Re: Al Margen
Rajoy dedicó el verano a a leer las novelas que dedica Lorenzo Silva a la tensión en Cataluña y a la corrupción en España.
Pero no fue ese el único libro de Lorenzo Silva que Mariano Rajoy leyó durante el estío, también devoró al parecer Los cuerpos extraños(Destino), publicada en 2014.
En aquella entrega, el asesinato de una alcaldesa de un pueblo del Mediterráneo pone en marcha una investigación policial sobre una profunda trama de corrupción que involucra al partido de gobierno.
Ha sido justamente ése el libro que más ha impactado al presidente de gobierno, según Silva.
En días de Operaciones Púnicas, la realidad y la ficción si no se superan, pelean para conseguirlo.
Habrá sido eso lo que impresionaría tanto al presidente de gobierno.
“Los cuerpos extraños, la novela que más le ha impactado a nuestro presidente de gobierno, plantea una situación que es real”, asegura Lorenzo Silva, sentado en la biblioteca del Centro de Poesía José Hierro, en Getafe, localidad donde en pocos días se celebrará Getafe Negro, el Festival de novela policiaca de Madrid,del que Lorenzo Silva es coordinador.
Porque si algo ha conseguido un género literario como éste -en el que Silva es una de las voces más sólidas-, no es sólo colocar el dedo en la llaga, sino mostrar también cómo una sociedad puede reconstruirse incluso -o justamente- en medio de un proceso de demolición.
“
- Si de empaparse del tema catalán a través de la ficción se trata, no va mal encaminado Rajoy, ¿cómo han cambiado las cosas desde que usted escribió La marca del meridiano hasta hoy?
-La sensación que yo tenía en ese momento era que había problemas incipientes pero también recursos para resolverlos.
En La marca del meridiano cuento la historia de una investigación que hace la Guardia Civil y que necesita de la colaboración de los mossos d’Escuadra, la policía autonómica catalana.
Eso no me lo inventé.
Tengo amigos de la Guardia Civil que trabajan en Cataluña así como amigos en los mossos; unos y otros cuentan que existía esa colaboración.
El Estado tenía engranajes que funcionaban con normalidad.
Mi sensación ahora es que el asunto se ha agravado.
-¿De qué forma exactamente?
-Son problemas que aparecen en la novela en forma de incomprensión y faltas de respeto recíprocas y que han ido a más: las del gobierno español con respecto a lo que eran las aspiraciones catalanas, que puedes compartir o no pero que son legítimas, así como la falta de respeto de las de las instituciones catalanas hacia España, la gente que vive en este país, su historia y su carácter.
.
"En estos tres años la situación en Cataluña se ha agravado mucho por la inacción del gobierno español"
-¿Qué hizo que las cosas empeoraran de esa manera?
-En estos tres años la situación en Cataluña se ha agravado mucho por la inacción del gobierno español, que ha sido muy perezoso para atajar el problema.
Porque yo creo que requería mucha más intervención y no digo más intervención enviando a la división acorazada, sino más intervención tratando de acotar el problema y de proponer vías más sensatas.
Del otro lado está el gobierno catalán, que ha emprendido una huida hacia delante en plan el flautista de Hamelin: no sabes adónde te lleva.
Es una deriva peligrosa, insolidaria y muy poco realista.
-¿Qué pasó? ¿La escritura literaria pasó de ignorar la realidad a interpretarla o es que los políticos comienzan a leer libros más literarios?
-Aquí se mezclan dos cosas.
La literatura que se ha hecho tradicionalmente en España, al menos en la línea que sugieres, ha tenido un déficit de implicación con la realidad inmediata, eso se percibe mucho si la comparamos con la literatura anglosajona, que vive de hoz y coz en el presente.
Pero creo que en los últimos años, la literatura española, en especial la novela negra, ha ido asumiendo ese compromiso.
Desde el punto de vista del lector, del gobernante, del representante de los partidos del régimen del 78 como dice Podemos, creo que se han dado cuenta de que han tensado mucho la cuerda.
Creo que estamos en un momento en el que todo el mundo es más consiente.
-Usted tiene a Rajoy como lector, pero él no lo tiene a usted como votante
- Yo no me disfrazo, no me pongo careta.
Siempre que me preguntan, digo que soy republicano en un país que tiene un rey; que soy de izquierdas y que soy independiente.
A mí no me esperen en la foto de ninguna ceja; y eso que me han llamado a varias.
Nunca he ido porque creo que un intelectual, un creador o un titiritero, que cada quien me llame como le de gana, debe mantener su capacidad de decirle al mundo lo que realmente ve y cree.
Siendo de izquierdas es difícil que vote a un partido de derechas como el PP, que tiene un defecto que espero algún día corrija: no ha hecho la necesaria, clara y radical ruptura con Francisco Franco Bahamonde, un señor que llegó a la jefatura del Estado de España aupado por Adolf Hitler.
Suena antipático pero es que esa fue la historia. Con eso no se puede convivir.
-Crisis y novela negra suelen ir de la mano. En España sin embargo, el policiaco y el noir como fenómeno editorial es algo reciente. Nadie apostaba por el género antes de 2008 y ahora todos los editores quieren un policiaco. Entre una cosa y otra, ¿con qué nos quedamos?
-En España la novela negra nunca había tenido presencia, en otras cosas porque no se podía hacer.
No se puede hacer un tipo de literatura que habla de los quiebres, las disfunciones, las fallas o los ángulos oscuros en un país en el que, por decreto y porque un señor así lo manda, todo funciona bien.
Cuando comenzó a hacerse novela negra fue a partir de la Transición.
Las épocas de crisis son más propicias para la novela negra porque ocurre lo que reflejó el tristemente desaparecido Rafael Chirbes en su novela En la orilla: cuando bajan los pantanos quedan al descubierto las cosas que han estado tirando mientras las aguas estaban altas.
"Las crisis son más propicias para la novela negra porque ocurre lo que reflejó Chirbes en su novela
En la orilla: bajan los pantanos y quedan al descubierto las cosas"
- Cuando usted comenzó no existía el interés reciente por la novela negra. El lejano país de los estanques fue rechazado seis veces.
-En el año 95, hacer una novela policíaca donde unos investigadores son a la vez guardias civiles, unos personajes que nunca habían sido héroes de ficción y, desde luego jamás de novela policiaca, era algo experimental.
Cuando la llevé a media docena de editoriales y las rechazaron, pensé que me había pasado.
Pero yo no escribí esa novela desde la fantasía.
Yo era abogado, había visto cómo era la nueva Guardia Civil y cómo en un país donde hasta hacía apenas 15 años atrás la policía se había dedicado sólo a vigilar a la población, estos nuevos guardias y funcionarios tenían conciencia del Estado de Derecho, de que el carácter de su trabajo era el de ser defensores de los ciudadanos y de los derechos de esos ciudadanos.
Por eso me dije: estoy hay que contarlo.
-Y fue ahí cuando notó que resultaba un tema ajeno.
- Mi sensación fue que la gente no estaba preparada.
Hasta que una editorial de Barcelona me dijo: hay que apostar por eso.
Se hizo se apuesta y salió bien.
La novela tuvo muy buena crítica, ganó un premio, tuvo lectores.
La intuición que yo tenía no estaba equivocada.
Belivaqua y Chamorro servían para contar lo que ocurría en esa España.
No estaban trillados, tenían un carácter individual pero también tenían el que les imprime el colectivo al que pertenecen, un colectivo que no fue fundado ayer ni mucho menos: la Guardia Civil tiene 171 años que en ese tiempo el país ha vivido cuatro guerras civiles.
Me di cuenta de que era una herramienta poderosa, más seria de lo que algunos creen.
Esta no es una serie policiaca de 8 novelas, sino una novela en marcha de 8 volúmenes que recorre 20 años de la sociedad española.
- Bevilacqua y Chamorro están presentes en su literatura desde hace 20 años ¿Cómo han cambiado y cómo ha cambiado con ellos ese país?
- Los cuerpos extraños, la novela que más le ha impactado a nuestro presidente de gobierno, plantea una situación que es real.
Describe un momento en el que la Guardia Civil hace una redada en varias sedes de partidos en un ayuntamiento y aunque en ningún momento se dice cuál es, el lector tiene conciencia de que muchos de ellos pertenecen al partido de gobierno.
No conozco eso porque fuera mi desiderátum, yo conozco a varias personas de la Unidad Anticorrupción de la Guardia Civil.
Sé cómo trabajan y a quién obedecen.
Y sé que cuando un juez o un fiscal anticorrupción tiene indicios y les dice ve a por ellos, ha pasado lo que en la Operación Púnica: sus jefes políticos se enteran 24 horas antes o la mañana que se produce el registro.
Yo quería contar que, con todos los defectos y errores, eso ya se hacía en España.
Que hay servidores públicos y funcionarios que trabajan, que son honrados, que son valientes.
Porque hay que ser valiente para hacer algo por lo que no te van a dar una medalla, tampoco te van a meter preso, pero no te van a dar una medalla por investigar algo que puede perjudicar a tus jefes, y este país tiene ese tipo de funcionarios, que en buena medida se han convertido en una esperanza civil, demuestran que una sociedad que tantos errores ha cometido también tiene miembros sanos.
Rajoy dedicó el verano a a leer las novelas que dedica Lorenzo Silva a la tensión en Cataluña y a la corrupción en España.
Pero no fue ese el único libro de Lorenzo Silva que Mariano Rajoy leyó durante el estío, también devoró al parecer Los cuerpos extraños(Destino), publicada en 2014.
En aquella entrega, el asesinato de una alcaldesa de un pueblo del Mediterráneo pone en marcha una investigación policial sobre una profunda trama de corrupción que involucra al partido de gobierno.
Ha sido justamente ése el libro que más ha impactado al presidente de gobierno, según Silva.
En días de Operaciones Púnicas, la realidad y la ficción si no se superan, pelean para conseguirlo.
Habrá sido eso lo que impresionaría tanto al presidente de gobierno.
“Los cuerpos extraños, la novela que más le ha impactado a nuestro presidente de gobierno, plantea una situación que es real”, asegura Lorenzo Silva, sentado en la biblioteca del Centro de Poesía José Hierro, en Getafe, localidad donde en pocos días se celebrará Getafe Negro, el Festival de novela policiaca de Madrid,del que Lorenzo Silva es coordinador.
Porque si algo ha conseguido un género literario como éste -en el que Silva es una de las voces más sólidas-, no es sólo colocar el dedo en la llaga, sino mostrar también cómo una sociedad puede reconstruirse incluso -o justamente- en medio de un proceso de demolición.
“
- Si de empaparse del tema catalán a través de la ficción se trata, no va mal encaminado Rajoy, ¿cómo han cambiado las cosas desde que usted escribió La marca del meridiano hasta hoy?
-La sensación que yo tenía en ese momento era que había problemas incipientes pero también recursos para resolverlos.
En La marca del meridiano cuento la historia de una investigación que hace la Guardia Civil y que necesita de la colaboración de los mossos d’Escuadra, la policía autonómica catalana.
Eso no me lo inventé.
Tengo amigos de la Guardia Civil que trabajan en Cataluña así como amigos en los mossos; unos y otros cuentan que existía esa colaboración.
El Estado tenía engranajes que funcionaban con normalidad.
Mi sensación ahora es que el asunto se ha agravado.
-¿De qué forma exactamente?
-Son problemas que aparecen en la novela en forma de incomprensión y faltas de respeto recíprocas y que han ido a más: las del gobierno español con respecto a lo que eran las aspiraciones catalanas, que puedes compartir o no pero que son legítimas, así como la falta de respeto de las de las instituciones catalanas hacia España, la gente que vive en este país, su historia y su carácter.
.
"En estos tres años la situación en Cataluña se ha agravado mucho por la inacción del gobierno español"
-¿Qué hizo que las cosas empeoraran de esa manera?
-En estos tres años la situación en Cataluña se ha agravado mucho por la inacción del gobierno español, que ha sido muy perezoso para atajar el problema.
Porque yo creo que requería mucha más intervención y no digo más intervención enviando a la división acorazada, sino más intervención tratando de acotar el problema y de proponer vías más sensatas.
Del otro lado está el gobierno catalán, que ha emprendido una huida hacia delante en plan el flautista de Hamelin: no sabes adónde te lleva.
Es una deriva peligrosa, insolidaria y muy poco realista.
-¿Qué pasó? ¿La escritura literaria pasó de ignorar la realidad a interpretarla o es que los políticos comienzan a leer libros más literarios?
-Aquí se mezclan dos cosas.
La literatura que se ha hecho tradicionalmente en España, al menos en la línea que sugieres, ha tenido un déficit de implicación con la realidad inmediata, eso se percibe mucho si la comparamos con la literatura anglosajona, que vive de hoz y coz en el presente.
Pero creo que en los últimos años, la literatura española, en especial la novela negra, ha ido asumiendo ese compromiso.
Desde el punto de vista del lector, del gobernante, del representante de los partidos del régimen del 78 como dice Podemos, creo que se han dado cuenta de que han tensado mucho la cuerda.
Creo que estamos en un momento en el que todo el mundo es más consiente.
-Usted tiene a Rajoy como lector, pero él no lo tiene a usted como votante
- Yo no me disfrazo, no me pongo careta.
Siempre que me preguntan, digo que soy republicano en un país que tiene un rey; que soy de izquierdas y que soy independiente.
A mí no me esperen en la foto de ninguna ceja; y eso que me han llamado a varias.
Nunca he ido porque creo que un intelectual, un creador o un titiritero, que cada quien me llame como le de gana, debe mantener su capacidad de decirle al mundo lo que realmente ve y cree.
Siendo de izquierdas es difícil que vote a un partido de derechas como el PP, que tiene un defecto que espero algún día corrija: no ha hecho la necesaria, clara y radical ruptura con Francisco Franco Bahamonde, un señor que llegó a la jefatura del Estado de España aupado por Adolf Hitler.
Suena antipático pero es que esa fue la historia. Con eso no se puede convivir.
-Crisis y novela negra suelen ir de la mano. En España sin embargo, el policiaco y el noir como fenómeno editorial es algo reciente. Nadie apostaba por el género antes de 2008 y ahora todos los editores quieren un policiaco. Entre una cosa y otra, ¿con qué nos quedamos?
-En España la novela negra nunca había tenido presencia, en otras cosas porque no se podía hacer.
No se puede hacer un tipo de literatura que habla de los quiebres, las disfunciones, las fallas o los ángulos oscuros en un país en el que, por decreto y porque un señor así lo manda, todo funciona bien.
Cuando comenzó a hacerse novela negra fue a partir de la Transición.
Las épocas de crisis son más propicias para la novela negra porque ocurre lo que reflejó el tristemente desaparecido Rafael Chirbes en su novela En la orilla: cuando bajan los pantanos quedan al descubierto las cosas que han estado tirando mientras las aguas estaban altas.
"Las crisis son más propicias para la novela negra porque ocurre lo que reflejó Chirbes en su novela
En la orilla: bajan los pantanos y quedan al descubierto las cosas"
- Cuando usted comenzó no existía el interés reciente por la novela negra. El lejano país de los estanques fue rechazado seis veces.
-En el año 95, hacer una novela policíaca donde unos investigadores son a la vez guardias civiles, unos personajes que nunca habían sido héroes de ficción y, desde luego jamás de novela policiaca, era algo experimental.
Cuando la llevé a media docena de editoriales y las rechazaron, pensé que me había pasado.
Pero yo no escribí esa novela desde la fantasía.
Yo era abogado, había visto cómo era la nueva Guardia Civil y cómo en un país donde hasta hacía apenas 15 años atrás la policía se había dedicado sólo a vigilar a la población, estos nuevos guardias y funcionarios tenían conciencia del Estado de Derecho, de que el carácter de su trabajo era el de ser defensores de los ciudadanos y de los derechos de esos ciudadanos.
Por eso me dije: estoy hay que contarlo.
-Y fue ahí cuando notó que resultaba un tema ajeno.
- Mi sensación fue que la gente no estaba preparada.
Hasta que una editorial de Barcelona me dijo: hay que apostar por eso.
Se hizo se apuesta y salió bien.
La novela tuvo muy buena crítica, ganó un premio, tuvo lectores.
La intuición que yo tenía no estaba equivocada.
Belivaqua y Chamorro servían para contar lo que ocurría en esa España.
No estaban trillados, tenían un carácter individual pero también tenían el que les imprime el colectivo al que pertenecen, un colectivo que no fue fundado ayer ni mucho menos: la Guardia Civil tiene 171 años que en ese tiempo el país ha vivido cuatro guerras civiles.
Me di cuenta de que era una herramienta poderosa, más seria de lo que algunos creen.
Esta no es una serie policiaca de 8 novelas, sino una novela en marcha de 8 volúmenes que recorre 20 años de la sociedad española.
- Bevilacqua y Chamorro están presentes en su literatura desde hace 20 años ¿Cómo han cambiado y cómo ha cambiado con ellos ese país?
- Los cuerpos extraños, la novela que más le ha impactado a nuestro presidente de gobierno, plantea una situación que es real.
Describe un momento en el que la Guardia Civil hace una redada en varias sedes de partidos en un ayuntamiento y aunque en ningún momento se dice cuál es, el lector tiene conciencia de que muchos de ellos pertenecen al partido de gobierno.
No conozco eso porque fuera mi desiderátum, yo conozco a varias personas de la Unidad Anticorrupción de la Guardia Civil.
Sé cómo trabajan y a quién obedecen.
Y sé que cuando un juez o un fiscal anticorrupción tiene indicios y les dice ve a por ellos, ha pasado lo que en la Operación Púnica: sus jefes políticos se enteran 24 horas antes o la mañana que se produce el registro.
Yo quería contar que, con todos los defectos y errores, eso ya se hacía en España.
Que hay servidores públicos y funcionarios que trabajan, que son honrados, que son valientes.
Porque hay que ser valiente para hacer algo por lo que no te van a dar una medalla, tampoco te van a meter preso, pero no te van a dar una medalla por investigar algo que puede perjudicar a tus jefes, y este país tiene ese tipo de funcionarios, que en buena medida se han convertido en una esperanza civil, demuestran que una sociedad que tantos errores ha cometido también tiene miembros sanos.
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