparle el ojo al macho
Por Carlos Marín
En octubre de 2006, tras la derrota electoral de la Coalición por el Bien de Todos, , PT y Convergencia fundaron el Frente Amplio Progresista.
Se cuidaron, eso sí, de no incluir a las caprichosas “redes ciudadanas”, el extraño contrapeso que les impuso Andrés Manuel López Obrador.
Dos años después, las desavenencias entre los líderes (que empezaron cuando el , con y , avaló la reforma que acabó con las coaliciones electorales), se agravaron con el pleito por la dirigencia perrediana entre chuchistas y lopezobradoristas, las posiciones contrapuestas ante la reforma energética, y la rebatiña que llevó al fracaso a los principales candidatos de las tres agrupaciones en Guerrero.
Manuel Camacho Solís, de los más allegados a López Obrador, avizoró desde entonces el fracaso del FAP, que coordinaba Porfirio Muñoz Ledo: “Para que un movimiento triunfe, es importantísimo que se construya la unidad (porque) la división lleva al fracaso”, alertó.
Nada pudo evitar la muerte del FAP (aunque PT y Convergencia pretendieron sin éxito conservar el membrete).
En diciembre de 2009, sin embargo, con miras a las elecciones de 2010 y 2011, pero sobre todo para las presidenciales de 2012 (muy importante: con López Obrador y Marcelo Ebrard para escoger), coordinados por el propio Camacho, volvieron a coligarse, ahora bajo el nombre Diálogo para la Reconstrucción del País.
A la presentación de lo que prefieren identificar con las iniciales DIA, acudieron los líderes del , Jesús Ortega; de Convergencia, Luis Maldonado, y del Partido del Trabajo, Ricardo Cantú, así como los coordinadores perredistas en el Senado y la Cámara de Diputados, Carlos Navarrete y Alejandro Encinas. Parecía que la tríada recuperaba el valor de la unidad… pero se alió con el para buscar las gubernaturas de Hidalgo y Oaxaca (Convergencia y , además, fueron con el PAN en Durango y Puebla, y quizá vayan también por la de Sinaloa).
Con los compromisos hidalguense y oaxaqueño bien amarrados, el PT simuló después “congruencia”, cerrando la llave del oportunismo.
Según dice convencido de que el amasiato con el PAN tendrá un impacto lesivo en las militancias y confundirá a la sociedad, Encinas anunció ayer la creación de una Red por la Unidad Nacional de las Izquierdas, aclarando que sus adherentes podrán apoyar a quienes quieran.
Reprobó la estrategia aliancista del PRD: “Con qué cara vamos a ir a los estados a hacer las campañas (...). Tenemos que definir el discurso (porque) no caben las ambigüedades...”, argumentó, pero no tuvo empacho en decir que “apoyaré a Gabino Cué y a Xóchitl Gálvez”, ¡candidatos del PRD, Convergencia, PT y el PAN en Oaxaca e Hidalgo!
Eso sí, lo dijo claro, el nuevo engendro buscará crear un frente electoral en 2012 que impulse la candidatura única de Andrés Manuel López Obrador…
Con tan evidentes dobleces, ¿quién creerá que los entiende?
cmarin@milenio.com
Por Carlos Marín
En octubre de 2006, tras la derrota electoral de la Coalición por el Bien de Todos, , PT y Convergencia fundaron el Frente Amplio Progresista.
Se cuidaron, eso sí, de no incluir a las caprichosas “redes ciudadanas”, el extraño contrapeso que les impuso Andrés Manuel López Obrador.
Dos años después, las desavenencias entre los líderes (que empezaron cuando el , con y , avaló la reforma que acabó con las coaliciones electorales), se agravaron con el pleito por la dirigencia perrediana entre chuchistas y lopezobradoristas, las posiciones contrapuestas ante la reforma energética, y la rebatiña que llevó al fracaso a los principales candidatos de las tres agrupaciones en Guerrero.
Manuel Camacho Solís, de los más allegados a López Obrador, avizoró desde entonces el fracaso del FAP, que coordinaba Porfirio Muñoz Ledo: “Para que un movimiento triunfe, es importantísimo que se construya la unidad (porque) la división lleva al fracaso”, alertó.
Nada pudo evitar la muerte del FAP (aunque PT y Convergencia pretendieron sin éxito conservar el membrete).
En diciembre de 2009, sin embargo, con miras a las elecciones de 2010 y 2011, pero sobre todo para las presidenciales de 2012 (muy importante: con López Obrador y Marcelo Ebrard para escoger), coordinados por el propio Camacho, volvieron a coligarse, ahora bajo el nombre Diálogo para la Reconstrucción del País.
A la presentación de lo que prefieren identificar con las iniciales DIA, acudieron los líderes del , Jesús Ortega; de Convergencia, Luis Maldonado, y del Partido del Trabajo, Ricardo Cantú, así como los coordinadores perredistas en el Senado y la Cámara de Diputados, Carlos Navarrete y Alejandro Encinas. Parecía que la tríada recuperaba el valor de la unidad… pero se alió con el para buscar las gubernaturas de Hidalgo y Oaxaca (Convergencia y , además, fueron con el PAN en Durango y Puebla, y quizá vayan también por la de Sinaloa).
Con los compromisos hidalguense y oaxaqueño bien amarrados, el PT simuló después “congruencia”, cerrando la llave del oportunismo.
Según dice convencido de que el amasiato con el PAN tendrá un impacto lesivo en las militancias y confundirá a la sociedad, Encinas anunció ayer la creación de una Red por la Unidad Nacional de las Izquierdas, aclarando que sus adherentes podrán apoyar a quienes quieran.
Reprobó la estrategia aliancista del PRD: “Con qué cara vamos a ir a los estados a hacer las campañas (...). Tenemos que definir el discurso (porque) no caben las ambigüedades...”, argumentó, pero no tuvo empacho en decir que “apoyaré a Gabino Cué y a Xóchitl Gálvez”, ¡candidatos del PRD, Convergencia, PT y el PAN en Oaxaca e Hidalgo!
Eso sí, lo dijo claro, el nuevo engendro buscará crear un frente electoral en 2012 que impulse la candidatura única de Andrés Manuel López Obrador…
Con tan evidentes dobleces, ¿quién creerá que los entiende?
cmarin@milenio.com