El prestigioso economista Nouriel Roubini, NYU, célebre por haber vaticinado la explosión de la burbuja inmobiliaria de USA y sus posteriores consecuencias, afirmó en un artículo publicada la semana pasada en el Financial Times que es imposible evitar una nueva recesión. Anticipa una guerra de divisas y vislumbra mayores tensiones sociales. El capitalismo, en crisis.
Expresó sin embargo, que si existieran políticas extremas y coordinadas a nivel mundial de salvataje económico, que incluyeran la condonación de deudas hipotecarias y de acreedores en apuros, se podría evitar una segunda depresión económica. Pero no ve que ese sea el camino elegido por quienes deben adoptar decisiones.
Un día después que Warren Buffet, el tercer millonario del mundo afirmase que debieran cobrarle más impuestos (ver nota relacionada), uno de los economistas occidentales más prestigiosos analizó las revueltas sociales que en los últimos tiempos han sacudido al planeta para concluir que se han agotado los modelos estadounidense y europeo.
"Parece que Marx tenía razón parcialmente al afirmar que la globalización, la desaforada intermediación financiera y la redistribución del ingreso y la riqueza del trabajo al capital pueden llevar al capitalismo a su autodestrucción", dice el gurú de la economía en una columna distribuida por Proyect Syndicate a unos 400 diarios de 150 países.
Dr. Doom (Apocalipsis), como se lo conoce a Roubini -nacido en Turquía y profesor de la Universidad de Nueva York-, por sus predicción en 2006 de la crisis de 2007-2008, ha pronosticado desde entonces sucesivos descalabros, incluyendo a Grecia y luego a Europa frente a la nueva recesión que se viene.
Su artículo de esta semana, titulado "¿Está el capitalismo condenado a su autodestrucción?", concluye en que están agotados tanto el modelo estadounidense como el europeo occidental, y llama a "volver al equilibrio correcto entre los mercados y la provisión de bienes públicos". Esto incluye algunas medidas no demasiado novedosas, como estímulos fiscales para crear empleos, inversión en infraestructura, sistemas progresivos de impuesto, disciplina fiscal, reducción de deudas de los hogares y mayor supervisión a las entidades financieras y división de las demasiado grandes.
"Hasta el año pasado, los gobernantes podían sacar un nuevo conejo de su galera" para mejorar la economía: estímulos fiscales, intereses bajos, "relajamientos cuantitativos" y salvatajes millonarios, afirma. "Pero se les han acabado los conejos", por motivos políticos, fiscales y de inflación. Esto hace improbable que den resultado las medidas propuestas, mientras Japón y Suiza son la avanzada de una guerra de monedas.
De manera, que Marx tenía razón, "aunque era errónea su idea de que el socialismo funcionaría mejor. Las empresas están recortando puestos de trabajo porque no hay suficiente demanda, pero al hacerlo disminuyen el ingreso, aumenta la inequidad y achican más la demanda final". “Las recientes manifestaciones populares, de Medio Oriente a Israel y al Reino Unido y la creciente ira popular en China (y pronto en otras economías avanzadas y mercados emergentes), son movidas por los mismos temas y tensiones: creciente inequidad, pobreza, desempleo y desesperanza. Incluso las clases medias del mundo están sintiendo la presión de la disminución de los ingresos y las oportunidades", finalizó.
Advirtió que, como en la década del 30, la alternativa es invertir en capital humano o el estancamiento interminable, depresión, guerras comerciales, control de capital, crisis financiera, insolvencia soberana e inestabilidad social y política.
Resaltó así que Karl Marx había estado “parcialmente en lo correcto al argumentar” que en algún momento el capitalismo podía autodestruirse. Y de golpe revivió el fantasma del comunismo, como testimonia el título “Is Nouriel Roubini a Communist?” y la entrada “Karl Marx, conozca a su acolito del siglo 21, Nouriel Roubini” del comentario que escribió Jeff Cox de la televisión CNBC.
“Las empresas están recortando puestos de trabajo porque no hay suficiente demanda final. Pero cortar trabajos reducen los ingresos salariales, acrecientan la desigualdad y achican la demanda final”, escribe Roubini, introduciendo en medio de párrafo y para que no queden dudas de que al darle crédito a Marx no estaba pronunciándose a favor del socialismo, que “se demostró que su visión de que el socialismo daría mejores resultados fue equivocada”.
Esta mención es importante no sólo porque rompe el tabú que durante 4 décadas impidió, a nivel de los economistas más reputados de USA, hacer referencia a la crítica que Marx hizo de la economía política, sino porque señala que es el reconocimiento de que para entender la situación actual del sistema capitalista – incluyendo las crisis financieras a repetición, el estancamiento económico y las protestas populares- es necesario analizar la relación entre el trabajo asalariado y el capital, o sea lo que permite la existencia y la reproducción del sistema, y la lucha entre las clases sociales por la repartición de la riqueza social.
Por eso Roubini continúa señalando que las recientes protestas populares - que abarcan desde el Oriente Medio hasta Europa y el Reino Unido, y más tarde o temprano llegarán a otras economías avanzadas y mercados emergentes- “son todas ellas impulsadas por problemas y tensiones similares: creciente desigualdad, pobreza, desempleo y desesperanza. Incluso las clases medias del mundo están sintiendo el apretujamiento de las bajas de los ingresos y de las oportunidades”.
¡Y con él la lucha de clases!
Guerra de divisas
En aquel artículo Roubini hace especial hincapié en la actual guerra internacional de divisas.
Al respecto se puede observar lo tragicómico de la actual situación económica mundial: por un lado en la prensa mundial se puede leer sobre las pomposas reuniones de coordinación en el marco del G7 para establecer medidas que amortigüen los efectos de una recaída, y en simultaneo una lucha encarnizada de estos mismos estados para mantener la competitividad de sus exportaciones a través de la devaluación de sus monedas. Clarísimo es el ejemplo de China, quien recibe presiones para apreciar su yuan como receta antiinflacionaria, con la consecuente perdida de competitividad de sus exportaciones, publica Aporrea.
Roubini resalta algo que para la mayoría de los numerosos economistas pasa desapercibido a la hora de analizar la “crisis financiera”. Afirma en su artículo que: "todas las naciones avanzadas necesitan una moneda más débil, pero no todos podemos tenerla juntos - si una es más débil la otra tiene que ser más fuerte”.
A esta situación califica como un juego de suma cero, donde las ganancias de un jugador son proporcionales a las pérdidas de su oponente.
Esta realidad deja en manifiesto el tremendo desequilibrio estructural en el comercio internacional, la incapacidad para lograr crecimiento en la economía real, y como consecuencia de este desequilibrio estructural, la crisis financiera generada con el crecimiento a través del endeudamiento y la extensión del crédito.
La última etapa de oro del capitalismo contemporáneo se dio a partir del final de la segunda guerra mundial y la emergencia de USA como potencia hegemónica. Esto pudo suceder debido al “New Deal“, el llamado “estado de bienestar” que daba capacidad de consumo a la población de ese país, y además, debido a la existencia de una división internacional del trabajo donde USA era la potencia industrial exportadora del mundo y donde las actuales economías emergentes eran exportadoras de materia prima barata e importadoras de los productos manufacturados del norte.
¿Que sucedió? A partir de la emergencia de nuevas economías emergentes con capacidad industrial el mundo se ve inundado de producción industrial. En la actualidad hay una crisis de sobre producción manufacturada y el mundo es incapaz de absorber toda esta producción.
Este quiebre de la tradicional división internacional del trabajo, con el que el surgimiento de economías como ya en los 60 y 70 la de Japón y Corea, y luego China, India y los tigres asiáticos, le restaron una enorme competitividad a las economías industriales de Europa y USA.
Cuando a finales de los 60 y comienzo de los 70 algunas economías como Alemania, Francia y Japón empiezan a salir de la devastación de la segunda guerra mundial, USA empieza a tener la competencia que antes no había tenido, e inicia así la etapa del declive de su competitividad económica industrial.
En 1971 este país tiene por primera vez en todo el siglo XX un déficit comercial. Y es así como el 15 de agosto de ese año el presidente Richard Nixon decide quebrar los acuerdos de Bretton Woods y terminar con la convertibilidad dólar-oro. De ahí en adelante USA formalizaba la impresión de papel moneda sin respaldo real.
Es ese el momento que marca el inicio del largo proceso de crecimiento a través del endeudamiento, la especulación y los artilugios financieros en detrimento de la tradicional economía productiva como mecanismo de reproducción del capital.
De ahí en mas el capitalismo nunca sería igual... atrás habían quedado los viejos e idílicos conceptos de reproducción de capital a través de la generación de plusvalía tradicional. El sistema capitalista entra en una nueva fase donde las economías del primer mundo se sostienen principalmente sobre la generación de plusvalía crediticia.
Al comprender el aumento creciente de su déficit comercial, el establishment del capitalismo estadounidense utiliza 2 formas para sostener y aumentar sus niveles de ganancia, el crédito y los planes de flexibilización laboral y reducción de salarios para aumentar su competitividad, con los costos sociales que allá trae aparejado. Esto significaría el nacimiento de un nuevo concepto implementado de la mano de Ronald Reagan y Margaret Thacher: El neoliberalismo.
Expresó sin embargo, que si existieran políticas extremas y coordinadas a nivel mundial de salvataje económico, que incluyeran la condonación de deudas hipotecarias y de acreedores en apuros, se podría evitar una segunda depresión económica. Pero no ve que ese sea el camino elegido por quienes deben adoptar decisiones.
Un día después que Warren Buffet, el tercer millonario del mundo afirmase que debieran cobrarle más impuestos (ver nota relacionada), uno de los economistas occidentales más prestigiosos analizó las revueltas sociales que en los últimos tiempos han sacudido al planeta para concluir que se han agotado los modelos estadounidense y europeo.
"Parece que Marx tenía razón parcialmente al afirmar que la globalización, la desaforada intermediación financiera y la redistribución del ingreso y la riqueza del trabajo al capital pueden llevar al capitalismo a su autodestrucción", dice el gurú de la economía en una columna distribuida por Proyect Syndicate a unos 400 diarios de 150 países.
Dr. Doom (Apocalipsis), como se lo conoce a Roubini -nacido en Turquía y profesor de la Universidad de Nueva York-, por sus predicción en 2006 de la crisis de 2007-2008, ha pronosticado desde entonces sucesivos descalabros, incluyendo a Grecia y luego a Europa frente a la nueva recesión que se viene.
Su artículo de esta semana, titulado "¿Está el capitalismo condenado a su autodestrucción?", concluye en que están agotados tanto el modelo estadounidense como el europeo occidental, y llama a "volver al equilibrio correcto entre los mercados y la provisión de bienes públicos". Esto incluye algunas medidas no demasiado novedosas, como estímulos fiscales para crear empleos, inversión en infraestructura, sistemas progresivos de impuesto, disciplina fiscal, reducción de deudas de los hogares y mayor supervisión a las entidades financieras y división de las demasiado grandes.
"Hasta el año pasado, los gobernantes podían sacar un nuevo conejo de su galera" para mejorar la economía: estímulos fiscales, intereses bajos, "relajamientos cuantitativos" y salvatajes millonarios, afirma. "Pero se les han acabado los conejos", por motivos políticos, fiscales y de inflación. Esto hace improbable que den resultado las medidas propuestas, mientras Japón y Suiza son la avanzada de una guerra de monedas.
De manera, que Marx tenía razón, "aunque era errónea su idea de que el socialismo funcionaría mejor. Las empresas están recortando puestos de trabajo porque no hay suficiente demanda, pero al hacerlo disminuyen el ingreso, aumenta la inequidad y achican más la demanda final". “Las recientes manifestaciones populares, de Medio Oriente a Israel y al Reino Unido y la creciente ira popular en China (y pronto en otras economías avanzadas y mercados emergentes), son movidas por los mismos temas y tensiones: creciente inequidad, pobreza, desempleo y desesperanza. Incluso las clases medias del mundo están sintiendo la presión de la disminución de los ingresos y las oportunidades", finalizó.
Advirtió que, como en la década del 30, la alternativa es invertir en capital humano o el estancamiento interminable, depresión, guerras comerciales, control de capital, crisis financiera, insolvencia soberana e inestabilidad social y política.
Resaltó así que Karl Marx había estado “parcialmente en lo correcto al argumentar” que en algún momento el capitalismo podía autodestruirse. Y de golpe revivió el fantasma del comunismo, como testimonia el título “Is Nouriel Roubini a Communist?” y la entrada “Karl Marx, conozca a su acolito del siglo 21, Nouriel Roubini” del comentario que escribió Jeff Cox de la televisión CNBC.
“Las empresas están recortando puestos de trabajo porque no hay suficiente demanda final. Pero cortar trabajos reducen los ingresos salariales, acrecientan la desigualdad y achican la demanda final”, escribe Roubini, introduciendo en medio de párrafo y para que no queden dudas de que al darle crédito a Marx no estaba pronunciándose a favor del socialismo, que “se demostró que su visión de que el socialismo daría mejores resultados fue equivocada”.
Esta mención es importante no sólo porque rompe el tabú que durante 4 décadas impidió, a nivel de los economistas más reputados de USA, hacer referencia a la crítica que Marx hizo de la economía política, sino porque señala que es el reconocimiento de que para entender la situación actual del sistema capitalista – incluyendo las crisis financieras a repetición, el estancamiento económico y las protestas populares- es necesario analizar la relación entre el trabajo asalariado y el capital, o sea lo que permite la existencia y la reproducción del sistema, y la lucha entre las clases sociales por la repartición de la riqueza social.
Por eso Roubini continúa señalando que las recientes protestas populares - que abarcan desde el Oriente Medio hasta Europa y el Reino Unido, y más tarde o temprano llegarán a otras economías avanzadas y mercados emergentes- “son todas ellas impulsadas por problemas y tensiones similares: creciente desigualdad, pobreza, desempleo y desesperanza. Incluso las clases medias del mundo están sintiendo el apretujamiento de las bajas de los ingresos y de las oportunidades”.
¡Y con él la lucha de clases!
Guerra de divisas
En aquel artículo Roubini hace especial hincapié en la actual guerra internacional de divisas.
Al respecto se puede observar lo tragicómico de la actual situación económica mundial: por un lado en la prensa mundial se puede leer sobre las pomposas reuniones de coordinación en el marco del G7 para establecer medidas que amortigüen los efectos de una recaída, y en simultaneo una lucha encarnizada de estos mismos estados para mantener la competitividad de sus exportaciones a través de la devaluación de sus monedas. Clarísimo es el ejemplo de China, quien recibe presiones para apreciar su yuan como receta antiinflacionaria, con la consecuente perdida de competitividad de sus exportaciones, publica Aporrea.
Roubini resalta algo que para la mayoría de los numerosos economistas pasa desapercibido a la hora de analizar la “crisis financiera”. Afirma en su artículo que: "todas las naciones avanzadas necesitan una moneda más débil, pero no todos podemos tenerla juntos - si una es más débil la otra tiene que ser más fuerte”.
A esta situación califica como un juego de suma cero, donde las ganancias de un jugador son proporcionales a las pérdidas de su oponente.
Esta realidad deja en manifiesto el tremendo desequilibrio estructural en el comercio internacional, la incapacidad para lograr crecimiento en la economía real, y como consecuencia de este desequilibrio estructural, la crisis financiera generada con el crecimiento a través del endeudamiento y la extensión del crédito.
La última etapa de oro del capitalismo contemporáneo se dio a partir del final de la segunda guerra mundial y la emergencia de USA como potencia hegemónica. Esto pudo suceder debido al “New Deal“, el llamado “estado de bienestar” que daba capacidad de consumo a la población de ese país, y además, debido a la existencia de una división internacional del trabajo donde USA era la potencia industrial exportadora del mundo y donde las actuales economías emergentes eran exportadoras de materia prima barata e importadoras de los productos manufacturados del norte.
¿Que sucedió? A partir de la emergencia de nuevas economías emergentes con capacidad industrial el mundo se ve inundado de producción industrial. En la actualidad hay una crisis de sobre producción manufacturada y el mundo es incapaz de absorber toda esta producción.
Este quiebre de la tradicional división internacional del trabajo, con el que el surgimiento de economías como ya en los 60 y 70 la de Japón y Corea, y luego China, India y los tigres asiáticos, le restaron una enorme competitividad a las economías industriales de Europa y USA.
Cuando a finales de los 60 y comienzo de los 70 algunas economías como Alemania, Francia y Japón empiezan a salir de la devastación de la segunda guerra mundial, USA empieza a tener la competencia que antes no había tenido, e inicia así la etapa del declive de su competitividad económica industrial.
En 1971 este país tiene por primera vez en todo el siglo XX un déficit comercial. Y es así como el 15 de agosto de ese año el presidente Richard Nixon decide quebrar los acuerdos de Bretton Woods y terminar con la convertibilidad dólar-oro. De ahí en adelante USA formalizaba la impresión de papel moneda sin respaldo real.
Es ese el momento que marca el inicio del largo proceso de crecimiento a través del endeudamiento, la especulación y los artilugios financieros en detrimento de la tradicional economía productiva como mecanismo de reproducción del capital.
De ahí en mas el capitalismo nunca sería igual... atrás habían quedado los viejos e idílicos conceptos de reproducción de capital a través de la generación de plusvalía tradicional. El sistema capitalista entra en una nueva fase donde las economías del primer mundo se sostienen principalmente sobre la generación de plusvalía crediticia.
Al comprender el aumento creciente de su déficit comercial, el establishment del capitalismo estadounidense utiliza 2 formas para sostener y aumentar sus niveles de ganancia, el crédito y los planes de flexibilización laboral y reducción de salarios para aumentar su competitividad, con los costos sociales que allá trae aparejado. Esto significaría el nacimiento de un nuevo concepto implementado de la mano de Ronald Reagan y Margaret Thacher: El neoliberalismo.
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