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Dios salve la razón.

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  • Dios salve la razón.

    Gustavo Bueno.

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    El Dios de los cristianos y su papel salvador de los extravíos de la razón por los cauces de la superstición

    Las desviaciones o trastornos de la racionalidad institucional han sido algunas veces señalados como tales. En la época imperial de la Antigüedad, por ejemplo, y como consecuencia del cosmopolitismo alcanzado por algunas grandes ciudades, las religiones más diversas –sacerdotes de Cibeles, mitraismo, culto de Atis...– se extendieron y las prácticas mágicas se hicieron cada vez más abundantes (como si no hubieran existido las escuelas griegas de los escépticos o los académicos), y, según algunos investigadores, se pusieron al servicio de algunas personas extraordinarias que las utilizaron para sus fines, como pudieron serlo Simón Mago samaritano, o Apolonio de Triana. El mismo Jesús se habría servido, aunque con suma prudencia, de algunas artes mágicas (Morton Smith, Jesus the Magician, Nueva York 1978). Las iglesias cristianas tuvieron que enfrentarse con estas supersticiones, y las «racionalizaron» estableciendo límites, dentro de sus principios teológicos que permitían neutralizar o desactivar tales supersticiones mediante la apelación constante a un Dios omnisciente, omnipotente y bondadoso, capaz de hablar a los hombres corrientes, como pescadores o artesanos. La misma interpretación cristiana del concepto de superstición podría servir de prueba de esta actitud racionalizadora de todo aquello que resultase superfluo en la «economía de la Redención». No hace falta aquí tratar de encarecer la superior racionalidad de la dogmática cristiana respecto de sus alternativas coetáneas; aún concediendo a los críticos la existencia de componentes supersticiosos de muchas prácticas utilizadas por los cristianos, bastaría tener en cuenta la progresiva extensión de sus normas y la asunción de su disciplina, para atribuir a estas prácticas la condición de «principios de racionalización», es decir, para dar cuenta de su capacidad para erigirse en criterios de «organización del caos». Por decirlo así, una superstición, cuando alcanza una universalidad y funcionalismo normativo constante y parsimonioso que le permite alcanzar la victoria sobre otras supersticiones múltiples en caótica ebullición, se constituye a sí misma como canon eficaz de «racionalización del caos».

    El cristianismo, al oponerse a las supersticiones, estableció un canon de racionalidad que salvó en los siglos sucesivos, y en numerosas ocasiones, a la razón de la «hemorragia supersticiosa». La misma conducta de los inquisidores (sobre todo en la Inquisición española) representó en muchas ocasiones un principio de racionalidad ante la pululación de fenómenos patológicos –aquelarres, posesiones y obsesiones diabólicas, brujerías...– que habitualmente se atribuían a Satán, o ni siquiera. Frente a los ardides perversos de los Genios malignos capaces de aterrorizar a los hombres, el Dios cristiano ofrecía una garantía de economía, de sobriedad y de seguridad entonces inexpugnable. No nos parece, en resolución, que esto justifique atribuir a Dios, a cualquier Dios en general, la función salvífica de la Razón, porque ello equivaldría a justificar la «nostalgia», por ejemplo, de la racionalidad de Tlaloc o de otros dioses aztecas o mayas, que inspiraban desde sus pirámides los horribles sacrificios humanos (y de cuya racionalidad o funcionalismo relativo, sin embargo, no cabe dudar, desde el punto de vista estrictamente antropológico). El Dios que sucedió victoriosamente, y arrasándola, a la «razón azteca» o a la «razón maya» fue el Dios que los cristianos españoles llevaron a América; y decimos esto a sabiendas de que podrá irritar a tantos indigenistas y algunos «teólogos de la Liberación», ocupados en husmear en las religiones precolombinas las «semillas del Verbo».
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    cubo
    Forista Amatista
    Last edited by cubo; 03-febrero-2009, 16:27.

  • #2
    Re: Dios salve la razón.

    Gustavo Bueno.

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    El Dios cristiano y su papel salvífico de los extravíos de la razón por la acción del «delirio gnóstico»

    Compitiendo con la sobreabundancia de las prácticas supersticiosas del helenismo tardío, apareció una floración no menos superabundante de cosmologías y teologías delirantes, muchas de las cuales son clasificadas en nuestros días dentro del concepto de «gnosticismo» (Valentín, Saturnilo, Carpócrates, Cerdón, Marción, Teódulo...). Si tomásemos como canon de racionalidad institucional (en el «género literario» de las cosmologías o teogonías) a los modelos más sobrios establecidos en la tradición de la filosofía griega (Parménides, Demócrito, Platón, Aristóteles), cabría considerar a las cosmogonías y teogonías de los gnósticos como ejemplos eminentes de racionalismo extraviado y patológico, por no decir, como efectos de una fantasía paranoica mitopoiéticamente desbordada.

    La lucha continuada de los teólogos cristianos contra el gnosticismo (San Ireneo, San Hipólito, Lactancio...) representa, en cierto modo, la victoria de un racionalismo más potente, actuando en el mismo campo del delirio gnóstico. La teología dogmática que fue surgiendo a lo largo de los siglos, a partir de estos debates, en gran medida ateniéndose al canon racionalista de la filosofía griega (de Platón a Aristóteles o Plotino, el «antignóstico» por excelencia), y que culminó en los grandes sistemas de San Basilio, de San Agustín, pero sobre todo de Santo Tomás de Aquino, representó la victoria del canon racionalista trinitario, y no precisamente en el sentido de una mera recuperación de la filosofía griega. Porque la teología católica, precisamente en su proyecto de exploración de los dogmas revelados por el Verbo divino mediante «la razón» –es decir, mediante el canon racionalista establecido por los grandes filósofos griegos– logró transformar muchas de las ideas griegas en otras ideas que fueron precursoras de algunas de las ideas modernas más señaladas, pongamos por caso, la Idea de la Sustancia material con locación no circunscriptiva, es decir, incorpórea, implicada en la teoría de la transustanciación eucarística, y precursora de principios de la teoría electromagnética o de la física cuántica.

    De hecho, la contribución de la Iglesia cristiana, o si se prefiere, de los científicos cristianos que ocuparon la primera línea en la evolución de la ciencia moderna o contemporánea, deja en ridículo a la visión que, desde la Ilustración principalmente, pero sobre todo a lo largo del siglo XIX (Draper, por ejemplo), pretendió presentar al cristianismo, y en particular al catolicismo, como una corriente reaccionaria que frenó las posibilidades que en el Renacimiento se habrían abierto para reanudar el racionalismo antiguo (los famosos «casos» de Giordano Bruno y de Galileo). Porque el Renacimiento no puede entenderse al margen, precisamente, del aliento de la Iglesia romana (que a nuestro juicio no tendría por qué «pedir perdón» retrospectivamente por el caso Galileo u otros similares). Y porque ninguna otra religión del libro, y particularmente el Islam, puede ofrecer una relación de figuras de primera línea que fueron decisivas en las revoluciones de la ciencia moderna y actual, sin dejar de ser cristianas, más aún, siendo cristianas, y por serlo (después de la muerte de Averroes ningún científico o filósofo de primera línea puede citarse en el Islam).

    No puede olvidarse que la Revolución copernicana, con la que se abre habitualmente la ciencia astronómica moderna, fue obra de un clérigo católico, el que le dio nombre, Nicolás Copérnico, ni puede olvidarse que la condenación de Galileo, por su copernicanismo, es una cuestión discutida en nuestros días, si es que esta condenación fue promovida antes por la voluntad de «distraer» la atención sobre el atomismo de Galileo –que ponía en peligro la teología eucarística de la transustanciación– que de declarar incompatible el geocentrismo con la Biblia. En cualquier caso, es totalmente discutible hoy la consideración del atomismo de Galileo como «el verdadero camino de la racionalidad científica» contemporánea, porque de hecho el atomismo tradicional obstaculizó la constitución de la Química, cuyo desarrollo, tras el descubrimiento de los isótopos, obligó precisamente a retirar la doctrina de los átomos indivisibles.

    Y después de Copérnico, ¿cómo dejar de lado a la figura del padre Saccheri, el precursor de las grandes revoluciones representadas por las geometrías no euclidianas? ¿Y cómo dejar de lado a Gregorio Mendel, en la revolución genética? O también, ¿cómo dejar de lado al abate Lemaitre, en el proceso de la «revolución cosmológica» representada por la teoría del big bang?

    Y en nuestros días, ¿acaso no puede seguir diciéndose que la racionalidad de la antropología o de la teología tomista es más sobria y, por así decirlo, más sana que la racionalidad de la antropología o teología cósmica desarrollada por algunos físicos eminentes de nuestros días, que enseñan en serio la «eterialización» de las personas, en el contexto de la teología cosmológica del «Punto ω» de Frank J. Tipler, por ejemplo?

    Los peligros de una educación popular masiva desde supuestos estrictamente laicos, teniendo en cuenta la práctica imposibilidad de una educación filosófica materialista universal, son cada vez mayores. La supresión de la Inquisición y de otros controles comparativamente más racionales del Antiguo Régimen, permitió, sin duda, el desbordamiento, en la época industrial de los dos pasados siglos, de las corrientes más delirantes que actúan todavía en nuestro siglo, como puedan serlo el espiritismo, el mormonismo, el satanismo, el culto a los extraterrestres, la cienciología, la teosofía, la parapsicología, los horóscopos, las adivinaciones, quiromancias, profecías, escatologías, &c. Es de notar la progresiva expansión del recurso a un supuesto concepto «científico» que encubre gran parte de estas prácticas delirantes, a saber, el concepto dualista de «energía» («energía positiva», «energía negativa»), en función de la cual las más estúpidas actuaciones reciben una «explicación satisfactoria» por parte de sus agentes y de sus clientes. Los gobiernos que encuentran en el laicismo el cauce infalible para una educación racional ignoran, por completo, desde su panfilismo humanista, el estado de la cuestión, que afecta no solamente a los grupos analfabetos de nuestra sociedad, sino también a los grupos semicultos y aún a los que están provistos de una formación tecnológica especializada, incluso científica.
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    • #3
      Re: Dios salve la razón.

      Gustavo Bueno.

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      El Dios católico y su papel salvífico de los extravíos de la razón por los caminos del nihilismo

      El escepticismo universal, el nihilismo, el relativismo, el subjetivismo psicologista, &c., podrían entenderse como los sumideros en los cuales terminan deslizándose múltiples corrientes de racionalidad que, tras enfrentamientos mutuos, han ido emulsionándose, complicándose, fragmentándose, y desviándose de sus propios cursos originarios.

      Esta «etiología» que atribuimos al escepticismo universal parece dar cuenta ya del escepticismo griego resultante de los conflictos entre las escuelas presocráticas. Citaremos el caso de Gorgias, de Cratilo, de Pirrón, de Enesidemo o Sexto Empírico, o de tantos filósofos que se engloban bajo el rótulo de la «Academia media». Y acaso también podría aplicarse esta etiología a otras formas de escepticismo, el que asume, por ejemplo, la forma de fideísmo irracionalista, el de Algacel y San Pedro Damián, el de Francisco Sánchez el escéptico, el de Calvino, el de Hume.

      En la medida en la cual este escepticismo universal, en cualquier época, pueda considerarse como una desviación que, en su grado límite, suele experimentar la racionalidad respecto del curso normal de su propia corriente, cabría ver también la fe en el Dios omnisciente y humano de la Teología cristiana como una medicina que ha salvado y aún puede seguir salvando a muchos grupos de personas de esa dolencia extrema de la razón, que no puede ser derivada de factores exógenos.
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      • #4
        Re: Dios salve la razón.

        Gustavo Bueno.

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        El Dios católico y su capacidad salvadora de los extravíos de la razón por la acción del fundamentalismo y del dogmatismo

        Al fundamentalismo y al dogmatismo podrían atribuirse etiologías de sentido opuesto a las que hemos atribuido al escepticismo universal, porque ahora no estamos ante los resultados de un enfrentamiento entre diferentes corrientes racionales que corren el peligro de destruirse mutuamente, sino a un enfrentamiento en el cual una de las corrientes cree haber anulado a todas las demás, proclamándose intencionalmente como la única victoriosa, dando por supuesta su victoria futura. Y esto puede ocurrir porque las otras alternativas se dan por vencidas o por lo menos desfallecen en su propio impulso.

        El fundamentalismo, en el terreno político o religioso, toma casi siempre la forma de un fanatismo despótico o tiránico que no encuentra fácilmente frenos adecuados. Tal habría sido el caso, en el pasado, del despotismo vinculado al Imperio romano, que no encontró límites hasta que fueron creciendo precisamente las comunidades cristianas, que extendidas por todas las capas sociales llegaron hasta el mismo palacio imperial de Constantino el Grande. La «Ciudad de Dios» agustiniana, la Iglesia, pudo ir creando un amplio recinto de libertad frente al despotismo totalitario de la «Ciudad terrena». Es cierto que, no mucho después, el cristianismo, convertido en religión oficial del Imperio, desplegó a su vez un fundamentalismo característico que estaba llamado a enfrentarse con el fundamentalismo islámico. Gran parte de los conflictos que llenan la historia medieval (la Reconquista, las Cruzadas) podrían definirse como conflictos entre el Imperialismo cristiano y el Imperialismo mahometano. Pero acaso quien supo trazar, ya en el siglo XIII, desde dentro, los límites del cristianismo ecuménico cristiano, fue Santo Tomás de Aquino, al establecer las relaciones entre la Razón natural y la Revelación sobrenatural, reconociendo la imposibilidad de imponer esta Revelación por la fuerza. Asimismo habría sido el cristianismo quien propició el modo general de relación de los Estados con la Iglesia, a través de la doctrina de las «dos sociedades perfectas», cada una en su género, frente al llamado «agustinismo político», pero también frente a la teocracia arriana o islámica.

        La tolerancia, como criterio «racional» para evitar la destrucción de la propia racionalidad política o religiosa, que preveía su incapacidad en un momento dado para alcanzar la hegemonía incondicional, fue también la respuesta pragmática de unas iglesias cristianas frente a las otras, que habían alcanzado un poder equivalente, y que fundadas en los límites de la razón humana (establecidos por el canon de la omnisciencia divina) hizo posible que fuesen madurando fatigosamente diferentes ensayos de coexistencia pacífica, o al menos de guerra fría entre las diferentes confesiones. De hecho, en nuestros días, proyectos fundamentalistas similares a la Yihad islámica no se encuentran, ni de lejos, entre los cristianos de Occidente.

        Por último, el fundamentalismo religioso en su forma de fideísmo dispuesto a acatar las revelaciones y mandatos de un Dios voluntarista irracional y atrabiliario, cuya lógica no tiene por qué estar sometida a la lógica humana –el Dios de Calvino, que Max Weber puso en los orígenes de un capitalismo movido por la desesperación– encontró su correctivo salvador en el Dios sensato, racional y «prosaico» de la Teología católica, en el Dios de la razón económica, del do ut des, que justificaba como recurso dotado de gran funcionalismo racional y económico, dentro de sus límites, incluso la «venta de las indulgencias»; de un Dios que está, en efecto, mucho más cerca del racionalismo económico desplegado en el curso del capitalismo moderno, tal como lo explicó no ya Max Weber, sino Carlos Marx.

        El Dios trino del cristianismo tiene una estructura similar a la de las personas humanas que han desarrollado formas de racionalidad más potentes a través de sus instituciones históricas; de una racionalidad que no es solitaria ni autista, como lo es el Dios de Aristóteles o el de Mahoma; de un Dios que también es creador de un Mundo, que no es caprichoso o aleatorio, sino sometido a reglas que han sido contrastadas en el «Consejo divino», y sólo ante las cuales las grandes masas populares pueden mantenerse dentro de unos límites capaces de defenderse del pánico, del delirio, de la superstición o del horror. Un Dios que sin embargo mantiene las distancias respecto del Mundo, y por ello puede alterarlo o modificarlo, a través de la tecnología y de la ciencia; un Dios en el que se reconoce una razón política, una razón física, una razón tecnológica, muy próxima a las formas de racionalidad que históricamente se han desarrollado en los pueblos llamados «civilizados».

        No es difícil comprender, por tanto, que es precisamente el Dios de los cristianos quien ha salvado a la Razón humana a lo largo de la historia de Occidente, y hasta qué punto tiene sentido afirmar que podrá seguir salvándola en los momentos impredecibles, pero inexcusables, en los cuales los contactos de las «sociedades occidentales» con las «sociedades orientales», o de cualquier otra estirpe, ponga a la racionalidad históricamente conquistada ante el peligro de sus mayores extravíos.
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        • #5
          Re: Dios salve la razón.

          "La respuesta tomista, la analogía entis, convierte a la teología dogmática en una prolongación plausible de la propia teología natural".

          Enrique Prado Cueva

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          • #6
            Re: Dios salve la razón.

            "La fe de la Iglesia se ha atenido siempre a la convicción de que entre Dios y nosotros, entre su eterno Espíritu creador y nuestra razón creada, existe una verdadera analogía, en la que ciertamente las diferencias son infinitamente más grandes que las semejanzas, pero a pesar de ello no llegan a abolir la analogía y su lenguaje".

            IV Concilio de Letrán, año 1215.

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            • #7
              Re: Dios salve la razón.

              Es la EDAD de la RAZÓN una vil ilusión?...

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              • #8
                Re: Dios salve la razón.

                "La razón es un articulo propio de los egoistas... generalmente se quiere tener... pero nunca se quiere dar..."

                Alfred E. Newman
                I love my attitude problem.

                Comment


                • #9
                  Re: Dios salve la razón.

                  "Cuando Dios creó todas las cosas, dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza".

                  Génesis 1:26

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                  • #10
                    Re: Dios salve la razón.

                    Interesante la defensa de la racionalidad católica desde las coordenadas del materialismo ateo.

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                    • #11
                      RAZÓN:Facultad de PENSAR o DISCURRIR/'Saber como'resolver adecuadamente PROBLEMAS...

                      RAZÓN (en filosofía):Facultad de PENSAR o DISCURRIR/Capacidad humana que permite resolver problemas de forma más o menos satisfactoria...

                      Razón (en filosofía)

                      La razón es la facultad o capacidad humana que permite resolver problemas de forma más o menos satisfactoria.

                      Así la satisfacción es el criterio por el cual decidimos quien tiene más o menos razón, puesto que soluciones a problemas pueden haber muchas.

                      Herramientas de la Razón

                      La lógica es la herramienta que pone a nuestra disposición el comportamiento dinámico de nuestro cerebro, siendo lógico toda línea que conserve una traza de seguimiento entre causa-efecto-solución.

                      La razón dicta si la lógica aplicada puede ser o no, universalmente aceptada.

                      La racionalidad es un modo de pensar que criba el modelo lógico a aplicar en la resolución de un problema y es el sello del comportamiento intelectual en el Mundo Occidental.

                      Así se es razonable cuando al aplicar el patrón lógico se han tomado en cuenta los aspectos emocionales propios, por lo que nuestro interlocutor nos dará la razón, tanto en cuanto comparta el transfondo emocional.

                      Tipos de razonamiento

                      -Razonamiento deductivo

                      La filosofía de Aristóteles y Platón engendró la lógica primaria , era deductiva y no inductiva.
                      Esto quiere decir que las leyes universales podían ser descubiertas por el pensamiento humano sin necesidad que éste tuviese que optar por mirar casos particulares para establecer las leyes.
                      Es decir, la lógica deductiva discurre sobre lo que sigue universalmente desde premisas dadas por la razón humana.

                      Es esta la razón por la cual Aristóteles estableció los cuatro principios a priori para la lógica todavía enseñados en nuestra época: el principio de identidad, el Principio de no contradicción, el principio del tercero excluido y el principio de razón suficiente.

                      Sin embargo, el hacer uso únicamente de la lógica deductiva puede llevar a errores, ya que se deja la observación de casos particulares de lado, para ver si se verifica el razonamiento.
                      Así entonces, Aristóteles se equivocó incluso en el número de dientes que tenían las mujeres, habiéndose podido enterar simplemente observando y contando.

                      En oposición al formalismo de lo deductivo, Hegel cuestionó el principio del tercero excluido y formuló el principio de la universalidad de la contradicción.
                      Propuso el método analítico para partir de la materia concreta dada para llegar a la forma de abstracciones universales y luego proponer definiciones generales.
                      El análisis deja lo concreto como fundamento y por medio de la abstracción de las particularidades, que aparentan ser inesenciales, pone de relieve lo universal concreto o sea la fuerza de ley general.

                      -Razonamiento inductivo

                      En el mismo sentido, el razonamiento inductivo, es el estudio de derivar una generalización o una ley a partir de observaciones de casos particulares.
                      Éste fue posteriormente incluido en el estudio de la lógica, y fue adoptado como el razonamiento básico de la investigación científica, combinándola cuando corresponde con la deducción.

                      Este probablemente es el motivo del éxito y la certeza de muchos de los modelos científicos actuales.

                      Es decir, la inclusión del razonamiento inductivo en las ciencias no es menor en nuestras vidas, nos permitió tener el modelo científico actual el cual nos ha dado una cantidad impresionante de tecnología y supuestas “verdades”.

                      -Contrastes

                      La diferencia entre la validez inductiva y la deductiva es la siguiente: Una inferencia es deductivamente válida si y sólo si no hay posible situación en la cual todas las premisas son verdaderas y la conclusión falsa.

                      La noción de validez deductiva puede ser rigurosamente establecida para sistemas de lógica formal en términos de las bien entendidas nociones de la semántica.

                      La validez inductiva, por el otro lado, requiere que se defina una “generalización rentable” a partir de un conjunto de observaciones.

                      La tarea de proveer esta definición puede ser enfrentada de varias maneras, algunas menos formales que las otras; algunas de estas definiciones pueden usar modelos matemáticos de probabilidades.

                      Kurt Gödel ha demostrado que en cualquier formalización consistente de las matemáticas que sea lo bastante fuerte para definir el concepto de números naturales, se puede construir una afirmación que ni se puede demostrar ni se puede refutar dentro de ese sistema y que ningún sistema consistente se puede usar para demostrarse a sí mismo.

                      Por tanto, en nuestra época los razonamientos deductivos e inductivos deben complementarse y trabajar juntos, buscando así la verdad sobre la realidad y el entorno.

                      Ejemplos de uso

                      Por ejemplo, nadie estaría conforme con la solución radical de acabar con la completa humanidad por ser el principal causante de las guerras en el planeta tierra, pues la serie lógica que tomaremos como ejemplo, indica que sin humanos no hay guerras y por lo tanto se logra la paz. Emocionalmente nadie estaría dispuesto a sacrificarse a ese grado.
                      No obstante, se entraría en un tipo de falacia, pues la paz es un concepto humano y sin humanos no hay ni paz ni guerra, por lo que el patrón lógico no solo es rechazable desde el aspecto emocional sino que se falsa por su propio peso.
                      En conclusión, es un planteamiento irrazonable, por mucho patrón causa-efecto-solución que contenga, los valores no se siguen y emocionalmente es insostenible.

                      Por otro lado, puede darse la situación de tener un planteamiento lógico carente de falacias pero rechazable por no gustar.
                      - En este ejemplo, usaremos el siguiente patrón lógico: hambre-ansiedad-canibalismo. El hambre es la causa de la ansiedad que se soluciona comiendo, ¿Qué precio estaríamos dispuestos a pagar de no tener más fuente de energía que otro ser geneticamente afín, en un espacio de tiempo potencialmente mortal de no variar las condiciones iniciales?. La solución a este problema pasa por entender que aumentando el tiempo, aumentamos las probabilidades de solucionar el problema de forma definitiva, aunque ¿Podríamos vivir con algo así en nuestra conciencia? ¿Podríamos pensar mejor después con algo que nos perturbase? ¿No estaremos sencillamente alargando la agonía?.
                      Todas estas preguntas adecuadamente resueltas nos indicarán que hacer. Esto pone de relieve otro factor a la hora de decidir que argumento es razonable: La conciencia o sentido moral.

                      -Límites de la razón

                      Por lo que hasta ahora, tenemos tres factores que pueden afectar a la hora de que un patrón lógico lo demos como razonable:
                      Que sea carente de falacias
                      Que concuerde con nuestra conciencia
                      Que satisfaga la necesidad.
                      Si esto se cumple, la tendencia será a conservar el patrón lógico a aplicar.

                      -Historia

                      La razón en filosofía fue descubierta por los griegos, permitiendo ésta el intercambio entre los hombres, convirtiendo a la argumentación, la discusión y el diálogo en las acciones necesarias para el desarrollo intelectual, la búsqueda del conocimiento, y el establecimiento de relaciones políticas.

                      Andando el tiempo, la razón será vista como la expresión privilegiada de las capacidades humanas, descalificando otras propiedades del espíritu.

                      La cultura griega, sin embargo, jamás llegó a ser completamente racional.

                      Concepciones

                      -El Logos socrático

                      El Logos o razonamiento es sentido por Sócrates no como un instrumento, sino como una realidad que se impone a la mente y la arrastra.

                      El razonamiento es un sentido, una realidad autónoma, superior al que razona, el cual sólo mediante el razonamiento se pone en contacto con un mundo más alto.

                      Sócrates siente que posee en su interior una fuente de revelación, una llave, que le abre las puertas de un mundo superior donde las cosas ya no son medianas, como el mundo de la realidad.
                      Ya que lo que esta revelación interior nos entrega es la verdad misma, la verdad única, que se opone terminantemente a la verdad múltiple, personal y caprichosa de los sofistas, y también a la realidad fluyente de Heráclito.
                      No es fácil comprender el asombro, el entusiasmo, el deslumbramiento que en las gentes del siglo V adC despertaba el uso de la razón.
                      En ese entonces, conversar con Sócrates era como asistir a una fiesta o fantasmagoría, a un teatro extraordinario que nunca había sido contemplado hasta ahora por el ser humano.

                      -Definiciones kantianas
                      De Immanuel Kant (1724-1804)

                      Según Kant, en un sentido general, la razón es la facultad formuladora de principios.

                      La divide en Razón Teórica y Razón Práctica, no tratándose éstas de dos razones distintas, sino de dos usos distintos de la misma y única razón.

                      Cuando dichos principios se refieren a la realidad de las cosas, es decir, si usamos la Razón para el conocimiento de la realidad, estamos ante el uso teórico de la Razón (Razón Teórica).

                      Cuando dichos principios tienen como fin la dirección de la conducta, le estamos dando a la razón un uso práctico (Razón Práctica).

                      En su uso teórico la Razón genera juicios y en su uso práctico imperativos o mandatos.

                      En un sentido más restringido y en el contexto de la "Crítica de la razón pura", la razón es la facultad de las argumentaciones, la facultad que nos permite fundamentar unos juicios en otros, y que junto con la sensibilidad y el entendimiento componen las tres facultades cognoscitivas principales que Kant estudió.

                      Véase también
                      Racionalidad
                      Logos

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                      • #12
                        Re: Dios salve la razón.

                        Originalmente publicado por cubo Ver post
                        "Cuando Dios creó todas las cosas, dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza".

                        Génesis 1:26

                        "Hagamos" "Nuestra imagen y semejanza"

                        La pregunta seria, con quien estaba platicando Dios, con sus angeles, con Satan con quien juega el egocentrico juego de ver quien cacha mas almas, consigo mismo.

                        Porque Dios habla en plural, asi como la Pepis cuando le quiere dar enfasis a un argumentito.

                        Acaso es melodramatico ya que cuando un angel levanto la mano para hacerlo notar, de manera artistica y magistral voltea y le dice, es retorica wuey.

                        O solamente sera un resabio mas de los hombres que quisieron en su estupido egoismo ser como Dios.

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                        • #13
                          Re: Dios salve la razón.

                          """"Porque Dios habla en plural, asi como la Pepis cuando le quiere dar enfasis a un argumentito.""

                          Mezclar a Dios con Pepis es de una estúpidez digana de mejor causa.
                          Cuando hablo en plural no es para dar enfasis a un argumentito, seguramente es porque lo que yo digo o pienso es lo que muchas personas piensan también.
                          Y dedícate a contestarle a Cubo, para que sí él quiere te de un revolcón de aquellos !!!
                          porque puede darte varias vueltas a y tú ni ni reponder podrás..
                          Entiendes, o le sigo ?

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                          • #14
                            Re: Dios salve la razón.

                            Los teístas hablan de la razón como si la razón, por ejemplo, pudiera salir en defensa de concepciones inmaculadas, resurecciones, y demas milagros. Tu crees en esas cosas cubo?
                            Nunca deja de asombrar como las focas, prontas y felices, reciben con brazos abiertos cualquier basura que les avienten sus amos, los caciques de la oposicion.

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                            • #15
                              Re: Dios salve la razón.

                              Originalmente publicado por cubo Ver post
                              "La fe de la Iglesia se ha atenido siempre a la convicción de que entre Dios y nosotros, entre su eterno Espíritu creador y nuestra razón creada, existe una verdadera analogía, en la que ciertamente las diferencias son infinitamente más grandes que las semejanzas, pero a pesar de ello no llegan a abolir la analogía y su lenguaje".

                              IV Concilio de Letrán, año 1215.

                              y sin embargo lo anterior fue afirmado por un simple ser humano que quizá no creia que Dios realmente confía mas en su creación que la creación misma atreviendose así a contradecir a la divinidad.

                              Arturo

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