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Taller del Alquimista...

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  • Re: Taller del Alquimista...

    Originalmente publicado por El Alquimista Ver post
    Siguiente parte... Ya no se ni cual es... Creo que es la 3.1.2. Y ya viene el final.

    Sin que pudiera entender por qué o cómo, la Licenciada Linares puso atención inusual a todas las palabras de Leonora Mlán. Sintió un vuelco en el corazón, una sensación incómoda en el estómago. ¿Cómo?, ¿Por qué? ¿Era en serio? En ese momento se hizo el pequeño hoyito en el radiador de su psique.

    Sin que pudiera entender por qué, un nudo se le hizo en la garganta, sintió los ojos húmedos y una lágrima solitaria le partió la cara en dos bordeando la nariz por el lado izquierdo y avanzando hasta estacionarse en sus labios. Una delgada mancha de rímel le descompuso su siempre cuidadísima imagen. Ella no usaba mucha pintura, pero teniendo unos enormes ojos como los suyos, los enmarcaba cuidadosamente con rímel, mucho rímel. Sintió en los labios el sabor salado de su propia lágrima con ese toque amargo de la pintura de ojos.

    En medio de la Ciudad más grande del mundo y arriba de un auto equipado con blindaje ligero, de súbito, de improviso y sin que lo viera venir, fue impactada por un Tsunami. Un terremoto que venía directamente desde el centro de sus entrañas. Se sintió sola, vulnerable, inútil e infinitamente triste. Se le aguó la nariz y a la primera le siguieron algunas lágrimas más al momento en que parpadeó para aclarar la visión.

    Jaló aire, carraspeó y echó los hombros para adelante retando a sus sentimientos. No era momento de ponerse ñoña. La esperaba una docena de poderosos que confiaban en su temple y conocimiento. Tomó un kleenex de la consola central, se sonó la nariz, se miró al espejo y retiró la mancha negruzca de la cara. Volteó por el espejo retrovisor, giró bruscamente el volante y le inyectó gas a la maquinota para salir de detrás del camión descompuesto, sin hacer caso a las señales de los policías ineptos. Le dio un cerrón a una señora que llevaba niños a la escuela y siguió su camino. Ensayó junto a la cabina del camión descompuesto un ademán y con el claxon ejecutó una perfecta e impersonal mentada de madre. Trató de dejar atrás el sentimiento como dejaba al camión descompuesto, en ese acto controlado de rabia liberada. Hizo un mueca ininteligible y le cambió a la estación de radio. Upppps…. Mala decisión.

    Tratando de evadir el dolor que le había provocado gratuitamente la salida del aire de Buenos Días Santa Fe, le fue a poner al azar en una estación en la que tocaban una hora seguida de Los Beatles. La canción era Love me Do. Una favorita de su padre. Su cabeza se estremeció como cuando se muerde una tostada con una muela cariada. Un choque con un autobús de frente. Su padre amaba a Los Beatles. Love Me Do su favorita, que siempre le cantaba mientras le ponía la pijama antes de dormir.

    El recuerdo la traicionó. La llevó directamente a esos días en que pensaba que el mundo era perfecto. Su altísimo padre de mirada serena y voz hipnotizadora, se hincaba junto a su cama, la ayudaba a ponerse su pijama, la tapaba y le colocaba su mano de Yeti en la espalda. A ella le gustaba dormir boca abajo y con la cálida mano de su padre que le abarcaba de omóplato a omóplato se dormía, mientras su papá le ponía a Bach y le enseñaba a identificar los trazos de la melodía, le explicaba qué era una fuga y un contrapunto. Se acordó que su padre le decía que la música yacía en el silencio. Que si no fuera por éste, jamás podría entenderse el sonido, la palabra hablada, el canto, el sonido. Aprendió apreciar el silencio porque su padre le dijo que Dios habitaba en los silencios.
    Hizo un mueca que intentó ser una sonrisa muy descompuesta y ahora sí, sus ojos estallaron en un mar incontenible, la nariz hizo lo suyo y tuvo que jalar aire desesperadamente por la boca. Emitió un sollozo profundo. Un sollozo como jamás en su vida se había dado permiso de emitir. Jadeaba. Jadeaba como una bestia herida de muerte. Jadeaba más que cuando trató de correr por primera vez un maratón y se reventó al kilómetro 32 persiguiendo a un anciano correoso de unos 60 años.
    Recordó a su padre, sentado con ella en el piano, arrancándole música mágica inimaginable tocada sólo para ella. Recordó como le había enseñado a tocar con ella a cuatro manos Seis epígrafes de Debussy. Como sus almas se hacían una y compleja melodía.
    Recordó cómo su padre siempre estuvo muy presente, a diferencia de su madre. Cuidando sus noches febriles, mientras su madre atendía con esmero sus propias fiebres.
    Ya no había nada que la pudiera controlar. Trató de evadir el tráfico para sentirse menos sofocada y se metió entrecalles. Un camión de gas se había parado en doble fila y cargaba a una casa. Estaba atrapada y el reloj corría. Su intención era acelerar a fondo, escapar de si misma, pero no. El camión de gas la había detenido por completo. En vano tocó el claxon como una loca. Un viejo gordo de uniforme grisáceo a cambio de los toquidos de loca, le devolvió una acerada mirada impersonal que quería decir que no se iba a mover hasta que se moviera.
    Ahí, como un zorro enganchado en una trampa de osos, cerró los ojos y la memoria se le vino encima. Vio a su padre tocando Rapsodia Húngara No. 2 de Liszt mientras su madre sacaba sus cosas de la casa, embarazada a los 40 años de un boxeador de 20. Su padre más que tocar, golpeaba las teclas y pateaba los pedales del piano una y otra y otra vez. Pero nada más además de eso. Después de que ella se fue, el Profesor que no tomaba ni fumaba se refugió en botellas y botellas y botellas. Primero de bourbon, después de whisky barato, después de lo que fuera. La Licenciada Linares recordó con tristeza a su padre y con odio eterno a su madre. Así que era huérfana. Una maldita huérfana.
    Apagó el radio, se recargó en el volante y tomó el teléfono para hablarle a alguien y decirle lo que le estaba pasando. Necesitaba desahogarse con alguien… No había a nadie a quién llamar. Su eterno síndrome de competitividad, la educación, la erudición, el éxito, la habían separado del resto de los mortales. Los hombres que lo parecían los consideraba idiotas. Cromañones hormonosos que vivían para sus genitales. Sin plática, sin sensibilidad y sin futuro. Por otro lado, los que estaban a su nivel intelectual eran todos unos idiotas que parecía que no les habían bajado los huevos nunca. Tímidos, asustadizos, idiotas despegados de la realidad que no conectaban dos ideas simples sin meter teorías insostenibles o sentencias de lugar común. Aburridísimos. Y por último los poderosos. Esos con los que se codeaba últimamente pensaban que todo se merecían nomás por ostentar un cargo o tener una buena cuenta. Embebidos en ellos mismos, siempre creyendo que el universo gira a su alrededor y que todos los demás están para satisfacer hasta sus más vanas necesidades. Ella necesitaba que la atendieran, no atender a alguien, pero su perfil la hacía parecer más una competidora que una pareja.

    No tuvo a quién llamarle, su última pareja sentimental había huido. Si bien no rompieron tan mal como para no hablarle, ella sabía que no podía llamarle a esas horas. Si…. Era casado. Era casado como tantos otros a los que frecuentó. Y empezó a flagelarse… Inició el recuerdo de sus amores malogrados…
    Buen Domingo Alqui y a todos los asiduos!

    Vuelvo a ponerte en el Top para que sigas.
    Yo te soy sincera "sin querer queriendo" me he asomado al cuento, pero solamente un poquito y en un párrafo del medio.

    Como cuando abro un libro en una página, al azar para darme una pequeña probadita antes de leer.

    El asunto es que el sistema o lo que sea aqui me está fallando mucho,de pronto se va y no regresa hasta horas y ya ves anoche resulta que me quedé conectada, pero yo sin señal...

    Por éso, me apresuré a subir la reseña y mi comentario, y como perdí una escogí otra y a la mera hora estaban las dos y mi comentario como calcado.
    O sea...

    Por éso metí mi cuchara antes de que se me vaya la inspiración.
    Pero ahi te dejo el pie de página de tu última entrega.

    Un abrazote.

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    • Re: Taller del Alquimista...

      Escribidor que no toma es como una flor sin aroma...

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      • Re: Taller del Alquimista...

        Alqui!!
        Dónde estás??

        Queremos saber qué pasa con la Licenciada Linares???

        Saludos

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        • Re: Taller del Alquimista...

          Knock,knock... Nos abre la puerta??
          O nos va a dejar como a novias de rancho???...

          Saludos Alqui!!

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          • Re: Taller del Alquimista...

            Licenciada Linares 3.1.2

            Ahí, atrapada en la mancha urbana. Protegida por un millón de pesos de metal, no había nada que la pudiera proteger. El sentimiento acumulado, la frustración, la rabia, le ascendieron por la columna vertebral desde las nalgas hasta la cabeza, inundando primero sus riñones con una sensación de miedo incalculable; un nudo marino en la cadera que la trabó como si fuera una vieja artrítica, ascendiendo por el estómago que se le revolvió casi al vómito. Tosió iracunda. El poco maquillaje que usualmente yacía impecable le derritió la cara. El sentimiento siguió en ascenso por sus pulmones. Sintió sofocarse más. No más oxígeno que procesar, sólo recuerdos dolorosísimos convertidos en magma hirviente que le repletaba todas sus entrañas. Volvió a toser como queriendo sacar esa acidulada mezcla de veneno corrosivo. Jadeaba, se mordió el canto de la mano izquierda como queriendo hacerse reaccionar. Después el gran nudo en la garganta haciéndose bola de zarzas. Una sensación de vapor en el interior de la camioneta nublando sus sentidos. Ya nada de resignación. Debía escapar.

            Calculó una rendija por la que podía escapar por la enorme banqueta. ¿Qué no era una puta, maldita Land Rover? ¿Qué no tenía ese montón de caballos a su puta disposición? Ella era una luchadora. Siempre lo había sido. No se iba a dejar amedrentar por un idiota sentimiento que había partido de quién sabe dónde para arruinarle el maldito día. Ajustó los controles de tracción en 4x4 low, giró el volante con decisión y se trepó a una banquetota que en otras circunstancias hubiera podido contener un avalancha. Aceleró sin miramientos y se escurrió entre botes de basura, setitos y un cable imposible que por alguna razón estaba anclado al piso. ¡Así es México! –Pensó. Con cables imposibles anclados al piso. Se carcajeó de la situación y de su poder. De su poder adquirido. Se sintió satisfecha consigo misma. Movió nuevamente los controles de tracción a Sport y desencadenó su furia. La maquinaria le respondió y se proyectó a 100 kilómetros por hora en una bocacalle en sólo 6 segundos. Jajajajajajaja… Había vencido. Como siempre era la supermegachingona en acción.

            Pero el sentimiento, que había dejado atrás compartía su ADN y así, tan aguerrido como ella, encontró la misma rendija de escape y al sentirse huérfano se proyectó con determinación para alcanzarla. La vio huir pero sabía que no llegaría muy lejos en esta ciudad de obras y baches. Así que se tomó su tiempo, con la convicción de que estaban ineludiblemente ligados.

            Ella le iba a dar batalla a ese sentimiento asesino. Llegando al primer semáforo que se encontró, jaló con furia su bolsa, hurgó frenéticamente en la sofisticada MK y de un estuchito de plata sacó dos toallitas limpiadoras. Se miró al espejo y no se reconoció. Ojos hinchados, una especie de mapa negruzco impreso en su lozano rostro y el cabello descompuesto. –Uy, que feyita me veo… Dijo y se limpio con precisión de cirujano. Cerró la boca y jaló dos veces aire hasta donde pudo pero por la nariz. Volvió a recordar a su padre. Recordó aquél día. Su maldita buena memoria jugaba hoy en su contra. Era la cuota a pagar por la buena memoria. Esa que muchas veces la sacó de apuros en exámenes de teoría económica interminables. Muchas ocasiones no entendía nada. Pero se aprendía la literatura íntegra. De hecho recordaba en cualquier idioma que leyera, los acentos si es que existían, los apóstrofes, las expresiones idiomáticas. Las aprendía de memoria y ante la duda las recitaba sin chistar, como si estuvieran saliendo de su cerebro creativo y no de su disco duro. Pero hoy….. hoy… hoy… su prodigiosa memoria se había vuelto contra ella…. Rabiosamente, cruel, implacable….

            Recordó con lujo de mil detalles. Esa media tarde en que con su padre visitaba el Convento de Acolman. Ese fortín ascético de geometría simple. El viento en la cara. Felicidad pura. Una rampa que conducía a una pequeña escalinata. Y como niña corrió por la rampa y como niña se tropezó y como niña cayó en estrépito y como niña sangró de las rodillas y de las palmas de las manos. Sintió su carne rasgarse por primera vez. Sintió su propia sangre resbalar por varios puntos de su cuerpo y lloró. Lloró como loca, lloró con sorpresa de sus propios alaridos. Pero no había terminado de caer cuando su siempre parsimonioso padre se le acercó muy cerquita, sin tocarla. Esperó a que terminara de llorar ante la mirada severa de otros presentes. No la levantó. Se sentó sereno en un escalón, muy cerquita a ella y con su voz muy profunda, más con autoridad que con alarma le dijo pausadamente cuando terminó de llorar. –Levántate mija. Eres fuerte. Cierra la boca. Respira por la nariz, no por la boca. Y recordó cómo su padre obró el embrujo. Después se levantó para acunarse en los brazos kilométricos y cálidos de su papito. Se sintió arrullada, protegida, eterna.

            Ese recuerdo la fustigó como el labriego que fustiga a la mula que se queda atrapada en una barranca. Pero fue contraproducente. ¿Dónde estaba ahora su chingado papá? ¿En dónde había quedado ese hombresote como espagueti que le había seguido con incondicionalidad canina?, ¿Por qué su mamá tenía las sangre tan caliente, puta madre?... El sentimiento que había dejado atrás donde el camión había encontrado su camino de regreso y apenas había cambiado la luz verde del semáforo la alcanzó y se le incorporó de nueva cuenta. Había apagado el radio para no verse atacada por más frentes. Ya con los recuerdos tenía. ¿Dónde estaba Irvin Quezada?, ¿Dónde estaba Antonio Esponda?, ¿Dónde estaba Ernesto Vidau?, ¿Dónde estaba Phillipe Mernier?, ¿Dónde estaban ahora? ¿Doooondeeee?
            NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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            • Re: Taller del Alquimista...

              Licenciada Linares 3.1.3


              Irvin. El buen Irvin. El que le ayudó a arrancarse del peso de la virginidad. El novio inicial, el primer novio oficial, el que la hizo descubrir lo que se sentía pasar una noche sin dormir y otra y otra y otra pensando en él. El que le hizo pensar que las amigas eran inútiles estorbos. El que le hizo por primera vez desafiar a su madre y a su padre. El que le incendió el alma y le hizo componer desabridos poemas que ella pensaba, contenían todo el universo en pocas palabras. Ese de ojos aceituna y nombre idiota: ¿Por que Irvin?… ¿Irvin? y ¿Quezada? Su papá siempre le dijo que esa combinación de nombres sonaba como a una cumbia de Mozart. Rio un poco en la remembranza.


              ¿Y dónde estaba ahora?, ¡¿Dooooooonde???? Un día encontró a su insaciable madre besándolo y ahí se acabó toda la historia. Jamás le volvió a contestar el teléfono ni sus cartas ni sus recados. Ni nada. Ese día, cuando entró de la escuela como de costumbre y encontró la puerta sin pestillo pasó por la sala tirando su mochila en el sillón como siempre. Se sacó los zapatos, como siempre y caminó hacia la cocina para tomar un poco de agua, como siempre. Y ahí los encontró… En principio pensó que era su madre con alguna de sus habituales aventuras y pensó hacerse disimulada, como siempre. Pero al verse descubiertos, el pendejo inexperto soltó en lágrimas corriendo detrás de ella.


              Reina sintió el relámpago del desamor por primera ocasión y de manos de su madre, para acabarla de chingar. Quezada chillaba como un perro con la pata rota, le rogó, le trató de explicar entre sollozos que él había sido una víctima de su madre. Nada funcionó. Ella casi pudo oír cómo se rasgaba algo en el centro de su pecho. Oyó, sintió en su interior zozobra, caída libre, visión oscurecida y un grito ahogado de inmenso dolor. Todo el amor que sentía tratando de salirse de su cuerpo al mismo tiempo. Imposible de soportar. La última vez que lo vio, se lo topó de frente en una Centro Comercial. Al contrario de ella, él se veía regordete, desaliñado, panzón, de tenis baratos y un naco bigote mal recortado de chicharronero. Él al verla, hizo por saludarla pero ella, que acababa de regresar de Rotterdam lo vio poca cosa y se hizo muy pendeja. Pero hoy, en este trance de sensibilería recordó la escena y se sintió ridícula. Ella sabía en su fuero interno que al verlo, el estómago le dio una vuelta completa. Tuvo el instinto inicial de después de tantos años, experiencias y desamores pasados, paisajes extraños y personas ajenas, correr tras él. Un rostro conocido, tan conocido y saltarle al cuello y preguntarle cómo había estado. No para amarlo otra vez, sino sólo para sentir un cuerpo conocido entre los brazos.


              Subió por Tecamachalco coincidiendo con centenares de universitarios. Ella se sentía todavía uno. Y de alguna manera lo era. Llevaba toda su vida metida de algún modo en un aula. Por eso se identificaba tanto con Buenos Días Santa Fe. Se sintió un poco más tranquila, rodeada de los que consideraba congéneres y ensayó casi con terror prender el radio de nuevo. Sintonizó de nueva cuenta el 90.9 del cuadrante. Música melancólica de último día. Mensajes preocupados de radioescuchas pidiendo una explicación. Se sentía la angustia de algunos cuando se comunicaban a cabina. Sintió la voz festiva del Baxter y se consoló un poco. Pero otra vez pasó. La tristeza que la consumía sin saber por qué se juntó con la otra tristeza y el sentimiento se le volvió a derramar por todos lados.
              NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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              • Re: Taller del Alquimista...

                Licenciada Linares 3.1.4


                Ahora le tocaba el turno a Antonio Esponda. Gran tipo. Lo conoció en la Universidad cuando estudiaba Derecho. Realmente gran tipo. Siempre de traje. Él fue el que le inculcó la necesidad de verse como abogado. Aún desde el primer día de la carrera se presentaba impecablemente vestido, rasurado, bien peinado. Ella sin saberlo en su subconsciente identificó a su padre y se enamoró perdida otra vez. Volvió a ser feliz acompañada de un hombre. Se entregó toda. Compartía con él lecturas, gusto por la música culta, el teatro, el amor al estudio. Compartieron amigos, horarios y calendarios. Hijo de una familia acaudalada, siempre disponía de mucho más de lo que se necesitaba y le enseñó las formas y los fondos de la realeza. La enseñó a vestir con elegancia sin caer en la moda ranchera, le inoculó su gusto por las prendas y accesorios suntuarios de buena calidad y precio exorbitante.

                Era cuatro años más grande que ella porque había hecho algunos estudios en otros países pero a la postre regresó. Algo lo regresó a su tierra. Un sentimiento que nunca supo identificar pero que luego ella entendió que era regresar a morir a su tierra.

                Un día de octavo semestre, él la fue a dejar a su casa. La miró con ternura, respeto y amor. Él la respetaba demasiado. Era madura, centrada, serena y sabía más que la mayoría de los profesores, incluso sin haber acabado la carrera. Los papás de él la amaban. Era un gran mujer. Ese día la miró con profundidad enigmática. Le tocó la cara y le dio un prolongado beso. Ella le devolvió la mirada y le dijo que no se fuera. Pero él ya había quedado. Casi nunca salía con los amigos de la carrera y ese día era el cumpleaños de quién fuera su mejor amigo. –Tengo que ir flaquita… Sólo un rato. Replicó, pero mañana nos vemos.

                Ese mañana nunca llegó. A la salida del bar en el que se encontraron, se desató una balacera entre guaruras de juniors. Él estaba esperando el coche del Valet Parking y le tocó una bala perdida en medio de la frente. Murió al instante.

                En realidad ella nunca lo superó. El semestre ya estaba avanzado y ella siempre fue genial estudiante. Pudo terminar siendo el mejor promedio de la carrera, se volvió retraída y huraña. Se le veía vagar como una sombra por el edificio de la Facultad. Entre muerta y viva, como un fantasma. Respondía con monosílabos y jamás veía a nadie a los ojos. Así terminó la carrera, como si una estrella se hubiera apagado. Y en realidad algo en su corazón se apagó. Perdió las ganas de vivir y por primera ocasión pensó en suicidarse. Claro que no lo haría, pero lo pensó. Lo pensó despacito, prolongadamente, se documentó en el tema y desistió de cualquier intento porque uno de los padres de la universidad en que estudiaba le dijo que ese pecado no se perdona y que la consecuencia es arder en los infiernos por secula seculorum. Ese miedo la inhibió, pero el recuerdo de Esponda era como un hongo persistente metido entre la uñas de los pies y doloroso como una caries descuidada.

                Subiendo por Tecamachalco, lo recordó y ahora lloró con tristeza simple y llana. Sin angustias, sin espantos, sin espasmos. Un llanto como lluvia finita, de esa persistente de gotas chiquitas, que fluye constante sin hacer mucho ruido pero que moja mucho y después de algunos minutos hace charcos fríos como espejos quietos. Lloró con respeto a Sponda. Lloró y lloró y lloró.

                Ese evento la definió para huir del país. Ya no había lugar que no albergara realidades corrosivas. Aunque amaba a su padre como a nada todavía, verlo en ese estado era lacerante. Su madre.... Sin palabras de su madre y ahora el recinto universitario le traía visiones de Spondas por doquier. Y así se ufanó en conseguir una beca. Escribió a cuanta Universidad se le ocurrió y adjuntó su buen currículum. Habló a asociaciones, a instituciones de gobierno y consiguió lo que quería. Largarse.

                ...
                NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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                • Re: Taller del Alquimista...

                  La Licenciada Linares 3.1.5

                  Ya con la llave abierta de los sentimientos, recordó los campos de Berkley en California. La imponente biblioteca con mas de 10 millones de volúmenes. La bahía de San Francisco y la interminable vida universitaria. Y con un mundo nuevo ante sus ojos, se sintió renovada. Otra persona y allá lejos de la querencia, no olvidó, pero le dejó de ser incómodo el buen amigo Esponda. La soledad, la novedad, el sentimiento de renovación, hicieron que se enrollara con Vidau. Un chileno que se decía exiliado aunque nunca pudo decir de qué o de quién. Activista, desparpajado, bohemio e intelectual. A ella le encantó su carencia de solemnidad y sus ojos negros hechizantes de mirada nerviosa. Una sola ceja de lado a lado en la frente y cabello enrollado, alborotado, caótico. Tocaba guitarra y tenía una relación íntima con la comida. Podía masticar durante horas y beber media docena de botellas de vino sin parecer ebrio. Su aliento alcoholizado le encantaba y así pasó tres años.

                  El problema con Vidau es que nunca se comprometía de ninguna manera. Él insistía en mencionar a la menor provocación que era un alma libre. Un espíritu solitario que disfrutaba la soledad. Pero parecía que no disfrutaba tanto esa soledad pues a la menor provocación la desnudaba y al calor de la intimidad hasta le llegó a decir que la amaba y que la amaría para siempre. De esos “siempres” que suenan a promesa y se quedan suspendidos entre el techo y la cama. Pero como una maldición para ella, Vidau un día se aburrió y se tomó muy en serio eso de que era un alma libre y tras enseñarle el campus a una croata, la llevó a la cama después de convidarle un par de buenas botellas de vino. Buenas por efectivas, no por buenas buenas. Y así como era el Vidau de falto de solemnidades, así nada más le dijo que ya no la vería más. Y así nada más. Que ya no la vería más. Así era Vidau. Ni una carta de despedida ni una mirada melancólica ni un adiós. Ni nada de nada de nada. Pero que pragmático cabrón. Así nomás. -¡Pinche Vidau! se dijo a si misma y apretó los puños. Ahora su semblante reflejaba coraje y enojo. Se revolvió y en el mullido asiento de su camionetaza y hasta casi recordó que tenía un poco de prisa.

                  Y en el carrusel de los desamores le tocó el turno a Philipe. Él fue su profesor de Derecho Comunitario en Estrasburgo. Y después profesor de muchas cosas más. Aprendió que los franceses pueden ser tan enamorados como apestosos y que su naturaleza romántica es un cliché que dejó de ser acorde a realidad desde hacía unos 40 años. El francés de ahora, si es que no tiene genes africanos, tiene que ver más con gente egoísta, hedonista y si, que no se baña. Y además con otro pequeño defecto: era casado. Muy casado, aunque no se lo dijo sino hasta que supo que Reina estaba embarazada. En ese momento Philipe recordó con prístina claridad que estaba casado y que amaba a su esposa. Y como buen gandalla de mierda, la amenazó con que si no abortaba más rápido que inmediatamente, quién sabe qué de algo de que su beca, que quién sabe qué de un algo del consejo universitario, quién sabe qué de que no aprobaría, que quién sabe qué que algo a la embajada y tal. Su rostro de Pepe LePu se transfiguró en

                  La cosa estaba clara. Había que abortar. Y así, Reina Linares, lejos de su país, lejos de sus pocos amigos, a años luz de sus antiguos amores y a una eternidad de Dios, decidió abortar obligada por alguien que hasta hacía unos días juraba que la amaba como a una Diosa. –Así son los hombres de mierda…… De mierda… Pensó. Y recordó que había jurado jamás volverse a enamorar.
                  NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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                  • Re: Taller del Alquimista...

                    Licenciada Linares.... Final

                    En aquellos días de estadía en Estrasburgo "enterró" a dos familiares cercanos. Y por decir "enterró" quería decir que se murieron, porque el hijo que abortó más por todo lo demás que por verdaderas ganas de abortar, terminó en un laboratorio de Lancom que usa fetos para hacer cremas. El otro "enterrado" fue su padre. Una escueta llamada de su odiada madre que le decía que cuando pudiera regresara a México porque su papá estaba muy mal. Ya ahondando un las preguntas de rigor, su madre le confesó que no era que estuviera mal sino que estaba muerto. Y también, por decir "enterró" se debe entender que se murió porque en realidad lo cremaron y el recipiente parecido a un termo para café se lo quedó su madre a falta de nadie más que lo quisiese reclamar.

                    Con esas dos tragedias a cuestas, terminó sus estudios en Europa y se regresó a México sin saber a qué. Pronto fue reclutada con sueldos acordes a su extenso currículum, sin reparar en la falta de experiencia. Pero ni falta que le hacía. Además de sus impresionantes credenciales, sus ojos de Princesa Árabe y su cuerpo de infarto le abrían cualquier puerta que pareciese cerrada. Y ya de regreso a México se volvió una putita, como ella misma se decía. Salía a algún bar con alguna amiga los jueves, viernes o sábados y no necesitaba más que algún valiente que quisiera entablar un poco de plática y ella hacía lo demás. Ni siquiera recordaba los nombres. Ni siquiera cuantos habrían sido. Pero no era extraño que despertara sin saber con quién estaba ni dónde. En ocasiones pensaba que era igual a su madre. Con la diferencia que ella no lastimaba a nadie. Se hizo asidua al sexo recreativo y a las relaciones efímeras y con eso pretendió tapar las heridas profundas que llevaba en el alma.

                    Su camioneta flanqueó la caseta de entrada el edificio que albergaba su oficina. El policía le abrió la reja como de costumbre más con temor reverencial que con simple obligación y ensayó una instintiva genuflexión. Para el poli, había que hacer genuflexiones más o menos pronunciadas en relación directamente proporcional al precio del coche que se venía manejando.

                    La Lic. Linares generalmente bajaba la ventana por cortesía y prodigaba una amplia sonrisa al solícito poli, pero hoy no. Pasó como una embajadora asiática evadiendo reporteros. Ya no reparó en el maquillaje. Tomó su bolsa, su Ipad y se bajó de la camioneta. Se dirigió a la entrada de ejecutivos y pulsó el control del elevador al Penthouse. Durante el recorrido su mente seguía en otros veinte lados. Se convenció de lo inútil de su idiota vida. Se convenció de que no valía nada como persona. Que cada que había amado a alguien, la había abandonado por alguna circunstancia fuera de su control. Desde su padre hasta el último imbécil con el que había pasado la noche.

                    Esa pequeñísima fuga en el radiador ya había destruido todo lo que existía en su prodigiosa maquinaria. De nada sirvió su instrucción ni su autodisciplina. De nada servían las miles de horas de aula ni las transferencias millonarias a su cuenta. Estaba sola, sola, sola. Su vida académica y profesional se medía en éxitos, pero su vida personal se medía en fracasos.

                    Llegó al Penthouse, pero no pasó al baño a maquillarse. Ni siquiera se siguió a su oficina a reportar su llegada. Siguió como un muerto viviente hacia la escalera del helipuerto. Abrió y subió una prolongada escalera que daba al techo. Sus pasos eran los de una atleta. Firmes y determinados. Jadeó, pero no porque le faltara el aire por el esfuerzo sin porque su alma oprimía su pecho. Terminó de subir y sin pensarlo nada, asió su bolsa muy fuerte, apretó su Ipad contra su pecho, cerró los ojos y se lanzo al vacío. Sin emitir gritos y sin hacer dramas. No cabe duda que era una mujer decidida. Durante el largo trayecto de 35 pisos hasta el suelo, fue sintiendo una gran liberación. El peso de la gravedad que la arrastraba al piso dejó atrás los recuerdos de sus amores malogrados y tristezas sin fin. Cayó con los ojos muy apretados, dejándose ir, tratando de evadir el revoloteo en las tripas. Y se concentró en un Minueto de Mozart que su padre siempre le tocaba con un pequeño pianito eléctrico antes de dormir. Su caída se transformó en un suburbio Vienés. Y !Plaaaaaz¡ Su cráneo impactó de lleno contra un Mercedes Benz que se encontraba encaramado en una grúa de plataforma. Después rebotó al piso, descompuesta, como una muñeca rota de las articulaciones.

                    Emitió un pequeño pujido involuntario producido por las costillas que reventaron sus pulmones. Pero ella sintió un enorme alivio y sonidos ambientales. Muchos sonidos ambientales. Ningún dolor, sensación de ingravidez, de muchos colores al mismo tiempo y calor... mucho calor en las mejillas. Un sopor que la envolvía hasta dejarla inconsciente... Expiró y sintió estar acostada a los 8 años con la enorme manaza de su padre cubriéndole la espalda. Sintió la protección de niña, nada que temer, nada que llorar... y así sentía cuando detrás de oreja escuchó la voz profunda y ronca de su padre que le decía: -Mija.... ya levántate. Eres fuerte. Ya vámonos....

                    Y por fin, la Licenciada Linares, encontró lo que había estado buscando desde que nació...
                    NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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                    • Re: Taller del Alquimista...

                      Originalmente publicado por El Alquimista Ver post
                      Licenciada Linares.... Final

                      En aquellos días de estadía en Estrasburgo "enterró" a dos familiares cercanos. Y por decir "enterró" quería decir que se murieron, porque el hijo que abortó más por todo lo demás que por verdaderas ganas de abortar, terminó en un laboratorio de Lancom que usa fetos para hacer cremas. El otro "enterrado" fue su padre. Una escueta llamada de su odiada madre que le decía que cuando pudiera regresara a México porque su papá estaba muy mal. Ya ahondando un las preguntas de rigor, su madre le confesó que no era que estuviera mal sino que estaba muerto. Y también, por decir "enterró" se debe entender que se murió porque en realidad lo cremaron y el recipiente parecido a un termo para café se lo quedó su madre a falta de nadie más que lo quisiese reclamar.

                      Con esas dos tragedias a cuestas, terminó sus estudios en Europa y se regresó a México sin saber a qué. Pronto fue reclutada con sueldos acordes a su extenso currículum, sin reparar en la falta de experiencia. Pero ni falta que le hacía. Además de sus impresionantes credenciales, sus ojos de Princesa Árabe y su cuerpo de infarto le abrían cualquier puerta que pareciese cerrada. Y ya de regreso a México se volvió una putita, como ella misma se decía. Salía a algún bar con alguna amiga los jueves, viernes o sábados y no necesitaba más que algún valiente que quisiera entablar un poco de plática y ella hacía lo demás. Ni siquiera recordaba los nombres. Ni siquiera cuantos habrían sido. Pero no era extraño que despertara sin saber con quién estaba ni dónde. En ocasiones pensaba que era igual a su madre. Con la diferencia que ella no lastimaba a nadie. Se hizo asidua al sexo recreativo y a las relaciones efímeras y con eso pretendió tapar las heridas profundas que llevaba en el alma.

                      Su camioneta flanqueó la caseta de entrada el edificio que albergaba su oficina. El policía le abrió la reja como de costumbre más con temor reverencial que con simple obligación y ensayó una instintiva genuflexión. Para el poli, había que hacer genuflexiones más o menos pronunciadas en relación directamente proporcional al precio del coche que se venía manejando.

                      La Lic. Linares generalmente bajaba la ventana por cortesía y prodigaba una amplia sonrisa al solícito poli, pero hoy no. Pasó como una embajadora asiática evadiendo reporteros. Ya no reparó en el maquillaje. Tomó su bolsa, su Ipad y se bajó de la camioneta. Se dirigió a la entrada de ejecutivos y pulsó el control del elevador al Penthouse. Durante el recorrido su mente seguía en otros veinte lados. Se convenció de lo inútil de su idiota vida. Se convenció de que no valía nada como persona. Que cada que había amado a alguien, la había abandonado por alguna circunstancia fuera de su control. Desde su padre hasta el último imbécil con el que había pasado la noche.

                      Esa pequeñísima fuga en el radiador ya había destruido todo lo que existía en su prodigiosa maquinaria. De nada sirvió su instrucción ni su autodisciplina. De nada servían las miles de horas de aula ni las transferencias millonarias a su cuenta. Estaba sola, sola, sola. Su vida académica y profesional se medía en éxitos, pero su vida personal se medía en fracasos.

                      Llegó al Penthouse, pero no pasó al baño a maquillarse. Ni siquiera se siguió a su oficina a reportar su llegada. Siguió como un muerto viviente hacia la escalera del helipuerto. Abrió y subió una prolongada escalera que daba al techo. Sus pasos eran los de una atleta. Firmes y determinados. Jadeó, pero no porque le faltara el aire por el esfuerzo sin porque su alma oprimía su pecho. Terminó de subir y sin pensarlo nada, asió su bolsa muy fuerte, apretó su Ipad contra su pecho, cerró los ojos y se lanzo al vacío. Sin emitir gritos y sin hacer dramas. No cabe duda que era una mujer decidida. Durante el largo trayecto de 35 pisos hasta el suelo, fue sintiendo una gran liberación. El peso de la gravedad que la arrastraba al piso dejó atrás los recuerdos de sus amores malogrados y tristezas sin fin. Cayó con los ojos muy apretados, dejándose ir, tratando de evadir el revoloteo en las tripas. Y se concentró en un Minueto de Mozart que su padre siempre le tocaba con un pequeño pianito eléctrico antes de dormir. Su caída se transformó en un suburbio Vienés. Y !Plaaaaaz¡ Su cráneo impactó de lleno contra un Mercedes Benz que se encontraba encaramado en una grúa de plataforma. Después rebotó al piso, descompuesta, como una muñeca rota de las articulaciones.

                      Emitió un pequeño pujido involuntario producido por las costillas que reventaron sus pulmones. Pero ella sintió un enorme alivio y sonidos ambientales. Muchos sonidos ambientales. Ningún dolor, sensación de ingravidez, de muchos colores al mismo tiempo y calor... mucho calor en las mejillas. Un sopor que la envolvía hasta dejarla inconsciente... Expiró y sintió estar acostada a los 8 años con la enorme manaza de su padre cubriéndole la espalda. Sintió la protección de niña, nada que temer, nada que llorar... y así sentía cuando detrás de oreja escuchó la voz profunda y ronca de su padre que le decía: -Mija.... ya levántate. Eres fuerte. Ya vámonos....

                      Y por fin, la Licenciada Linares, encontró lo que había estado buscando desde que nació...


                      Irrumpiendo en tu taller para tomarme un café virtual contigo celebrando un año más de éxito, de proyectos y de expectativas que es el motor con el que avanzamos.

                      Muchas felicidades por tu realidad intelectual y por plasmarla, por tus triunfos profesionales y por el ser humano auténtico que demuestras ser constantemente.

                      Un pastel alusivo
                      Feliz Cumpleaños!!


                      Tatiana
                      Forista Opalo
                      Last edited by Tatiana; 04-abril-2013, 09:54.

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                      • Re: Taller del Alquimista...

                        Originalmente publicado por Tatiana Ver post

                        Irrumpiendo en tu taller para tomarme un café virtual contigo celebrando un año más de éxito, de proyectos y de expectativas que es el motor con el que avanzamos.

                        Muchas felicidades por tu realidad intelectual y por plasmarla, por tus triunfos profesionales y por el ser humano auténtico que demuestras ser constantemente.

                        Un pastel alusivo
                        Feliz Cumpleaños!!


                        ¡Que pasteeeel! Muchas muchas gracias.... Lindo lindo.

                        Te mando un gran abrazo y una muy sincero agradecimiento por que te tomaste la molestia. Realmente el foro no sería nada sin ti. Llegaste a darle respiración de boca a boca y sinceramente se nota claramente tu mano en el rescate de muchas cosas.

                        En este espacio del Taller del Alquimista, me has literalmente obligado a seguir cuando he pensado que no hay nada más que seguir. Y el ejercicio se vuelve tan íntimo como cuando le cuento un cuento a mis hijas antes de dormir... Tanto así como saber o pensar saber que eres una de las pocas personas que persisten en visitar mi sitio.

                        Un día lejano pensé que el foro serviría para muchas cosas a parte de forear. Hacer amigos reales de carne y hueso, propiciar romances de carne y hueso, formar un gremio, aglutinarnos para poder elevar una voz conjunta, concretar negocios, autodefendernos y protegernos mutuamente. Hoy no se.

                        Pero si se que de unos años para acá, has tenido el tino de mantener encendida la llama de lo que también fuera en algún tiempo mi única pasión, que es leer y escribir. Gracias por eso y gracias por tu amistad. Espero algún día poder conocerte y no sólo a través de las letras.
                        NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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                        • Re: Taller del Alquimista...

                          Hola Alqui, ya te lei.Y te vi.

                          Gracias por tus palabras pero eres tú el que nos has inspirado a muchos de los que persistimos y lo vamos logrando.

                          Tu afecto por este Espacio y el recuerdo de tiempos mejores porque había más foristas y más diálogo.Simplemente.
                          Pero la que queda de una manera asidua es excelente y valiosísima en esto de la terapia intensiva. Cada quien en su especialidad y en la medicina General coincidimos.

                          Y ya ves van volviendo a participar aun que sea con un pasito eventual, foristas apreciados y apreciables .Y otros nos miran (ya los vi!)Desde afuera, pero vienen.

                          Pienso exactamente lo mismo que tú y pensé exactamente lo mismo que tú y creo que sigo pensando exactamente igual.
                          Porque la vida es asi y esto es una parte de la vida aunque se diga virtual.

                          Como atras del monitor ,o conectados por ésto, lo que no es no es y queda la esencia cuando queda.

                          Y que tal riqueza en cuanto a caracteres, personajes, estilos, ambiguedades,bipolaridades, alter egos y demás!
                          Pero todo es válido.

                          Caray si tuviese tu facilidad de crear sería creo como Balzac.
                          La comedia Humana me haría los mandados jajaja.
                          Pero querido amigo soy una lectora ávida y una conversadora contumaz y nada más, snif.
                          Asi que como el chinito nomás milando o leyendo...

                          Oye Alqui viste que el dios del tiempo resucitó "La reencarnación"? Tal vez es el momento de retomar algún diálogo.Son otros tiempos más abiertos a lo no tradicional.

                          No quito el dedo delrenglón respecto a la publicación de una parte de tu obra.
                          No te he dado lata porque se que tu profesión es sumamente demandante y andabas en momentos importantes.

                          Pero... esta facilidad, esta capacidad creativa, también, es una manera de aligerar la mente de lo acuciante aunque sea super positivo y evadirse en crear situaciones en las que nuestro "otro yo" decide que hacer con los personajes que ahi están.

                          Siempre digo, luego te cuento ;y va pasando el tiempo pero quiero contarte una historia que es verdadera y que tiene un buen resultado, de un escritor-pintor.
                          Pero como en el camino hacia Santiago, hay que recorrer -a veces- muchos recovecos para llegar a lo que teniamos al frente.

                          Un abrazote enorme y cuéntanos cómo lo festejaste.

                          Ah! y las palabras son decretos asi que nos conoceremos Alqui.Se darán las circunstancias.
                          Chau

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                          • Re: Taller del Alquimista...

                            "-Mija.... ya levántate. Eres fuerte. Ya vámonos...."

                            Silentium post clamores.

                            Comment


                            • Re: Taller del Alquimista...

                              Originalmente publicado por cubo Ver post
                              "-Mija.... ya levántate. Eres fuerte. Ya vámonos...."

                              Silentium post clamores.
                              Se acepta con mucha humildad tan inmerecida loa.

                              Di te incolumem custodiant.
                              NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

                              Comment


                              • Re: Taller del Alquimista...

                                Originalmente publicado por Tatiana Ver post
                                Hola Alqui, ya te lei.Y te vi.

                                Gracias por tus palabras pero eres tú el que nos has inspirado a muchos de los que persistimos y lo vamos logrando.

                                Tu afecto por este Espacio y el recuerdo de tiempos mejores porque había más foristas y más diálogo.Simplemente.
                                Pero la que queda de una manera asidua es excelente y valiosísima en esto de la terapia intensiva. Cada quien en su especialidad y en la medicina General coincidimos.

                                Y ya ves van volviendo a participar aun que sea con un pasito eventual, foristas apreciados y apreciables .Y otros nos miran (ya los vi!)Desde afuera, pero vienen.

                                Pienso exactamente lo mismo que tú y pensé exactamente lo mismo que tú y creo que sigo pensando exactamente igual.
                                Porque la vida es asi y esto es una parte de la vida aunque se diga virtual.

                                Como atras del monitor ,o conectados por ésto, lo que no es no es y queda la esencia cuando queda.

                                Y que tal riqueza en cuanto a caracteres, personajes, estilos, ambiguedades,bipolaridades, alter egos y demás!
                                Pero todo es válido.

                                Caray si tuviese tu facilidad de crear sería creo como Balzac.
                                La comedia Humana me haría los mandados jajaja.
                                Pero querido amigo soy una lectora ávida y una conversadora contumaz y nada más, snif.
                                Asi que como el chinito nomás milando o leyendo...

                                Oye Alqui viste que el dios del tiempo resucitó "La reencarnación"? Tal vez es el momento de retomar algún diálogo.Son otros tiempos más abiertos a lo no tradicional.

                                No quito el dedo delrenglón respecto a la publicación de una parte de tu obra.
                                No te he dado lata porque se que tu profesión es sumamente demandante y andabas en momentos importantes.

                                Pero... esta facilidad, esta capacidad creativa, también, es una manera de aligerar la mente de lo acuciante aunque sea super positivo y evadirse en crear situaciones en las que nuestro "otro yo" decide que hacer con los personajes que ahi están.

                                Siempre digo, luego te cuento ;y va pasando el tiempo pero quiero contarte una historia que es verdadera y que tiene un buen resultado, de un escritor-pintor.
                                Pero como en el camino hacia Santiago, hay que recorrer -a veces- muchos recovecos para llegar a lo que teniamos al frente.

                                Un abrazote enorme y cuéntanos cómo lo festejaste.

                                Ah! y las palabras son decretos asi que nos conoceremos Alqui.Se darán las circunstancias.
                                Chau
                                Saludos Tatis.... Muchas gracias nuevamente por la saludada. Yo era muy buen platicador hasta que se me escondieron los interlocutores y otros se les pasó la bilis y me tiraron mala onda en mala onda y pensé que era buen momento de dejarlos de considerar mis amigos. Si, pus si... soy medio sentidón. Ya lo habrás notado. Me enoja que alguien detrás del anonimato y con la distancia de un monitor te miente la madre. Seguro que no lo harían si te tuvieran de frente. Y aunque tal vez no me creas, me gusta ser bastante físico. Me gusta abrazar a mis amigos, besar y acariciar a mis amores y agarrarme a madrazos con mis enemigos. Me encabronan las intrigas, las indirectas y los vasos medio vacíos. Me gusta platicar a los ojos y oler a las personas que me rodean. En fin... Creo que ya me estoy alucinando....

                                Pero veo que vinieron de lejos buenos amigos a saludarme. Eso me da mucha satisfacción personal. Muchas semillas se regaron y las que pegaron pegaron bien y me da gusto mucho. Después si, tienes razón. He tenido menos tiempo que antes. Pero quién tiene más. El tiempo se ha vuelto corto no se si metafóricamente pero pareciera que las horas hoy tienen 35 minutos.

                                Me encanta el proceso creativo de mis personajes y sus escenarios. En realidad lo disfruto. En ocasiones los mapeo y otras solamente dejo de se asomen de donde estén y empiecen a crecer solos. No tengo mucha postproducción y eso se nota. Hay construcciones que realmente no me gustan, pero no encuentro manera de expresarlo mejor en palabras sin que parezca un verdadero laberinto.

                                Así que contándote esto, entenderás que cuando acaba un párrafo en un papel, me tuve que haber sentado en ocasiones tres o cuatro horas. Y luego ya agarrada la hebra puede ser que sea más rápido, pero lo difícil es luego agarrar la hebra.

                                De publicar algo, como le había contado a Kabrakán, el tránsfuga Sidarta, a la buena amiga Bug, a Gegorotto y a ti, en realidad es un buen proyecto. Tengo un libro a la mitad, pero se me acabó esa veta. En realidad se murió ese libro con mi curiosidad hacia ciertos temas por eventos de esos que no se pueden pasar por alto. Es como si compras boleto de melate todos los sorteos y luego te enteras que la chingadera está trucada. Tal vez lo intuías de siempre, pero corroborarlo es cosa distinta. Así se quedó exactamente a la mitad ese libro. Tenía cosas muy rescatables pero por otro lado se despegaba de la realidad más de los 35 centímetros reglamentarios que son los oficiales para que cualquier cosa resulte medianamente digerible. Pero ahí está. Tal vez un día. Una compilación de poemas me parece más realista. Aunque últimamente no he compuesto ninguno. Una compilación de varios foristas también fue una buena iniciativa, pero a la mera hora no nos pudimos poner de acuerdo para nada. Se peló Elixir y Gejorotto tenía una idea, el perro otra y Bug otra. Nadie quería poner lana para la edición y pues proyecto muerto antes de nacer.

                                Mi idea ahora es juntar 10 relatos. Terminados los 10, espulgarlos, quitarles los horrores ortográficos y de sintaxis y tal vez ilustrar cada uno con varios artistas gráficos que tengo y publicarlos. Ya con esta cosa, creo que al final ponerle un capitulo de compilaciones de algunos versos. Tal vez completar unos 20. Lo registraré y toda la cosa. Después ver como no vendo ninguno.... jajajaja Pero sabes que?????? Me valdría madre que no se vendiera ninguno ninguno..... Pero mi proyecto estaría terminado y eso me haría muy feliz. De los 10 relatos creo que tengo 4, tal vez más, tal vez menos. El cuento de Klar, el Gato que toma café, la Lic. Linares, 400 caballos que ya lo acabé y que lo voy a empezar a poner esta semana en su conclusión, Dorja que no se para donde va mucho, y uno nuevito que ya estoy dibujando. En fin... La cosa es no dejar mucho que las cosas se enfríen.... pero tampoco apresurarlas ni hacerlas para dejar de hacer otras cosas más que dicho sea de paso, son las que me dan de tragar.

                                Por otra parte, si... ese Titán hijo de Gea y Urano, es bueno en eso de desenterrar muertitos. Luego uno se va enterando de lo que dijo uno hace unos años... Acojonante, realmente acojonante en ocasiones. Y si, ese tema es un tema que me inquieta y con gustito nos echamos una platicada más a fondo del asunto. Ya sabes que aquí ando.

                                De lo de que a ver si nos encontramos un día de éstos y será cosa del destino. Pues me lo creo, con el distingo que creo que los fatalismos últimamente en estos días del Señor, se anclan con mayor frecuencia en la parte de la molleja en donde se genera la voluntad de las personas, que en cataclismos de órbita pequeña que desencadenen situaciones inesperadas. Si así fuere que Dios sea bendito y si el viento me empuja pallá o a ti pacá, no evadiré tan maravilloso gusto.

                                Un abrazo.
                                NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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