Estas inmensas masas de dinero en manos del emisor mundial a establecer representan toda la capacidad redistribuidora y social que el mundo necesita, puesto que son masas de dinero disponibles para impulsar la producción mercantil exactamente en los terrenos donde se requiera atacar la desigualdad social o teritorial y, por otro lado, este emisor central podrá permitirse el lujo de prestar el dinero a cero tasa de intereses y, no obstante, devengarlos , puesto que las masas de dinero por él prestadas generarán la aparición de nuevos incrementos de valor o plusvalías que requerirán de nuevas emisiones para poder circular y realizarse en el mercado, con lo cual, en el acto de estas nuevas emisiones, repetimos, este emisor devengará intereses de las sumas anteriormente prestadas aun habiéndolas contratado a tasa cero.
Todo lo anterior perfila al crédito como el instrumento rey de la planificación mercantil y a la bolsa (desaparecidas las inmensas presiones especulativas que surgen en la actualidad precisamente de la aberrante existencia de múltiples monedas) como el instrumento rey de la acumulación y recomposición permanente del capital.
Este insólito y luminoso panorama hace aparecer aspectos en los que ni siquiera hemos reflexionado. Actualmente vemos al dinero como un simple determinado por todos los aspectos de la producción mercantil y de la propia circulación monetaria, pero, un acercamiento al dinero mundial como único dinero real, como única forma universal del valor, nos irá marcando la pauta de que esta forma universal del valor es el gran determinante de la producción mercantil en general. Son las formas universales las que determinan a las concretas y no al revés. No nos ha sido posible vislumbrarlo por el simple hecho de que consideramos a la teoría como una especie de reflejo de la práctica, siendo sin embargo que, como decía Kant, no hay nada tan práctico como una buena teoría y, asimismo, es igualmente cierto, como decía Einstein, que aun cuando siempre hay un camino que vaya de la teoría a la práctica , no hay, sin embargo, ninguno que vaya de la práctica a la teoría. No es del estudio concreto de nuestra realidad económica actual del que surge una solución global o nuevo orden económico mundial, sino que es de la concepción simple de la naturaleza del valor de la que surgen todos los ordenamientos prácticos necesarios.
Por otro lado, un valor plenamente establecido, a través del establecimiento de su forma universal, implica el establecimiento de la relación mercantil como un intercambio de equivalentes y, en consecuencia, implica asimismo el establecimiento de la base universal de la justicia social, incluida desde ese preciso momento en el acto mismo de la compra-venta, inherente a la sociedad de libre circulación de hombres, ideas y cosas. En una palabra, que esta sociedad mercantil conlleva en ella misma la justicia social y la equidad que está inscrita en todos los programas de socialistas, comunistas y similares.
La propia afirmación de que un intercambio mercantil, a precios del mercado mundial, entre países de diferente nivel de desarrollo, sólo causa una mayor desigualdad, es absolutamente falaz. Cuando cada país calcula en su propio trabajo promedio o trabajo socialmente necesario, observamos que cuánto más grande es la diferencia tecnológica, mayor es la ventaja del subdesarrollado, marcando una tendencia perfectamente virtuosa y permitiendo un acercamiento de ambos niveles de desarrollo tanto más rápido, precisamente cuanto más grande es la diferencia a salvar. Siempre y cuando, la ventaja adquirida en el intercambio de las mercancías concretas, no lo perdamos en el desbarajuste de una multiplicidad de monedas aberrante y contra natura (contra natura precisamente en relación a la naturaleza del dinero, o forma universal del valor, en el que se sustenta toda sociedad mercantil).
Definitivamente ha llegado el momento de que, así como logramos constituirnos en naciones y crear nuestros propios emisores nacionales, sepamos constituirnos en un mundo y crear nuestro propio emisor mundial, única base posible de un intercambio mundial justo y de la equidad social necesaria para garantizar un desarrollo sustentable y no antagónico.
Este nos es un proyecto alejado de nuestras realidades nacionales o de integración regional, al contrario, ambas deben ser contempladas a la luz de esa esencia que constituye ya nuestro horizonte generacional y humano.
En otro documento que nuestro común amigo Gage le hará llegar (redactado en nuestra relación con los amigos hispanos de EEUU) vemos como podríamos concebir los primeros pasos de esta moneda mundial, emitiendo en un primer momento un embrión que empezaría insertándose en la parte más activa de la circulación mercantil mundial, el comercio internacional, y en el que posteriormente sería el propio mercado el que decidiría del desarrollo posterior de esas emisiones, en un proceso exactamente distinto de aquél con el que Europa ha concebido su moneda regional, es decir, la homologación previa de todos los baremos económicos para, finalmente, colocar esa moneda única como la cereza en ese pastel regional. En el caso mundial la magnitud misma del asunto nos obliga a dejarle al mercado todo el desarrollo de esa moneda , es más práctico y también mucho más adecuado mercantilmente hablando.
México está en una situación totalmente particular en la que la desaparición del dólar estadounidense para crear una nueva moneda regional es absolutamente impracticable y en la que, por lo tanto, cualquier decisión monetaria implica pensarla en el marco de esta indispensable moneda mundial recuperadora de todas las soberanías nacionales perdidas y establecedora del verdadero imperio del derecho universal.
La comprensión cabal de los puntos indicados (solamente esbozados y enunciados, pero que podríamos ampliar en la medida en que se estimara necesario) nos conduce a la definición ideológica explícita y literal del liberalismo puro y simple como expresión del único humanismo posible, de la única posibilidad a nuestro alcance de crear una sociedad marco del ejercicio del libre albedrío de cada miembro y ámbito de justicia social y equidad económica, marco real y no utópico de libertad creadora.
Además, en el caso del PAN, todo esto implica el reanudar con su filosofía liberal consubstancial y fundadora, la de Gómez Morín, dándole a esta filosofía los alcances indispensables al nuevo orden mundial que imperiosamente exige el actual y poderoso desarrollo del mercado mundial.
Aprovecho la presente para saludarlo calurosamente y para ponerme sincera y efectivamente a sus amables órdenes.
Mariano Josè de Larra.
Todo lo anterior perfila al crédito como el instrumento rey de la planificación mercantil y a la bolsa (desaparecidas las inmensas presiones especulativas que surgen en la actualidad precisamente de la aberrante existencia de múltiples monedas) como el instrumento rey de la acumulación y recomposición permanente del capital.
Este insólito y luminoso panorama hace aparecer aspectos en los que ni siquiera hemos reflexionado. Actualmente vemos al dinero como un simple determinado por todos los aspectos de la producción mercantil y de la propia circulación monetaria, pero, un acercamiento al dinero mundial como único dinero real, como única forma universal del valor, nos irá marcando la pauta de que esta forma universal del valor es el gran determinante de la producción mercantil en general. Son las formas universales las que determinan a las concretas y no al revés. No nos ha sido posible vislumbrarlo por el simple hecho de que consideramos a la teoría como una especie de reflejo de la práctica, siendo sin embargo que, como decía Kant, no hay nada tan práctico como una buena teoría y, asimismo, es igualmente cierto, como decía Einstein, que aun cuando siempre hay un camino que vaya de la teoría a la práctica , no hay, sin embargo, ninguno que vaya de la práctica a la teoría. No es del estudio concreto de nuestra realidad económica actual del que surge una solución global o nuevo orden económico mundial, sino que es de la concepción simple de la naturaleza del valor de la que surgen todos los ordenamientos prácticos necesarios.
Por otro lado, un valor plenamente establecido, a través del establecimiento de su forma universal, implica el establecimiento de la relación mercantil como un intercambio de equivalentes y, en consecuencia, implica asimismo el establecimiento de la base universal de la justicia social, incluida desde ese preciso momento en el acto mismo de la compra-venta, inherente a la sociedad de libre circulación de hombres, ideas y cosas. En una palabra, que esta sociedad mercantil conlleva en ella misma la justicia social y la equidad que está inscrita en todos los programas de socialistas, comunistas y similares.
La propia afirmación de que un intercambio mercantil, a precios del mercado mundial, entre países de diferente nivel de desarrollo, sólo causa una mayor desigualdad, es absolutamente falaz. Cuando cada país calcula en su propio trabajo promedio o trabajo socialmente necesario, observamos que cuánto más grande es la diferencia tecnológica, mayor es la ventaja del subdesarrollado, marcando una tendencia perfectamente virtuosa y permitiendo un acercamiento de ambos niveles de desarrollo tanto más rápido, precisamente cuanto más grande es la diferencia a salvar. Siempre y cuando, la ventaja adquirida en el intercambio de las mercancías concretas, no lo perdamos en el desbarajuste de una multiplicidad de monedas aberrante y contra natura (contra natura precisamente en relación a la naturaleza del dinero, o forma universal del valor, en el que se sustenta toda sociedad mercantil).
Definitivamente ha llegado el momento de que, así como logramos constituirnos en naciones y crear nuestros propios emisores nacionales, sepamos constituirnos en un mundo y crear nuestro propio emisor mundial, única base posible de un intercambio mundial justo y de la equidad social necesaria para garantizar un desarrollo sustentable y no antagónico.
Este nos es un proyecto alejado de nuestras realidades nacionales o de integración regional, al contrario, ambas deben ser contempladas a la luz de esa esencia que constituye ya nuestro horizonte generacional y humano.
En otro documento que nuestro común amigo Gage le hará llegar (redactado en nuestra relación con los amigos hispanos de EEUU) vemos como podríamos concebir los primeros pasos de esta moneda mundial, emitiendo en un primer momento un embrión que empezaría insertándose en la parte más activa de la circulación mercantil mundial, el comercio internacional, y en el que posteriormente sería el propio mercado el que decidiría del desarrollo posterior de esas emisiones, en un proceso exactamente distinto de aquél con el que Europa ha concebido su moneda regional, es decir, la homologación previa de todos los baremos económicos para, finalmente, colocar esa moneda única como la cereza en ese pastel regional. En el caso mundial la magnitud misma del asunto nos obliga a dejarle al mercado todo el desarrollo de esa moneda , es más práctico y también mucho más adecuado mercantilmente hablando.
México está en una situación totalmente particular en la que la desaparición del dólar estadounidense para crear una nueva moneda regional es absolutamente impracticable y en la que, por lo tanto, cualquier decisión monetaria implica pensarla en el marco de esta indispensable moneda mundial recuperadora de todas las soberanías nacionales perdidas y establecedora del verdadero imperio del derecho universal.
La comprensión cabal de los puntos indicados (solamente esbozados y enunciados, pero que podríamos ampliar en la medida en que se estimara necesario) nos conduce a la definición ideológica explícita y literal del liberalismo puro y simple como expresión del único humanismo posible, de la única posibilidad a nuestro alcance de crear una sociedad marco del ejercicio del libre albedrío de cada miembro y ámbito de justicia social y equidad económica, marco real y no utópico de libertad creadora.
Además, en el caso del PAN, todo esto implica el reanudar con su filosofía liberal consubstancial y fundadora, la de Gómez Morín, dándole a esta filosofía los alcances indispensables al nuevo orden mundial que imperiosamente exige el actual y poderoso desarrollo del mercado mundial.
Aprovecho la presente para saludarlo calurosamente y para ponerme sincera y efectivamente a sus amables órdenes.
Mariano Josè de Larra.
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