La guardería ABC y qué cosa sucede con el socavón
Jairo Calixto Albarrán
¿Qué?
¿Le costará mucho a Calderón tener un acto auténticamente populista, algo que lo podría congraciar con la mexicaniza ahora que las encuestas lo colocan al nivel de querencia ciudadana del JJ?
Este sería el momento para armar un espectáculo de redención que haría olvidar a la ciudadanía no sólo sus pésimos chistes (en comparación, Zedillo, al que no podemos acusar de simpatías, por lo menos se aventó el clásico “No traigo cash”, es Jo Jo Jorge Falcón), sino también la narcoguerra, el desempleo e, incluso, su dudoso montaje con Gomezpunk.
Ahora que Eduardo Bours y Juan Molinar Horcasitas son señalados por la Tremenda Corte como funcionarios negligentes que consintieron con su abulia la tragedia de la guardería ABC de Hermosillo (símbolo de voracidad, nepotismo y valemadrismo institucionales), me parece que Jelipillo tendría que dar una lección ejemplar con estas insólitas personas que no mostraron sino desdén ante los 49 niños fallecidos. Sólo recordemos que, en el fragor de la tragedia, Bours, con la sensibilidad que lo caracteriza, declaró que él dormía como un bebé. Y qué decir de Molinar, quien casi casi llegó a insinuar que en realidad todo había sido una especie de suicidio colectivo.
Calderón tendría que aprovechar el nicho de oportunidad y someter a estos dos personajes a castigos públicos que reanimen la fe del populacho. Dejarlos unas horas con las inolvidables viudas negras y su abuelita en los baños del Bar Bar, que deben ser como los separos del Torito con Fabiruchis incluido. Quizá proponerlos como directores técnicos de los Indios de Ciudad Juárez, condenados a que los regañe la madre de familia que puso como chancla a Felipe de Jesús, teniendo como música de fondo ad eternum esa serrana pero charra versión que una bola de artistillas latinos hicieron de “We are the World”, de Michael Jackson, llamada “Somos el mundo” entre berridos estilo Anahí. Todo debidamente aderezado con una ocurrente misa sin fin del arzobispo de León, Martín Rábago, donde todo es culpa de las bodas gay.
Y si se declaran secuestrados, que ni Lalo ni Juan tengan derecho a deducir impuestos por pago de rescate en caso de plagio, como dice la iniciativa del Senado. ¿Se le pedirá recibo de honorarios al secuestrador o al SAT le bastará con la presentación de dedos y orejas?
Pero nada de eso ocurrirá, Jelipillo ni siquiera los dejará un día como voluntarios de la Cruz Roja de Culiacán. No conocerán castigo alguno y Bours y Horcasitas chapotearán plácidamente en la impunidad.
jairo.calixto@milenio.com
Jairo Calixto Albarrán
¿Qué?
¿Le costará mucho a Calderón tener un acto auténticamente populista, algo que lo podría congraciar con la mexicaniza ahora que las encuestas lo colocan al nivel de querencia ciudadana del JJ?
Este sería el momento para armar un espectáculo de redención que haría olvidar a la ciudadanía no sólo sus pésimos chistes (en comparación, Zedillo, al que no podemos acusar de simpatías, por lo menos se aventó el clásico “No traigo cash”, es Jo Jo Jorge Falcón), sino también la narcoguerra, el desempleo e, incluso, su dudoso montaje con Gomezpunk.
Ahora que Eduardo Bours y Juan Molinar Horcasitas son señalados por la Tremenda Corte como funcionarios negligentes que consintieron con su abulia la tragedia de la guardería ABC de Hermosillo (símbolo de voracidad, nepotismo y valemadrismo institucionales), me parece que Jelipillo tendría que dar una lección ejemplar con estas insólitas personas que no mostraron sino desdén ante los 49 niños fallecidos. Sólo recordemos que, en el fragor de la tragedia, Bours, con la sensibilidad que lo caracteriza, declaró que él dormía como un bebé. Y qué decir de Molinar, quien casi casi llegó a insinuar que en realidad todo había sido una especie de suicidio colectivo.
Calderón tendría que aprovechar el nicho de oportunidad y someter a estos dos personajes a castigos públicos que reanimen la fe del populacho. Dejarlos unas horas con las inolvidables viudas negras y su abuelita en los baños del Bar Bar, que deben ser como los separos del Torito con Fabiruchis incluido. Quizá proponerlos como directores técnicos de los Indios de Ciudad Juárez, condenados a que los regañe la madre de familia que puso como chancla a Felipe de Jesús, teniendo como música de fondo ad eternum esa serrana pero charra versión que una bola de artistillas latinos hicieron de “We are the World”, de Michael Jackson, llamada “Somos el mundo” entre berridos estilo Anahí. Todo debidamente aderezado con una ocurrente misa sin fin del arzobispo de León, Martín Rábago, donde todo es culpa de las bodas gay.
Y si se declaran secuestrados, que ni Lalo ni Juan tengan derecho a deducir impuestos por pago de rescate en caso de plagio, como dice la iniciativa del Senado. ¿Se le pedirá recibo de honorarios al secuestrador o al SAT le bastará con la presentación de dedos y orejas?
Pero nada de eso ocurrirá, Jelipillo ni siquiera los dejará un día como voluntarios de la Cruz Roja de Culiacán. No conocerán castigo alguno y Bours y Horcasitas chapotearán plácidamente en la impunidad.
jairo.calixto@milenio.com
Comment