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Taller del Alquimista...

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  • Re: Taller del Alquimista...

    El Tamaño Exacto del Universo (Serie) Dedicada a todos mis amigos del foro. -A los presentes y a los ausentes-

    Según la cosmogonía brahmánica, Ganesha hijo de la diosa madre Parvati y Shiva, se sintió en edad de contraer nupicas pero su hermano menor Karttikeya, por una especie de capricho celoso, se empeñaba en ser el primero de los dos hermanos en casarse. Sin embargo correspondiéndole a Ganesha ese “honor” (casarse primero) por ser el hijo mayor, reclamó su derecho.

    La discusión adquirió tal dimensión que los sabios Parvati y Shiva, diseñaron una justa para que el vencedor de los dos hermanos fuera el que se casara primero. El desafío consistía en que los dos deberían recorrer el universo hasta sus confines y regresar. El primero que fuera y viniera sería el que se casaría primero.

    El vehículo utilizado habitualmente por Karttikeya, es un poderoso pavorreal de grandes alas y dimensiones que podría pensarse, es propicio para la tarea. En cambio, al enorme Ganesha es común verlo montado sobre una rata. Vehículo que utiliza para poder acceder a lugares imposibles, pero que se puede entender, no es la gran chingonería a la hora de recorrer universos. O eso podría pensarse.

    Resulta que Karttikeya seguro que sería el vencedor, se apresuró a levantar el vuelo con ímpetu de dios. En cambio Ganesha pareciera que no le puso gran empeño a la empresa y se quedó cerca recorriendo jardines y tomando algunos baños.

    Pasó algún tiempo y mientras Karttikeya devoraba distancias y descubría prodigios, Ganesha le pidió a Parvati que se sentara. Después ceremoniosa y pausadamente le dio vueltas a su madre y completó la tarea. Después declaró con contundencia que había vencido, argumentando que los textos sagrados se referían a Parvati como el universo entero. No pudiendo nadie objetar nada, Ganesha se casó. Al regreso su hermano se enojó mucho pero esa es otra historia.

    Mas allá de la visión poética, la postura de Ganesha es una gran metáfora que se repite en cada uno de nosotros. No importa si el universo mide catorce mil millones de años luz en su perímetro visible. Todo nuestro universo personal está contenido en dos o tres cosas, en dos o tres lugares, en dos o tres momentos. Y nada más. Lo demás es ritualismo, supervivencia, reflejo condicionado. Nuestra vida es de animales amaestrados buscando comer, dormir y los enmedios, pero hay lugares, personas, situaciones y momentos específicos donde se manifiesta la chispa divina. El ejercicio del libre albedrío en conciencia o la manifestación divina a través de una cosa o persona que le dan contenido inmediato a toda una vida.
    NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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    • Re: Taller del Alquimista...

      El Tamaño Exacto del Universo (Serie) Dedicada a todos mis amigos del foro. -A los presentes y a los ausentes-

      Según la cosmogonía brahmánica, Ganesha hijo de la diosa madre Parvati y Shiva, se sintió en edad de contraer nupicas pero su hermano menor Karttikeya, por una especie de capricho celoso, se empeñaba en ser el primero de los dos hermanos en casarse. Sin embargo correspondiéndole a Ganesha ese “honor” (casarse primero) por ser el hijo mayor, reclamó su derecho.

      La discusión adquirió tal dimensión que los sabios Parvati y Shiva, diseñaron una justa para que el vencedor de los dos hermanos fuera el que se casara primero. El desafío consistía en que los dos deberían recorrer el universo hasta sus confines y regresar. El primero que fuera y viniera sería el que se casaría primero.

      El vehículo utilizado habitualmente por Karttikeya, es un poderoso pavorreal de grandes alas y dimensiones que podría pensarse, es propicio para la tarea. En cambio, al enorme Ganesha es común verlo montado sobre una rata. Vehículo que utiliza para poder acceder a lugares imposibles, pero que se puede entender, no es la gran chingonería a la hora de recorrer universos. O eso podría pensarse.

      Resulta que Karttikeya seguro que sería el vencedor, se apresuró a levantar el vuelo con ímpetu de dios. En cambio Ganesha pareciera que no le puso gran empeño a la empresa y se quedó cerca recorriendo jardines y tomando algunos baños.

      Pasó algún tiempo y mientras Karttikeya devoraba distancias y descubría prodigios, Ganesha le pidió a Parvati que se sentara. Después ceremoniosa y pausadamente le dio vueltas a su madre y completó la tarea. Después declaró con contundencia que había vencido, argumentando que los textos sagrados se referían a Parvati como el universo entero. No pudiendo nadie objetar nada, Ganesha se casó. Al regreso su hermano se enojó mucho pero esa es otra historia.

      Mas allá de la visión poética, la postura de Ganesha es una gran metáfora que se repite en cada uno de nosotros. No importa si el universo mide catorce mil millones de años luz en su perímetro visible. Todo nuestro universo personal está contenido en dos o tres cosas, en dos o tres lugares, en dos o tres momentos. Y nada más. Lo demás es ritualismo, supervivencia, reflejo condicionado. Nuestra vida es de animales amaestrados buscando comer, dormir y los enmedios, pero hay lugares, personas, situaciones y momentos específicos donde se manifiesta la chispa divina. El ejercicio del libre albedrío en conciencia o la manifestación divina a través de una cosa o persona que le dan contenido inmediato a toda una vida.
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      • Re: Taller del Alquimista...

        "No importa si el universo mide catorce mil millones de años luz en su perímetro visible. Todo nuestro universo personal está contenido en dos o tres cosas, en dos o tres lugares, en dos o tres momentos"

        Bienvenido a la casa del instante donde Dios acontece.

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        • Re: Taller del Alquimista...

          Originalmente publicado por El Alquimista Ver post
          El Tamaño Exacto del Universo (Serie) Dedicada a todos mis amigos del foro. -A los presentes y a los ausentes-

          Según la cosmogonía brahmánica, Ganesha hijo de la diosa madre Parvati y Shiva, se sintió en edad de contraer nupicas pero su hermano menor Karttikeya, por una especie de capricho celoso, se empeñaba en ser el primero de los dos hermanos en casarse. Sin embargo correspondiéndole a Ganesha ese “honor” (casarse primero) por ser el hijo mayor, reclamó su derecho.

          La discusión adquirió tal dimensión que los sabios Parvati y Shiva, diseñaron una justa para que el vencedor de los dos hermanos fuera el que se casara primero. El desafío consistía en que los dos deberían recorrer el universo hasta sus confines y regresar. El primero que fuera y viniera sería el que se casaría primero.

          El vehículo utilizado habitualmente por Karttikeya, es un poderoso pavorreal de grandes alas y dimensiones que podría pensarse, es propicio para la tarea. En cambio, al enorme Ganesha es común verlo montado sobre una rata. Vehículo que utiliza para poder acceder a lugares imposibles, pero que se puede entender, no es la gran chingonería a la hora de recorrer universos. O eso podría pensarse.

          Resulta que Karttikeya seguro que sería el vencedor, se apresuró a levantar el vuelo con ímpetu de dios. En cambio Ganesha pareciera que no le puso gran empeño a la empresa y se quedó cerca recorriendo jardines y tomando algunos baños.

          Pasó algún tiempo y mientras Karttikeya devoraba distancias y descubría prodigios, Ganesha le pidió a Parvati que se sentara. Después ceremoniosa y pausadamente le dio vueltas a su madre y completó la tarea. Después declaró con contundencia que había vencido, argumentando que los textos sagrados se referían a Parvati como el universo entero. No pudiendo nadie objetar nada, Ganesha se casó. Al regreso su hermano se enojó mucho pero esa es otra historia.

          Mas allá de la visión poética, la postura de Ganesha es una gran metáfora que se repite en cada uno de nosotros. No importa si el universo mide catorce mil millones de años luz en su perímetro visible. Todo nuestro universo personal está contenido en dos o tres cosas, en dos o tres lugares, en dos o tres momentos. Y nada más. Lo demás es ritualismo, supervivencia, reflejo condicionado. Nuestra vida es de animales amaestrados buscando comer, dormir y los enmedios, pero hay lugares, personas, situaciones y momentos específicos donde se manifiesta la chispa divina. El ejercicio del libre albedrío en conciencia o la manifestación divina a través de una cosa o persona que le dan contenido inmediato a toda una vida.

          Me encantó Alqui! está realmente Divino.
          Y gracias por la dedicatoria, como parte del Foro y considerándome tu amiga.

          Perdona mi ignorancia al respecto. Esa leyenda, es una parte de la mitología Brahmánica o también es de tu creación?

          Como sea lo poético es tu reflexión.
          Toda, pero cito un pedacito de ella.

          "...hay lugares, personas, situaciones y momentos específicos donde se manifiesta la chispa divina".


          Y es cierto como opina Cubo. Ahi está Dios.
          El de cada quien, que es el único, al fin y al cabo.

          Un abrazo!
          Tatiana
          Forista Opalo
          Last edited by Tatiana; 20-mayo-2013, 00:02.

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          • Re: Taller del Alquimista...

            Tatiana, Alqui... para que les digo lo que disfruto leyendo lo que nos comparten..
            Un abrazo a los dos.
            Pepis

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            • Re: Taller del Alquimista...

              Saludos mi estimado Cubo. Saludos Pepis, gracias por el comentario. Muy agradecido. Y Tatis. No se si valdrá la pena ahondar en el tema. Verás. Hablar de la India en materia de religión es simplemente imposible. En la India se practican todas las religiones y todas tienen un número significativo de seguidores. Hasta la Wicca. Hay cientos de sectas y cada secta tiene su matiz respecto de las demás en cuanto a creencias, deidades, etc, etc, etc, etc, etc. Ganesha es un dios muy popular en muchas sectas. Por decirlo de algún modo, es un común denominador, aunque cada secta le atribuye creación, poderes y entenderes diferentes. Incluso existen muchos dioses anteriores al siglo V a.C. que tienen las mismas atribuciones que Ganesaha pero que no se llaman así. Así que en estricto sentido no se puede decir que sea Ganesha. Y a su vez, el Ganesha del que hablo, según el tiempo, la secta y región del país, se llama de muchos modos distintos. Tanto es así que no hay consenso ni siquiera en el porqué tiene cabeza de elefante. El evento que refiero del matrimonio de Ganesha, lo he visto de diversos modos. En unos no existe su hermano, en otros le da siete vueltas a su madre, en otros le da vuelta a su padre y a su madre al mismo tiempo, en otros no les da vueltas sino que ve hacia el interior de la boca de Parvati.
              En todos los relatos se trata de poner de relieve el ingenio y pensamiento práctico del dios elefante, siendo una de las mujeres que toma como esposa "La Sabiduría".

              Así que pudiera ser que inventé mi propia historia de Ganesha o pudiera ser que simplemente repetí una de las miles de versiones.

              Un abrazo.
              NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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              • Re: Taller del Alquimista...

                De la Serie El Tamaño Justo del Universo.

                Encuentro Inesperado.

                Alejandro y Alejandra se casaron por prescripción médica ya hace veinte años. Ser tocayos, con el tiempo, parecía ser su única coincidencia. Esa y un papel con firmas y sellos que los certificaba como esposos. Alejandro era un investigador notable. Doctor en Biología Molecular, Genetista, especialista en Medicina Biomolecular y pionero a nivel mundial en enlaces biomecátrónicos. Había estudiado y trabajado en media docena de países, pero por alguna razón no ganaba maldita la cosa. Los resultados de sus investigaciones siempre eran firmados por sus jefes que en general se llamaban Isaac, David o Abraham y sus nombres terminaban en Levi o Ezquenazi.

                Últimamente como becario del Cinvestav ganaba 50 mil pesos menos impuestos. Un salario escandaloso para la realidad del país, pero precario cuando se trata de llevar un ritmo de vida suntuoso. Su esposa neurobióloga hacía tiempo que no agarraba chamba ni de sirvienta y había “acordado” con su fastidioso esposo que sería mejor dedicarse al cuidado de los tres hijos.

                La relación entre los Alejandro era más bien tensa… muy tensa. Parecía que ella jugaba en el equipo contrario. Generalmente le hablaba al matado Alejandro para referirle que ya habían hablado de tal o cual banco para pedir el depósito mensual de aunque fuera el mínimo. Para avisarle que a alguno de los niños le habían pedido en la escuela una lista de utensilios dignos de cualquier investigador del bosón de Gigs, para indicarle que pagara Cablevisión, el teléfono o la colegiatura de alguno de los niños porque si no nó lo iban a dejar presentar exámenes.

                Así que Alejandro ya sabía que cuando le hablaba su esposa debía hacer a un lado cualquier cosa que estuviera haciendo para escuchar a través del auricular la voz asfaltada de su esposa, con algún reclamo cotidiano. Siempre al terminar esas “charlas” aciduladas, invariablemente azotaba el auricular contra el teléfono. Seguro lo ingenieros que diseñan estos aparatos tienen previstas estas charlas, porque si no, Alejandro no ganaría ni para pagar los teléfonos que seguramente ya hubiera roto a lo largo de los años.

                A la par de los millones de planteamientos científicos que ocupaban la mente del Dr. Alejandro, cada día se le agolpaban más y más preocupaciones mundanas. En su mente habitaban varios demonios y se llamaban así: Cablevisión 800 pesos mensuales; teléfonos normales y celulares 3 pesos mensuales; colegiaturas 15 mil pesos mensuales; agua 600 pesos mensuales; luz 700 pesos mensuales; renta 10 mil pesos mensuales, tarjetas de crédito 3 mil pesos mensuales cada una (eran 3); mensualidad de auto subcompacto 6 mil setecientos pesos más gasto diario para comida y tal cosa. Los cumpleaños, días de las madres, días del maestro, día de muertos, día del padre, navidad, año nuevo, bla, bla, bla… Un suplicio… No alcanzaba la lana. NO ALCANZABA LA LANA. ¿Y la ropa?, ¿Y el doctor?, ¿Y el dentista?.... Con el pinche renombre mundial no se traga… ¡Carajo!

                Ese día extraño llegó más temprano que de costumbre. Pero al entrar no sirvió su tarjeta de acceso. Pidió al policía que le franqueara la entrada pero Don Jaime le indicó que le habían avisado un día antes que se presentara con el Dr. Schmidt. Así lo hizo y después de una plática muy amistosa, con su eterna sonrisa y parsimonia de quien había sobrevivido a un campo de concentración, le indicó a Alejandro que habían “cambiado” las “directrices” del proyecto y que no le habían autorizado el presupuesto para seguirle pagando. En español, mandaron al Dr. Alejandro a chingar a su madre.

                Alejandro no lo podía creer. Como un balde de agua fría a las 8.46 de la mañana. ¿Por qué?, ¿Sin liquidación? ¿y su investigación?... Deja la pinche investigación de mierda… ¿Y las colegiaturas?, ¿el cable?, ¿los teléfonos?, ¿las colegiaturas?, ¿el coche?, ¿los bancos?... ¿Qué vamos a tragar???!!!

                Trató de poner algo de buena cara y se dirigió a “su” lugar. En una improvisada caja, ante la mirada de un antes amigable policía que después de verlo cotidianamente como un custodio bonachón ahora prácticamente le gruñía ante cualquier movimiento fuera del ritmo esperado por éste, empacó sus pertenecías. Obvio no tuvo acceso a “su” computadora para rescatar algunos archivos de su trabajo. Obvio debió dejar papel y lápices que eran del Centro… Unas fotos familiares, una plantita naca de plástico que daba la hora y un par de tazas. Era todo lo que tenía en su haber.

                Acomodó templadamente las cositas en la caja y salió con todo el garbo que pudo. (nada) Su cara denotaba derrota y espanto. Incredulidad, desasosiego, algo de histeria. Subió a su coche y salió por última vez del estacionamiento. Mientras manejaba nerviosamente digitó algunos números buscando consuelo, rescate, clemencia. Nadie le respondió. Sus colegas estaban felices, no tanto porque se hubiera ido sino porque no los hubieran corrido a ellos. Por lo menos todavía. Así que no se iban a arriesgar a perder la chamba por contestarle al apestado.

                Su padre le contestó sólo para decirle que qué había hecho. Que era un pendejo y que ahora qué iba a hacer. De ahí en fuera: NADA. Pensó en hablarle a su esposa y decirle lo que había pasado. Pero Alejandra hacía muchos años que no servía de confidente ni de almohada ni de punching bag. Era la estiramano oficial y ante la noticia, seguramente le tiraría dos dientes, antes de salir corriendo por la puerta con los chamacos cargando. Ante la visión cambió de idea inmediatamente. Lloró. Lloró con miedo de niño. Todo lo que sabía hacer en la vida lo estaba haciendo y sin explicación ninguna lo mandaron a la chingada. Desconsuelo.

                Todo ese día se hizo pendejo. Se metió a una plaza comercial. Entro al cine a ver una película que en realidad no vio. Se mordió todas las uñas. A la hora de la comida compró un McTrio con refresco y papas grandes pero no se comió nada a excepción de tres o cuatro papas sin cátsup. Después entró a un local en donde la publicidad afirmaba categóricamente que la Hermana Luz platicaba con los ángeles. Así que Alejandro entró para que sus ángeles le dieran un mensaje de consuelo, pero a la conclusión que llegó la Hermana Luz, es que lo habían hechizado y que para que recuperara su trabajo y mucho mejor pagado; para que los que lo corrieron sufrieran graves penurias y que además le vinieran a pedir perdón arrastrándose, debía pagar una limpia de tres mil pesos, comprar siete velas de 500 pesos cada una y un amuleto de mil. Caso contrario, morirían sus hijos uno por uno entre dolores insoportables. El que busca consuelo en el suelo que no se espante del duelo.

                Continúa....
                NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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                • Re: Taller del Alquimista...

                  De la Serie El Tamaño Justo del Universo.

                  Encuentro Inesperado.

                  Alejandro y Alejandra se casaron por prescripción médica ya hace veinte años. Ser tocayos, con el tiempo, parecía ser su única coincidencia. Esa y un papel con firmas y sellos que los certificaba como esposos. Alejandro era un investigador notable. Doctor en Biología Molecular, Genetista, especialista en Medicina Biomolecular y pionero a nivel mundial en enlaces biomecátrónicos. Había estudiado y trabajado en media docena de países, pero por alguna razón no ganaba maldita la cosa. Los resultados de sus investigaciones siempre eran firmados por sus jefes que en general se llamaban Isaac, David o Abraham y sus nombres terminaban en Levi o Ezquenazi.

                  Últimamente como becario del Cinvestav ganaba 50 mil pesos menos impuestos. Un salario escandaloso para la realidad del país, pero precario cuando se trata de llevar un ritmo de vida suntuoso. Su esposa neurobióloga hacía tiempo que no agarraba chamba ni de sirvienta y había “acordado” con su fastidioso esposo que sería mejor dedicarse al cuidado de los tres hijos.

                  La relación entre los Alejandro era más bien tensa… muy tensa. Parecía que ella jugaba en el equipo contrario. Generalmente le hablaba al matado Alejandro para referirle que ya habían hablado de tal o cual banco para pedir el depósito mensual de aunque fuera el mínimo. Para avisarle que a alguno de los niños le habían pedido en la escuela una lista de utensilios dignos de cualquier investigador del bosón de Gigs, para indicarle que pagara Cablevisión, el teléfono o la colegiatura de alguno de los niños porque si no nó lo iban a dejar presentar exámenes.

                  Así que Alejandro ya sabía que cuando le hablaba su esposa debía hacer a un lado cualquier cosa que estuviera haciendo para escuchar a través del auricular la voz asfaltada de su esposa, con algún reclamo cotidiano. Siempre al terminar esas “charlas” aciduladas, invariablemente azotaba el auricular contra el teléfono. Seguro lo ingenieros que diseñan estos aparatos tienen previstas estas charlas, porque si no, Alejandro no ganaría ni para pagar los teléfonos que seguramente ya hubiera roto a lo largo de los años.

                  A la par de los millones de planteamientos científicos que ocupaban la mente del Dr. Alejandro, cada día se le agolpaban más y más preocupaciones mundanas. En su mente habitaban varios demonios y se llamaban así: Cablevisión 800 pesos mensuales; teléfonos normales y celulares 3 pesos mensuales; colegiaturas 15 mil pesos mensuales; agua 600 pesos mensuales; luz 700 pesos mensuales; renta 10 mil pesos mensuales, tarjetas de crédito 3 mil pesos mensuales cada una (eran 3); mensualidad de auto subcompacto 6 mil setecientos pesos más gasto diario para comida y tal cosa. Los cumpleaños, días de las madres, días del maestro, día de muertos, día del padre, navidad, año nuevo, bla, bla, bla… Un suplicio… No alcanzaba la lana. NO ALCANZABA LA LANA. ¿Y la ropa?, ¿Y el doctor?, ¿Y el dentista?.... Con el pinche renombre mundial no se traga… ¡Carajo!

                  Ese día extraño llegó más temprano que de costumbre. Pero al entrar no sirvió su tarjeta de acceso. Pidió al policía que le franqueara la entrada pero Don Jaime le indicó que le habían avisado un día antes que se presentara con el Dr. Schmidt. Así lo hizo y después de una plática muy amistosa, con su eterna sonrisa y parsimonia de quien había sobrevivido a un campo de concentración, le indicó a Alejandro que habían “cambiado” las “directrices” del proyecto y que no le habían autorizado el presupuesto para seguirle pagando. En español, mandaron al Dr. Alejandro a chingar a su madre.

                  Alejandro no lo podía creer. Como un balde de agua fría a las 8.46 de la mañana. ¿Por qué?, ¿Sin liquidación? ¿y su investigación?... Deja la pinche investigación de mierda… ¿Y las colegiaturas?, ¿el cable?, ¿los teléfonos?, ¿las colegiaturas?, ¿el coche?, ¿los bancos?... ¿Qué vamos a tragar???!!!

                  Trató de poner algo de buena cara y se dirigió a “su” lugar. En una improvisada caja, ante la mirada de un antes amigable policía que después de verlo cotidianamente como un custodio bonachón ahora prácticamente le gruñía ante cualquier movimiento fuera del ritmo esperado por éste, empacó sus pertenecías. Obvio no tuvo acceso a “su” computadora para rescatar algunos archivos de su trabajo. Obvio debió dejar papel y lápices que eran del Centro… Unas fotos familiares, una plantita naca de plástico que daba la hora y un par de tazas. Era todo lo que tenía en su haber.

                  Acomodó templadamente las cositas en la caja y salió con todo el garbo que pudo. (nada) Su cara denotaba derrota y espanto. Incredulidad, desasosiego, algo de histeria. Subió a su coche y salió por última vez del estacionamiento. Mientras manejaba nerviosamente digitó algunos números buscando consuelo, rescate, clemencia. Nadie le respondió. Sus colegas estaban felices, no tanto porque se hubiera ido sino porque no los hubieran corrido a ellos. Por lo menos todavía. Así que no se iban a arriesgar a perder la chamba por contestarle al apestado.

                  Su padre le contestó sólo para decirle que qué había hecho. Que era un pendejo y que ahora qué iba a hacer. De ahí en fuera: NADA. Pensó en hablarle a su esposa y decirle lo que había pasado. Pero Alejandra hacía muchos años que no servía de confidente ni de almohada ni de punching bag. Era la estiramano oficial y ante la noticia, seguramente le tiraría dos dientes, antes de salir corriendo por la puerta con los chamacos cargando. Ante la visión cambió de idea inmediatamente. Lloró. Lloró con miedo de niño. Todo lo que sabía hacer en la vida lo estaba haciendo y sin explicación ninguna lo mandaron a la chingada. Desconsuelo.

                  Todo ese día se hizo pendejo. Se metió a una plaza comercial. Entro al cine a ver una película que en realidad no vio. Se mordió todas las uñas. A la hora de la comida compró un McTrio con refresco y papas grandes pero no se comió nada a excepción de tres o cuatro papas sin cátsup. Después entró a un local en donde la publicidad afirmaba categóricamente que la Hermana Luz platicaba con los ángeles. Así que Alejandro entró para que sus ángeles le dieran un mensaje de consuelo, pero a la conclusión que llegó la Hermana Luz, es que lo habían hechizado y que para que recuperara su trabajo y mucho mejor pagado; para que los que lo corrieron sufrieran graves penurias y que además le vinieran a pedir perdón arrastrándose, debía pagar una limpia de tres mil pesos, comprar siete velas de 500 pesos cada una y un amuleto de mil. Caso contrario, morirían sus hijos uno por uno entre dolores insoportables. El que busca consuelo en el suelo que no se espante del duelo.

                  Continúa....
                  NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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                  • Re: Taller del Alquimista...

                    De la Serie el Tamaño Justo del Universo

                    Encuentro (Segunda Parte)

                    Con el ánimo roto esperó su hora habitual de salida de la chamba, se encaramó al subcompacto fiado por el banco y se dirigió a su casa. En un ejercicio de reflexión escarbó los posibles escenarios:
                    Los bancos: No les pago, que me demanden.
                    El Coche: Me vale madre, yo no nací en coche. Ya me la arreglaré.
                    La escuela de los niños: No importa. Que no vayan a la escuela en lo que encuentro chamba.
                    El cable y los teléfonos: Me vale madre. Sólo pago un teléfono para buscar chamba.
                    La renta: Eso si está cabrón. Me voy a vivir a casa de mis papás un tiempo… No hay problema.
                    La comida: Eso si es bronca. Bueeee…. Le gorréo a mis papás la comida.
                    Cómo decirle a Alejandra: En ese momento se le heló la sangre a Alejandro. En ese preciso instante se dio cuenta que en su mundo nada era tan grave como el rechazo de su esposa.

                    Se imagino la escena mil veces. Supo que Alejandra le diría que era un pendejo, que debió haber sido más lambiscón, que en realidad sus experimentos no servían para maldita la cosa: Que cómo se fue a casar con un imbécil como él. Que ahora que iban a hacer con las colegiaturas y la renta y el teléfono y el gas y la luz y el cable y el coche y bla bla bla. Cayo en razón de que le tenía pánico a su esposa. Los niños entendería, pero ¿ella?. Ella no entendería nada… nada mas que es un pendejo. Tembló involuntariamente y volvió a llorar.

                    Llegó a casa exhausto, fatigado, devastado. Por más que trató de disimularlo no pudo. Hasta el perro se dio cuenta que venía en corto circuito. Entró, saludó habitualmente a toda la familia con monosílabos, después llegó uno de sus hijos y le mostró un espantoso dibujo como si se tratasen de Las Meninas, a lo que el respondió con una habitual fingida celebración como si efectivamente se tratase de Las Meninas. Vio un poco de televisión y después se postró frente a su computadora personal. Checó su Facebook, su Twitter, sus correos y entró a Youtube a reírse un poco de las idioteces ajenas. Después mandó correos a media decena de países participando a diferentes equipos de investigación, que se encontraba vacante. Pero en realidad no había puesto atención a nada. Su mundo estaba en su cabeza. Su vida se había derrumbado de un segundo a otro, sin previo aviso, sin ninguna señal que le hubiera indicado que su mundo daría un vuelco estrepitoso. Como si de súbito un camión de 13 toneladas se hubiera salido del carril de contraflujo y le hubiera impactado de frente. Así de intempestivo. Así de traumático. Así de injusta la vida.

                    No encontraba acomodo a ninguna idea. Rabia, frustración, enojo, tristeza pero sobre todo incertidumbre. Ni él ni su esposa de miradas arrojadizas habían nunca ahorrado nada. Él mismo se hacía ya en la calle, pidiendo limosna. Vagando sin rumbo con la barba crecida y pantalones sucios de 3 meses. No se le ocurría ninguna solución. Ensayaba mentalmente a quién hablarle. A quién pedirle trabajo, a quién pedirle asilo, a quién pedirle prestado, a quién pedirle clemencia. Pero lo que en realidad lo inquietaba al grado del terror, era enfrentar a su esposa.

                    No sabía si llamar a conferencia familiar y participarles a todos la noticia. Creía que era un asunto que afectaría a todos, por lo que sería necesario informar a todos. Que fueran tomando previsiones. Pero por otro lado imaginaba que al otro día encontraría trabajo de nueva cuenta y una alarma general no tendría ningún caso. También pensaba que sus pequeños hijos ¿qué podían hacer? Ni siquiera entenderían la gravedad de la situación y seguramente terminaría peleando a cuchillo con Alejandra enfrente de ellos. Este pensamiento le devolvió al esófago una mezcla de bilis, papas a la francesa y un yogurt que había tomado unos momentos antes.

                    Por otra parte pensaba que si postergaba la noticia su esposa se lo recriminaría con intensidad directamente proporcional a los días en que hubiera retrasado el anuncio. De todos modos, el pedo real era su vieja. Siempre su vieja. Así que decidió decirle de inmediato.

                    Así que se dio a la taréa de decidir cómo se lo diría. ¿Ensayaría una postura victimista y fatalista, buscando clemencia?, ¿Apelaría al sentido común de su esposa y le hablaría con presencia de espíritu?, ¿Se pondría a repartir culpas por haber decidido ella la escuela en la estaban los niños, la presión para sacar un coche nuevo, la renta por el departamento de lujo que compartían? Imaginó con precisión cada escenario y llegó siempre a la misma conclusión: Alejandra primero fingiría que no lo oye, después fingiría que no lo escuchó para pasar a un espacio de silencio incómodo… muy incómodo. Casi oiría la maquinaria de su cerebro extrayendo del fondo las mejores herramientas de tortura y después de aclarar la garganta, las utilizaría todas en su contra. Pasaría de los cuestionamientos habituales del ¿por qué te corrieron?, pasaría a las malditas sugerencias preclaras de ¿Por qué no le dijiste al jefe que tu eres el más chingón y no corren al pendejo de Hildebrando?, pasaría por el consabido ¿Qué vas a hacer?, luego al ¿qué vamos a hacer? Y después de unas réplicas inescuchadas arremetería contra él como una manada de toros de lidia en estampida. Finalmente amenazaría con irse y bla bla bla. Una bomba nuclear emocional en medio del lecho marital. Ningún infierno como ese.

                    Tras definir los escenarios, decidió que le diría clara la cosa. Punto por punto y remataría diciendo que no tenía ni idea por qué lo corrieron, que no tenía ninguna oferta de trabajo en puerta y que su prioridad a partir de ese día sería buscar trabajo y el poco dinero con el que contaban sería destinado exclusivamente a pago de comida. Hasta nuevo aviso se suspendería el pago de renta, colegiaturas, bancos y teléfonos, a excepción del suyo que serviría de herramienta para encontrar un nuevo trabajo. Así lo decidió y se dirigió a su dormitorio.

                    Ahí la encontró a ella, jugando Angry Birds con su teléfono “inteligente” del que le faltaban 13 meses de contrato forzoso. El estómago se le volteó al revés y sintió la necesidad de ir al baño. Una visita perpetua. Se lavó las manos, la cara dos veces, lo dientes tres veces, se obligó a orinar dos veces y de último momento imaginó que necesitaba bañarse. Empresa en la cual consumió todo el tiempo posible hasta que no salió agua caliente.

                    Ya fresco, se encaminó a su cuarto y decidido se metió en las cobijas. Alejandra pensó que la bañada respondía a que quería algún tipo de encuentro íntimo. Alejandro lo hacía de vez en cuando. Cuando quería “acción” se metía a bañar, para que sus olores del día no aportaran pretextos. Ella se sorprendió, porque las cosas no habían andado bien. Apenas se hablaban y ahora este guey quería sexo. ´-Pus que trais, guey? Le preguntó Alejandra con voz molestosa.

                    Alejandro al percibir la situación, se sentó derechito en la cama y con la cara más seria que jamás hubiera puesto, se arrancó diciendo su ensayado soliloquio. Y si, remató con lo de las restricciones en los gastos. Alejandra se puso lívida. En su cabeza empezaron a circular los demonios propios de la mujer en casa. La pérdida del “status”, el coche, los amigos de los niños y otras más. ¿Cómo pagaría la tanda?, ¿De dónde sacaría para los zapatos, las cremas, las pulseras, los Body Slim y todas esas madres que pagaba en abonos? Esas preguntas y las demás que compartía Alejandro. El departamento, el teléfono, el gas, las colegiaturas, bla, bla, bla, bla, bla.

                    Se quedó callada y efectivamente, en la penumbra del cuarto se oía el engranaje de su cerebro tratando de digerir la noticia. Carlos impávido, su silueta en el ambiente crepuscular parecía un árbol pétreo, sin vida. Clavó sus ojos en el rostro de ella tratando de descifrarla pero no pudo. De hecho ni ella misma se hubiera podido descifrar en ese momento.

                    Continúa...
                    NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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                    • Re: Taller del Alquimista...

                      De la Serie el Tamaño Justo del Universo

                      Encuentro (Segunda Parte)

                      Con el ánimo roto esperó su hora habitual de salida de la chamba, se encaramó al subcompacto fiado por el banco y se dirigió a su casa. En un ejercicio de reflexión escarbó los posibles escenarios:
                      Los bancos: No les pago, que me demanden.
                      El Coche: Me vale madre, yo no nací en coche. Ya me la arreglaré.
                      La escuela de los niños: No importa. Que no vayan a la escuela en lo que encuentro chamba.
                      El cable y los teléfonos: Me vale madre. Sólo pago un teléfono para buscar chamba.
                      La renta: Eso si está cabrón. Me voy a vivir a casa de mis papás un tiempo… No hay problema.
                      La comida: Eso si es bronca. Bueeee…. Le gorréo a mis papás la comida.
                      Cómo decirle a Alejandra: En ese momento se le heló la sangre a Alejandro. En ese preciso instante se dio cuenta que en su mundo nada era tan grave como el rechazo de su esposa.

                      Se imagino la escena mil veces. Supo que Alejandra le diría que era un pendejo, que debió haber sido más lambiscón, que en realidad sus experimentos no servían para maldita la cosa: Que cómo se fue a casar con un imbécil como él. Que ahora que iban a hacer con las colegiaturas y la renta y el teléfono y el gas y la luz y el cable y el coche y bla bla bla. Cayo en razón de que le tenía pánico a su esposa. Los niños entendería, pero ¿ella?. Ella no entendería nada… nada mas que es un pendejo. Tembló involuntariamente y volvió a llorar.

                      Llegó a casa exhausto, fatigado, devastado. Por más que trató de disimularlo no pudo. Hasta el perro se dio cuenta que venía en corto circuito. Entró, saludó habitualmente a toda la familia con monosílabos, después llegó uno de sus hijos y le mostró un espantoso dibujo como si se tratasen de Las Meninas, a lo que el respondió con una habitual fingida celebración como si efectivamente se tratase de Las Meninas. Vio un poco de televisión y después se postró frente a su computadora personal. Checó su Facebook, su Twitter, sus correos y entró a Youtube a reírse un poco de las idioteces ajenas. Después mandó correos a media decena de países participando a diferentes equipos de investigación, que se encontraba vacante. Pero en realidad no había puesto atención a nada. Su mundo estaba en su cabeza. Su vida se había derrumbado de un segundo a otro, sin previo aviso, sin ninguna señal que le hubiera indicado que su mundo daría un vuelco estrepitoso. Como si de súbito un camión de 13 toneladas se hubiera salido del carril de contraflujo y le hubiera impactado de frente. Así de intempestivo. Así de traumático. Así de injusta la vida.

                      No encontraba acomodo a ninguna idea. Rabia, frustración, enojo, tristeza pero sobre todo incertidumbre. Ni él ni su esposa de miradas arrojadizas habían nunca ahorrado nada. Él mismo se hacía ya en la calle, pidiendo limosna. Vagando sin rumbo con la barba crecida y pantalones sucios de 3 meses. No se le ocurría ninguna solución. Ensayaba mentalmente a quién hablarle. A quién pedirle trabajo, a quién pedirle asilo, a quién pedirle prestado, a quién pedirle clemencia. Pero lo que en realidad lo inquietaba al grado del terror, era enfrentar a su esposa.

                      No sabía si llamar a conferencia familiar y participarles a todos la noticia. Creía que era un asunto que afectaría a todos, por lo que sería necesario informar a todos. Que fueran tomando previsiones. Pero por otro lado imaginaba que al otro día encontraría trabajo de nueva cuenta y una alarma general no tendría ningún caso. También pensaba que sus pequeños hijos ¿qué podían hacer? Ni siquiera entenderían la gravedad de la situación y seguramente terminaría peleando a cuchillo con Alejandra enfrente de ellos. Este pensamiento le devolvió al esófago una mezcla de bilis, papas a la francesa y un yogurt que había tomado unos momentos antes.

                      Por otra parte pensaba que si postergaba la noticia su esposa se lo recriminaría con intensidad directamente proporcional a los días en que hubiera retrasado el anuncio. De todos modos, el pedo real era su vieja. Siempre su vieja. Así que decidió decirle de inmediato.

                      Así que se dio a la taréa de decidir cómo se lo diría. ¿Ensayaría una postura victimista y fatalista, buscando clemencia?, ¿Apelaría al sentido común de su esposa y le hablaría con presencia de espíritu?, ¿Se pondría a repartir culpas por haber decidido ella la escuela en la estaban los niños, la presión para sacar un coche nuevo, la renta por el departamento de lujo que compartían? Imaginó con precisión cada escenario y llegó siempre a la misma conclusión: Alejandra primero fingiría que no lo oye, después fingiría que no lo escuchó para pasar a un espacio de silencio incómodo… muy incómodo. Casi oiría la maquinaria de su cerebro extrayendo del fondo las mejores herramientas de tortura y después de aclarar la garganta, las utilizaría todas en su contra. Pasaría de los cuestionamientos habituales del ¿por qué te corrieron?, pasaría a las malditas sugerencias preclaras de ¿Por qué no le dijiste al jefe que tu eres el más chingón y no corren al pendejo de Hildebrando?, pasaría por el consabido ¿Qué vas a hacer?, luego al ¿qué vamos a hacer? Y después de unas réplicas inescuchadas arremetería contra él como una manada de toros de lidia en estampida. Finalmente amenazaría con irse y bla bla bla. Una bomba nuclear emocional en medio del lecho marital. Ningún infierno como ese.

                      Tras definir los escenarios, decidió que le diría clara la cosa. Punto por punto y remataría diciendo que no tenía ni idea por qué lo corrieron, que no tenía ninguna oferta de trabajo en puerta y que su prioridad a partir de ese día sería buscar trabajo y el poco dinero con el que contaban sería destinado exclusivamente a pago de comida. Hasta nuevo aviso se suspendería el pago de renta, colegiaturas, bancos y teléfonos, a excepción del suyo que serviría de herramienta para encontrar un nuevo trabajo. Así lo decidió y se dirigió a su dormitorio.

                      Ahí la encontró a ella, jugando Angry Birds con su teléfono “inteligente” del que le faltaban 13 meses de contrato forzoso. El estómago se le volteó al revés y sintió la necesidad de ir al baño. Una visita perpetua. Se lavó las manos, la cara dos veces, lo dientes tres veces, se obligó a orinar dos veces y de último momento imaginó que necesitaba bañarse. Empresa en la cual consumió todo el tiempo posible hasta que no salió agua caliente.

                      Ya fresco, se encaminó a su cuarto y decidido se metió en las cobijas. Alejandra pensó que la bañada respondía a que quería algún tipo de encuentro íntimo. Alejandro lo hacía de vez en cuando. Cuando quería “acción” se metía a bañar, para que sus olores del día no aportaran pretextos. Ella se sorprendió, porque las cosas no habían andado bien. Apenas se hablaban y ahora este guey quería sexo. ´-Pus que trais, guey? Le preguntó Alejandra con voz molestosa.

                      Alejandro al percibir la situación, se sentó derechito en la cama y con la cara más seria que jamás hubiera puesto, se arrancó diciendo su ensayado soliloquio. Y si, remató con lo de las restricciones en los gastos. Alejandra se puso lívida. En su cabeza empezaron a circular los demonios propios de la mujer en casa. La pérdida del “status”, el coche, los amigos de los niños y otras más. ¿Cómo pagaría la tanda?, ¿De dónde sacaría para los zapatos, las cremas, las pulseras, los Body Slim y todas esas madres que pagaba en abonos? Esas preguntas y las demás que compartía Alejandro. El departamento, el teléfono, el gas, las colegiaturas, bla, bla, bla, bla, bla.

                      Se quedó callada y efectivamente, en la penumbra del cuarto se oía el engranaje de su cerebro tratando de digerir la noticia. Carlos impávido, su silueta en el ambiente crepuscular parecía un árbol pétreo, sin vida. Clavó sus ojos en el rostro de ella tratando de descifrarla pero no pudo. De hecho ni ella misma se hubiera podido descifrar en ese momento.

                      Continúa...
                      NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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                      • Re: Taller del Alquimista...

                        Encuentro (Ultima Parte)

                        En un instante ella cayó de espaldas y cerró los ojos como tratando de contener la respiración y lo logró y así quedó como bella durmiente. De vez en cuando hacía pequeños gestos, de vez en cuando jalaba aire hondo. De vez en cuando emitía alguna clase de sonido que no terminaba siendo ni palabra ni gemido ni nada que quisiera decir algo. Después, pareció relajarse y dejó caer vencido todo su cuerpo en la cama.

                        Alejando atónito y expectante no se atrevió a interrumpir su tren de pensamientos. Sabía que algo grande estaba aconteciendo en el interior de su esposa y en cualquier momento esperaba la retahíla de reproches, amenazas, insultos. Los esperaba de cierto. No había por qué esperar otra cosa. La conocía de siempre, sabía cómo era, sabía cómo reaccionaba, sabía de su capacidad infinita para proferir maldiciones. Y así la vio desvencijarse contra la cama y decidió acomodarse también para dormir un poco. Pensó que la tormenta sería al día siguiente. La vida igual es una mierda. Pensó.

                        Ya acurrucado, cansado de pensar tanto todo el día, sabiendo que ya había hecho y dicho lo que había considerado correcto, su alma descansó u poco por haber enfrentado al dragón. Ya sería lo que Dios dictara y así se empezó a dormir.

                        Pasaron unos minutos y sin esperarlo, sintió el cuerpo de su esposa pegado buscando seguir la forma de su propio cuerpo, después una mano larga y afilada que le rodeaba la cintura y el aliento tibio de su esposa junto a su oreja. Después unos pequeños mordisqueos y la sensación del pecho desnudo de Alajandra contra su espalda. Él instintivamente volteó desconcertado más siguiendo al instinto que a la lógica. La vio de frente y como hacía muchos años no lo había hecho, penetró su mente a través de sus ojos que no obstante la oscuridad se veían increíblemente claros. Ella igualmente lo miró a los ojos, con enigma, con sabiduría de miles de años y le dijo: -No te preocupes amor, no te preocupes por nada. Mañana vemos que HACEMOS. Recalcando con mucho énfasis la palabra HACEMOS.

                        Él nunca supo qué fue lo que pensó su esposa en esos momentos de reflexión parecidos a un ataque de epilepsia, Nunca supo si la movió el interés, el miedo, la inteligencia o las hormonas. Alejandro, sólo sabe, que ahí, en esa noche que parecía aciaga, en ese lugarcillo alquilado de modestas dimensiones y más modestas decoraciones.

                        Ahí en ese preciso instante, ahogado en las profundidades de la mirada de arcano de su mujer, Alejandro comprendió, en un idioma que su laureado cerebro en realidad no conocía, El Tamaño Justo del Universo.
                        El Alquimista
                        Perverso Amateur
                        Last edited by El Alquimista; 21-mayo-2013, 01:25.
                        NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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                        • Re: Taller del Alquimista...

                          Originalmente publicado por El Alquimista Ver post
                          Encuentro (Ultima Parte)

                          En un instante ella cayó de espaldas y cerró los ojos como tratando de contener la respiración y lo logró y así quedó como bella durmiente. De vez en cuando hacía pequeños gestos, de vez en cuando jalaba aire hondo. De vez en cuando emitía alguna clase de sonido que no terminaba siendo ni palabra ni gemido ni nada que quisiera decir algo. Después, pareció relajarse y dejó caer vencido todo su cuerpo en la cama.

                          Alejando atónito y expectante no se atrevió a interrumpir su tren de pensamientos. Sabía que algo grande estaba aconteciendo en el interior de su esposa y en cualquier momento esperaba la retahíla de reproches, amenazas, insultos. Los esperaba de cierto. No había por qué esperar otra cosa. La conocía de siempre, sabía cómo era, sabía cómo reaccionaba, sabía de su capacidad infinita para proferir maldiciones. Y así la vio desvencijarse contra la cama y decidió acomodarse también para dormir un poco. Pensó que la tormenta sería al día siguiente. La vida igual es una mierda. Pensó.

                          Ya acurrucado, cansado de pensar tanto todo el día, sabiendo que ya había hecho y dicho lo que había considerado correcto, su alma descansó u poco por haber enfrentado al dragón. Ya sería lo que Dios dictara y así se empezó a dormir.

                          Pasaron unos minutos y sin esperarlo, sintió el cuerpo de su esposa pegado buscando seguir la forma de su propio cuerpo, después una mano larga y afilada que le rodeaba la cintura y el aliento tibio de su esposa junto a su oreja. Después unos pequeños mordisqueos y la sensación del pecho desnudo de Alajandra contra su espalda. Él instintivamente volteó desconcertado más siguiendo al instinto que a la lógica. La vio de frente y como hacía muchos años no lo había hecho, penetró su mente a través de sus ojos que no obstante la oscuridad se veían increíblemente claros. Ella igualmente lo miró a los ojos, con enigma, con sabiduría de miles de años y le dijo: -No te preocupes amor, no te preocupes por nada. Mañana vemos que HACEMOS. Recalcando con mucho énfasis la palabra HACEMOS.

                          Él nunca supo qué fue lo que pensó su esposa en esos momentos de reflexión parecidos a un ataque de epilepsia, Nunca supo si la movió el interés, el miedo, la inteligencia o las hormonas. Alejandro, sólo sabe, que ahí, en esa noche que parecía aciaga, en ese lugarcillo alquilado de modestas dimensiones y más modestas decoraciones.

                          Ahí en ese preciso instante, ahogado en las profundidades de la mirada de arcano de su mujer, Alejandro comprendió, en un idioma que su laureado cerebro en realidad no conocía, El Tamaño Justo del Universo.
                          Alqui me encantó! Bravo! Una vez más...

                          Qué bueno que nos lo contaste de corrido y tanto en este cuento como en el de la Lic.Linares me fascinaron los Introitos.
                          Estos dos, el Cuento de Klar y el del Gato y el Cafe están excelentes como me imagino esos dos que nos tienes en suspenso.

                          Yo le empecé a contar el de los caballos de fuerza a mi nieta que tiene nueve años ya y escribe cuentitos desde hace como dos.
                          Y le encantó la historia y tiene una memoria excelente.

                          No me acuerdo de qué conversábamos y me dice, como le dijeron al personaje del cuento de tu amigo "te ves de la chingada" y me gustó que lo recordara y que lo asimilara, creo que es lo ideal para un escritor que sus personajes trasciendan y el lector se adueñe de ellos.

                          Asi que tienes una admiradora más y me dijo que te muestre su cuento último, a ver qué opinas.
                          Los tres hijos de mi hija mayor escriben y yo soy la primera en disfrutarlos, de hecho .

                          Volviendo a tus creaciones Alqui, no sé cómo será allá en las Delegaciones, en el Departamento de difusión Cultural; pero aqui el Municipio apoya con la edición a algun escritor que lo pida, no se cual será el trámite pero tengo un libro de cuentos de un señor , papa de una compañera de mi nieto el más chiquito, que realizó su ilusión de que le publicaran su Obra y fue el Municipio.

                          Yo recuerdo que la Delegación de Coyoacán tenía muchas actividades, hace uuuuuuuuuuuuyyyy de años.
                          Ojala sigan asi todas.Espero.

                          Tus cuentos son excelentes!!!
                          Mucho más interesantes y con una diversidad de argumentos que los cuentos de algunos escritores que han merecido premios en Concursos.
                          Muchísimo mejores los tuyos.
                          Incluso una novela corta de Paco Ignacio Taibo II "desvanecidos Difuntos"- Me gustan más cualquiera de los tuyos.

                          Por lo pronto a disfrutarlos aqui en tu taller y espero que pronto los veamos
                          compilados en un volumen.
                          Pido uno autografiado! Me avisas donde se venden y donde los vas a firmar. Yo sí viajaría al D.F. para la presentación.- Conste.

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                          • Re: Taller del Alquimista...

                            Ay Tatis.... La verdad que buena onda tener una amiga como tu que me echas hartas porras.... Gracias, como siempre... La verdad es que me chiveas..... La verdad soy muy malo para buscar apoyos y tal cosa. Pero deja echarle un ojo...

                            De la serie esta de ... Universo, fíjate que estoy en uno que yo se que te va a volver loca... No lo voy a pegar hasta que quede completo por eso de que luego los cuelgo y los dejo cojos semanas y meses.... Y después de ese... ya tengo el último o penúltimo de la serie.... Creo... Tal vez se me ocurren mas en el camino.. Pero es un formatito que me dio pa varios cuentitos... Como ves?
                            NADA DE LO HUMANO ME ES AJENO, SOLO ME HAGO MEDIO PENDEJO EN VECES PA DESPISTAR A LOS OJETES

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                            • Re: Taller del Alquimista...

                              Originalmente publicado por El Alquimista Ver post
                              Encuentro (Ultima Parte)

                              En un instante ella cayó de espaldas y cerró los ojos como tratando de contener la respiración y lo logró y así quedó como bella durmiente. De vez en cuando hacía pequeños gestos, de vez en cuando jalaba aire hondo. De vez en cuando emitía alguna clase de sonido que no terminaba siendo ni palabra ni gemido ni nada que quisiera decir algo. Después, pareció relajarse y dejó caer vencido todo su cuerpo en la cama.

                              Alejando atónito y expectante no se atrevió a interrumpir su tren de pensamientos. Sabía que algo grande estaba aconteciendo en el interior de su esposa y en cualquier momento esperaba la retahíla de reproches, amenazas, insultos. Los esperaba de cierto. No había por qué esperar otra cosa. La conocía de siempre, sabía cómo era, sabía cómo reaccionaba, sabía de su capacidad infinita para proferir maldiciones. Y así la vio desvencijarse contra la cama y decidió acomodarse también para dormir un poco. Pensó que la tormenta sería al día siguiente. La vida igual es una mierda. Pensó.

                              Ya acurrucado, cansado de pensar tanto todo el día, sabiendo que ya había hecho y dicho lo que había considerado correcto, su alma descansó u poco por haber enfrentado al dragón. Ya sería lo que Dios dictara y así se empezó a dormir.

                              Pasaron unos minutos y sin esperarlo, sintió el cuerpo de su esposa pegado buscando seguir la forma de su propio cuerpo, después una mano larga y afilada que le rodeaba la cintura y el aliento tibio de su esposa junto a su oreja. Después unos pequeños mordisqueos y la sensación del pecho desnudo de Alajandra contra su espalda. Él instintivamente volteó desconcertado más siguiendo al instinto que a la lógica. La vio de frente y como hacía muchos años no lo había hecho, penetró su mente a través de sus ojos que no obstante la oscuridad se veían increíblemente claros. Ella igualmente lo miró a los ojos, con enigma, con sabiduría de miles de años y le dijo: -No te preocupes amor, no te preocupes por nada. Mañana vemos que HACEMOS. Recalcando con mucho énfasis la palabra HACEMOS.

                              Él nunca supo qué fue lo que pensó su esposa en esos momentos de reflexión parecidos a un ataque de epilepsia, Nunca supo si la movió el interés, el miedo, la inteligencia o las hormonas. Alejandro, sólo sabe, que ahí, en esa noche que parecía aciaga, en ese lugarcillo alquilado de modestas dimensiones y más modestas decoraciones.

                              Ahí en ese preciso instante, ahogado en las profundidades de la mirada de arcano de su mujer, Alejandro comprendió, en un idioma que su laureado cerebro en realidad no conocía, El Tamaño Justo del Universo.

                              Alqui te estaba escribiendo un post largo y en eso no sé si fué una de las patitas de la Balkis, o uno de esos anuncios "espontaneos" que te atraviesan la pantalla o fui yo que apreté mal alguna tecla, el asunto es que se borró el post y no lo pude recuperar ni retrocediendo.

                              Pero sirva ésto para llevar arriba el final de ese Relato excelente.
                              Luego vuelvo.Un abrazo

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                              • Re: Taller del Alquimista...

                                "Habitado de ausencias. De asombros, secuestrado".

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