El papel del gobierno
“Lo que urge esclarecer”
Lo importante en el bipolar bicentenario es resolver la razón de la impresentable situación nacional. De la extrema discordancia en las condiciones de vida de la población. Que es un sembrado de heterogéneos mundos discrepantes que solo los liga el espacio físico. Cuando para ser una nación debe ser un solo mundo, una colección de gente con disconformidades, divergencias y contrastes compatibles, sin diferencias infranqueables ni desconcierto. Sino que exista una liga material e inmaterial que acceda continuidad, enlace y unión. Que haga riqueza de la pluralidad natural. Que respete a la personalidad, a los irremediables, necesarios y valiosos cambios de perspectiva, morfología y luces que distinguen a territorio y población. Que admita a los ineludibles diferentes alabeos, prominencias, honduras, bordes, luces, claroscuros y tinieblas, pero que mantenga en territorio y población una continuidad que evite los abismos insalvables y aproveche los cambios como aportaciones en panoramas, contenidos y puntos de vista. Como la tercera dimensión que le da su belleza, valor y sentido superior al mundo y a la vida.
No puede agotarse la ocasión en una simple catarsis emocional. En un delirante dispendio frenético, sin ningún otro valor que descargar tensión nerviosa, fastidio y desencanto. Solo un impasse al abrumamiento de una vida en vilo. Suspendidos en determinada declinación e indeterminación entre tragedia de un tipo y lugar y tragedia de otro tipo y lugar. Alteración sobresaltada a la que nadie sano puede acostumbrarse y la que ya no admite los pretextos del que se presenta como la principal victima.
El atormentado gobierno (poder legislativo, ejecutivo y judicial) que se ha vuelto el acongojado cronista de la tragedia nacional. De los arteros ataques de la Naturaleza, crimen organizado y miseria de la población. Y en esta ocasión solo acierta a ofrecer algo de circo, porque comprensión, razón, buena fe, gastos y compromisos ya no dan para pan.
¿Por qué no pensar seriamente las razones de fondo de los grandes problemas nacionales? Que si bien se manifiestan de distinta manera, de acuerdo a la situación geográfica, tienen la misma causa. ¿Cual es la razón por la que poblaciones enteras se dedican a actividades ilícitas? ¿Cuál de que otras sobrevivan en condiciones peores que antes de la colonia? ¿Cuál de que manifestaciones de la Naturaleza pillen a población, normalmente humilde, atravesados en su paso? ¿Cuál de que “los afortunados” por mucho que se esfuercen decline su bienestar y prosperidad material?
Y solo hay una respuesta: la falta de rumbo, previsión, inteligencia, orden y organización, en suma de gobierno. No podemos decir que han faltado tiempo ni recursos. Hay quien se pregunta si nos hubiera ido mejor sin independencia y otros sin revolución.
Pero la independencia no nos liberó del control centralizado de un grupo, sea el que sea en turno y si instauró la mentira y engaño como herramienta de manipulación, como señala Paz.
Misma mentira y engaño que se deshizo de los revolucionarios bien intencionados para desplazarlos, simular que la revolución solo consistía en la lucha armada que había terminado y continuaba en hipnótica verborrea y la construcción de los mínimos elementos materiales e inmateriales, solo los necesarios para taparle el ojo al macho, mientras se le dio continuidad al saqueo del país.
Por lo que el problema de fondo sigue siendo el mismo de la colonia. Los que controlan al país no lo hacen para beneficiar a la población sino en beneficio propio. Y por lo mismo el país no es uno, porque nunca se ha unificado, que no homogeneizado. No se ha formado un solo cuerpo, en el que cada lugar sea un órgano del mismo, y en el que cada poblador forme parte de algo más grande.
Por eso las diferencias no sólo son de forma: de apariencia, cocina, música, vestido, idiosincrasia, sino más profundas, de fondo. De realidad pasada, presente y futura.
Porque ni siquiera el centralismo ha sido uno honesto y leal, uno incluyente que piense en todos, un orden centralizado para integrar a todos, uno desde el que se liara a todos los rincones e individuos en un propósito común. En un proyecto que contenga a todos. Sino ha sido un hoyo negro que concentra, absorbe y desaparece los recursos y esperanzas de todos. Ha sido el que ha explotado las posibilidades inmediatas de los que tenían alguna a flor de piel y el mismo que ha abandonado y soslayado a los que no presentaban utilidad inmediata a sus ciegos y torpes ojos.
El abandono e incuria es lo que ha hecho posible que la economía de poblaciones completas dependa del crimen organizado. Las que han tenido la suerte de ofrecer ventajas estratégicas para lo ilegal. Porque las que ni con eso cuentan, ni siquiera el diablo se acuerda de ellas. Menos sus “compatriotas”. Solo les ha sido fiel y leal la miseria y el abandono. Su pecado es nacer en un lugar sin herencia física ni cultural. En un territorio sin infraestructura física donde los pobladores carecen de conocimientos para aprovechar los recursos del territorio que habitan, para construir con su propio esfuerzo su bienestar y prosperidad material.
Introducir y sembrar ambas cosas, materiales e inmateriales, ha sido, es y seguirá siendo responsabilidad del gobierno. Es el rol que ninguno de los gobiernos después de la independencia y revolución ha cumplido.Y es lo que disgrega a territorio y población de acuerdo a sus condiciones naturales. Porque el gobierno no ha artificializado nada, ni territorio ni habitantes. Un gobierno que reniega de su papel fundamental de artificializador por creerse el usufructuador del bien común...
Autor de: La infracultura, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas y ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional!
“Lo que urge esclarecer”
Lo importante en el bipolar bicentenario es resolver la razón de la impresentable situación nacional. De la extrema discordancia en las condiciones de vida de la población. Que es un sembrado de heterogéneos mundos discrepantes que solo los liga el espacio físico. Cuando para ser una nación debe ser un solo mundo, una colección de gente con disconformidades, divergencias y contrastes compatibles, sin diferencias infranqueables ni desconcierto. Sino que exista una liga material e inmaterial que acceda continuidad, enlace y unión. Que haga riqueza de la pluralidad natural. Que respete a la personalidad, a los irremediables, necesarios y valiosos cambios de perspectiva, morfología y luces que distinguen a territorio y población. Que admita a los ineludibles diferentes alabeos, prominencias, honduras, bordes, luces, claroscuros y tinieblas, pero que mantenga en territorio y población una continuidad que evite los abismos insalvables y aproveche los cambios como aportaciones en panoramas, contenidos y puntos de vista. Como la tercera dimensión que le da su belleza, valor y sentido superior al mundo y a la vida.
No puede agotarse la ocasión en una simple catarsis emocional. En un delirante dispendio frenético, sin ningún otro valor que descargar tensión nerviosa, fastidio y desencanto. Solo un impasse al abrumamiento de una vida en vilo. Suspendidos en determinada declinación e indeterminación entre tragedia de un tipo y lugar y tragedia de otro tipo y lugar. Alteración sobresaltada a la que nadie sano puede acostumbrarse y la que ya no admite los pretextos del que se presenta como la principal victima.
El atormentado gobierno (poder legislativo, ejecutivo y judicial) que se ha vuelto el acongojado cronista de la tragedia nacional. De los arteros ataques de la Naturaleza, crimen organizado y miseria de la población. Y en esta ocasión solo acierta a ofrecer algo de circo, porque comprensión, razón, buena fe, gastos y compromisos ya no dan para pan.
¿Por qué no pensar seriamente las razones de fondo de los grandes problemas nacionales? Que si bien se manifiestan de distinta manera, de acuerdo a la situación geográfica, tienen la misma causa. ¿Cual es la razón por la que poblaciones enteras se dedican a actividades ilícitas? ¿Cuál de que otras sobrevivan en condiciones peores que antes de la colonia? ¿Cuál de que manifestaciones de la Naturaleza pillen a población, normalmente humilde, atravesados en su paso? ¿Cuál de que “los afortunados” por mucho que se esfuercen decline su bienestar y prosperidad material?
Y solo hay una respuesta: la falta de rumbo, previsión, inteligencia, orden y organización, en suma de gobierno. No podemos decir que han faltado tiempo ni recursos. Hay quien se pregunta si nos hubiera ido mejor sin independencia y otros sin revolución.
Pero la independencia no nos liberó del control centralizado de un grupo, sea el que sea en turno y si instauró la mentira y engaño como herramienta de manipulación, como señala Paz.
Misma mentira y engaño que se deshizo de los revolucionarios bien intencionados para desplazarlos, simular que la revolución solo consistía en la lucha armada que había terminado y continuaba en hipnótica verborrea y la construcción de los mínimos elementos materiales e inmateriales, solo los necesarios para taparle el ojo al macho, mientras se le dio continuidad al saqueo del país.
Por lo que el problema de fondo sigue siendo el mismo de la colonia. Los que controlan al país no lo hacen para beneficiar a la población sino en beneficio propio. Y por lo mismo el país no es uno, porque nunca se ha unificado, que no homogeneizado. No se ha formado un solo cuerpo, en el que cada lugar sea un órgano del mismo, y en el que cada poblador forme parte de algo más grande.
Por eso las diferencias no sólo son de forma: de apariencia, cocina, música, vestido, idiosincrasia, sino más profundas, de fondo. De realidad pasada, presente y futura.
Porque ni siquiera el centralismo ha sido uno honesto y leal, uno incluyente que piense en todos, un orden centralizado para integrar a todos, uno desde el que se liara a todos los rincones e individuos en un propósito común. En un proyecto que contenga a todos. Sino ha sido un hoyo negro que concentra, absorbe y desaparece los recursos y esperanzas de todos. Ha sido el que ha explotado las posibilidades inmediatas de los que tenían alguna a flor de piel y el mismo que ha abandonado y soslayado a los que no presentaban utilidad inmediata a sus ciegos y torpes ojos.
El abandono e incuria es lo que ha hecho posible que la economía de poblaciones completas dependa del crimen organizado. Las que han tenido la suerte de ofrecer ventajas estratégicas para lo ilegal. Porque las que ni con eso cuentan, ni siquiera el diablo se acuerda de ellas. Menos sus “compatriotas”. Solo les ha sido fiel y leal la miseria y el abandono. Su pecado es nacer en un lugar sin herencia física ni cultural. En un territorio sin infraestructura física donde los pobladores carecen de conocimientos para aprovechar los recursos del territorio que habitan, para construir con su propio esfuerzo su bienestar y prosperidad material.
Introducir y sembrar ambas cosas, materiales e inmateriales, ha sido, es y seguirá siendo responsabilidad del gobierno. Es el rol que ninguno de los gobiernos después de la independencia y revolución ha cumplido.Y es lo que disgrega a territorio y población de acuerdo a sus condiciones naturales. Porque el gobierno no ha artificializado nada, ni territorio ni habitantes. Un gobierno que reniega de su papel fundamental de artificializador por creerse el usufructuador del bien común...
Autor de: La infracultura, La anomia, Disección de la Ley de Obras Publicas y Servicios Relacionados con las Mismas y ¿A dónde Vamos, México? ¡Fe de Erratas del Desarrollo Nacional!
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