Re: Recomendaciones para las masas usuarias del internet.
Este tema ejemplifica a la perfección la nefasta influencia del internet en la mentalidad de los morros y el oportunismo y los abusos que practican algunos vejetes cochinos y mañosos en contra de ellos. Es digno de analizarse este caso. Por una parte, una morrita sin educación, carente absolutamente de cultura y, de ribete, gachupina. Sí, amigos míos. Le atinaron. Me refiero a la simpática Klar. Y, por la otra parte, lógico, el pervertido vejete apodado el Gerontojoto.
Analicen ustedes lo siguiente: llega Klar a este mundillo virtual del internet (en su modalidad de foros de discusión), con su lap top nueva entre sus manecitas inocentes, con sus manuales de cibernética bajo el brazo y su jovial e ingenuo corazón lleno de ilusiones y de sueños. Quiere conocer gente, hablar con alguien, interactuar con morros de su edad o de la edad que sea (hasta eso, no es exigente). Quizá abriga la esperanza de que alguien se interese en ella y le proponga matrimonio. Llega rebosante de pureza y de candor, pero… El infaltable “pero” del internet, mis amigos. Sucede que el mundo virtual está lleno de lobos hambrientos. Sí, hambrientos de dinero, dinero de los estúpidos internautas, pero también hambrientos de mentalidades frágiles, de cabezas sin seso y de carne tierna y fresca.
Aquí es donde entra el Gerontojoto a la parte esencial de nuestro análisis, compañeros. Resulta que este malandrín, que en tiempos pasados se comportaba como un solemne caballero, tan estirado y arrogante que llegaba muchas veces al ridículo; aquél que eventualmente fue confundido con el monje loco por su sobriedad rayana en lo sepulcral, ¿se acuerdan? Pues bien, ese rancio caballero, amigos, pronto fue transformado por el internet en un depredador, en un fiero lobo que acecha y devora a los novatos dentro de este inaudito mundo electrónico.
Pasen, pasen a ver el vergonzoso espectáculo cibernético, compitas. ¿Dónde? Pues aquí sonzos, lean la discusión en este tema. Podrán ver al Gerontojoto acosando, injuriando y violando verbal y (según afirma él mismo) físicamente, a la pobre y antes ingenua Klar. Y a ésta, véanla ya totalmente transformada (también por el internet), batiéndose en el lodo de la bajeza y la vulgaridad, es decir, superando con creces a su atacante. El Gerontojoto, después de insultar a más no poder a la morrita, y montando de pronto en cólera por las groseras réplicas de ésta, se despoja de la última partícula de hombría y caballerosidad que aún guardaba en el alma y se atreve a hacer una terrible revelación: ¿Cuál? Pues nada más y nada menos que la siguiente: da a conocer públicamente que ya pasó a desgraciar a la chava. ¡Cómo! Se sorprenderán ustedes, mis queridos amigos. ¡Pues con el dedo! No me miren feo ni me vayan a condenar por mi crudeza, compañeros, yo sólo estoy comentando lo que aquí han escrito los personajes de marras. No estoy falseando nada. Revisen ustedes la discusión entre estos dos sujetos. Se encuentra aquí arribita. Lean las asquerosas confesiones del miserable y constaten que la morra no lo desmiente, sino que prefiere batirse en el fango de las acusaciones soeces y promiscuas con él. Chéquenlo con sus propios ojos, mis queridos amigos. Yo no vengo aquí a engañar a nadie.
Por eso no me gusta el internet. Pervierte todo lo que toca.
Este tema ejemplifica a la perfección la nefasta influencia del internet en la mentalidad de los morros y el oportunismo y los abusos que practican algunos vejetes cochinos y mañosos en contra de ellos. Es digno de analizarse este caso. Por una parte, una morrita sin educación, carente absolutamente de cultura y, de ribete, gachupina. Sí, amigos míos. Le atinaron. Me refiero a la simpática Klar. Y, por la otra parte, lógico, el pervertido vejete apodado el Gerontojoto.
Analicen ustedes lo siguiente: llega Klar a este mundillo virtual del internet (en su modalidad de foros de discusión), con su lap top nueva entre sus manecitas inocentes, con sus manuales de cibernética bajo el brazo y su jovial e ingenuo corazón lleno de ilusiones y de sueños. Quiere conocer gente, hablar con alguien, interactuar con morros de su edad o de la edad que sea (hasta eso, no es exigente). Quizá abriga la esperanza de que alguien se interese en ella y le proponga matrimonio. Llega rebosante de pureza y de candor, pero… El infaltable “pero” del internet, mis amigos. Sucede que el mundo virtual está lleno de lobos hambrientos. Sí, hambrientos de dinero, dinero de los estúpidos internautas, pero también hambrientos de mentalidades frágiles, de cabezas sin seso y de carne tierna y fresca.
Aquí es donde entra el Gerontojoto a la parte esencial de nuestro análisis, compañeros. Resulta que este malandrín, que en tiempos pasados se comportaba como un solemne caballero, tan estirado y arrogante que llegaba muchas veces al ridículo; aquél que eventualmente fue confundido con el monje loco por su sobriedad rayana en lo sepulcral, ¿se acuerdan? Pues bien, ese rancio caballero, amigos, pronto fue transformado por el internet en un depredador, en un fiero lobo que acecha y devora a los novatos dentro de este inaudito mundo electrónico.
Pasen, pasen a ver el vergonzoso espectáculo cibernético, compitas. ¿Dónde? Pues aquí sonzos, lean la discusión en este tema. Podrán ver al Gerontojoto acosando, injuriando y violando verbal y (según afirma él mismo) físicamente, a la pobre y antes ingenua Klar. Y a ésta, véanla ya totalmente transformada (también por el internet), batiéndose en el lodo de la bajeza y la vulgaridad, es decir, superando con creces a su atacante. El Gerontojoto, después de insultar a más no poder a la morrita, y montando de pronto en cólera por las groseras réplicas de ésta, se despoja de la última partícula de hombría y caballerosidad que aún guardaba en el alma y se atreve a hacer una terrible revelación: ¿Cuál? Pues nada más y nada menos que la siguiente: da a conocer públicamente que ya pasó a desgraciar a la chava. ¡Cómo! Se sorprenderán ustedes, mis queridos amigos. ¡Pues con el dedo! No me miren feo ni me vayan a condenar por mi crudeza, compañeros, yo sólo estoy comentando lo que aquí han escrito los personajes de marras. No estoy falseando nada. Revisen ustedes la discusión entre estos dos sujetos. Se encuentra aquí arribita. Lean las asquerosas confesiones del miserable y constaten que la morra no lo desmiente, sino que prefiere batirse en el fango de las acusaciones soeces y promiscuas con él. Chéquenlo con sus propios ojos, mis queridos amigos. Yo no vengo aquí a engañar a nadie.
Por eso no me gusta el internet. Pervierte todo lo que toca.
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