Va una confesión bien dificil de confesar, pero que creo cambió mi vida. Llevaba yo unos meses con un enojo profundo. Las cosas no me habían salido bien en la chamba y la comunicación con mi familia se había ido deteriorando día a día. Me había vuelto muy agresivo con mis hijas y casi ya no toleraba sus travesuras o "caprichos".
Un día llegamos a un centro comercial. Como de costumbre estaba malhumorado. Me bajé del coche con el boleto del estacionamiento en la mano. Mi hija chica, empezó a jalar el boleto. Obviamente lo apreté mas duro y ella lo seguía jalando. Yo discutía al mismo tiempo como de costumbre con mi esposa por alguna estupidez y seguía sintiendo cómo mi hija me jalaba mas duro el boleto.
Con el coraje acumulado de la discusión con mi esposa y la creciente molestia de que me estuviera jalando el boleto, me detuve, agarré a mi hija con violencia, le tomé la mano con la que me jalaba el boleto y con la otra le di unos 3 o 4 manazos bien dados. Ella inmediatamente empezó a llorar muy fuerte y me dijo:
-No me pegues papi.... Yo solo quería tu manita.
Guuuevos..... Me quedé helado. Creo que ya no hay mucho que decir. Ya hace unos años que pasó eso, pero todavía me tortura ese recuerdo. -No me pegues papi... yo sólo quería tu manita.
Ese hecho me cambió. Nunca volví a ser la misma persona, por muy
exagerado que parezca.
Un día llegamos a un centro comercial. Como de costumbre estaba malhumorado. Me bajé del coche con el boleto del estacionamiento en la mano. Mi hija chica, empezó a jalar el boleto. Obviamente lo apreté mas duro y ella lo seguía jalando. Yo discutía al mismo tiempo como de costumbre con mi esposa por alguna estupidez y seguía sintiendo cómo mi hija me jalaba mas duro el boleto.
Con el coraje acumulado de la discusión con mi esposa y la creciente molestia de que me estuviera jalando el boleto, me detuve, agarré a mi hija con violencia, le tomé la mano con la que me jalaba el boleto y con la otra le di unos 3 o 4 manazos bien dados. Ella inmediatamente empezó a llorar muy fuerte y me dijo:
-No me pegues papi.... Yo solo quería tu manita.
Guuuevos..... Me quedé helado. Creo que ya no hay mucho que decir. Ya hace unos años que pasó eso, pero todavía me tortura ese recuerdo. -No me pegues papi... yo sólo quería tu manita.
Ese hecho me cambió. Nunca volví a ser la misma persona, por muy
exagerado que parezca.
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