Re: ¿Cuando el ser humano adquirió conciencia de que debÃa adorar a un solo Dios?
El escenario era óptimo para que Akenatón expusiera sus planes; lo hizo después de mirar a Nefertiti, cuyo apoyo incondicional le era demostrado continuamente:
“Voy a edificar en estas tierras de Tell al-Amarna una ciudad a la que llamaremos AKETATÓN, porque será dedicada por entero a nuestro padre Atón; nuestro Dios lo ha querido asà porque se hallará encerrada entre las montañas y el inmenso rio, aquà le dedicaremos sacrificios para que le resulte grato; os diré mas: si la misma reina me dijera que existen otros sitios mejores que este, no la atenderÃa, tampoco obedecerÃa los consejos de los mas altos dignatarios; porque en este valle quiere Atón que construyamos su ciudad. Pronto se alzarán los templos mayores y menores para Atón; también veréis crecer los palacios del Faraón y de su esposa real.
Mi sepulcro se construirá en la montaña oriental de Aketatón, donde se celebrará mi funeral con infinidad de fiestas en honor de Atón. También se enterrará a mi lado a la reina Nefertiti. . . y a nuestras hijas Meritatón y Maketatón Aunque yo muriese en un lugar del norte, del sur, del oeste o del este, se me traerá aquÃ, pues mi destino se halla unido a Aketatón para la eternidad. Lo mismo deseo que se haga con la esposa real y con las princesas. También se edificará una necrópolis en la montaña de Aketatón para el Toro Mnevis (representación del dios solar Ra que se adoraba en Heliópolis) y se le enterrará en ella. Habrá sepulcros para el sumo sacerdote de Atón, los padres deÃficos de Atón y los servidores de Atón. Además dispondrán de tumbas todos los funcionarios y los habitantes de la montaña occidental de Aketatón. . . “
Con esta promesa Akenatón dejó bien claro que seguÃa manteniendo la idea de que para los egipcios lo mas importante era la muerte, nunca para adelantarla, ya que estaban obligados a mantenerse en la vida terrenal el mayor tiempo posible, sino porque significaba la superación, el encuentro con el nuevo y único Dios. El monoteÃsmo ya se habÃa instalado en Egipto, lo que muchos sacerdotes consideraban una herejÃa imperdonable.
No obstante en el valle donde se edificarÃa la ciudad de Aketatón nadie dio muestras de desagrado, porque eran los privilegiados que esperaban grandes favores del Faraón; Por eso continuaron mostrando su entusiasmo mientras seguÃan celebrándose los sacrificios y los demás festejos, que se prolongarÃan hasta el atardecer. Con la caÃda de la noche Akenatón, Nefertiti y las dos princesas subieron a la embarcación real; su nuevo destino fue Menfis, donde se estaba construyendo un templo dedicado a Atón.
El cambio de la capital del imperio de Tebas a la nueva Aketatón, iba a causar grandes alteraciones administrativas, económicas y polÃticas; los impuestos dejarÃan de enriquecer a la “ciudad de las cien puertasâ€, mientras la corte, los altos funcionarios y los sacerdotes deberÃan hacerse a la idea de que iban a vivir en otro escenario: de la mÃtica urbe donde se podÃa encontrar de todo, hasta las mas hermosas rameras y los mejores vinos, a un lugar puritano. Duro trago para quienes habÃan creado un submundo de corrupción, especialmente con las mercancÃas que llegaban de todos los lugares del Imperio de las Dos Tierras, con los cereales, la venta de edificios, el derecho a la eternidad consistente en el enterramiento de la propia momia, que las familias pagaban casi desde que nacÃa cada uno de sus miembros, y tantos otros negocios.
Sin embargo, en Egipto las gentes ya estaban convencidas de que vivÃan una época de grandes modificaciones. El hecho transcendental de que el Faraón hubiera cambiado de nombre suponÃa que todo el inmenso paÃs se hallaba consagrado a Atón, y esto implicaba como un renacimiento imprevisible; ya nada iba a ser igual.
Durante mas de dos años se aguardó con expectación las fiestas de apertura de la nueva ciudad Aketatón, esa que se dedicarÃa exclusivamente al Dios Ãœnico.
El escenario era óptimo para que Akenatón expusiera sus planes; lo hizo después de mirar a Nefertiti, cuyo apoyo incondicional le era demostrado continuamente:
“Voy a edificar en estas tierras de Tell al-Amarna una ciudad a la que llamaremos AKETATÓN, porque será dedicada por entero a nuestro padre Atón; nuestro Dios lo ha querido asà porque se hallará encerrada entre las montañas y el inmenso rio, aquà le dedicaremos sacrificios para que le resulte grato; os diré mas: si la misma reina me dijera que existen otros sitios mejores que este, no la atenderÃa, tampoco obedecerÃa los consejos de los mas altos dignatarios; porque en este valle quiere Atón que construyamos su ciudad. Pronto se alzarán los templos mayores y menores para Atón; también veréis crecer los palacios del Faraón y de su esposa real.
Mi sepulcro se construirá en la montaña oriental de Aketatón, donde se celebrará mi funeral con infinidad de fiestas en honor de Atón. También se enterrará a mi lado a la reina Nefertiti. . . y a nuestras hijas Meritatón y Maketatón Aunque yo muriese en un lugar del norte, del sur, del oeste o del este, se me traerá aquÃ, pues mi destino se halla unido a Aketatón para la eternidad. Lo mismo deseo que se haga con la esposa real y con las princesas. También se edificará una necrópolis en la montaña de Aketatón para el Toro Mnevis (representación del dios solar Ra que se adoraba en Heliópolis) y se le enterrará en ella. Habrá sepulcros para el sumo sacerdote de Atón, los padres deÃficos de Atón y los servidores de Atón. Además dispondrán de tumbas todos los funcionarios y los habitantes de la montaña occidental de Aketatón. . . “
Con esta promesa Akenatón dejó bien claro que seguÃa manteniendo la idea de que para los egipcios lo mas importante era la muerte, nunca para adelantarla, ya que estaban obligados a mantenerse en la vida terrenal el mayor tiempo posible, sino porque significaba la superación, el encuentro con el nuevo y único Dios. El monoteÃsmo ya se habÃa instalado en Egipto, lo que muchos sacerdotes consideraban una herejÃa imperdonable.
No obstante en el valle donde se edificarÃa la ciudad de Aketatón nadie dio muestras de desagrado, porque eran los privilegiados que esperaban grandes favores del Faraón; Por eso continuaron mostrando su entusiasmo mientras seguÃan celebrándose los sacrificios y los demás festejos, que se prolongarÃan hasta el atardecer. Con la caÃda de la noche Akenatón, Nefertiti y las dos princesas subieron a la embarcación real; su nuevo destino fue Menfis, donde se estaba construyendo un templo dedicado a Atón.
El cambio de la capital del imperio de Tebas a la nueva Aketatón, iba a causar grandes alteraciones administrativas, económicas y polÃticas; los impuestos dejarÃan de enriquecer a la “ciudad de las cien puertasâ€, mientras la corte, los altos funcionarios y los sacerdotes deberÃan hacerse a la idea de que iban a vivir en otro escenario: de la mÃtica urbe donde se podÃa encontrar de todo, hasta las mas hermosas rameras y los mejores vinos, a un lugar puritano. Duro trago para quienes habÃan creado un submundo de corrupción, especialmente con las mercancÃas que llegaban de todos los lugares del Imperio de las Dos Tierras, con los cereales, la venta de edificios, el derecho a la eternidad consistente en el enterramiento de la propia momia, que las familias pagaban casi desde que nacÃa cada uno de sus miembros, y tantos otros negocios.
Sin embargo, en Egipto las gentes ya estaban convencidas de que vivÃan una época de grandes modificaciones. El hecho transcendental de que el Faraón hubiera cambiado de nombre suponÃa que todo el inmenso paÃs se hallaba consagrado a Atón, y esto implicaba como un renacimiento imprevisible; ya nada iba a ser igual.
Durante mas de dos años se aguardó con expectación las fiestas de apertura de la nueva ciudad Aketatón, esa que se dedicarÃa exclusivamente al Dios Ãœnico.
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