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Socialismo para el siglo XXI

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  • Socialismo para el siglo XXI

    ¿Por qué este tema?

    En 1992 el politólogo estadounidense de origen japonés Francis Fukuyama publicó The End of History and the Last Man (El fin de la Historia y el último hombre), en el que exponía la tesis de que la Historia -como lucha de ideologías- había terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal, en la que el fin de la historia se interpreta como el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas.

    Hoy, 28 años después -y aunque aún hay millones de personas que se tragan el cuento- ha quedado plenamente demostrado que sólo era eso: Un cuento.

    Ni las Guerras ni las Revoluciones sangrientas han terminado, el Neoliberaismo está llevando a la Humanidad a su autodestrucción y las Ideologías son hoy más necesarias que nunca.

    El desarrollo tecnológico de los medios de producción a nivel global hace imprescindible la apropiación social de éstos. La supervivencia de la especie humana -y del planeta- así lo imponen y es absolutamente incompatible con la propiedad privada y en cada vez menos manos de los mismos.


    Por eso abrimos este tema, para ir exponiendo y analizando esto que es el debate más importante y trascendente durante las próximas décadas y de cuya solución depende el futuro de la Humanidad.


    .
    "Si alguien ve algo malo en mis escritos es porque los mira con ojos de maldad"

  • #2
    Re: Socialismo para el siglo XXI

    Socialismo para el siglo XXI
    Enrique Semo / I


    El 4 de noviembre de 1981, Valentín Campa firmaba el acta notarial que registraba la desaparición formal del Partido Comunista Mexicano (PCM), para unirse con otras organizaciones en un nuevo partido. Si consideramos los partidos Socialista Unificado de México (PSUM) y el Mexicano Socialista (PMS) como continuadores directos, que seguían enarbolando la orientación socialista junto con otras organizaciones y movimientos, podemos decir que durante 70 años el socialismo mantuvo su presencia con altas y bajas en el centro de la vida política del país.

    El 5 de mayo de 1989 se constituyó el Partido de la Revolución Democrática (PRD), al cual se adhirieron el PMS y otras organizaciones, abandonando su identidad socialista. Desde entonces han pasado 39 años y el socialismo, comunismo, poscapitalismo o altermundismo tiene presencia en México sólo en el movimiento comunitario del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y algunas otras expresiones menores como el Movimiento Comunista Mexicano.

    Seis meses más tarde, el 9 de noviembre de 1989, cayó el Muro de Berlín y casi al mismo tiempo se produjo el derrumbe del socialismo realmente existente o el modo de producción soviético en toda Europa. Eso parecía invalidar todo posible futuro comunista.

    Una virulenta propaganda identificó y sigue manchando los ensayos socialistas de todas las grandes revoluciones del siglo XX (la soviética, la china, la vietnamita y la cubana) con imágenes de dictaduras totalitarias y campos de concentración, guerras civiles interminables y modelos económicos inoperantes.

    Como movimiento social, el comunismo tiene casi 200 años de existencia. Para vivir, el capitalismo tiene que matar al comunismo, y éste ha sido y es negado una y cien veces para siempre resurgir.

    En México, algunos militantes se refugiaron en la nostalgia, otros se volcaron hacia los movimientos sociales o bien las organizaciones de la izquierda nacionalista-revolucionaria; intelectuales aislados y revistas siguieron desarrollando el pensamiento marxista. Los menos cayeron arrepentidos en los brazos del neoliberalismo y sus portadores, los gobiernos de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Esto ha permitido que en México, en las recientes décadas, la alternativa comunista de ser un horizonte de esperanza de las luchas sociales haya quedado reducida a una palabra vergonzante.

    Han pasado casi 40 años y en México la presencia de la teoría socialista y comunista se ha reducido considerablemente, ergo la idea de la superación/abolición del capitalismo como necesidad del desarrollo humano prácticamente se ha desvanecido.

    El 1º de julio de 2018, después de 36 años de dominio neoliberal, triunfó un gobierno progresista. Hace algunas semanas se celebraron los 100 años del Partido Comunista; Valentín Campa y Arnoldo Martínez Verdugo fueron llevados a la Rotonda de las Personas Ilustres.

    Es tiempo de que las ideas del socialismo, junto con todo el pensamiento revolucionario contemporáneo, vuelvan al lugar que les corresponde dentro de la izquierda mexicana. Urge que el pensamiento socialista restablezca su continuidad y ocupe su lugar en los movimientos anticapitalistas del futuro.


    El concepto comunismo tiene tres dimensiones: 1) es una tendencia, un movimiento de la economía del capitalismo, que surge de las contradicciones de éste y sólo tiene solución en su negación. El comunismo no es una utopía más para la reforma del sistema actual. Hay infinidad de proyectos, rutas y propuestas para superar los problemas de la sociedad contemporánea, entre ellos están el libro más reciente de Thomas Piketty, de más de mil páginas, Capital e ideología, y las nuevas tendencias críticas en la economía política, que vuelven a considerar la unidad de esta disciplina con las ciencias sociales y elaboran modelos para una posible solución de las contradicciones del capitalismo.

    A diferencia de las nuevas utopías, el comunismo surge de las contradicciones internas del capitalismo, que engendra su propia negación.

    El capital desarrolla una organización social del trabajo que es incompatible con la propiedad privada de los medios de producción.

    La necesidad de la apropiación social de éstos nace de la contradicción entre el carácter profundamente social y mundial de la producción y la apropiación privada de la riqueza en el sistema capitalista.

    El capital como realidad alienada, en la que la relación entre las cosas domina la relación entre las personas, se impone como necesidad ciega.

    “Entre los propios portadores de esta autoridad, los capitalistas –escribe Marx–, que sólo se enfrentan como dueños de bienes, reina la anarquía más completa: los enlaces internos de la producción social sólo se imponen como fuerza de la naturaleza en contradicción con el libre albedrío del individuo”.

    La ley económica y la enajenación se fusionan en la propiedad privada de los medios de producción y el comunismo es la negación de esa propiedad. La concepción del capitalismo como modo de producción eterno, más allá de la historia, queda así negado y permite desentrañar los límites internos del capital como marcas de su relatividad histórica.

    Así como el capitalismo nació de las contradicciones internas del feudalismo, el comunismo nacerá como negación de los problemas estructurales del capitalismo.

    Nosotros no anticipamos el mundo de mañana por medio del pensamiento dogmático, sino al contrario, por la crítica del antiguo, y en La ideología alemana Marx y Engels sostienen que el comunismo no es para nosotros ni un estado que debe ser creado ni un ideal bajo el cual la realidad debe ser regulada.

    Nosotros llamamos comunismo al movimiento real de abolición de la situación actual.

    https://www.jornada.com.mx/2020/01/02/opinion/002a1edi



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    "Si alguien ve algo malo en mis escritos es porque los mira con ojos de maldad"

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    • #3
      Re: Socialismo para el siglo XXI

      Ooooooo sique si, este socialismo del siglo XXI que le da las nalgas a Trump cada vez que este nos escupe, ees . . . . m-a-r-a-v-i- l- l -o - s - o
      Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
      Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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      • #4
        Re: Socialismo para el siglo XXI

        EMBESTIDA DERECHISTA DE EU
        Fisgón



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        • #5
          Re: Socialismo para el siglo XXI

          Socialismo para el siglo XXI
          Enrique Semo / II


          Pasemos a la segunda dimensión del concepto comunismo.

          Por casi 200 años, el comunismo ha sido un movimiento social, revolucionario de los trabajadores. La palabra tiene su origen en las sociedades revolucionarias francesas de mediados de los años 1830, como un movimiento político de la clase obrera en la sociedad capitalista.

          Carlos Marx y Federico Engels militaban en un grupo obrero internacional que existió de 1847 a 1852 y actuaba en la clandestinidad. Originalmente se llamaba la Liga de los Justos, que a su propuesta cambió de nombre por la Liga de los Comunistas. En el congreso celebrado en Londres en noviembre de 1847, los miembros de la liga les encargaron redactar un programa detallado del partido, a la vez teórico y práctico. Tal es el origen del Manifiesto comunista, en el que se afirma:

          “¿Cuál es la posición de los comunistas con respecto a los proletarios en general? Los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos obreros. No tienen intereses que los separen del conjunto del proletariado. No proclaman principios especiales a los que quisieran amoldar el movimiento proletario… sólo se distinguen de los demás partidos en que, en las diferentes fases de la lucha… representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto” (Marx y Engels, Manifiesto comunista en Obras escogidas, T. I, pág. 60).


          Pero vayamos a la tercera dimensión del comunismo: es la prefiguración basada en el análisis del capitalismo de una sociedad poscapitalista, en la cual las contradicciones principales de ese sistema se resuelven paulatinamente. En ese sentido, el comunismo es una hipótesis, basada en algunas ideas de Carlos Marx y en el pensamiento crítico en constante evolución; en las experiencias de las luchas sociales y la asimilación crítica de las enseñanzas de las revoluciones del siglo XX.

          Una tarea urgente es el análisis crítico del derrumbe de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y del socialismo realmente existente, que fue en su inicio un gran ensayo para crear una sociedad comunista. Su fracaso es un episodio lacerante en la historia del movimiento socialista, que no podrá renovarse sin hacer una crítica profunda y creativa de lo sucedido, como hicimos antes con las experiencias del movimiento de 1968, la Comuna de París o el pensamiento socialista utópico de principios del siglo XIX.

          Sólo la asimilación crítica nos permitirá rechazar las monstruosas mentiras del anticomunismo actual y buscar nuevos caminos, distintos a los adoptados por los revolucionarios del siglo XX, que lograron muchas cosas, pero no la fundación de una sociedad comunista en el sentido que da al concepto la teoría marxista y el pensamiento crítico contemporáneo.

          El principal enemigo de esa asimilación crítica, creativa, es la nostalgia, que se niega a reconocer que el camino revolucionario de los trabajadores está sembrado de fracasos. Las grandes batallas perdidas cambian la historia, se manifiestan en logros diferentes a los que ellas se proponían y muchas veces son prolegómenos a nuevas luchas emancipatorias, pero siempre son ricas en enseñanzas para renovar la teoría y la práctica social.

          Para construir un pensamiento socialista para el siglo XXI es ante todo necesario tomar en cuenta los profundos cambios que ha vivido el mundo desde la década de 1970: la gran revolución informática y robótica, el intenso proceso de globalización, la destrucción sistemática de las organizaciones de los trabajadores y el surgimiento de un pensamiento conservador nuevo, cuyo núcleo vital es el neoliberalismo.

          En ese medio siglo, la era de Margaret Thatcher y Donald Reagan, el capital ha socavado las estructuras precedentes del poder monopolista y desplazado la fase previa del capitalismo monopólico de Estado nación.

          Mediante una competencia mundial, traducida en reducir ganancias corporativas no financieras, el desarrollo geográfico desigual y la competencia interterritorial se convirtieron en rasgos fundamentales del capitalismo actual. Hubo un ataque exitoso a las organizaciones laborales y sus instituciones políticas, mientras se movilizaba mano de obra global excedente, la puesta en operación de cambios tecnológicos para reducir mano de obra y elevar la competencia, ha reducido globalmente el salario y ha creado una vasta reserva laboral descartable, viviendo en condiciones marginales. La desigualdad ha crecido exponencialmente.

          México no es una excepción: entre lo que era su economía y su sociedad hace medio siglo y la actual, hay una diferencia asombrosa. El neoliberalismo ha introducido la agudización de la explotación de mano de obra, la generalización de la industria maquiladora, la privatización de los servicios públicos, los recortes a las prestaciones sociales e, internacionalmente, una relación de intercambio comercial desigual de forma brutal.


          ¿Qué podemos decir sobre el pensamiento marxista y socialista hoy?

          Constatamos que, después de un prolongado sopor, hay un gradual renacimiento de ese pensamiento en sus diversas y multiformes propuestas. Sin embargo, su debilidad sigue siendo la insuficiencia de comprensión de los movimientos sociales contemporáneos y la carencia de teorías generales que permitan hacerlas fluir en un solo torrente anticapitalista.

          Mientras tanto, la historia se ha vuelto a poner en marcha y los explotados, humillados y ofendidos en todas las latitudes, incluyendo la Europa rica y la gran potencia de Estados Unidos, han entrado en acción.

          Sobre todo en América Latina, de la que formamos parte, los pueblos se levantan decididamente contra el neoliberalismo (que es el capitalismo de nuestro tiempo). El ciclo de los movimientos progresistas no ha terminado, se inicia una nueva fase pese a todos los obstáculos, incluso los golpes de Estado.

          https://www.jornada.com.mx/2020/01/03/opinion/007a1pol




          .
          JacoboCasal
          Forista Opalo
          Last edited by JacoboCasal; 04-enero-2020, 10:14.
          "Si alguien ve algo malo en mis escritos es porque los mira con ojos de maldad"

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          • #6
            Re: Socialismo para el siglo XXI

            Socialismo para el siglo XXI
            Enrique Semo /III


            El capitalismo de nuestra época está cuajado de nuevas contradicciones. Entre ellas podemos citar las que se derivan del cambio climático y la ecodestrucción. Se prevé un saldo de 200 millones de ecorrefugiados en los próximos 20 años; se estima que la elevación del nivel de los mares para este siglo será de 59 centímetros y afectará a unos 400 millones de personas.

            Por otra parte, la extracción de minerales y la explotación de los recursos energéticos y forestales suelen seguir una lógica cada vez más destructiva, dejando tras de sí un paisaje desigual de centros mineros abandonados, suelos agotados, vertederos de residuos tóxicos y valores de activos devaluados. Pero las grandes empresas impiden toda acción eficaz contra el deterioro climático y los recursos naturales. También están los persistentes problemas del desempleo masivo, la espiral a la baja del desarrollo económico en Europa y Japón, las devastadoras crisis económicas que el neoliberalismo ha causado en los países tradicionales y dependientes como la de la crisis de 2008. El ejemplo de Bolivia está fresco. El neofascismo está a la orden del día. Trump y Bolsonaro no son figuras solitarias. La catástrofe a la que se refería Rosa Luxemburgo en su famoso dilema socialismo o barbarie es más que nunca vigente.

            Ahora bien, no todas esas contradicciones son fatales. El capitalismo ha demostrado a lo largo de su historia, una sorprendente capacidad de adaptación a nuevos problemas y de superación de las crisis. Pero, ¿a qué precio?

            Si las crisis de 1907 y 1913 fueron superadas en la Primera Guerra Mundial y la gran crisis de los años 30 produjo la Segunda Guerra Mundial, algunas de las grandes contradicciones actuales pueden ser también superadas, pero hay soluciones que son tanto o más graves desde el punto de vista humano, como los problemas. Y luego está la posibilidad de que la acumulación de incoherencias actuales ya no sea superable y la catástrofe se produzca.

            En esas condiciones, más que nunca es actual la famosa pregunta de Lenin: ¿qué hacer? Un movimiento anticapitalista global es poco probable sin cierta visión comprehensiva de lo que hay que hacer, por qué y cuándo.

            Existe un bloqueo doble: la falta de una visión alternativa evita la formación del movimiento anticapitalista, mientras que la ausencia de tal movimiento se opone a la articulación de una alternativa teórica. ¿Cómo superar este bloqueo?

            La relación entre la visión de lo que está por hacerse y la formación de movimientos políticos en lugares clave para hacerlo tiene que coincidir, cosa que apenas comienza a suceder. Cada una tiene que reforzar a la otra. De lo contrario, la oposición potencial estará por siempre confinada a un círculo limitado de demandas y conocimientos tácticos, dejándonos a la merced de las perpetuas crisis del capitalismo en el futuro. Ésta es una tarea para el pensamiento teórico, pero también para los movimientos potencialmente anticapitalistas, que todavía son pocos o difusos.

            Tomemos como ejemplo la situación que había en México a la hora de la fundación del PCM en 1919. La Revolución Mexicana estaba en una encrucijada. La Constitución de 1917 había sido aprobada con todos sus elementos sociales, pero por el momento ninguno de ellos había sido aplicado. Las promesas flotaban en el aire. Los movimientos radicales, el magonismo, el zapatismo, el villismo, habían sido militarmente derrotados pero sus ideas vivían en millones de campesinos y miles de obreros. Muchos campesinos estaban armados y exigían la reforma agraria comunal. Los obreros, después de haber sido manipulados por el carrancismo, despertaban en una gran ola de acciones reivindicativas económicas en los términos del anarquismo. La Revolución Rusa desencadenó fuerzas gigantescas. En México, conocida a medias, tuvo gran impacto.

            En esa situación nace o más bien se proyecta una corriente que pretende transformar la Revolución Mexicana en una revolución socialista, el PCM. La idea del comunismo y su ejemplo vivo impactaron al México radical. Surgen los líderes comunistas: Úrsulo Galván, Primo Tapia y Guadalupe Rodríguez. Un poco más tarde Hernán Laborde y Valentín Campa.

            Mientras la nueva corriente que será el PCM los toma en serio, los círculos oficialistas las usan demagógicamente. Plutarco Elías Calles dice que quiere ser enterrado envuelto en la bandera roja y Antonio Soto y Gama, líder del oficialista Partido Agrarista, proclama: En la metrópoli y todo el país se debe fijar la mirada en esta nueva aurora heroica que tiene radiaciones sublimes, en la aurora social de Rusia. (Gerardo Peláez, Partido Comunista Mexicano: 60 años de historia, tomo I, p. 18).

            Las ideas del socialismo y el comunismo penetran pródigamente en el México revolucionario radical y obligan a los círculos gobernantes a una demagogia roja. Pero el PCM recién formado, que quiere cambiar la orientación de la revolución y a la vez echar raíces en el pueblo trabajador, se ve obligado a recoger las demandas que se han ido forjando durante la Revolución Mexicana: reforma agraria comunal y satisfacción de las demandas económicas de los obreros y postergar la idea del socialismo.

            Sin teoría revolucionaria no hay praxis revolucionaria, pero sólo satisfaciendo las demandas ya existentes y urgentemente exigidas, se puede pasar a la dirección del movimiento. Como dice Ibsen: Como hilo en la mar es la palabra / Hondo sendero la acción labra.

            https://www.jornada.com.mx/2020/01/04/opinion/008a1pol



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            "Si alguien ve algo malo en mis escritos es porque los mira con ojos de maldad"

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            • #7
              Re: Socialismo para el siglo XXI

              Que es necesario un nuevo orden económico y político ni duda cabe, es necesario pero si se restringe el impulso humano de superación y libertad se acaba el mundo.

              La iniciativa del ser humano a la creación y a la superación personal es lo que ha llevado al hombre a sublimes acciones en bien del mundo, por supuesto con excepciones nefastas, que también las ha habido, !!

              Y por supuesto el comunismo y el mal llevado socialismo no ha dejado más que atraso y dolor en los países dónde puso sus reales, y han sido muchos.

              Socialismo bien llevado puede ser la salvación, pero falta ver que tan bien somos capaces de en nuestros países latinoamericanos de llevarlo a cabo.

              No soy experta ni me las doy de "" tu las traes"", pero pienso que sin mucha complicación y en pocas palabras esta es la realidad ACTUAL-

              Saludos.

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              • #8
                Re: Socialismo para el siglo XXI

                Originalmente publicado por Pepis Ver post

                Que es necesario un nuevo orden económico y político ni duda cabe, es necesario pero si se restringe el impulso humano de superación y libertad se acaba el mundo.

                La iniciativa del ser humano a la creación y a la superación personal es lo que ha llevado al hombre a sublimes acciones en bien del mundo, por supuesto con excepciones nefastas, que también las ha habido, !!

                Y por supuesto el comunismo y el mal llevado socialismo no ha dejado más que atraso y dolor en los países dónde puso sus reales, y han sido muchos.

                Socialismo bien llevado puede ser la salvación, pero falta ver que tan bien somos capaces de en nuestros países latinoamericanos de llevarlo a cabo.

                No soy experta ni me las doy de "" tu las traes"", pero pienso que sin mucha complicación y en pocas palabras esta es la realidad ACTUAL-

                Doña Pepis, la felicito:

                Hoy viene usted brillante, radiante y muy acertada.

                Nada que objetar ni refutar a sus comentarios.


                Le envío un cordial saludo.


                .
                "Si alguien ve algo malo en mis escritos es porque los mira con ojos de maldad"

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                • #9
                  Re: Socialismo para el siglo XXI

                  Originalmente publicado por Pepis Ver post
                  Que es necesario un nuevo orden económico y político ni duda cabe, es necesario pero si se restringe el impulso humano de superación y libertad se acaba el mundo.

                  La iniciativa del ser humano a la creación y a la superación personal es lo que ha llevado al hombre a sublimes acciones en bien del mundo, por supuesto con excepciones nefastas, que también las ha habido, !!

                  Y por supuesto el comunismo y el mal llevado socialismo no ha dejado más que atraso y dolor en los países dónde puso sus reales, y han sido muchos.

                  Socialismo bien llevado puede ser la salvación, pero falta ver que tan bien somos capaces de en nuestros países latinoamericanos de llevarlo a cabo.

                  No soy experta ni me las doy de "" tu las traes"", pero pienso que sin mucha complicación y en pocas palabras esta es la realidad ACTUAL-

                  Saludos.
                  "Socialismo bien llevado puede ser la salvación, pero falta ver que tan bien somos capaces de en nuestros países latinoamericanos de llevarlo a cabo" (pepis dixit).


                  Hasta el momento ninguno Pepis!.
                  Confunden Socialismo con comunismo y en el "menos peor" de los casos con "populismo" y ya ves a donde lleva el asunto...

                  Son los paises del primer mundo con otra idiosincracia los que han llevado a buen término políticas sociales, donde se trata de bienestar común y no miseria general, o sea cosa casi utópica mientras estemos dirigidos por líderes que representan cabalmente al "perfecto idiota latinoamericano"y confunden la gimnasia con la magnesia.

                  Ah por cierto; "desconfia de quien te adula" (zombie-mayor dixit)
                  Sobre todo si se ha pasado insultándote todos los últimos años.-

                  Feliz regreso Pepis!!


                  Tatiana
                  Forista Opalo
                  Last edited by Tatiana; 04-enero-2020, 21:44.

                  Comment


                  • #10
                    Re: Socialismo para el siglo XXI

                    ¿Será el "socialismo de derecha" que practica Lopej la nueva panacea del mundo civilizado?
                    Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
                    Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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                    • #11
                      Re: Socialismo para el siglo XXI

                      Originalmente publicado por Tatiana Ver post

                      Hasta el momento ninguno Pepis!.

                      Confunden Socialismo con comunismo y en el "menos peor" de los casos con "populismo" y ya ves a donde lleva el asunto...

                      Son los paises del primer mundo con otra idiosincracia los que han llevado a buen término políticas sociales, donde se trata de bienestar común y no miseria general, o sea cosa casi utópica mientras estemos dirigidos por líderes que representan cabalmente al "perfecto idiota latinoamericano" y confunden la gimnasia con la magnesia.

                      ¡ Recórcholis... Cuánto sabe la Tatis de Socialismo, Comunismo y Populismo !

                      Y eso que en su vida ha leído NADA escrito por Marx, Engels, Lenin, Trotsky ni ningún otro teórico que dedicaron su existencia a estudiar, analizar y pensar en el asunto.

                      A lo mucho ha leído -si acaso lo leyó- el panfleto de Alvarito Vargas Llosa -un periodista Neoliberal educado en Inglaterra y que trabaja para los gringos, cuyo mayor "mérito" es ser "hijo de su papá"- escrito en coautoría con otros autores. Y quizás algo de los Krauze y otros Opinólogos por el estilo.

                      Pero con eso le alcanza para creer que ella es la única que "no se confunde".

                      Pintoresca... La Tatis.


                      .
                      "Si alguien ve algo malo en mis escritos es porque los mira con ojos de maldad"

                      Comment


                      • #12
                        Re: Socialismo para el siglo XXI

                        Socialismo para el siglo XXI
                        Enrique Semo / IV


                        Aunque nada es seguro podría ser que los próximos años marquen el inicio de un cambio prolongado en el cual la cuestión de las alternativas al capitalismo, amplias y de mayor alcance, saldrán paso a paso a la superficie en una parte del mundo u otra. Cuanto más tiempo se prolongue la incertidumbre y la miseria, se cuestionará la legitimidad de la manera actual de hacer y la demanda de construir algo diferente se intensificará. Reformas radicales, en oposición a las reformas estilo parches, pueden imponerse como necesarias y crear condiciones para el crecimiento de los movimientos antisistémicos.

                        Un ejemplo sobresaliente es el de Chile, donde desde hace dos meses se desarrolla un movimiento popular multitudinario sin precedente. Las manifestaciones cubren todo el país retando la violenta represión. Millones se movilizan y las protestas y descontento crecen. La Mesa de la Unidad Social ha convocado y realizado huelgas importantes. Se han constituido reuniones de trabajo populares que discuten las demandas que deben plantearse y sobre todo los problemas de la conformación de un órgano constituyente para una nueva Constitución. Muchos gobiernos municipales se han declarado en favor del movimiento. Las peticiones principales son: salarios dignos que superen la línea de la pobreza; congelamiento de proyectos de ley que favorecen a los más ricos, como la reforma tributaria y leyes laborales. Restablecimiento del carácter público de servicios básicos como salud, educación y transporte. Sistema de pensiones que garantice la dignidad plena. Fin al estado de emergencia y a la represión criminal.

                        Se han formado brigadas de autodefensa eficientes. Hay una acusación constitucional histórica contra el presidente Sebastián Piñera en la cual se afirma, entre otras cosas, que ha perdido toda gobernabilidad y que no se tolerarán por su parte más violaciones a los derechos humanos.

                        En la Cámara de Diputados se ha presentado un documento amplio de peticiones que está apoyado por un vasto grupo de representantes de diversos partidos, organizaciones estudiantiles, mapuches y organizaciones profesionales. Pero la principal demanda que plantea el movimiento en diversas reuniones populares que van cobrando la forma de consejos organizados, es el llamado a una Asamblea Constituyente, de amplia composición popular, y la elaboración de una nueva Constitución en lugar de la pinochetista aún vigente.

                        Se discuten acaloradamente las medidas para asegurar una composición paritaria de la asamblea para que ésta abra posibilidades para una máxima participación ciudadana. Frente al pueblo que ha despertado está la derecha chilena que tiene vivo el recuerdo de Pinochet y un ejército que está tirando para herir y matar.

                        Ante la exigencia popular de que se les lleve a juicio, un ejército de abogados se ofrece a defenderlos. Un connato de revolución popular y una violenta respuesta de la derecha. No sabemos hasta dónde va a llegar el conflicto.

                        Teniendo el caso de Chile, entre muchos otros en mente, podemos decir que no existe en nuestra época el viejo sujeto marxiano del proletariado. Los rebeldes son los precarizados, humillados, explotados, ofendidos de diferentes estratos sociales. Grupos sociales políticos híbridos, abigarrados y sólo en el proceso de lucha se van decantando y constituyendo por afinidades electivas, articulaciones culturales y construcciones discursivas movilizadoras.

                        No existe hoy una forma organizativa única para la lucha por el comunismo. Los movimientos sociales, los consejos, los partidos, las asociaciones populares, las organizaciones autónomas de la sociedad civil, pueden ser formas contingentes y locales de un único movimiento. Ninguna estructura organizativa es más valida que la otra. Y en la práctica allá donde emergen acciones colectivas de las clases subalternas, ellas tienen la capacidad de crear e innovar instrumentos organizativos diferentes y nuevos, capaces de canalizar su energía social.

                        Es en esta contingencia de la acción que se delimitan fronteras, se forman liderazgos y se emiten convocatorias movilizadoras, dando lugar al surgimiento de agentes dirigentes y hegemónicos.

                        Por ello las formas organizativas eficientes son siempre una incertidumbre resuelta en el mismo desarrollo del movimiento. Lo que debemos rechazar por experiencias repetidas, es la idea del partido de vanguardia, el culto a la espontaneidad o la veneración del líder todopoderoso.

                        Una política revolucionaria que enfrente la acumulación ilimitada de capital y que, finalmente, la desactive como el principal motor de la historia humana
                        requiere una comprensión sofisticada de cómo se produce el cambio social. Sin embargo, también debe ser reconocida la necesidad absoluta de un movimiento revolucionario anticapitalista coherente y poderoso, la finalidad fundamental de dicho movimiento social es asumir en el momento adecuado el mando tanto de la producción como de la distribución de excedentes.

                        https://www.jornada.com.mx/2020/01/05/opinion/012a1pol



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                        • #13
                          Re: Socialismo para el siglo XXI

                          Socialismo para el siglo XXI
                          Enrique Semo / V


                          Y en lo que respecta a la elaboración de una teoría para la transición anticapitalista coincido en términos generales con David Harvey, quien propone llamar a nuestro auxilio a la teoría marxista de la transición del feudalismo al capitalismo, que puede ayudarnos a plantear el problema en toda su complejidad. (David Harvey, Organización para la transición anticapitalista, revista Crítica y Emancipación, año 11, núm. 4, 2010, 180 pp.)

                          “El cambio social emerge –escribe Harvey– mediante el despliegue dialéctico de las relaciones entre los siete momentos del desarrollo del capitalismo visto como un conjunto, o como un conjunto de actividades y prácticas frente a un feudalismo declinante”.

                          La transición al capitalismo implicó un complejo movimiento a muchos niveles.
                          1. Las formas tecnológicas y organizacionales de la producción, intercambio y consumo;
                          2. El cambio en las relaciones con la naturaleza;
                          3. Las relaciones sociales entre las personas;
                          4. Las concepciones del mundo que abarcan conocimientos, saberes culturales y creencias;
                          5. Los procesos específicos de trabajo y producción de bienes, geografías y servicios;
                          6. Convenios institucionales y, por último,
                          7. La conducta en la vida cotidiana que sustenta la reproducción social.

                          En forma similar, cuando el capitalismo se somete a una de sus fases de renovación lo hace precisamente por la co-evolución de todos sus momentos, obviamente, no sin tensiones, luchas, peleas y contradicciones. Algo parecido/diferente va a suceder en el complejo proceso de transición al socialismo.

                          Harvey llama a esto una teoría co-revolucionaria porque el cambio social surge a diferentes niveles que deben ser materia del pensamiento revolucionario. Un pensamiento que sea capaz de analizar los movimientos sociales en función de su impacto particular y su relación con el cambio epocal.

                          Hoy no contamos con el tiempo que transcurrió en la transición del feudalismo al capitalismo, pero existen medios tecnológicos y digitales, así como organizaciones económicas mucho más eficaces y sofisticadas para el cambio.

                          Pasemos a la tercera dimensión: la prefiguración de la sociedad que sucederá al capitalismo. Como todo futuro, no existe todavía. Debemos recurrir a los pocos escritos de Marx sobre el tema y a las experiencias de las revoluciones fallidas, derrotadas o inconclusas de los pasados 150 años para saber lo que puede ser y lo que no debe ser.

                          Una comprensión de las experiencias prácticas que no conducen al comunismo y los cursos de acción que sirven para reforzar las tendencias del futuro comunista. Marx no fue muy prolijo en ese sentido. Nunca mostró el mismo interés por el presente y el futuro. Nos ha dejado atisbos, tomando en cuenta la transición del feudalismo al capitalismo. En La ideología alemana, Marx rechaza que el comunismo sea un ideal al cual haya de sujetarse la realidad; él lo entiende más bien como el movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual (Terry Eagleton, Por qué Marx tenía razón, Península, 2011, 73 pp.).

                          Tomemos el problema de la libertad social. Es un concepto de Marx de los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, la renovada lucha por el comunismo halla su justificación moral en la búsqueda de la solución real a las injusticias y desigualdades, incluidas las colonizaciones, los racismos, los patriarcalismos y la destrucción de la naturaleza, ininterrumpidamente producidos por el capitalismo.

                          Por tanto, la igualdad y la justicia avanzadas son necesariamente elementos imprescindibles de la sociedad comunista. Por eso la lucha por una democracia avanzada es una bandera irrevocable del comunismo. Sin embargo, la lucha por la libertad y la democracia social a lo largo de estos últimos 100 años no ha sido tomada al mismo nivel que la lucha por la igualdad. Por lo general, los comunistas y socialistas hemos entregado esa bandera a las corrientes liberales que constriñen y mutilan el concepto de libertad a la mera libertad de comercio, de enriquecimiento privado o de opresión de unos pueblos sobre otros, y la democracia limitada al sufragio universal, el respeto a la ley y la competencia política.

                          Pero hay una libertad social articulada a la igualdad, es la que Marx llama la libertad social, en la que el libre desarrollo de cada persona tiene que aportar al libre desarrollo de las demás personas, en la que las capacidades de cada ser humano están para potenciar la libre asociación con el resto de los seres humanos.

                          No es ni el Es~tado, ni la empresa, ni el mercado el de~positario y garante de este libre desarrollo de la individualidad. Es la libre asociación de las personas la que habilita el libre desarrollo de sus capacidades individuales.

                          Bajo estas condiciones, las libertades civiles acumuladas en los pasados siglos son sólo un capítulo de una infinidad de libertades y capacidades que el comunismo requiere para su realización. De hecho, el comunismo o los comunismos –hay que hablar de comunismos– son impensables sin este despliegue de las libertades civiles acumuladas desde el siglo XVI y de las nuevas libertades asociativas que se constituyan en un patrimonio de acción en común.

                          https://www.jornada.com.mx/2020/01/06/opinion/012a2pol


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                          • #14
                            Re: Socialismo para el siglo XXI

                            El Correo Ilustrado

                            Semo y el socialismo del siglo XXI

                            Decía mi abuela: Ven la tormenta y no se hincan. Estamos viviendo la terrible etapa del capitalismo, el neoliberalismo opina siglo XXI, el neoliberalismo corrupto y corruptor. Porque no sólo es corrupción que un funcionario del gobierno trabaje para los cárteles de los narcos o que un empresario contamine las aguas de un río con arsénico. También es corrupción que por medio del outsourcing u otros medios un empresario explote vilmente a sus trabajadores privándolos además de sus derechos sociales y constitucionales, además de evadir impuestos.

                            Un mundo de corrupción que el capitalismo nos ha dejado y nos sigue dejando, guerras, miserias y el cambio climático que amenazan a la especie humana con su extinción.

                            Se acabó la URSS y con ello y a pesar de sus incongruencias, para nuestra generación fue una gran esperanza. Entre otras cosas defendieron a la Revolución Cubana, emprendieron una gran obra editorial que ponía al alcance de nuestros bolsillos de estudiantes obras de Marx, Engels y Lenin. Lo mismo hizo la China Popular de Mao.

                            Por eso es de celebrar los artículos de Enrique Semo con el título El Socialismo del siglo XXI. Porque al parecer los marxistas de las facultades de Ciencias Políticas, de Economía, de Filosofía, de Ciencias y hasta de Ingeniería ya son una especie en peligro de extinción. Esos jóvenes que leían las obras de los marxistas clásicos y sus continuadores, que discutían y organizaban círculos de estudio y emprendían brigadas sociales en colonias urbanas, en barrios pobres y con obreros y campesinos. Esos ya casi no existen.

                            Ante la terrible tragedia que provoca a la humanidad el capitalismo del siglo XXI, el socialismo es la única alternativa. Los artículos de Enrique Semo vienen siendo una conclusión de tantos años en la academia, en la investigación y en la militancia socialista. Estos artículos de Semo deben ser la chispa que incendie la pradera.

                            Luis Hernández Romero

                            https://www.jornada.com.mx/2020/01/05/opinion/002a2cor


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                            • #15
                              Re: Socialismo para el siglo XXI

                              Mientras la izquierda sueña, la derecha nunca duerme
                              Marcos Roitman Rosenmann


                              Las derechas del mundo tienen en común ser antidemocráticas. No se trata de una descalificación, es una característica sobre la cual construyen su argumentario.

                              Este ADN es compartido por todas sus vertientes: social, económica, cultural, financiera, religiosa o militar. En caso de no ostentar el poder y menguar sus ganancias, el recurso para evitar su desplazamiento consiste, en última instancia, en eliminar físicamente a sus enemigos. No pueden cerrar los ojos. Siempre alertas y despiertos. Cualquier cambio social democrático lo interiorizan como un ataque a sus privilegios, posesiones y libertad de elegir. En ocasiones son liberales, progresistas, conservadores, fascistas, nazis, neoliberales, en otras se declaran centristas, siempre anticomunistas.

                              Con ideologías mutantes y sin principios, adaptan sus formas políticas al proceso de acumulación de capital. Unas veces bajo máscaras, capitalismo de rostro humano, otras al descubierto, reinventando la esclavitud, la explotación infantil, el empleo precario, el despido libre, la persecución de inmigrantes, la trata de personas, la evasión de impuestos y la corrupción. Conductas recurrentes. Conspiran para derrocar gobiernos y golpes de Estado.


                              Las izquierdas sueñan. Su ideario se fundamenta en principios irrenunciables. Dignidad y ética. Lucha por la justicia social, la igualdad y el bien común.

                              No aspiran a convertir el planeta en un supermercado, donde todo se compra y vende. Creen en una vida digna y reivindican la democracia como forma de gobierno.

                              Esa es su debilidad. La derecha lo sabe y cuando pierde elecciones o es sometida a fiscalización, aduce el ideario democrático de la izquierda para desestabilizar. En esta lógica, insulta, llama a la sedición, bloquea y ataca. Hace lo indecible por transformarse de victimaria en víctima. Se reagrupa en torno a un objetivo, recuperar su poder y sus privilegios. No tienen dignidad ni la reivindican. En una sociedad fundada en el dinero, parafraseando a Kant, todo lo que no tiene precio, estorba: Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se halla encima de todo precio y, por tanto, no admite nada equivalente, eso tiene una dignidad.

                              La derecha es y puede vivir en la excrecencia, la izquierda no abreva de esta fuente. Debe comportarse acorde a sus principios, no puede dejarse seducir por cantos de sirena ni relajarse. Cualquier desliz, exceso o desviación la desacredita y resta credibilidad, tanto como genera desafección. No por casualidad se trata de mandar obedeciendo. De allí el inmenso cuidado de quienes se han convertido en referentes, en vidas ejemplares. Sacrificio, entrega, honestidad, valor y amistad como antídoto al egoísmo, la miseria y la traición. La derecha no tiene escrúpulos a la hora de sisar con el fin de amasar fortunas. Tampoco cuando se trata de la violación de los derechos humanos y cometer crímenes de lesa humanidad.

                              Un ejemplo: Chile. En medio de las actuales protestas, el recrudecimiento de la represión, la tortura, la derecha decide atacar un referente para la izquierda mundial, al profanar la tumba y el mausoleo, en el cementerio de Santiago, de Salvador Allende. Las pintadas llamando a un nuevo golpe, reditan el odio de clase.

                              La derecha no puede soportar que Salvador Allende fuese elegido el chileno más destacado del siglo XX. Una persona íntegra hasta la muerte. No tenía cola que pisar. No se enriqueció ni vivió en el lujo o hizo de la política un negocio. Combatió desde los principios éticos a quienes mostraban comportamientos propios de la derecha y lo hizo abiertamente. No es el único caso. Las vidas ejemplares sobran. Sandino, Fidel, el Che, Juan Bosch, Gladis Marín, Vilma Espín, las hermanas Mirabal, Domitila Barros o la comandancia en pleno del EZLN. La derecha carece de estos referentes éticos.

                              Sólo puede esgrimir empresarios, banqueros como íconos. Rockefeller, Billy Gates, George Soros, Henry Ford, y en América Latina, multimillonarios cuyos apellidos están en la lista de Forbes, pero financian y amparan golpes de Estado. Ellos practican la filantropía para tranquilizar sus conciencias. Pero no tienen remilgos en explotar a sus trabajadores en las empresas de maquila, pagando sueldos de miseria. Como dato, en 2015, el uno por ciento de la población mundial poseía tanto dinero líquido como el 99% restante de la población. El 0.7 por ciento acaparaba 45.2 por ciento de la riqueza total y el 10 por ciento más rico elevaba esta proporción a 88 por ciento del total.

                              La derecha despoja a los seres humanos de su dignidad. Los convierte en mercancías. De aquí su rechazo a la democracia. Las derechas son una fábrica de indignidad. En la era de capitalismo digital, no hay rama o sector productivo en el cual no ejerzan su poder, sea en forma de oligopolio o monopolio. Su complejo militar, industrial y financiero está en condiciones, y lo hace, de organizar guerras, asesinar dirigentes políticos, sindicales, medio ambientales, poner y quitar presidentes, crear hambruna o exterminar poblaciones. Sea por la vía del hambre, la dependencia financiera, tecnológica, el bloqueo económico, las guerras étnicas, no descansa en sus ansias de engullir el planeta.

                              La derecha no tiene sueños, ni principios, les mueve el ansia de riquezas. Sin escrúpulos están dispuestas a matar con tal de no apearse del poder. Esa es su historia.

                              https://www.jornada.com.mx/2020/01/19/opinion/021a1mun



                              ¿Les suena familiar? ¿Les recuerda a alguien?

                              A esto nos referimos cuando nos pitorreamos de "Los Milagros del Mesías de la 4T"...

                              Porque a los que durante 12 años aplaudieron la Guerrita y a los muertos y desaparecidos les llamaron "delincuentes que se matan entre ellos" o -a lo sumo- "daños colaterales", hoy les llaman "víctimas inocentes de las ocurrencias de una estrategia equivocada"... hacen listas con las cifras de muertos y hasta les dedican padrenuestrosamén.
                              Hipócritas.

                              Porque a los que durante 18 años aplaudieron que el Estado se desentendiera de su obligación de atender la Salud de la población para que empresarios privados hicieran negocios fabulosos y les valió madre que México cayera al último lugar de la OCDE en atención a la Salud, hoy juran que vivíamos en el paraíso, donde nadie se quejaba de la magnífica atención que recibía y dónde jamás hubo desabasto de medicinas...
                              Cínicos.

                              Porque los que aplaudieron la corrupción más descarada, el saqueo de recursos y la entrega de bienes y territorio nacional a empresas extranjeras más grande de nuestra historia, hoy se dicen "indignados" por la firma de un Tratado que califican de "Traición a la Patria" porque obliga a vigilar que se cumplan las leyes laborales...
                              Canallas.

                              Porque los que aplaudieron Fraudes (todos sabemos cuál) que les dieron "triunfos" de 0.56%, hoy dicen que "se acabó la democracia" porque "sólo 31 millones -de un padrón de 70- votaron por la izquierda".
                              Farsantes.


                              Por eso la Derecha no tiene ideales, ni principios, ni valores, ni religión. Lo único que le interesa es no perder privilegios, aunque sea sólo el no ser llamados y tratados como "indios".

                              Y si los ven amenazados, no dudan en recurrir a la mentira, a la calumnia, a la traición, a la violencia, al crimen, con tal de conservarlos o recuperarlos.


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