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El Divo

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  • El Divo

    51 Muestra Internacional de Cine


    Giulio Andreotti es un pequeño hombre, encorvado de tímida y apocada apariencia, de trato muy educado podría haber pasado desapercibido en cualquier lado de no haber sido Primer Ministro de Italia, ha sido electo por el parlamento por séptima vez para ese cargo, pero él no quiere ser recordado como un gran estadista sino como un hombre culto y a pesar que el cargo de Primer Ministro representa más poder que el del propio presidente, su sueño es ser electo para tal cargo.

    Este pequeño hombre de muy tranquila apariencia y sencilla forma de vida se ha rodeado de los más temibles y avariciosos políticos e incluso hace tratos con la mafia para asegurar su permanencia en el poder, se levanta a las 4 de la mañana para ir a confesarse pues es muy devoto, no cree en las casualidades sino en el destino marcado por Dios, hombre de frases muy ingeniosas como cuando su confesor le pregunta sobre el por qué se ha rodeado de gente tan mala, él responde que "un árbol tiene que rodearse de excremento para crecer".

    El asesinato de Aldo Moro secuestrado por las Brigadas Rojas le causa muchas críticas ante la inacción de su gobierno para salvarlo, malos manejos de la banca en la cual están inmiscuidos el Vaticano y la logia masónica P2 de la cual él es presidente son el inicio de una investigación que lo llevará ante los tribunales por cargos de asociación delictuosa y homicidio, pues si se trata de matar a quien le pueda representar un peligro, no lo duda.

    ¿Cómo es posible que la vida de un hombre tan aparentmente simplón pueda ser tan entretenida? Pues porque en realidad sus acciones fueron muy arriesgadas, de allí el título completo de la película: "El Divo, la extraordinaria vida de Giulio Andreotti", la película es sencillamente fascinante y la intepretación de Ton Servillo como el Primer Ministro es nada menos que maravillosa, la película está muy bien dirigida con maravillosos toques musicales que de pronto asaltan la aparente tranquilidad de la trama, una película fascinante que nos hace pensar que eso pasa en todos los gobiernos del mundo, pues para los políticos ante todo está la fascinación del poder.


    EL DIVO

    Toni Servillo - Giulio Andreotti

    Anna Bonaiuto - Livia Danese

    Giulio Bosetti - Eugenio Scalfari

    Flavio Bucci - Franco Evangelisti

    Carlo Buccirosso - Paolo Cirino Pomicio

    Director: Paolo Sorrentino

    Italia 2008

  • #2
    Re:Cine político: El Divo/La espectacular vida de Giulio Andreotti

    Aclamada en Cannes el año pasado y ganadora del premio del jurado, El Divo podría ser la obra maestra que revitaliza la producción cinematográfica italiana.

    No les quiero sacar pica, pero poder bajar una película de internet es motivo de celebración, especialmente cuando se trata de El Divo (Il Divo), “la espectacular vida de Giulio Andreotti” (el subtítulo original), personaje cuya tétrica sombra ha rondado el escenario político de Italia desde que fue elegido miembro de la Asamblea Constituyente que redactó la Constitución en 1946. Nada que ver con un grupito de cantantes romanticones que también se llaman así. El director Paolo Sorrentino –registren bien su nombre– nos trae su exacerbada y a la vez siempre aterrizada visión de un político total, príncipe de la oscuridad y la manipulación desmedida, a quien nunca se le puede probar legalmente ninguno de los horrores que le fueron endilgados por sus enemigos.

    La película parece poseída por un ritmo furiosamente estremecedor. Las caminatas del protagonista rodeado de sus 'pepudos' en corredores palaciegos estatales y los solitarios callejones donde se arman sangrientas balaceras son el escenario que circundan una historia de terror contada como thriller político.
    En el centro está la figura de Andreotti, personificada gloriosamente por el actor Toni Cervillo, muy inspirada en la clásica Nosferatu (1922) de Murnau: observamos su caminar como si no pisara la tierra, sus manitos siempre entrelazadas en la cintura, sus ojos que casi no podemos ver o determinar, sus labios petrificados que susurran órdenes y agudezas, sus orejas puntiagudas de murciélago. Todo esto con una dosis de humor que no permite al espectador mirar a nadie más cuando Cervillo entra en escena.

    Desde que Sorrentino abre la película, el rostro de Andreotti está en primer plano claveteado por agujas de acupuntura para curar sus interminables migrañas. Con sus seguidores, lugartenientes y ayudantes, el hombre siempre se remite a su “códice farmacéutico", que en la película –más que sus medicinas– es una piedra filosofal: “La humanidad no se divide entre ángeles y demonios, todos somos medianamente pecadores". Mientras Italia fue sacudida por el secuestro y asesinato del primer ministro Aldo Moro, todo el grupo de la Democracia Cristiana del ministro Andreotti parece involucrado en maquinaciones y vendettas, lo que trae masacres, sospechosos suicidios, envenenamientos, asesinatos que incluyen el de un alto ejecutivo del Banco del Vaticano y un magistrado cuyo carro es dinamitado por explosivos que ruedan en una patineta. Los actores que encarnan este gabinete del infierno son innumerables y magistralmente dirigidos, incluyendo a la delicadísima Livia (Anna Bonaiuto), esposa del protagonista.

    El Divo es uno de los siete sobrenombres que identifican a Andreotti. Otro de ellos es Belzebú. Las facetas de esta figura imperturbable son exploradas por Sorrentino sin nunca llevarnos a una conclusión concreta, porque en ninguno de los 35 juicios a los cuales es sometido se puede comprobar nada. Nos quedamos en el misterioso vacío de una vida que solo deposita sus cuitas a su confesor en la iglesia, un sacerdote con un rostro tan cadavérico como el de él. Son parlamentos interminables que sabemos que nunca se dirigen a Jesús. "Los curas votan, Dios no", dice Andreotti.

    El suspenso no se detiene nunca en esta carrera hacia un horizonte solo comparable al que Oliver Stone plasmó en su profética Wall Street (1987). El mundo desvalorizado de los grandes negocios se conecta radicalmente con la política y en El Divo con la mafia, que aquí nunca es vista con ese aire nostálgico que impregnó El Padrino (1971). Mas advertimos el trepidante estilo visual –y musical– de Scorsese en Goodfellas y también los personajes caricaturescos de Federico Fellini. Pero la película es 100% de Sorrentino y el testimonio final de su protagonista es sobrecogedor: "Necesitamos una estrategia de tensión", recalca Andreotti. "Hay que provocar el terror para que haya estabilidad"...

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