Re: 4 Nobles verdades del budismo/El sendero octuple...
Mi búsqueda en el ámbito espiritual ha tenido varias etapas. Entre los 16 y 26-27 años fuí 1°) crítico empedernido del clero católico, 2°) estudioso de la elaborada y compleja liturgia católica, además y 3°) un estudioso de las religiones en general también.
No he abandonado ninguna de las 3, pero sí he modulado sus intensidades sabedor de que tengo que escindir cada cosa en sus justos límites para no hacer un embarradero intelectual, una melcocha menganbreada, un masacote amorfo sin sentido y sin razón de todo lo que pienso y creo.
En diciembre de 1990 ascendí por primera vez al Iztaccíhuatl por el lado norte de la montaña, desde San Rafael a la cabeza de la mujer dormida para más detalles.
No llegamos hasta arribota, pero por encima de los 4000 m tuve un encuentro fundamental que me ayudó en ese momento y aún en esta ahora a ENTENDER primero y a NO RENUNCIAR después a Dios.
Creo que no hace falta volverse hermitaño o asceta o monje; basta la nobleza de corazón y la firme intención de la renunciación (aunque sea temporal) de lo mundano.
Un hombre, solo aquella vez, parado entre la rala yerba de montaña son solo una mochila al hombro mirándo al horizonte te lo asegura.
Saludetes.
Mi búsqueda en el ámbito espiritual ha tenido varias etapas. Entre los 16 y 26-27 años fuí 1°) crítico empedernido del clero católico, 2°) estudioso de la elaborada y compleja liturgia católica, además y 3°) un estudioso de las religiones en general también.
No he abandonado ninguna de las 3, pero sí he modulado sus intensidades sabedor de que tengo que escindir cada cosa en sus justos límites para no hacer un embarradero intelectual, una melcocha menganbreada, un masacote amorfo sin sentido y sin razón de todo lo que pienso y creo.
En diciembre de 1990 ascendí por primera vez al Iztaccíhuatl por el lado norte de la montaña, desde San Rafael a la cabeza de la mujer dormida para más detalles.
No llegamos hasta arribota, pero por encima de los 4000 m tuve un encuentro fundamental que me ayudó en ese momento y aún en esta ahora a ENTENDER primero y a NO RENUNCIAR después a Dios.
Creo que no hace falta volverse hermitaño o asceta o monje; basta la nobleza de corazón y la firme intención de la renunciación (aunque sea temporal) de lo mundano.
Un hombre, solo aquella vez, parado entre la rala yerba de montaña son solo una mochila al hombro mirándo al horizonte te lo asegura.
Saludetes.
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