¿A qué no adivinan de quién hablo?
Dicen que cada pueblo tiene su propio loquito, y es cierto. También en cada colonia y en cada barrio suele haber una persona afectada de sus facultades mentales, ya sea por el exceso de alcohol o por cualquier otra causa, que la comunidad conoce, ayuda y tolera. Por lo general son inofensivos y divierten a todos con sus ocurrencias y disparates.
También la literatura le ha dado cabida a estos chuscos personajes ¿Cómo olvidar al gracioso Pito Pérez de don José Rubén Romero o al fantasioso Tartarín de Tarascón de Alfonso Daudet?
Y a decir verdad, no sólo en los pueblos y barrios existen estos seres, en casi cualquier colectividad suelen encontrarse. Y Foros México no podía ser la excepción.
Tenemos por aquí a un personaje que de no haber nacido, Tom Ruegger lo hubiera inventado para los Animaniacs.
Carnavalesco y retobador, cínico y fantasioso, lo que no sabe lo inventa y “si no la gana, la empata”. Miente sin pudor alguno, niega lo que acaba de decir y cuando lo pillan en algún embuste, desaparece unos días y regresa tan fresco diciendo que “no va a leer nada de lo que se haya dicho en su ausencia”.
Tiene muy buena opinión de sí mismo: Cree que su ortografía es casi perfecta, aunque no aprobaría un examen de primaria; presume de ser gran lector y de entender no sólo la segunda intención de un autor, sino la tercera, cuarta, quinta y cuántas se imagine que puedan tener.
Se considera un experto en “pensamiento lateral”, trilateral, ortogonal y convexo, lo que le permite interpretar lo que otros dicen aunque nunca hayan dicho lo que él creyó entender.
Cuando alguien le da una paliza presume haber ganado todos los rounds.
Cree saber como nadie de política, de sociología, de psicología, de historia, de fútbol americano y hasta de toros.
Nadie conoce como él su pueblo adoptivo, que además es una sucursal del paraíso donde jamás ocurre nada malo. Habla de él como si fuera una isla distinta en todo al resto del país. Y cree que absolutamente todos piensan igualito que él. Y si no le creen pregúntenle a su bolero.
Niega ser católico pero es más mocho que el forista piadoso.
Es chilango pero odia a los chilangos.
Es azulito y pacífico pero hasta los panistas lo quieren expulsar de su partido.
Es homofóbico y prejuicioso pero se considera tolerante y respetuoso.
Cuando quiere demostrar “lo bien que redacta” se fusila textos completos, aunque a veces no los comprende y termina dando conclusiones que no tienen nada que ver con los postulados.
Cuando lo pescan en el plagio dice que “se estaba documentando”.
Miente absurdamente para “demostrar” lo que se imagina y cuando le demuestran su error dice que “hablaba de otra cosa”.
O miente descaradamente y cuando lo descubren dice que “estaba poniendo trampas” y hasta se felicita por su ocurrencia y cree que le funcionaron.
Aconseja a los demás “conseguirse una vida” y se ufana de “no vivir patéticamente metido en un Foro”, aunque promedia más de 20 mensajes diarios desde hace dos años.
Es pintoresco, gracioso, simpático, chistoso, jocoso y francamente muy cómico, sobre todo cuando habla en serio.
Pero no voy a decir su nombre, seguramente nadie se ha dado cuenta de a quién me refiero.
Dicen que cada pueblo tiene su propio loquito, y es cierto. También en cada colonia y en cada barrio suele haber una persona afectada de sus facultades mentales, ya sea por el exceso de alcohol o por cualquier otra causa, que la comunidad conoce, ayuda y tolera. Por lo general son inofensivos y divierten a todos con sus ocurrencias y disparates.
También la literatura le ha dado cabida a estos chuscos personajes ¿Cómo olvidar al gracioso Pito Pérez de don José Rubén Romero o al fantasioso Tartarín de Tarascón de Alfonso Daudet?
Y a decir verdad, no sólo en los pueblos y barrios existen estos seres, en casi cualquier colectividad suelen encontrarse. Y Foros México no podía ser la excepción.
Tenemos por aquí a un personaje que de no haber nacido, Tom Ruegger lo hubiera inventado para los Animaniacs.
Carnavalesco y retobador, cínico y fantasioso, lo que no sabe lo inventa y “si no la gana, la empata”. Miente sin pudor alguno, niega lo que acaba de decir y cuando lo pillan en algún embuste, desaparece unos días y regresa tan fresco diciendo que “no va a leer nada de lo que se haya dicho en su ausencia”.
Tiene muy buena opinión de sí mismo: Cree que su ortografía es casi perfecta, aunque no aprobaría un examen de primaria; presume de ser gran lector y de entender no sólo la segunda intención de un autor, sino la tercera, cuarta, quinta y cuántas se imagine que puedan tener.
Se considera un experto en “pensamiento lateral”, trilateral, ortogonal y convexo, lo que le permite interpretar lo que otros dicen aunque nunca hayan dicho lo que él creyó entender.
Cuando alguien le da una paliza presume haber ganado todos los rounds.
Cree saber como nadie de política, de sociología, de psicología, de historia, de fútbol americano y hasta de toros.
Nadie conoce como él su pueblo adoptivo, que además es una sucursal del paraíso donde jamás ocurre nada malo. Habla de él como si fuera una isla distinta en todo al resto del país. Y cree que absolutamente todos piensan igualito que él. Y si no le creen pregúntenle a su bolero.
Niega ser católico pero es más mocho que el forista piadoso.
Es chilango pero odia a los chilangos.
Es azulito y pacífico pero hasta los panistas lo quieren expulsar de su partido.
Es homofóbico y prejuicioso pero se considera tolerante y respetuoso.
Cuando quiere demostrar “lo bien que redacta” se fusila textos completos, aunque a veces no los comprende y termina dando conclusiones que no tienen nada que ver con los postulados.
Cuando lo pescan en el plagio dice que “se estaba documentando”.
Miente absurdamente para “demostrar” lo que se imagina y cuando le demuestran su error dice que “hablaba de otra cosa”.
O miente descaradamente y cuando lo descubren dice que “estaba poniendo trampas” y hasta se felicita por su ocurrencia y cree que le funcionaron.
Aconseja a los demás “conseguirse una vida” y se ufana de “no vivir patéticamente metido en un Foro”, aunque promedia más de 20 mensajes diarios desde hace dos años.
Es pintoresco, gracioso, simpático, chistoso, jocoso y francamente muy cómico, sobre todo cuando habla en serio.
Pero no voy a decir su nombre, seguramente nadie se ha dado cuenta de a quién me refiero.
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