
Hasta la tortillería,
donde había una larga fila.
el hombre aquel se desplaza,
y al despachador que había,
con voz fuerte y sin demora
preguntó si tenía masa,
para meterse en la cola.
Y el dependiente Rosendo,
sonriendo, sin desvarío,
le dijo solo la vendo
y en nada me compromete,
y usted sabrá amigo mío,
en que parte se la mete.