
Un gallego padecía
de fiebre primaveral
y una cinta fue a alquilar,
de esas de pornografía.
Con un semblante lascivo
la película alquiló,
y para el caso eligió
un título sugestivo.
Se preparó de volada
para ver el films mentado,
pero quedó disgustado
porque nunca se vio nada.
Al video club reclamó
diciendo con voz rasposa:
La cinta que me alquiló,
no se ve, está defectuosa.
El dependiente lo oyó
y preguntó con presteza:
--¿Qué título se llevó?
Y el gallego contestó:
“El limpiador de cabezas”.