Re: Poesias y rimas que aligeran el alma
EL TIMÓN
Vox populi
¡Ay!, el que se hurtó mi timón;
¡ay!, el juego de mala gana;
en mi labor dejé el arado,
¡ay!, otro dia por la mañana
ya lo hallé destimonado;
ya me lo habían desaviao;
¡Ay!, un demonio de un ladrón
fue el de la mala intención,
¡ay!, que ni saber pa' que;
mal de mejilla le de
que al que se hurtó mi timón.
¡Ay!, pues este, ¿que pensaría?,
¿que me los hacían de un violín?
¡Ay!, pues yo soy un probe al fin,
la mal obra que me hacía;
fue grande su picardía,
¡ay!, al punto tuve razón;
que le agarre una comezón;
¡ay!, que se destripe a arañones,
que le den fuertes torzones
al que se hurtó mi timón.
¡Ay!, lo despacharon con brillo,
a beber agua salada;
¡ay!, que lo arrolle una manada
y un coce le de un potrillo,
los ojos le mee un zorrillo;
¡ay!, pa' cuando vaya desesperado
no vaya a ver otro arado;
¡ay!, por un mal de corazón,
que hasta el infierno no pare
el que se hurtó mi timón.
¡Ay!, le demando mis atrasos
para su mayor gobierno;
¡ay!, que pase por el infierno
y que le den fuertes diablazos,
también unos pisonazos;
¡ay!, ha de llevar mi timón
sirviéndole de bordón;
¡ay!, el diablo mas chiquillo
que lo arrastre del jondillo
al que se hurtó mi timón.
¡Ay!, despedida no les doy
porque a mi no me conviene,
¡ay!, porque esta vida y en la otra
lo que uno granjea, eso tiene.
Vox populi
¡Ay!, el que se hurtó mi timón;
¡ay!, el juego de mala gana;
en mi labor dejé el arado,
¡ay!, otro dia por la mañana
ya lo hallé destimonado;
ya me lo habían desaviao;
¡Ay!, un demonio de un ladrón
fue el de la mala intención,
¡ay!, que ni saber pa' que;
mal de mejilla le de
que al que se hurtó mi timón.
¡Ay!, pues este, ¿que pensaría?,
¿que me los hacían de un violín?
¡Ay!, pues yo soy un probe al fin,
la mal obra que me hacía;
fue grande su picardía,
¡ay!, al punto tuve razón;
que le agarre una comezón;
¡ay!, que se destripe a arañones,
que le den fuertes torzones
al que se hurtó mi timón.
¡Ay!, lo despacharon con brillo,
a beber agua salada;
¡ay!, que lo arrolle una manada
y un coce le de un potrillo,
los ojos le mee un zorrillo;
¡ay!, pa' cuando vaya desesperado
no vaya a ver otro arado;
¡ay!, por un mal de corazón,
que hasta el infierno no pare
el que se hurtó mi timón.
¡Ay!, le demando mis atrasos
para su mayor gobierno;
¡ay!, que pase por el infierno
y que le den fuertes diablazos,
también unos pisonazos;
¡ay!, ha de llevar mi timón
sirviéndole de bordón;
¡ay!, el diablo mas chiquillo
que lo arrastre del jondillo
al que se hurtó mi timón.
¡Ay!, despedida no les doy
porque a mi no me conviene,
¡ay!, porque esta vida y en la otra
lo que uno granjea, eso tiene.
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