Y eso que nada más llegó a presidente “legítimo”. ¿Qué tal si llega a Presidente Constitucional? ¡Nunca lo permitan los dioses!
Pero, vayamos por partes, mi querida concurrencia. Veamos, López se ganó a pulso, durante la campaña electoral del 2006, el calificativo de ser UN PELIGRO PARA MÉXICO. Ahora patalea, chilla y se hace la víctima (¿sabrá cómo?) porque se le recuerda ese galardón ganado en el fragor del combate electoral.
Han pasado más de cuatro años de esa gran proeza de López. ¿Y se puede decir que el peligro ya pasó, que ya no es más un peligro para México? Desgraciadamente para el país, no. En lo que va de este, ya de por sí, difícil sexenio, López ha ejercido una presión contra el gobierno constitucional que rebasa todos los límites. Ha pervertido la praxis política atacando con dolo todas y cada una de las acciones del jefe del ejecutivo federal. Se ha valido de los medios de comunicación que le son afines (a él o a sus compinches), para satanizar al Presidente Felipe Calderón. Sus actos de provocación a la institución presidencial no han tenido límites. Su propósito ha sido tumbar al gobierno a base de calumnias y difamaciones disfrazadas de “crítica sana y actos legítimos de la oposición”. Pero, todos sus embustes y farsas ya son conocidos por la sociedad. Se erigió (desde que perdió las elecciones), en un obstáculo irracional, constante y permanente contra el gobierno. Esos excesos los ha pagado el pueblo de México, pues una labor desestabilizadora de tal magnitud forzosamente logra distraer, aunque sea en una mínima parte, no sólo al gobierno de México sino al de cualquier país del mundo. Por eso, el peje López no nada más en la etapa electoral del 2006 se mostró como un peligro para nuestro país, sino que hasta lo que va de su sexenio como presidente legítimo, SIGUE SIENDO UN PELIGRO PARA MÉXICO. Y no sólo eso, sino que ahora se ha revelado ante los ojos de todo el mundo como: EL PEOR PRESIDENTE (legítimo) QUE HA TENIDO MÉXICO EN TODA SU HISTORIA.
Por eso es de dar risa que algunos cerebros débiles, mareados por la abundante propaganda pagada (quién sabe con recursos de dónde) en los medios para apoyar la ambición del mesías por sufrir una nueva crucifixión electoral, comienzan a sobre calentarse para sufrir, junto con Él (como lo hizo maravillosamente hace 2000 años María Magdalena), el calvario del 2012.
Estos nuevos discípulos del mártir de Macuspana nunca se preguntarán (embotados como están), porqué en este sexenio los problemas de cualquier índole sufridos por los mexicanos, “ya acabaron con nuestra nación” y, sin embargo, seguimos existiendo, luchando como lo hacen los ciudadanos de cualquier país del mundo; avanzando, retrocediendo, sosteniendo algunas veces el mismo grado de desarrollo en el que nos encontramos; otras veces, como es lógico y natural en cualquier sociedad, teniendo tropiezos; pero aquí estamos, gozando de las libertades fundamentales del hombre y en una situación que conserva para la mayoría de los ciudadanos, oportunidades reales de progreso y bienestar.
Y todo esto, gentes nobles de Belén, a pesar de la obstaculización generada por el odio, la hipocresía y el resentimiento del nuevo nazareno.
—¡Cómo! —replicarán ustedes, mis queridas ovejas— ¿Todo eso ha hecho nuestro mesías, señor Verdugo? ¿No lo estará usted confundiendo con Noroña?
—No, mis ovejitas, no. Él, el piadoso y compasivo guía del rebaño, en realidad ha sido tocado por el diablo para demoler el templo del Estado mexicano sin importarle hacer añicos al pueblo. Con su monstruosa labor de zapa contra el gobierno federal en todos los frentes, en todos los ámbitos administrativos, sociales y políticos, ha arrastrado al pobre pueblo que padece más que el gobierno los perjuicios ocasionados por la mafia “legítima” que lo rodea.
—Pero, señor Verdugo, ¿tanto poder tiene nuestro diablo López, digo, nuestro mesías, el señor López?
—Claro, gente honesta y caritativa de Judea. ¿No oyeron que cuenta con una mafia “legítima”? Ah, ¿verdá? Bueno, pues esa mafia le proporciona mucho dinero, dinero de las instituciones públicas, dinero del pueblo para andar por toda la República tratando de subvertir el orden.
—¿Pero, padre Verdugo, no sea exagerado, qué tanto puede juntar nuestro mesías diabólico de parte de sus mafiosos?
—Mucho, caritativos feligreses, mucho dinero de las instituciones que aún controla a través de su mafia. Y a eso agréguenle partidas subrepticias de los gobiernos y organizaciones sociales corruptas como, ora verán, como por ejemplo, el de Oaxaca y el sindicato de Luz y Fuerza del Centro. ¿A poco creen que es gratis el apoyo que les da por medio de los legisladores y empleados que su mafia tiene regados por las instituciones de los tres poderes y los tres niveles? ¡Ah, y no soy su padre, pinches ovejas, su padre es el mesías!
—Padre Verdugo, gracias por abrirnos los ojos. Ya no creeremos nunca más en ese satánico que ha saboteado durante todo lo que va del sexenio el funcionamiento de las instituciones públicas. Déjenos besarle la mano, santo padre.
—Ni máis, primero hagan gárgaras con alcohol y penicilina. No entienden, ¿verdá?. Nunca vuelvan a crear un falso mesías. No sean mensos. Tampoco crean nunca en los medios corrompidos por los farsantes salvadores mesiánicos. O, cuando menos, enséñense a distinguir entre los medios comprados por una o por la otra parte. En esta guerra por el poder, corrompida por el peje López, a los medios hay que comprarlos hasta para decir la verdad. Y no soy su padre, pinches ovejas. ¡Su padre es el mesías! Si no, pregúntenle al buey ese que me exige que le conteste.
Pero, vayamos por partes, mi querida concurrencia. Veamos, López se ganó a pulso, durante la campaña electoral del 2006, el calificativo de ser UN PELIGRO PARA MÉXICO. Ahora patalea, chilla y se hace la víctima (¿sabrá cómo?) porque se le recuerda ese galardón ganado en el fragor del combate electoral.
Han pasado más de cuatro años de esa gran proeza de López. ¿Y se puede decir que el peligro ya pasó, que ya no es más un peligro para México? Desgraciadamente para el país, no. En lo que va de este, ya de por sí, difícil sexenio, López ha ejercido una presión contra el gobierno constitucional que rebasa todos los límites. Ha pervertido la praxis política atacando con dolo todas y cada una de las acciones del jefe del ejecutivo federal. Se ha valido de los medios de comunicación que le son afines (a él o a sus compinches), para satanizar al Presidente Felipe Calderón. Sus actos de provocación a la institución presidencial no han tenido límites. Su propósito ha sido tumbar al gobierno a base de calumnias y difamaciones disfrazadas de “crítica sana y actos legítimos de la oposición”. Pero, todos sus embustes y farsas ya son conocidos por la sociedad. Se erigió (desde que perdió las elecciones), en un obstáculo irracional, constante y permanente contra el gobierno. Esos excesos los ha pagado el pueblo de México, pues una labor desestabilizadora de tal magnitud forzosamente logra distraer, aunque sea en una mínima parte, no sólo al gobierno de México sino al de cualquier país del mundo. Por eso, el peje López no nada más en la etapa electoral del 2006 se mostró como un peligro para nuestro país, sino que hasta lo que va de su sexenio como presidente legítimo, SIGUE SIENDO UN PELIGRO PARA MÉXICO. Y no sólo eso, sino que ahora se ha revelado ante los ojos de todo el mundo como: EL PEOR PRESIDENTE (legítimo) QUE HA TENIDO MÉXICO EN TODA SU HISTORIA.
Por eso es de dar risa que algunos cerebros débiles, mareados por la abundante propaganda pagada (quién sabe con recursos de dónde) en los medios para apoyar la ambición del mesías por sufrir una nueva crucifixión electoral, comienzan a sobre calentarse para sufrir, junto con Él (como lo hizo maravillosamente hace 2000 años María Magdalena), el calvario del 2012.
Estos nuevos discípulos del mártir de Macuspana nunca se preguntarán (embotados como están), porqué en este sexenio los problemas de cualquier índole sufridos por los mexicanos, “ya acabaron con nuestra nación” y, sin embargo, seguimos existiendo, luchando como lo hacen los ciudadanos de cualquier país del mundo; avanzando, retrocediendo, sosteniendo algunas veces el mismo grado de desarrollo en el que nos encontramos; otras veces, como es lógico y natural en cualquier sociedad, teniendo tropiezos; pero aquí estamos, gozando de las libertades fundamentales del hombre y en una situación que conserva para la mayoría de los ciudadanos, oportunidades reales de progreso y bienestar.
Y todo esto, gentes nobles de Belén, a pesar de la obstaculización generada por el odio, la hipocresía y el resentimiento del nuevo nazareno.
—¡Cómo! —replicarán ustedes, mis queridas ovejas— ¿Todo eso ha hecho nuestro mesías, señor Verdugo? ¿No lo estará usted confundiendo con Noroña?
—No, mis ovejitas, no. Él, el piadoso y compasivo guía del rebaño, en realidad ha sido tocado por el diablo para demoler el templo del Estado mexicano sin importarle hacer añicos al pueblo. Con su monstruosa labor de zapa contra el gobierno federal en todos los frentes, en todos los ámbitos administrativos, sociales y políticos, ha arrastrado al pobre pueblo que padece más que el gobierno los perjuicios ocasionados por la mafia “legítima” que lo rodea.
—Pero, señor Verdugo, ¿tanto poder tiene nuestro diablo López, digo, nuestro mesías, el señor López?
—Claro, gente honesta y caritativa de Judea. ¿No oyeron que cuenta con una mafia “legítima”? Ah, ¿verdá? Bueno, pues esa mafia le proporciona mucho dinero, dinero de las instituciones públicas, dinero del pueblo para andar por toda la República tratando de subvertir el orden.
—¿Pero, padre Verdugo, no sea exagerado, qué tanto puede juntar nuestro mesías diabólico de parte de sus mafiosos?
—Mucho, caritativos feligreses, mucho dinero de las instituciones que aún controla a través de su mafia. Y a eso agréguenle partidas subrepticias de los gobiernos y organizaciones sociales corruptas como, ora verán, como por ejemplo, el de Oaxaca y el sindicato de Luz y Fuerza del Centro. ¿A poco creen que es gratis el apoyo que les da por medio de los legisladores y empleados que su mafia tiene regados por las instituciones de los tres poderes y los tres niveles? ¡Ah, y no soy su padre, pinches ovejas, su padre es el mesías!
—Padre Verdugo, gracias por abrirnos los ojos. Ya no creeremos nunca más en ese satánico que ha saboteado durante todo lo que va del sexenio el funcionamiento de las instituciones públicas. Déjenos besarle la mano, santo padre.
—Ni máis, primero hagan gárgaras con alcohol y penicilina. No entienden, ¿verdá?. Nunca vuelvan a crear un falso mesías. No sean mensos. Tampoco crean nunca en los medios corrompidos por los farsantes salvadores mesiánicos. O, cuando menos, enséñense a distinguir entre los medios comprados por una o por la otra parte. En esta guerra por el poder, corrompida por el peje López, a los medios hay que comprarlos hasta para decir la verdad. Y no soy su padre, pinches ovejas. ¡Su padre es el mesías! Si no, pregúntenle al buey ese que me exige que le conteste.
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