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Taller del Alquimista...

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  • Re: Taller del Alquimista...

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    François Villon, poeta francés del siglo XV, considerado el último medieval y el primer maldito, obsesionado con la idea del testamento y la posteridad, escribió que los gitanos eran "harapientos que sólo llevan consigo cosas futuras". Podemos entender a esos gitanos como la exégesis de la condición humana, aquella que desde la pulsión más primitiva se yergue, se pone de pie y comienza a andar, a caminar hacia el futuro.
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    • Re: Taller del Alquimista...

      "No hay progreso, no hay revolución de las épocas en las vicisitudes del saber, sino, a lo sumo, permanente y sublime recapitulación".

      Jorge de Burgos.

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      • Re: Taller del Alquimista...

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        • Re: Taller del Alquimista...

          Originalmente publicado por cubo Ver post
          Junio. El año va corriendo.
          Junio. La década va corriendo.

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          • Re: Taller del Alquimista...

            Originalmente publicado por cubo Ver post
            La magnificencia del solsticio nos regala el esplendor del día más largo del año, sin embargo ahora comienza a retroceder la luz en una alegoría del semestre que tenemos por delante.
            En cambio ahora, el alba se matizó de color naranja.

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            • Re: Taller del Alquimista...

              Nocturno.
              Álvaro Mutis.

              Esta noche ha vuelto la lluvia sobre los cafetales.
              Sobre las hojas de plátano,
              sobre las altas ramas de los cámbulos,
              ha vuelto a llover esta noche un agua persistente y vastísima
              que crece las acequias y comienza a henchir los ríos
              que gimen con su nocturna carga de lodos vegetales.
              La lluvia sobre el zinc de los tejados
              canta su presencia y me aleja del sueño
              hasta dejarme en un crecer de las aguas sin sosiego,
              en la noche fresquísima que chorrea
              por entre la bóveda de los cafetos
              y escurre por el enfermo tronco de los balsos gigantes.
              Ahora, de repente, en mitad de la noche
              ha regresado la lluvia sobre los cafetales
              y entre el vocerío vegetal de las aguas
              me llega la intacta materia de otros días
              salvada del ajeno trabajo de los años.

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              • Re: Taller del Alquimista...

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                • Re: Taller del Alquimista...

                  Jaime Sabines.- Cartas a Chepita (fragmento)

                  "Te quiero como para invitarte a pisar hojas secas una de estas tardes.
                  Te quiero como para salir a caminar, hablar del amor, mientras pateamos piedritas.
                  Te quiero como para volvernos chinos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa las calles.
                  Te quiero como para ir contigo a los lugares que más frecuento, y contarte que es ahí donde me siento a pensar en ti.
                  Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche.
                  Te quiero como para no dejarte ir jamás.
                  Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás."



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                  • Re: Taller del Alquimista...

                    -----

                    Con diferentes intentos
                    que a beber viene imagino
                    por él en sus pensamientos
                    por el vaso bebe vino
                    pero por ella los vientos.

                    -----

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                    • Re: Taller del Alquimista...

                      Sábado de Leyendas...

                      CORONA DE FUEGO
                      Aquellos años que componían los siglos de los llamados medievos y en una de esas grandes villas y fortalezas de tierras leonesas que sucedió aquesta leyenda.
                      Sucediose que en aquellos lares de montes forte de las tierras de Lemos que se levantaban castillos y monasterios.
                      Quiso pues que por ventura o desventura que ambos fueran unidos por paso escondido de los ojos del pueblo.

                      Mandaba entonces un señor de noble linaje cuya hija era de belleza tal que los hombres perdían por ella la razón.
                      Así fue que el noble escondiera a la muchacha de caballeros y lores que su virtud pudieran profanar, mas no supo que de aquel cuyo honor y fe consideraba inquebrantables, surgirían codicias y lujurias.

                      El rey envió mandato real para con el Conde de Lemos, siendo su deseo que marchara a tierras lejanas con sus tropas para guerras de frontera.
                      Así, el señor de aquellas tierras dejó a su hija y esposa al cuidado y amparo del abad del monasterio.
                      Quiso los designios de un ángel caído que el clérigo quedara enloquecido de amor por la doncella, hija del Conde, cuya belleza nubló la razón del abad.
                      El clérigo quiso luchar contra aquellos deseos carnales que la joven despertaba en su ser, más no lo logró y, en una noche de esas que llaman de fuego, de lunas rojas como el infierno, que el abad cruzó el paso que unía monasterio y castillo.
                      Avanzó con cautela hasta alcanzar la alcoba de la joven quien dormía ajena a su condena.
                      Fue así que el abad satisfizo sus deseos, pero el temor al castigo hizo que también se portara el último suspiro de la joven doncella.

                      Lloraron nobles y plebeyos la pérdida de la muchacha.
                      Se hicieron misas por su alma desdichada. Mas nadie supo quien fue el autor del dolor que asoló las tierras del Conde.
                      Fue que a su regreso, el Conde supo de la tragedia y, tal fue el dolor, que no comió ni bebió en jornadas enteras.
                      Más, una joven al servicio del castillo, testigo de lo que la noche roja sucedió, habló a su señor de aquello que había visto.

                      El Conde, sabido de tal ofensa, invitó al abad con pretextos de tierras y otros temas de los que hablar.

                      Mandó que se preparasen manjares, viandas de festividad en honores al clérigo de aquellas tierras por su devoción y buen hacer para con los que su protección reclamaban.
                      El abad, caído en el engaño, comió y bebió a placer.
                      Sucedió, entonces, que el señor del castillo pidió los postres para satisfacción y júbilo del clérigo; pero no fueron ni dulces ni postres lo que los pajes trajeron, sino una corona de hierro que habían calentado al fuego.
                      Entonces, mandó coronar al abad con pretextos de codicias por el título que ostentaba.

                      Cayó así muerto, ante miradas de los allí presentes que nada dijeron.

                      Mireia Giménez Higón.


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                      • Re: Taller del Alquimista...

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                        • Re: Taller del Alquimista...

                          "POR QUE ESCRIBO", DEL GENIAL ESCRITOR ITALIANO ANDREA CAMILLERI

                          Escribo porque siempre es mejor que descargar cajas en el mercado central.
                          Escribo porque no sé hacer otra cosa.
                          Escribo porque después puedo dedicar los libros a mis nietos.
                          Escribo porque así me acuerdo de todas las personas a las que tanto he querido.
                          Escribo porque me gusta contarme historias.
                          Escribo porque me gusta contar historias.
                          Escribo porque al final puedo tomarme mi cerveza.
                          Escribo para devolver algo de todo lo que he leído.







                          (Luna Azul)

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