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La felicidad de Carolina

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  • Re: La felicidad de Carolina

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    • Re: La felicidad de Carolina

      Qué chulo! Será penoso ese rey de la selva? No creo!
      sigpic INSERT RANDOM BULLSHIT HERE.

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      • Re: La felicidad de Carolina

        El cazador de leones

        Te presentamos un fragmento de “El cazador de leones” de Javier Tomeo. Esta novela, publicada en 1987, estira de un hilo muy sencillo: una simple conversación telefónica iniciada por error entre un cazador de leones y una mujer desconocida, se repite después de un periodo de demora. El cazador se equivoca al marcar un número y ahí se produce el primer contacto. Cuando vuelve de viaje, la vuelve a llamar. Un tejido extraño va uniéndo a estos dos seres desconocidos que van poco a poco conociéndose; ellos se aproximan, se alejan, se insultan, se disculpan… como una pareja normal, hasta que en un momento determinado se produce la ruptura definitiva.

        En el fragmento vemos al hombre intentando desenmascarar a la interlocutora, contestando a todas y cada una de sus preguntas o requerimientos. Las preguntas aparecen ocultas, sobreentendidas, mientras la voz del interlocutor fluye en un largo monólogo. Al lector le parece estar asistiendo a un verdadero diálogo, pero en realidad sólo escucha una retahíla. Al otro lado del hilo se sobreentiende que existe una voz, pero no la escuchamos, está velada en ese silencio implícito.

        Lo que te propongo es que inviertas las cartas del juego, que cambies el interlocutor. Ahora únicamente escuchamos la voz de la mujer, es ella la que despliega su magnetismo, es ella la que hurga, la que hace preguntas y responde, la que dirige los hilos.

        Quiero sentir su voz, quiero presuponer todos y cada uno de los interrogantes del domador, quiero saber cómo es esa mujer, reconocerla en su fisonomía más inmediata, en su gesto, en su persume, en la tersura de su piel, o en la inocencia de sus ojos. Quiero palpar su crispación inicial, el fastidio al no saber quién está al otro lado, después quiero notar como ese recuerdo es recuperado del pozo del tiempo; sí, ahora recuerdo, ya sé quién es usted, aquel chiflado cazador de leones.

        Aghata

        El domador de leones

        -Buenas noches –dice el hombre, apenas le parece escuchar al otro lado del teléfono la voz de la mujer-, perdone usted mi atrevimiento. Puede que ya no se acuerde de mí. Me llamo Armando Duvalier. Sí, Duvalier, con V de victoria. ¿Me recuerda ahora? ¿Le dice algo mi nombre? (Establece una pausa y su mirada se posa sobre los polvorientos chavales plástico puestos sobre la mesita del teléfono.) Armando Duvalier, el cazador de leones. ¿Sigue sin acordarse de mí? ¿No recuerda que hace cosa de tres meses estuvimos hablando por teléfono cerca de una hora y que en un primer momento usted me confundió con un tío suyo, hermano de su padre, del que no sabe nada hace años? ¿No? ¿Cómo es posible señorita? Vamos, vamos, haga memoria. Fue, como le digo, hace unos tres meses, día más, día menos. A esta misma hora. Y también estaba lloviendo. Yo tenía que llamar al consulado de la República de Bologno por un problema de pasaporte, pero me equiviqué de número, o hubo uno de esos extraños cruces que de vez en cuando se producen y me salió usted. Me dijo que no tenía nada que ver con Bolongo y que ni siquiera había oído hablar de este país. Entonces le poelí disculpas y, sin saber cómo, nos enredamos hablando. Le dije que yo era cazador y que estaba a punto de regresar de África. Usted aceptó gentilmente mis disculpas y me preguntó dónde estaba Bolongo. Yo le dije que era uno de esos Estados de nuevo cuño, ubicado en el corazón de África Ecuatorial. ¿Va recordándolo ahora? Usted me dijo que siempre había desado conocer África y yo empecé entonces a hablarle de algunos países africanos que conozco bastante bien. Usted me contó luego que aquella misma mañana había comprado un décimo de loteria, y que si le tocaba el primer premio pensaba gastarse la mitad dando la vuelta al mundo porque viajar era algo que le chiflaba. ¿Se acuerda ahora, señorita? ¿No recuerda que mientras estábamos hablando se le quemó lo que tenía puesto en el fuego? ¡Ah, por fin! ¡Por fin se acuerda! ¡claro que sí, era imposible que lo hubiese olvidado! ¡Sí, sí, Armando Duvalier! Al fin y al cabo, los cazadores de leones no abundamos tanto. En fin, señorita, prometí que volvería a llamarla a mi regreso de Bolongo y aquí me tiene. Soy hombre que cumple lo que dice. Llegué ayer por la mañana, pero hasta esta tarde no he tenido ni un momento libre. Así que aquí estamos otra vez. Dígame ahora cómo van sus cosas. ¿ Le tocó la lotería? ¿Va a decirme que estoy hablando con una millonaria que esta preparando sus maletas para dar la vuelta al mundo? ¿No le tocó? ¿No tuvo usted suerte? No se preocupe, otra vez será. Ya sabe usted lo que dice el refrán: de nada sirve madrugar si la suerte no te acompaña. Consolémonos pensado en que, por lo menos, gozamos de una salud excelente. La salud, como dijo alguien, es la primera de las libertades. Claro está que no tod se reduce a la salud del cuerpo, está también esa otra salud, tan importante como la primera, la salud del alma… ¡Ah, sí! ¡Le aseguro que la nostalgia y la pesadumbre son muy malas enfermedades! ¡Conozco bien sus efectos! Pero, en fin, no vaya a pensar tampoco que soy uno de esos nostálgicos impenitentes que se pasan la vida suspirando. Nada de eso. Soy, por el contrario, un hombre de acción, no puedo permitirme el lujo de suspirar. Lo que sucede, eso sí que lo reconozco francamente, es que, cada vez que regreso de uno de mis viajes africanos, me siento solo en esta gran ciudad. Hubo una época en la que la tenía llena de amigos. Gente divertida y amable con la que me sentía profundamente identificado.

        Javier Tomeo

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        • Re: La felicidad de Carolina

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          • Re: La felicidad de Carolina

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            • Re: La felicidad de Carolina

              Gracias a ti amiga! Voy a imprimir el fragmento que me pusiste, porque aquí no hay paz.
              sigpic INSERT RANDOM BULLSHIT HERE.

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              • Re: La felicidad de Carolina

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                • Re: La felicidad de Carolina

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                  • Re: La felicidad de Carolina




                    Carito, sé que te gusta la pintura, me acuerdo de hace meses, este tema.
                    ojala te guste.

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                    • Re: La felicidad de Carolina

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                      • Re: La felicidad de Carolina

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                        • Re: La felicidad de Carolina

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                          • Re: La felicidad de Carolina




                            Esta ya la tienes.
                            Recordando...

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                            • Re: La felicidad de Carolina

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                              • Re: La felicidad de Carolina

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