Re: El asesinato mas cruel de la historia
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1 Los textos históricos
La primera noticia indirecta sobre Jesús fuera de los Evangelios es atribuida al historiador judío Flavio Josefo. Se trata del denominado testmonium flavianum y para muchos historiadores se trata de un pasaje manipulado por los copistas cristianos pues en él se ensalza la figura de Jesús: “Por ese tiempo (durante el gobierno de Poncio Pilato, 18-36 d.C) vivió Jesús, un hombre sabio si es que realmente hay que considerarlo un hombre. Porque él realizó hazañas sorprendentes y fue maestro de un pueblo que aceptó gozosamente la verdad. Atrajo a su causa a muchos judíos y griegos. Él era el Mesías. Cuando Pilatos, después de haber oído que era acusado por los hombres de más elevada posición entre nosotros, lo condenó a morir crucificado, los que anteponían el amor por él a todas las cosas no dejaron de amarlo. El tercer día se apareció a ellos resucitado porque los profetas de Dios habían anunciado éstas y otras incontables maravillas sobre él. Y la secta de los cristianos, llamados así después de él, no ha desaparecido hasta hoy”
Hasta aquí la cita de Josefo en la que delata un fervor inusual. Según documenta el periodista Pepe Rodríguez en su libro Mentiras fundamentales de la Iglesia católica, “la obra de Flavio Josefo no aporta nada diferente de la imagen de Jesús que dan los Evangelios(…) Parecen ser añadidos cristianos en busca del sello de autentificación histórica que dan los textos de Josefo”. La desconfianza se acrecenta cuando otros historiadores judíos de la época nada saben de Jesús. Es el caso de Justo de Tiberíades o de Filón de Alejandría que siendo coetáneo a Jesús y habiendo escrito sobre sectas y movimientos religiosos de su tiempo no se acuerda para nada de los cristianos.
La cita más independiente se halla en la obra Anales. Es proporcionada por el historiador romano Tácito. Según el prestigioso autor Jesús no fue condenado al patíbulo por haber predicado doctrinas religiosas judías sino porque su figura, como Mesías, llevaba implícita una oposición al poder de Roma. El texto confirma que el nazareno fue condenado a muerte por Poncio Pilato.
2 La tumba de Caifás
Hasta hace unos años, muchos dudaban la historia del juicio de Cristo ante el Sanhedrín (Concilio Judío). No había documentación histórica aparte de la Biblia sobre la existencia de un individuo llamado Caifás, y menos de que fuera un sumo sacerdote.
Este osario ha sido objeto de árduas polémicas.
Pero en noviembre de 1990 unos obreros que trabajaban en las afueras de Jerusalén, en frente del monte Sión, dieron accidentalmente con una cueva repleta de sepulcros. Estaba formada por una sola cámara, tallada sobre caliza blanda durante el Período Romano Primitivo y tenía cuatro fosas digitiformes de 1,80 m. de profundidad que partían de la cámara principal. En una de estas fosas fueron halladas dos urnas u osarios perfectamente conservados. Una de ellas llamaba especialmente la atención. Tenía su cubierta abombada y una rica ornamentación; una cenefa en forma de rama y dos círculos centrales con seis rosetones cada uno. En uno de sus lados, toscamente grabada, se leía la inscripción Yehosef bar Caiapha, o lo que es lo mismo: “José, hijo de Caifás”. El arqueólogo Zvi Greenhut y el antropólogo Joe Zias concluyeron que este Caifás de la inscripción era el mismo que se menciona en los evangelios.
Caifás fue sumo sacerdote entre el 18 y el 36 d.C. Posiblemente consiguió esa posición al casarse con la hija de Anás, quien fue cabeza de un poderoso clan de sumos sacerdotes (Juan 18:13) y se convirtió en el líder de la conspiración para crucificar a Jesús. Si su última morada fue esta urna funeraria hallada en el Bosque de la Paz, al sur de la Ciudad Vieja de Jerusalén, se confirma que los personajes del Nuevo Testamento no son mitos, sino seres de carne y hueso que protagonizaron los hechos descritos en los textos.
Por desgracia los arqueólogos no fueron los primeros en entrar en el sepulcro, éste había sido profanado en la antigüedad y sus objetos habían sido sustraídos. Lo que sí hallaron fueron los restos de 63 individuos, entre ellos los de Caifás, al parecer, un varón de 60 años.
3 Inscripción Poncio Pilato
Inscripción donde se lee "Poncio Pilatos"
Hace cuarenta y un años, durante las obras de limpieza y restauración de un teatro romano en la antigua ciudad de Casaréa, tuvo lugar otro importante hallazgo arqueológico que confirma la existencia de otro de los personajes del Nuevo Testamento, directamente implicado en la crucifixión de Jesús. Se trata de una placa conmemorativa cuya importancia radica en el nombre que se halla grabado en su superficie: “Tiberieum Pontius Pilatus... Praefectus Iudaicae” o lo que es lo mismo: Tiberio Poncio Pilato... Prefecto de Judea. Había pasado inadvertida por estar vuelta del revés. La inscripción resolvía, además, la disputa entre especialistas en torno a la autoridad que ostentaba este personaje por cuanto era llamado prefecto y no procurador, un cargo de rango inferior aunque acogido con entusiasmo porque se trataba del primer testimonio físico de la existencia de un personaje destacado del Nuevo Testamento.
Poncio Pilato tenía su palacio residencial en Cesaréa Marítima, sede del gobierno romano en la ribera oriental del Mediterráneo y sólo acudía a Jerusalén para asistir a las grandes fiestas. Despreciado por los judíos por haber construido un acueducto con dinero del Templo y protagonizado varias acciones sangrientas, éstos le denunciaron ante las autoridades romanas, siendo depuesto de su cargo por el gobernador de Siria y enviado a Roma en el año 37.
La historia le conoce sobre todo por el proceso seguido contra Jesús, al que aún reconociendo su inocencia, lo entregó al infame suplicio de ser clavado en la cruz. Esto agradó a los judíos, evitó un levantamiento popular y para confirmar su rechazo a cualquier clase de responsabilidad, efectuó el famoso gesto de lavarse las manos. (Lucas 23:14 y Mateo 27:24).
4 La casa del apóstol Pedro
En la ribera norte del mar de Galilea se erigen las ruinas de Cafarnaum la ciudad donde se supone que Jesús predicó a los apóstoles. Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo allí durante el siglo pasado han sacado a la luz una iglesia de planta octogonal, datada en el siglo V, que al parecer fue erigida para venerar la Casa de San Pedro, el “príncipe de los apóstoles”. El terreno era propiedad de los monjes franciscanos. Entre 1968 y 1985 se realizaron diversas excavaciones sacando a la luz complejísimos estratos. Es decir, que la iglesia bizantina había sido levantada sobre otra estructura anterior, una iglesia-casa del siglo IV. Los arqueólogos franciscanos Virgilio Corbo y Stanislao Loffreda llegaron más lejos aún al comprobar como debajo existían restos de una casa con patio del siglo I. En el estuco que recubría las habitaciones habían sido garabateadas diversas invocaciones cristianas en arameo, hebreo, griego, latín y siríaco que revelaban la importancia de aquella sala para las primeras generaciones de cristianos. La conclusión de Corbo y Loffreda es que se trataba de la casa del apóstol Pedro. Su suposición se refrendaba porque cerca de allí, una manzana más al norte, se erige una de las sinagogas más grandes del periodo bizantino. Parece que esta construcción fue levantada sobre otra sinagoga más antigua del siglo I. Pues bien, en las paredes de la construcción original los arqueólogos hallaron varias inscripciones en griego y arameo con los nombres judíos que patrocinaron la construcción: Herodes y Chalfo que guardan semblanza con otros que aparecen en los Evangelios. Siendo así podría tratarse de la sinagoga donde Jesús exorcizó a unos demonios (Marcos, 1, 21) y en la que impartió sus enseñanzas (Juan, 6, 59).
5 La barca de Galilea
En enero de 1986, dos miembros del kibbutz Ginnosar divisaron en Cafarnaum el contorno de una barca enterrada. Se hallaba cubierta por el limo de la rivera del mar de Galilea. La grave sequía que asolaba entonces la región provocó un notable retroceso de las aguas dejando al descubierto la primitiva embarcación.
Durante el siglo I, la pesca proporcionaba alimento y trabajo a buena parte de los habitantes de Cafarnaum. Según documentan John D. Crossan y Jonathan L. Reed en su reciente libro Jesús desenterrado, existía entonces un sencillo muelle así como unos cuantos embarcaderos y rompeolas hechos de piedras apiladas. Ese fue, con toda probabilidad, el escenario donde Jesús impartió su ministerio.
Pues bien, con la ayuda de un dique y unas bombas los arqueólogos de la dirección de Antigüedades de Israel reflotaron la sugestiva embarcación y la llevaron a la orilla. Media alrededor de 2,5 metros de ancho por 7,8 metros de largo. Había sido despojada de los elementos que podían ser reutilizados y empujada mar adentro para ser hundida. Las vasijas y lámparas halladas en su interior así como la datación de la madera mediante la prueba del radiocarbono permitieron concluir que era del siglo I. Se trata pues de una de las barcas de los tiempos de Jesús, del tipo utilizado habitualmente para la pesca o para cruzar el lago. La imaginación se dispara con facilidad imaginando a bordo a trece personas. Actualmente se la conoce como la “Barca de Jesús”.
La primera noticia indirecta sobre Jesús fuera de los Evangelios es atribuida al historiador judío Flavio Josefo. Se trata del denominado testmonium flavianum y para muchos historiadores se trata de un pasaje manipulado por los copistas cristianos pues en él se ensalza la figura de Jesús: “Por ese tiempo (durante el gobierno de Poncio Pilato, 18-36 d.C) vivió Jesús, un hombre sabio si es que realmente hay que considerarlo un hombre. Porque él realizó hazañas sorprendentes y fue maestro de un pueblo que aceptó gozosamente la verdad. Atrajo a su causa a muchos judíos y griegos. Él era el Mesías. Cuando Pilatos, después de haber oído que era acusado por los hombres de más elevada posición entre nosotros, lo condenó a morir crucificado, los que anteponían el amor por él a todas las cosas no dejaron de amarlo. El tercer día se apareció a ellos resucitado porque los profetas de Dios habían anunciado éstas y otras incontables maravillas sobre él. Y la secta de los cristianos, llamados así después de él, no ha desaparecido hasta hoy”
Hasta aquí la cita de Josefo en la que delata un fervor inusual. Según documenta el periodista Pepe Rodríguez en su libro Mentiras fundamentales de la Iglesia católica, “la obra de Flavio Josefo no aporta nada diferente de la imagen de Jesús que dan los Evangelios(…) Parecen ser añadidos cristianos en busca del sello de autentificación histórica que dan los textos de Josefo”. La desconfianza se acrecenta cuando otros historiadores judíos de la época nada saben de Jesús. Es el caso de Justo de Tiberíades o de Filón de Alejandría que siendo coetáneo a Jesús y habiendo escrito sobre sectas y movimientos religiosos de su tiempo no se acuerda para nada de los cristianos.
La cita más independiente se halla en la obra Anales. Es proporcionada por el historiador romano Tácito. Según el prestigioso autor Jesús no fue condenado al patíbulo por haber predicado doctrinas religiosas judías sino porque su figura, como Mesías, llevaba implícita una oposición al poder de Roma. El texto confirma que el nazareno fue condenado a muerte por Poncio Pilato.
2 La tumba de Caifás
Hasta hace unos años, muchos dudaban la historia del juicio de Cristo ante el Sanhedrín (Concilio Judío). No había documentación histórica aparte de la Biblia sobre la existencia de un individuo llamado Caifás, y menos de que fuera un sumo sacerdote.
Este osario ha sido objeto de árduas polémicas.
Pero en noviembre de 1990 unos obreros que trabajaban en las afueras de Jerusalén, en frente del monte Sión, dieron accidentalmente con una cueva repleta de sepulcros. Estaba formada por una sola cámara, tallada sobre caliza blanda durante el Período Romano Primitivo y tenía cuatro fosas digitiformes de 1,80 m. de profundidad que partían de la cámara principal. En una de estas fosas fueron halladas dos urnas u osarios perfectamente conservados. Una de ellas llamaba especialmente la atención. Tenía su cubierta abombada y una rica ornamentación; una cenefa en forma de rama y dos círculos centrales con seis rosetones cada uno. En uno de sus lados, toscamente grabada, se leía la inscripción Yehosef bar Caiapha, o lo que es lo mismo: “José, hijo de Caifás”. El arqueólogo Zvi Greenhut y el antropólogo Joe Zias concluyeron que este Caifás de la inscripción era el mismo que se menciona en los evangelios.
Caifás fue sumo sacerdote entre el 18 y el 36 d.C. Posiblemente consiguió esa posición al casarse con la hija de Anás, quien fue cabeza de un poderoso clan de sumos sacerdotes (Juan 18:13) y se convirtió en el líder de la conspiración para crucificar a Jesús. Si su última morada fue esta urna funeraria hallada en el Bosque de la Paz, al sur de la Ciudad Vieja de Jerusalén, se confirma que los personajes del Nuevo Testamento no son mitos, sino seres de carne y hueso que protagonizaron los hechos descritos en los textos.
Por desgracia los arqueólogos no fueron los primeros en entrar en el sepulcro, éste había sido profanado en la antigüedad y sus objetos habían sido sustraídos. Lo que sí hallaron fueron los restos de 63 individuos, entre ellos los de Caifás, al parecer, un varón de 60 años.
3 Inscripción Poncio Pilato
Inscripción donde se lee "Poncio Pilatos"
Hace cuarenta y un años, durante las obras de limpieza y restauración de un teatro romano en la antigua ciudad de Casaréa, tuvo lugar otro importante hallazgo arqueológico que confirma la existencia de otro de los personajes del Nuevo Testamento, directamente implicado en la crucifixión de Jesús. Se trata de una placa conmemorativa cuya importancia radica en el nombre que se halla grabado en su superficie: “Tiberieum Pontius Pilatus... Praefectus Iudaicae” o lo que es lo mismo: Tiberio Poncio Pilato... Prefecto de Judea. Había pasado inadvertida por estar vuelta del revés. La inscripción resolvía, además, la disputa entre especialistas en torno a la autoridad que ostentaba este personaje por cuanto era llamado prefecto y no procurador, un cargo de rango inferior aunque acogido con entusiasmo porque se trataba del primer testimonio físico de la existencia de un personaje destacado del Nuevo Testamento.
Poncio Pilato tenía su palacio residencial en Cesaréa Marítima, sede del gobierno romano en la ribera oriental del Mediterráneo y sólo acudía a Jerusalén para asistir a las grandes fiestas. Despreciado por los judíos por haber construido un acueducto con dinero del Templo y protagonizado varias acciones sangrientas, éstos le denunciaron ante las autoridades romanas, siendo depuesto de su cargo por el gobernador de Siria y enviado a Roma en el año 37.
La historia le conoce sobre todo por el proceso seguido contra Jesús, al que aún reconociendo su inocencia, lo entregó al infame suplicio de ser clavado en la cruz. Esto agradó a los judíos, evitó un levantamiento popular y para confirmar su rechazo a cualquier clase de responsabilidad, efectuó el famoso gesto de lavarse las manos. (Lucas 23:14 y Mateo 27:24).
4 La casa del apóstol Pedro
En la ribera norte del mar de Galilea se erigen las ruinas de Cafarnaum la ciudad donde se supone que Jesús predicó a los apóstoles. Las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo allí durante el siglo pasado han sacado a la luz una iglesia de planta octogonal, datada en el siglo V, que al parecer fue erigida para venerar la Casa de San Pedro, el “príncipe de los apóstoles”. El terreno era propiedad de los monjes franciscanos. Entre 1968 y 1985 se realizaron diversas excavaciones sacando a la luz complejísimos estratos. Es decir, que la iglesia bizantina había sido levantada sobre otra estructura anterior, una iglesia-casa del siglo IV. Los arqueólogos franciscanos Virgilio Corbo y Stanislao Loffreda llegaron más lejos aún al comprobar como debajo existían restos de una casa con patio del siglo I. En el estuco que recubría las habitaciones habían sido garabateadas diversas invocaciones cristianas en arameo, hebreo, griego, latín y siríaco que revelaban la importancia de aquella sala para las primeras generaciones de cristianos. La conclusión de Corbo y Loffreda es que se trataba de la casa del apóstol Pedro. Su suposición se refrendaba porque cerca de allí, una manzana más al norte, se erige una de las sinagogas más grandes del periodo bizantino. Parece que esta construcción fue levantada sobre otra sinagoga más antigua del siglo I. Pues bien, en las paredes de la construcción original los arqueólogos hallaron varias inscripciones en griego y arameo con los nombres judíos que patrocinaron la construcción: Herodes y Chalfo que guardan semblanza con otros que aparecen en los Evangelios. Siendo así podría tratarse de la sinagoga donde Jesús exorcizó a unos demonios (Marcos, 1, 21) y en la que impartió sus enseñanzas (Juan, 6, 59).
5 La barca de Galilea
En enero de 1986, dos miembros del kibbutz Ginnosar divisaron en Cafarnaum el contorno de una barca enterrada. Se hallaba cubierta por el limo de la rivera del mar de Galilea. La grave sequía que asolaba entonces la región provocó un notable retroceso de las aguas dejando al descubierto la primitiva embarcación.
Durante el siglo I, la pesca proporcionaba alimento y trabajo a buena parte de los habitantes de Cafarnaum. Según documentan John D. Crossan y Jonathan L. Reed en su reciente libro Jesús desenterrado, existía entonces un sencillo muelle así como unos cuantos embarcaderos y rompeolas hechos de piedras apiladas. Ese fue, con toda probabilidad, el escenario donde Jesús impartió su ministerio.
Pues bien, con la ayuda de un dique y unas bombas los arqueólogos de la dirección de Antigüedades de Israel reflotaron la sugestiva embarcación y la llevaron a la orilla. Media alrededor de 2,5 metros de ancho por 7,8 metros de largo. Había sido despojada de los elementos que podían ser reutilizados y empujada mar adentro para ser hundida. Las vasijas y lámparas halladas en su interior así como la datación de la madera mediante la prueba del radiocarbono permitieron concluir que era del siglo I. Se trata pues de una de las barcas de los tiempos de Jesús, del tipo utilizado habitualmente para la pesca o para cruzar el lago. La imaginación se dispara con facilidad imaginando a bordo a trece personas. Actualmente se la conoce como la “Barca de Jesús”.
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