La Música y yo
El recuerdo más lejano que tengo relacionado con la música data de 1971 o 72, tendría tenía 4-5 años cuando me aprendí enterita la canción Tiré tu pañuelo al río. Poco después, cuando entre al Kinder comencé a aprenderme algunas canciones de Cri-Cri, es especial El chorrito, La patita, La Boda de los Palomos y El Ratón Vaquero.
En 1973 me llevaron a vivir a una comunidad rural del Estado de México, durante 2 años. Muy poca música podía escuchar. De hecho, no recuerdo algún radio en la casa, pero sí la música de las fiestas y los bailes. En ese entonces conocí, a lo lejos, la música de Rigo Tovar, algunas canciones de José Alfredo Jiménez, pero en especial el segundo himno mexiquense, canción recién estrenada por aquellas fechas, la cual también me aprendí al dedillo: Zacazonapan.
Luego, ya de regreso en la Ciudad de México vino un periodo un tanto despreocupado por la música. Entre 1975 y 1976 no era yo quien buscaba la música, me gustaba, pero me conformaba con lo que oía en la radio de otros y con la música que solía escuchar mi papá ya fuera en su auto estéreo o en la consola. Así, en esos años comencé a escuchar canciones de Pedro Infante, de Lucha Villa, Antonio Aguilar, Javier Solís, La Sonora Santanera, La Matancera, Acerina y antiguas voces femeninas de la canción ranchera como Flor Silvestre, Rosita Quintana, La Torcacita, Ma. de Lourdes o Lupita Palomera.
Cuando ya tenía 9 años (1976) mi mamá me regaló un radio portátil, rojo me acuerdo. Con el empecé a bucear en las estaciones de radio. Mi avidez por la música comenzó entonces a aguzarse, al grado que empecé a pedirle a mi papá que me comprara discos sencillos. Mis primeros discos fueron: Mary es mi amor (Leo Dan), Mi Amigo el Puma (Sandro), El Amor es triste (Paul Muriat), Jesucristo (Roberto Carlos), Pajarillo (Napoleón) y otros varios que me fue comprando entre 1976 y 1979, más o menos. Pero además, me llevó a un concierto –el primero en mi vida- al teatro Ferrocarrilero a escuchar ni más ni menos que a Walter Murphy, muy de moda con su célebre versión disco de La Quinta de Beethoven.
Desde mediados de 1977 y hasta 1979 conté con otro radio y mi exploración musical seguía. Comenzó mi gusto por la música en inglés y seguía las baladas de moda en español. Por aquellos años me gustaba oír: Radio Exitos, Radio 590 “La Pantera”, Radio Variedades, Radio Sensación, Radio Centro, Radio Capital, Radio Mil, Radio Felicidad y en Frecuencia modulada FM Globo.
A los diez años tenía también ya discos en inglés como Lady Bump y Solo me toma un minuto de Cien toneladas y una pluma. Me ha gustado siempre, de aquellos años, una canción que se llama Cuento de Hadas.
En agosto de 1979 hubo un cambio determinante. A los 12 años tenía yo mi primera grabadora, y lo más importante, ya era libre para salir fuera de casa. Iba yo en la Secundaria 54, que está en el corazón de Azcapotzalco. A la salida de la escuela, me gustaba de vez en cuando ir a las mismas disquerías, en la calle Esperanza, que me llevaba mi padre de pequeño. Ahora yo era quien compraba los discos, ya menos, y solo sencillos.
Durante esos años conocí infinidad de artistas. Voy a mencionarlos al azar dando el nombre de una o dos canciones de ellos de aquella época, que fueron éxitos del momento o ya consolidados:
José José (Gavilán o Paloma), Lupita D’Alessio (Mi Corazón es un gitano, Como tú), Camilo Sesto (Llueve sobre mojado, Fresa Salvaje), Diego Verdaguer (El pasadiscos, Volveré), Napoleón (Hombre), Manoella Torres (Si supieras), Manolo Muñoz (Llamarada), Leo Dan (Esa Pared), Juan Gabriel (A mi guitarra), Emmanuel (Amor sin final, Al final), Sergio Esquivel (Cien Millones de Locos), Julio Iglesias (Quiero), Jannet (Por que te vas).
Luego, vinieron los nuevos artistas que fueron dándose a conocer en México a fines de los 70 y principios de los 80, y de ellos los que más recuerdo son: José Luis Perales (Me llamas), José Luis Rodríguez “El Puma” (Por si volvieras) y Amanda Miguel (El me mintió).
Después de 1980 empezó a aumentar mi gusto por la música en inglés. Me volví fan radioescucha de Radio Hits y Radio Universal aunque seguía escuchando en AM a La Pantera y Radio Exitos. También conocí Radio Joya (ahora Estéreo Joya), pero seguía prefiriendo FM Globo. En ese año, en diciembre, mi papá compró un estéreo y yo lo estrené con un pequeño arsenal de unos 10 LP’s que previamente había ya comprado porque desde junio del 80 era oficial que en diciembre íbamos a tener estéreo en casa.
Un compañero de secundaria, mi amigo Luis Antonio Paredes, me hablaba de un cantante que tenía unas canciones muy padres. No lo ubicaba y menos conocía su nombre. Luis era muy platicador conmigo, extremadamente detallista en sus narraciones, de hecho es la única persona que he conocido que cuando contaba una película el relato duraba más que la misma cinta. Me hablada de unas canciones sobre una muchacha que había sido abandonada por su amante y que se quedó en la estación del tren y de otra que me contaba a detalle sobre un loco que robó un maniquí de una aparador por estar enamorado de la muñeca. Yo lo oía diligentemente, pero poca idea tenía de quién me hablaba, hasta que un día…..
Fue en 1980, mediados tal vez, yo estaba cambiándole al radio, de una estación a otra, hasta que en FM Globo oí la última parte de la canción que más me ha impacto en mi vida y que a la fecha, a 25 años de distancia la sigo considerando mi favorita:
Hace algún tiempo, en ese lugar,
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz del poeta grita:
caminante no hay camino, se hace camino al andar.
Golpe a golpe, verso a verso.
En ese entonces, FM Globo no tenía locutores, ni los tuvo jamás, creo. No había forma de saber el nombre de la canción, ni del cantante, pero algo me dijo de inmediato que era él, aquel del que tanto me hablaba Luis Antonio; tuve luego luego la certeza clara de que el mismo y al otro día ya sabía quién era Joan Manuel Serrat.
Me entraron entonces unas ganas inmensas por conocer más sobre sus canciones, así que compre dos álbumes: Mediterráneo y el que grabó en 1975 y tuve que esperar a diciembre para escucharlos, pero valió la pena. Esos discos fueron de los primeros de mi colección de LP’s, la cual por cierto, llegó a poco más de 170 álbumes hasta 1992, más o menos.
En 1981 Serrat vino a México y le pedí a mi papá me comprara un boleto para el concierto. Lo compramos un sábado en un localito del fallido intento llamado Boletrónico, enfrente del Palacio de Bellas Artes. El concierto fue un viernes a las 21:00 horas en el Teatro de la Ciudad, yo tenía apenas 14 años.
En la secundaria me tocó el bum de la música disco. Muchos consideran la época dorada del disco alrededor de 1978, justo con la aparición de Saturday Night Fever, pero yo opino que lo realmente fuerte del disco se vivió entre 1980 y 1985, con una Dona Summers en todo su esplendor, Jessica Williams, Lipps Inc, creadoras de la célebre Diseñador de Música, Tierra, Viento y Fuego, Villages People, Lime, y varios más.
Luego, enseguida llegó el turno a los videos y con ellos la oferta musical expandió sus posibilidades. En esos primeros años de los videos, destacaron sin lugar a dudas dos figuras del pop: Madona y Michel Jackson.
Hay muchas rolas consideradas clásicas por mi de aquellos años; esas que se siguen tocando y siguen gustando a los chavos: “El Ultimo tren a Londres” por ejemplo, y baladitas como las de Air Suply (“Amor Agotado”) o de The Alan Parson Project (“Games people play”), Rod Staward (¿Crees que soy sexy?) y varias de Queen que son ícono, como los Doors o los Beatles, toda proporción guardada, por supuesto.
El 8 de diciembre de 1981 asesinaron a John Lennon en Nueva York. Para los que no conocíamos la música de los Beatles se abrió la posibilidad de conocer sus rolas pues las estaciones de AM dedicaban horas y programas especiales a los de Liverpool. Me quedo yo con su último álbum, Double Fantasy. La canción “Woman” es una de las canciones de amor y agradecimiento más picudas que puede haber. John realmente amaba a Yoko, tanto tanto, que solo así se concibe que haya escrito dicha letra:
And woman,
hold me close to your heart,
however distant, don’t keep us apart,
after all it is written in the stars...
(Después de todo esto está escrito en las estrellas) ¡Hermoso!
Ahora puedo decir que uno no conoce toda música solo. Siempre hay alguien, de tu edad o mayor incluso, que te dice “¿ya oiste a tal o cual, esta canción, esta rola?”. Siempre hay alguien por ahí que como ángel de la música nos guía y nos da la luz.
Yo tuve varios de esos ángeles. Uno, Adrián, que me introdujo al rock pesado. Rosa Isela, gracias a quien conocí la música de Víctor Manuel y Silvio Rodríguez, y mi maestra Chuy de música en la secundaria que me indujo a acercarme a los clásicos.
La música también la descubres en el cine. Te enamoras de cierta música, por ciertas razones. Por allá de 1981 con mi amigo Luis Antonio vi la película Excalibur. Fue ahí que oí por primera vez la primera parte de “Carmina Burana”. Ni idea tenía sobre su nombre, pero el gusanito quedó y la busqué. No me tardé mucho, dicho sea de paso. Unos meses después me puse a “escanear” la radio y en el 6-20, la música que llegó para quedarse, escuché la Fortuna, Emperatrix Mundi, con que inicia la obra de Carl Orff.
Más música de cine: Rocky, Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, Ben Hur, Jesucristo Superestrella y películas como “The Jazz Singer” con Neil Diamond, “Carros de Fuego” o “Castillo de Hielo”; buena música.
La música clásica y la instrumental siempre me han gustado, desde niño. Recuerdo a Paul Muriat, Frank Pourcel, Walter Murphy, Deodato y rolas tan picudas como “El amor es triste”, “El Concord”, “Se busca”, “Soleado”, “Palomitas de maíz”, “Tema de Nadia”, “El Hotel de Adán” y “Antes de la lluvia” una genial obra con armónica.
Continúa.
El recuerdo más lejano que tengo relacionado con la música data de 1971 o 72, tendría tenía 4-5 años cuando me aprendí enterita la canción Tiré tu pañuelo al río. Poco después, cuando entre al Kinder comencé a aprenderme algunas canciones de Cri-Cri, es especial El chorrito, La patita, La Boda de los Palomos y El Ratón Vaquero.
En 1973 me llevaron a vivir a una comunidad rural del Estado de México, durante 2 años. Muy poca música podía escuchar. De hecho, no recuerdo algún radio en la casa, pero sí la música de las fiestas y los bailes. En ese entonces conocí, a lo lejos, la música de Rigo Tovar, algunas canciones de José Alfredo Jiménez, pero en especial el segundo himno mexiquense, canción recién estrenada por aquellas fechas, la cual también me aprendí al dedillo: Zacazonapan.
Luego, ya de regreso en la Ciudad de México vino un periodo un tanto despreocupado por la música. Entre 1975 y 1976 no era yo quien buscaba la música, me gustaba, pero me conformaba con lo que oía en la radio de otros y con la música que solía escuchar mi papá ya fuera en su auto estéreo o en la consola. Así, en esos años comencé a escuchar canciones de Pedro Infante, de Lucha Villa, Antonio Aguilar, Javier Solís, La Sonora Santanera, La Matancera, Acerina y antiguas voces femeninas de la canción ranchera como Flor Silvestre, Rosita Quintana, La Torcacita, Ma. de Lourdes o Lupita Palomera.
Cuando ya tenía 9 años (1976) mi mamá me regaló un radio portátil, rojo me acuerdo. Con el empecé a bucear en las estaciones de radio. Mi avidez por la música comenzó entonces a aguzarse, al grado que empecé a pedirle a mi papá que me comprara discos sencillos. Mis primeros discos fueron: Mary es mi amor (Leo Dan), Mi Amigo el Puma (Sandro), El Amor es triste (Paul Muriat), Jesucristo (Roberto Carlos), Pajarillo (Napoleón) y otros varios que me fue comprando entre 1976 y 1979, más o menos. Pero además, me llevó a un concierto –el primero en mi vida- al teatro Ferrocarrilero a escuchar ni más ni menos que a Walter Murphy, muy de moda con su célebre versión disco de La Quinta de Beethoven.
Desde mediados de 1977 y hasta 1979 conté con otro radio y mi exploración musical seguía. Comenzó mi gusto por la música en inglés y seguía las baladas de moda en español. Por aquellos años me gustaba oír: Radio Exitos, Radio 590 “La Pantera”, Radio Variedades, Radio Sensación, Radio Centro, Radio Capital, Radio Mil, Radio Felicidad y en Frecuencia modulada FM Globo.
A los diez años tenía también ya discos en inglés como Lady Bump y Solo me toma un minuto de Cien toneladas y una pluma. Me ha gustado siempre, de aquellos años, una canción que se llama Cuento de Hadas.
En agosto de 1979 hubo un cambio determinante. A los 12 años tenía yo mi primera grabadora, y lo más importante, ya era libre para salir fuera de casa. Iba yo en la Secundaria 54, que está en el corazón de Azcapotzalco. A la salida de la escuela, me gustaba de vez en cuando ir a las mismas disquerías, en la calle Esperanza, que me llevaba mi padre de pequeño. Ahora yo era quien compraba los discos, ya menos, y solo sencillos.
Durante esos años conocí infinidad de artistas. Voy a mencionarlos al azar dando el nombre de una o dos canciones de ellos de aquella época, que fueron éxitos del momento o ya consolidados:
José José (Gavilán o Paloma), Lupita D’Alessio (Mi Corazón es un gitano, Como tú), Camilo Sesto (Llueve sobre mojado, Fresa Salvaje), Diego Verdaguer (El pasadiscos, Volveré), Napoleón (Hombre), Manoella Torres (Si supieras), Manolo Muñoz (Llamarada), Leo Dan (Esa Pared), Juan Gabriel (A mi guitarra), Emmanuel (Amor sin final, Al final), Sergio Esquivel (Cien Millones de Locos), Julio Iglesias (Quiero), Jannet (Por que te vas).
Luego, vinieron los nuevos artistas que fueron dándose a conocer en México a fines de los 70 y principios de los 80, y de ellos los que más recuerdo son: José Luis Perales (Me llamas), José Luis Rodríguez “El Puma” (Por si volvieras) y Amanda Miguel (El me mintió).
Después de 1980 empezó a aumentar mi gusto por la música en inglés. Me volví fan radioescucha de Radio Hits y Radio Universal aunque seguía escuchando en AM a La Pantera y Radio Exitos. También conocí Radio Joya (ahora Estéreo Joya), pero seguía prefiriendo FM Globo. En ese año, en diciembre, mi papá compró un estéreo y yo lo estrené con un pequeño arsenal de unos 10 LP’s que previamente había ya comprado porque desde junio del 80 era oficial que en diciembre íbamos a tener estéreo en casa.
Un compañero de secundaria, mi amigo Luis Antonio Paredes, me hablaba de un cantante que tenía unas canciones muy padres. No lo ubicaba y menos conocía su nombre. Luis era muy platicador conmigo, extremadamente detallista en sus narraciones, de hecho es la única persona que he conocido que cuando contaba una película el relato duraba más que la misma cinta. Me hablada de unas canciones sobre una muchacha que había sido abandonada por su amante y que se quedó en la estación del tren y de otra que me contaba a detalle sobre un loco que robó un maniquí de una aparador por estar enamorado de la muñeca. Yo lo oía diligentemente, pero poca idea tenía de quién me hablaba, hasta que un día…..
Fue en 1980, mediados tal vez, yo estaba cambiándole al radio, de una estación a otra, hasta que en FM Globo oí la última parte de la canción que más me ha impacto en mi vida y que a la fecha, a 25 años de distancia la sigo considerando mi favorita:
Hace algún tiempo, en ese lugar,
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz del poeta grita:
caminante no hay camino, se hace camino al andar.
Golpe a golpe, verso a verso.
En ese entonces, FM Globo no tenía locutores, ni los tuvo jamás, creo. No había forma de saber el nombre de la canción, ni del cantante, pero algo me dijo de inmediato que era él, aquel del que tanto me hablaba Luis Antonio; tuve luego luego la certeza clara de que el mismo y al otro día ya sabía quién era Joan Manuel Serrat.
Me entraron entonces unas ganas inmensas por conocer más sobre sus canciones, así que compre dos álbumes: Mediterráneo y el que grabó en 1975 y tuve que esperar a diciembre para escucharlos, pero valió la pena. Esos discos fueron de los primeros de mi colección de LP’s, la cual por cierto, llegó a poco más de 170 álbumes hasta 1992, más o menos.
En 1981 Serrat vino a México y le pedí a mi papá me comprara un boleto para el concierto. Lo compramos un sábado en un localito del fallido intento llamado Boletrónico, enfrente del Palacio de Bellas Artes. El concierto fue un viernes a las 21:00 horas en el Teatro de la Ciudad, yo tenía apenas 14 años.
En la secundaria me tocó el bum de la música disco. Muchos consideran la época dorada del disco alrededor de 1978, justo con la aparición de Saturday Night Fever, pero yo opino que lo realmente fuerte del disco se vivió entre 1980 y 1985, con una Dona Summers en todo su esplendor, Jessica Williams, Lipps Inc, creadoras de la célebre Diseñador de Música, Tierra, Viento y Fuego, Villages People, Lime, y varios más.
Luego, enseguida llegó el turno a los videos y con ellos la oferta musical expandió sus posibilidades. En esos primeros años de los videos, destacaron sin lugar a dudas dos figuras del pop: Madona y Michel Jackson.
Hay muchas rolas consideradas clásicas por mi de aquellos años; esas que se siguen tocando y siguen gustando a los chavos: “El Ultimo tren a Londres” por ejemplo, y baladitas como las de Air Suply (“Amor Agotado”) o de The Alan Parson Project (“Games people play”), Rod Staward (¿Crees que soy sexy?) y varias de Queen que son ícono, como los Doors o los Beatles, toda proporción guardada, por supuesto.
El 8 de diciembre de 1981 asesinaron a John Lennon en Nueva York. Para los que no conocíamos la música de los Beatles se abrió la posibilidad de conocer sus rolas pues las estaciones de AM dedicaban horas y programas especiales a los de Liverpool. Me quedo yo con su último álbum, Double Fantasy. La canción “Woman” es una de las canciones de amor y agradecimiento más picudas que puede haber. John realmente amaba a Yoko, tanto tanto, que solo así se concibe que haya escrito dicha letra:
And woman,
hold me close to your heart,
however distant, don’t keep us apart,
after all it is written in the stars...
(Después de todo esto está escrito en las estrellas) ¡Hermoso!
Ahora puedo decir que uno no conoce toda música solo. Siempre hay alguien, de tu edad o mayor incluso, que te dice “¿ya oiste a tal o cual, esta canción, esta rola?”. Siempre hay alguien por ahí que como ángel de la música nos guía y nos da la luz.
Yo tuve varios de esos ángeles. Uno, Adrián, que me introdujo al rock pesado. Rosa Isela, gracias a quien conocí la música de Víctor Manuel y Silvio Rodríguez, y mi maestra Chuy de música en la secundaria que me indujo a acercarme a los clásicos.
La música también la descubres en el cine. Te enamoras de cierta música, por ciertas razones. Por allá de 1981 con mi amigo Luis Antonio vi la película Excalibur. Fue ahí que oí por primera vez la primera parte de “Carmina Burana”. Ni idea tenía sobre su nombre, pero el gusanito quedó y la busqué. No me tardé mucho, dicho sea de paso. Unos meses después me puse a “escanear” la radio y en el 6-20, la música que llegó para quedarse, escuché la Fortuna, Emperatrix Mundi, con que inicia la obra de Carl Orff.
Más música de cine: Rocky, Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, Ben Hur, Jesucristo Superestrella y películas como “The Jazz Singer” con Neil Diamond, “Carros de Fuego” o “Castillo de Hielo”; buena música.
La música clásica y la instrumental siempre me han gustado, desde niño. Recuerdo a Paul Muriat, Frank Pourcel, Walter Murphy, Deodato y rolas tan picudas como “El amor es triste”, “El Concord”, “Se busca”, “Soleado”, “Palomitas de maíz”, “Tema de Nadia”, “El Hotel de Adán” y “Antes de la lluvia” una genial obra con armónica.
Continúa.
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