+ hechos y tendencias sobre la exitosa REFORMA PROTESTANTE
Programa reformador
Los principales reformadores, de vasta cultura teológica y humanista, se consideraban a si mismos fieles cristianos que aspiraban a regresar a las doctrinas apostólicas y a renovar la Iglesia cristiana en la práctica y doctrina.
Juan Calvino estudió en la Sorbona y su padre trabajaba con un obispo; Lutero era monje y profesor universitario de Biblia; Zuinglio era sacerdote y humanista. De acuerdo al programa de los humanistas, buscaron en las fuentes de la antigüedad cristiana las bases para una renovación.
Releyeron las Sagradas Escrituras y a los Padres de la Iglesia, (especialmente a San Agustín), interpretando una visión de la fe y una doctrina más bíblica y cristocéntrica, despreciando, por otro lado, toda la tradición cultural y religiosa acumulada por la Iglesia desde los primeros siglos.
Difusión
La diseminación de las ideas protestantes fue facilitada por la invención de la imprenta, que hizo posible difundir una amplia literatura apologética, bíblica y devocional y fomentó la edición de nuevas traducciones de la Biblia en lenguas vernáculas.
Estas revisiones del texto hicieron patente la débil base de algunas doctrinas medievales. La nueva forma de fundamentar la autoridad, junto con el rechazo de la formulación escolástica ahora sustituida por lenguaje bíblico, hacía difícil a los teólogos católicos romanos rebatirla.
En el Concilio de Trento, los obispos católicos partidarios de Roma optarían por limitar el acceso laico a las escrituras, estableciendo que la 'Vulgata Latina' era la única Biblia autorizada y redactando un índice de libros prohibidos.
Como resultado del apoyo de los gobiernos nacionales y locales, la Reforma Protestante logró éxito en amplias áreas de Europa.
Se hizo predominante en el norte de Alemania y en Escandinavia, en su forma luterana.
En Escocia prosperó la Iglesia presbiteriana de inspiración calvinista. También las Iglesias reformadas fructificaron en los Países Bajos, en las ciudades suizas y en el oriente de Hungría.
Con posterioridad retornaron a la influencia del catolicismo Francia, Polonia, Bohemia, Bélgica, Hungría y amplias regiones de Alemania (sobre todo en el sur y el oeste).
No obstante, con el desarrollo de los imperios europeos, particularmente el británico, el protestantismo continuó su expansión.
Los siglos XIX y XX presenciaron una fuerte labor misionera que lo expandió por Asia, Oceanía, África y América.
Hoy en día, cálculos estimativos señalan que más de 500 millones de personas profesarían alguna de las diversas formas del protestantismo moderno.
Los fundadores y colaboradores de la Reforma utilizaron todos los medios a su alcance para la extensión de la misma, valiéndose de cualquier factor que pudiese contribuir favorablemente con su movimiento.
En relación a este punto podemos señalar algunos medios analizados y criticados por sus detractores (iglesia católica romana):
La denuncia de abusos reales y "supuestos" en la vida eclesial es señalada –especialmente al comienzo– como uno de los principales métodos empleados por los reformistas para promocionar sus nuevas ideas. Por esos medios ellos conquistaron a muchos que estaban insatisfechos con las condiciones existentes y estaban listos a apoyar a cualquier movimiento que prometía un cambio.
Pero fueron especialmente las explicitas diferencias con Roma y los miembros de la jerarquía, nutridas por las constantes quejas sobre los abusos, el factor que más eficientemente apoyó a los reformistas, quienes pronto atacaron fuertemente la aceptada hasta el momento autoridad papal.
También se tomó ventaja de las divisiones existentes en muchos lugares entre las autoridades civiles y eclesiásticas.
El desarrollo del Estado –en su forma moderna– entre los pueblos Cristianos de Occidente, dio cabida a muchas disputas entre el clero y el laicado, entre los obispos y las ciudades, entre los monasterios y los señores territoriales. Cuando los reformistas le restaron al clero toda autoridad, especialmente toda influencia en asuntos públicos, se señala que permitieron a los príncipes y a las autoridades municipales finalizar esa larga contienda pendiente "para su propia ventaja", atribuyéndose arbitrariamente todos los derechos en disputa, aboliendo la jerarquía cuyos derechos ellos usurparon, y estableciendo después por su propia autoridad una organización eclesial completamente nueva.
El clero Reformado poseyó entonces, desde el comienzo, apenas aquellos derechos que las autoridades civiles estuviesen complacidas en asignarle.
En el transcurso de los siglos un inmenso número de fundaciones habían sido hechas con fines religiosos, caritativos y educacionales, y habían sido provistas con ricos recursos materiales.
Iglesias, monasterios, hospitales y escuelas tenían con frecuencia grandes rentas y extensivas posesiones, que suscitaban "la envidia de los gobernadores seculares".
La Reforma permitió a estos secularizar esa vasta riqueza eclesial.
Los príncipes y autoridades municipales fueron entonces invitadas a dividir la propiedad eclesiástica, y a emplearla para sus propios propósitos.
Los principados eclesiásticos, que eran encargados a los inquilinos solamente como personas eclesiásticas para la administración y usufructo, fueron, a despecho de la ley en vigencia, por la exclusión de los inquilinos, transformados en principados seculares.
Las emociones humanas, a las cuales los Reformistas apelaron, fueron otro medio de expansión de la Reforma.
Las mismas ideas que estos innovadores defendían --libertad Cristiana, licencia de pensamiento, el derecho y capacidad de cada individuo de encontrar su propia fe en la Biblia y otros principios similares-- eran muy seductores para muchos.
Al principio, muchos obispos demostraron gran apatía con relación a los Reformistas, no dando ninguna importancia al nuevo movimiento; les fue dado así un tiempo más largo a las cabezas del movimiento para expandir sus doctrinas.
Incluso más tarde, muchos obispos inclinados-mundanamente, aunque permaneciendo fieles a la Iglesia, eran muy laxos en el combate contra la herejía y en el empleo de medios adecuados para prevenir su posterior avance.
Lo mismo debe decirse del clero parroquial, que era en gran parte ignorante e indiferente, y contemplaba inútilmente el abandono de las personas.
Los Reformistas, por otro lado, demostraron un mayor celo por su causa. No dejando medio alguno sin utilizar, por palabra o la pluma, por la constante interacción con personas de mentalidad similar, por la elocuencia popular, en el empleo de la cual los líderes de la Reforma eran especialmente hábiles, a través de sermones y escritos populares que apelaban a las debilidades del carácter popular, a través de la incitación del fanatismo de las masas, en suma, a través de una inteligente y celosa utilización de toda oportunidad y apertura que se les presentó, ellos probaron su ardor por la expansión de sus doctrinas
Muchas nuevas instituciones introducidas por los Reformistas favorecieron a la "muchedumbre" (según el punto de vista católico) --p. ej. la recepción del cáliz por todas las personas, el uso de la lengua vernácula en el servicio divino, los himnos religiosos populares usados durante los servicios, la lectura de la Biblia, la negación de las diferencias esenciales entre el clero y el laicado--. En esa categoría deben ser incluidas doctrinas que tenían gran atracción para muchos --por ejemplo, la justificación por la sola fe sin referencia a las "buenas obras"; el rechazo de la libertad de voluntad; la certeza personal de la salvación en la fe ("confianza subjetiva en los méritos de Cristo", de acuerdo a los teólogos católicos), el sacerdocio universal, que ofrecía dar a todos una parte directa en las funciones sacerdotales y en la administración eclesiástica...
Programa reformador
Los principales reformadores, de vasta cultura teológica y humanista, se consideraban a si mismos fieles cristianos que aspiraban a regresar a las doctrinas apostólicas y a renovar la Iglesia cristiana en la práctica y doctrina.
Juan Calvino estudió en la Sorbona y su padre trabajaba con un obispo; Lutero era monje y profesor universitario de Biblia; Zuinglio era sacerdote y humanista. De acuerdo al programa de los humanistas, buscaron en las fuentes de la antigüedad cristiana las bases para una renovación.
Releyeron las Sagradas Escrituras y a los Padres de la Iglesia, (especialmente a San Agustín), interpretando una visión de la fe y una doctrina más bíblica y cristocéntrica, despreciando, por otro lado, toda la tradición cultural y religiosa acumulada por la Iglesia desde los primeros siglos.
Difusión
La diseminación de las ideas protestantes fue facilitada por la invención de la imprenta, que hizo posible difundir una amplia literatura apologética, bíblica y devocional y fomentó la edición de nuevas traducciones de la Biblia en lenguas vernáculas.
Estas revisiones del texto hicieron patente la débil base de algunas doctrinas medievales. La nueva forma de fundamentar la autoridad, junto con el rechazo de la formulación escolástica ahora sustituida por lenguaje bíblico, hacía difícil a los teólogos católicos romanos rebatirla.
En el Concilio de Trento, los obispos católicos partidarios de Roma optarían por limitar el acceso laico a las escrituras, estableciendo que la 'Vulgata Latina' era la única Biblia autorizada y redactando un índice de libros prohibidos.
Como resultado del apoyo de los gobiernos nacionales y locales, la Reforma Protestante logró éxito en amplias áreas de Europa.
Se hizo predominante en el norte de Alemania y en Escandinavia, en su forma luterana.
En Escocia prosperó la Iglesia presbiteriana de inspiración calvinista. También las Iglesias reformadas fructificaron en los Países Bajos, en las ciudades suizas y en el oriente de Hungría.
Con posterioridad retornaron a la influencia del catolicismo Francia, Polonia, Bohemia, Bélgica, Hungría y amplias regiones de Alemania (sobre todo en el sur y el oeste).
No obstante, con el desarrollo de los imperios europeos, particularmente el británico, el protestantismo continuó su expansión.
Los siglos XIX y XX presenciaron una fuerte labor misionera que lo expandió por Asia, Oceanía, África y América.
Hoy en día, cálculos estimativos señalan que más de 500 millones de personas profesarían alguna de las diversas formas del protestantismo moderno.
Los fundadores y colaboradores de la Reforma utilizaron todos los medios a su alcance para la extensión de la misma, valiéndose de cualquier factor que pudiese contribuir favorablemente con su movimiento.
En relación a este punto podemos señalar algunos medios analizados y criticados por sus detractores (iglesia católica romana):
La denuncia de abusos reales y "supuestos" en la vida eclesial es señalada –especialmente al comienzo– como uno de los principales métodos empleados por los reformistas para promocionar sus nuevas ideas. Por esos medios ellos conquistaron a muchos que estaban insatisfechos con las condiciones existentes y estaban listos a apoyar a cualquier movimiento que prometía un cambio.
Pero fueron especialmente las explicitas diferencias con Roma y los miembros de la jerarquía, nutridas por las constantes quejas sobre los abusos, el factor que más eficientemente apoyó a los reformistas, quienes pronto atacaron fuertemente la aceptada hasta el momento autoridad papal.
También se tomó ventaja de las divisiones existentes en muchos lugares entre las autoridades civiles y eclesiásticas.
El desarrollo del Estado –en su forma moderna– entre los pueblos Cristianos de Occidente, dio cabida a muchas disputas entre el clero y el laicado, entre los obispos y las ciudades, entre los monasterios y los señores territoriales. Cuando los reformistas le restaron al clero toda autoridad, especialmente toda influencia en asuntos públicos, se señala que permitieron a los príncipes y a las autoridades municipales finalizar esa larga contienda pendiente "para su propia ventaja", atribuyéndose arbitrariamente todos los derechos en disputa, aboliendo la jerarquía cuyos derechos ellos usurparon, y estableciendo después por su propia autoridad una organización eclesial completamente nueva.
El clero Reformado poseyó entonces, desde el comienzo, apenas aquellos derechos que las autoridades civiles estuviesen complacidas en asignarle.
En el transcurso de los siglos un inmenso número de fundaciones habían sido hechas con fines religiosos, caritativos y educacionales, y habían sido provistas con ricos recursos materiales.
Iglesias, monasterios, hospitales y escuelas tenían con frecuencia grandes rentas y extensivas posesiones, que suscitaban "la envidia de los gobernadores seculares".
La Reforma permitió a estos secularizar esa vasta riqueza eclesial.
Los príncipes y autoridades municipales fueron entonces invitadas a dividir la propiedad eclesiástica, y a emplearla para sus propios propósitos.
Los principados eclesiásticos, que eran encargados a los inquilinos solamente como personas eclesiásticas para la administración y usufructo, fueron, a despecho de la ley en vigencia, por la exclusión de los inquilinos, transformados en principados seculares.
Las emociones humanas, a las cuales los Reformistas apelaron, fueron otro medio de expansión de la Reforma.
Las mismas ideas que estos innovadores defendían --libertad Cristiana, licencia de pensamiento, el derecho y capacidad de cada individuo de encontrar su propia fe en la Biblia y otros principios similares-- eran muy seductores para muchos.
Al principio, muchos obispos demostraron gran apatía con relación a los Reformistas, no dando ninguna importancia al nuevo movimiento; les fue dado así un tiempo más largo a las cabezas del movimiento para expandir sus doctrinas.
Incluso más tarde, muchos obispos inclinados-mundanamente, aunque permaneciendo fieles a la Iglesia, eran muy laxos en el combate contra la herejía y en el empleo de medios adecuados para prevenir su posterior avance.
Lo mismo debe decirse del clero parroquial, que era en gran parte ignorante e indiferente, y contemplaba inútilmente el abandono de las personas.
Los Reformistas, por otro lado, demostraron un mayor celo por su causa. No dejando medio alguno sin utilizar, por palabra o la pluma, por la constante interacción con personas de mentalidad similar, por la elocuencia popular, en el empleo de la cual los líderes de la Reforma eran especialmente hábiles, a través de sermones y escritos populares que apelaban a las debilidades del carácter popular, a través de la incitación del fanatismo de las masas, en suma, a través de una inteligente y celosa utilización de toda oportunidad y apertura que se les presentó, ellos probaron su ardor por la expansión de sus doctrinas
Muchas nuevas instituciones introducidas por los Reformistas favorecieron a la "muchedumbre" (según el punto de vista católico) --p. ej. la recepción del cáliz por todas las personas, el uso de la lengua vernácula en el servicio divino, los himnos religiosos populares usados durante los servicios, la lectura de la Biblia, la negación de las diferencias esenciales entre el clero y el laicado--. En esa categoría deben ser incluidas doctrinas que tenían gran atracción para muchos --por ejemplo, la justificación por la sola fe sin referencia a las "buenas obras"; el rechazo de la libertad de voluntad; la certeza personal de la salvación en la fe ("confianza subjetiva en los méritos de Cristo", de acuerdo a los teólogos católicos), el sacerdocio universal, que ofrecía dar a todos una parte directa en las funciones sacerdotales y en la administración eclesiástica...
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