Un cura y una monja tienen que cruzar el desierto del Sáhara, y a mitad del camino en plena noche, se les muere el camello.
Entonces le dice la monja al cura:
-Padre ¿y ahora que vamos a hacer con el frio que hace por las noches?, a lo que el cura contesta:
-Hermana, le cortamos la piel al camello y hacemos una tienda de campaña. Efectivamente así lo hacen, pero al hacer la tienda les faltaba un trozo para la puerta, y el cura le pide a la monja que se quitara los habitos para terminar de cerrar la tienda:
-Padre, ¿cómo voy a quitarme los habitos delante de usted?
-Hermana, la carne ante Dios es carne muerta.
Así pues, la monja se quita el hábito y se queda totalmente desnuda, y se acuestan a dormir.
A todo esto, pasa la noche y el cura empieza a calentarse y le dice a la monja:
-Hermana, tiene unos muslos que no se yo que les haría, y la hermana le responde, “Padre, la carne ante Dios es carne muerta”, y el cura le da la razón y se disculpa. Sigue la noche y el cura cada vez más caliente le dice,
-Hermana, tiene usted un culito que me trae loco, y la monja de nuevo le contesta: “Padre, la carne ante Dios es carne muerta”. “Tiene razón hermana disculpe”. Pasa un rato y le vuelve a decir el cura ya apunto de explotar:
-Hermana, tiene usted unos pechos que ya no puedo mas, y la monja de nuevo: “Padre, la carne ante Dios es carne muerta”, y el cura ya a punto de reventar:
-¡Pero es que tengo aquí entre las piernas una cosa que hace resucitar a un muerto!,
Y la monja ya harta de tanta tontería: “¡pues coja esa cosa que tiene entre las piernas y dele por el culo al camello a ver si lo resucita y nos saca del desierto!”
Entonces le dice la monja al cura:
-Padre ¿y ahora que vamos a hacer con el frio que hace por las noches?, a lo que el cura contesta:
-Hermana, le cortamos la piel al camello y hacemos una tienda de campaña. Efectivamente así lo hacen, pero al hacer la tienda les faltaba un trozo para la puerta, y el cura le pide a la monja que se quitara los habitos para terminar de cerrar la tienda:
-Padre, ¿cómo voy a quitarme los habitos delante de usted?
-Hermana, la carne ante Dios es carne muerta.
Así pues, la monja se quita el hábito y se queda totalmente desnuda, y se acuestan a dormir.
A todo esto, pasa la noche y el cura empieza a calentarse y le dice a la monja:
-Hermana, tiene unos muslos que no se yo que les haría, y la hermana le responde, “Padre, la carne ante Dios es carne muerta”, y el cura le da la razón y se disculpa. Sigue la noche y el cura cada vez más caliente le dice,
-Hermana, tiene usted un culito que me trae loco, y la monja de nuevo le contesta: “Padre, la carne ante Dios es carne muerta”. “Tiene razón hermana disculpe”. Pasa un rato y le vuelve a decir el cura ya apunto de explotar:
-Hermana, tiene usted unos pechos que ya no puedo mas, y la monja de nuevo: “Padre, la carne ante Dios es carne muerta”, y el cura ya a punto de reventar:
-¡Pero es que tengo aquí entre las piernas una cosa que hace resucitar a un muerto!,
Y la monja ya harta de tanta tontería: “¡pues coja esa cosa que tiene entre las piernas y dele por el culo al camello a ver si lo resucita y nos saca del desierto!”