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Poesias y rimas que aligeran el alma

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  • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma

    Hola!
    Qué bonita conversación de ustedes, aunque esa no es la palabra pero creo que me hago entender; que vivificante leer a tres amigos que hablan positivamente, que creen en las cosas bellas de la vida como es la poesía ,porque encierra la manera sensible de decir las cosas .

    Y que hablan de los hijos y tiene razón Kabrakan, una hija es lo mejor de la vida, porque yo tengo la suerte de tener dos; igual que tú Alquimista, y cuando nació la primera, el 24 de Diciembre, pensé que era el mejor regalo que la vida me podía dar y me hizo Bis, con la otra.

    Yo creo que sí te las mereces Alquimista.
    La Vida, el Universo, Dios, como le quieras decir no se equivoca; somos nosotros los que nos equivocamos muchas veces, o algunas, al pensar que no merecemos algo que llegó a nosotros, del tipo que sea.
    Y es la Ley del Péndulo que está funcionando.
    Ni más ni menos .
    Y a veces la vida te da un plus más.

    No tuve hijos pero tengo tres hermosos chiquitos que son mis nietos y una princesita, yo tampoco pensaba tener tanta suerte y a veces me quedo pensando en éso y es un motivo más para agradecer a Dios, al mio que es el de todos.

    Un Saludo afectuoso a los tres y espero que esta vez sea la tercera vencedora.

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    • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma

      "Ella sintió que vivió y murió clamándole a un Dios que no la escuchó"

      Y sin embargo, escucha. Escucha y concede, puesto que la oración de petición tiene un orden y un fin.

      Un abrazo, Alquimista.

      PD En el tema de Urantia lo retomamos hace un par de años.

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      • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma

        TU CUERPO EMANA ESENCIAS
        MANUEL GRANADOS


        Mi amor, yo te necesito para ser feliz,
        porque el sonido de tu voz alegra mi espíritu y
        tu cercanía a mi despierta todos mis sentidos.
        entran todos los aromas de tu piel por mis sentidos,
        mi corazón acelera sus latidos cada vez más,
        cuando pienso en ti, si estas junto a mi cada día,
        el tiempo pasa sin sentir.

        Todo mi cuerpo excitado y candente,
        cuando tú me susurras al oído muy suave,
        tus poros emanan los perfumes de mi locura,
        los más seductores y dulces fluidos corporales,
        que jamás hayan emanado nunca de mi cuerpo,
        con otra mujer a mi lado que no seas tú.

        Mírame amor, mírame con pasión,
        haz de mí un ser agradecido en el amor,
        por necesitar a mi lado alguien para ser feliz,
        a una mujer especial como tú eres.
        Veo en tu rostro cada día, crecer bellas semillas,
        crear, soñar, dejar todo surgir por sí solo,
        aparcando el miedo a sufrir, un desengaño,
        por tu amor.

        Siento calmar mi deliciosa ansiedad,
        que está despierta en mi corazón cada noche,
        que estas en mi cama arrullándome con calma,
        siento tus dulces besos y todo tu amor.
        Quiero despertar cada mañana a tu lado,
        sentir el calor de tu cuerpo junto al mío,
        en nuestra cama del deseo, sobre tu regazo.

        Poder beber de tu cuerpo los jugos prohibidos,
        las deliciosas esencias emanadas de tu cuerpo,
        los jugos más sensuales cuan fruta maduro,
        de tu delicado cuerpo desnudo junto al mío.

        Eres la dura pena que aborda mi corazón,
        soy cautivo de tu maravilloso amor sin razón,
        eres la belleza de mujer que siempre imaginé,
        para mi vida pero sé que nunca te tendré para mí y
        mis deseos pero nadie jamás, podrá prohibirme,
        el que te, pueda amar en silencio.



        Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
        Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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        • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma

          UN TATUAJE
          Julio Cesar Toledo

          Siempre dijeron
          de mí
          que muy seriecito para su edad
          —que muy bueno para venir de esa mala semilla
          oscurecida—.
          Yo
          quería dormir hasta tarde los domingos
          tener revistas porno debajo del colchón
          pero: muy seriecito para mi edad.
          Quería un tatuaje
          pero
          iba los domingos —tempranito—
          al coro de la iglesia
          al mercado del brazo de mi madre.
          Cumplí todas mis tareas,
          fui todo lo que la familia deseó.

          Ciertas tardes de verano salí desnudo al jardín
          imaginando un dragón que en su tinta devoraba mi pierna.

          Bueno para las clases de historia y de ciencia natural
          asistí con religiosidad todos los días a clase
          quise irme de pinta
          y besar en parques escondidos a mujeres (niñas de labios pintados)
          que se cambiaban el nombre
          para no manchar como su ropa interior, el verdadero.
          En cambio hubo prolongadas noches
          de inventarles rostros y olores a esas musas.

          Luego me dio por las palabras
          andar diciendo cosas raras
          de la gente:
          su mirada es fuego que me funde y fragua
          de las cosas:
          una blanca nostalgia hizo nido en el ropero

          y antes de perderlo todo en esa apuesta
          —qué oportuno—
          me consiguieron un trabajo
          un buen trabajo, digo

          de esos que uno gana su dinero
          de esos que se pone uno corbata y siempre
          le dicen a uno Señor
          aprendí de nónimas y trámites honrosos
          de windows e impresoras a color
          y yo
          seguía queriendo un tatuaje
          en el tobillo,
          una tarde de playa con ocasos de Neruda.

          Pero —siempre— el amor es de alguna forma medicina:
          droga corriente
          peligrosa y adictiva igual de ilegal —debiera castigarse—
          muy costosa pero no tan de mal ver,
          excepto
          en las entrañas, donde hace su guarida de epidemia.

          Comencé a escribir en las paredes de mi cuarto
          luego en espaldas de mujer…
          Hoy
          mis versos se maduran lentamente
          en la mirada desatada de un anhelo.
          Una brasa —más instinto que otra cosa—
          prepara su caldero en cierto vientre
          y canta de brazos abiertos mi llegada
          en espera
          del tañido iracundo que nos resumirá.

          Cuando sepa el nombre de ese fruto
          por toda la verdad acumulada
          por toda la obediencia que llagó mi pecho
          me haré un tatuaje
          tal vez dos.

          Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
          Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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          • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma

            DESNUDA LA ADOLESCENCIA (en Cuba)
            Julio Cesar Toledo

            Si algo añoro de la adolescencia es la desnudez.
            La desnudez de adolescentes que sin razón danzaban en mi cuarto,
            la mía de los domingos que bajo el sol maceraba su futura fruta
            de tacto temeroso.

            Extraño la desnudez de los chicos fumando,
            sus cuerpos reposando lánguidos sin vello, dibujados por el humo
            y yo extasiado
            desnudo
            mirando tanta piel reunida, de la que hice mi vocabulario.

            Extraño la desnuda confianza con que Maité me escribía desde su isla,
            la desnudez de ella misma cuando andaba toreando tiburones:
            palpaba sus caderas oscuras
            cantando (qué voz) eso de somos lo máximo…

            Todo parecía mejor así, desnudo,
            como celebrando a la intemperie su existencia sin necesidad de tapar nada,
            como si en la piel desposeída habitara también la transparencia
            del mundo que se fragua simple y pleno

            Hoy, la furia de los años nos cae en interminables kilómetros de tela.
            La vida adulta, sus chamarras,
            cubren más de lo que alguna vez imaginamos ver,
            ya la piel es clandestina actividad que no se nombra.

            Antes,
            íbamos desnudos por algunas alamedas,
            sin presumir
            la lozana liviandad de nuestros vientres,
            no incitábamos a nadie con esas airadas nalgas,
            no;
            tampoco pretendimos nada.
            Era una desnudez que andaba sola,
            sin necesitarnos habitaba nuestros cuerpos.
            Era, cómo decirlo, una desnudez muy natural.

            También fuimos locos que tocamos toda piel que vimos andar sin recato en las
            aceras: salvajes adolescentes que andaban de pecho en pecho, de sexo en
            sexo jugando a ser los primeros pobladores de la tierra
            (animales del asombro, nuevos ricos).

            Fue por desnudez que nos tentamos, no por morbo ni con fines de hacer más
            ancho el orbe, no,
            era pura y sencilla desnudez.

            Ya pasados los días de encuerarse sin provocación alguna,
            los chicos de glandes lisos y rosados
            son robustos dueños de bodegas de ropa en toda talla,
            ya no fuman, corren dos kilómetros cortitos todas las mañanas
            eso sí
            con ropa deportiva muy a doc.

            Y Maité,
            ay Maité,
            ya sin isla
            ataviada con ropa de finísimas y registradas marcas,
            no va nunca al mar (dicen, que se baña vestida para no
            recordar el ardor de la piel sin protección).

            Yo, a veces, cuando puedo llenar mis pulmones de suficiente melancolía,
            me quedo bajo el sol alguna tarde de domingo
            y como homenaje a aquella época de encueros
            me desvisto,
            y junto con mi cuerpo, en un exhalo lento (posibles lágrimas secretas),
            desnudo también mi alma.

            Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
            Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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            • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma

              DESNUDO DE MUJER.
              Jesus Lantigua


              La carne firme le ofrece
              erotismo a las caderas;
              atracción para quimeras
              en la lujuria que crece.

              De los glúteos aparece
              la piel cual carnal coraza.
              Sus muslos, hechos de braza,
              una perfecta escultura
              exhibiendo la moldura
              de tan imponente raza.

              El vientre desciende tenso
              para fundirse en las piernas
              donde le nacen mas tiernas
              ansias del amor inmenso.

              La pelvis concede intenso
              encanto a su lozanía.
              Se funde la poesía
              de la piel con su interior;
              metamorfosis de flor
              en sexual anatomía.

              Los pechos rozan la brisa
              con sus pezones de fuego;
              el cabello, es simple juego
              acariciando la risa.

              Los ojos se van de prisa
              en la mirada que evoca.
              El rosado va y le toca
              las dos mejillas ardientes
              y los labios son dos puentes
              para el beso de una boca.

              Toda la carne se adosa
              a la silueta perfecta;
              mezcla de princesa erecta
              y levitación de diosa.

              Hay conjugación grandiosa
              entre cuerpo e inteligencia.
              Hay valores, hay presencia
              física y espiritual.
              ¡No hay otro ser tan igual!
              ¡Nada le viste de ausencia!

              Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
              Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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              • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma

                EL SOLTERITO
                Vox Populi

                Cuando me traian mis padres
                bien vestido, con mis dos mudas;
                hora me parezco a Judas
                por lo harapiento.
                Como gato de convento
                por los rincones,
                remendando mis calzones
                con pita floja;
                y esta vieja tan loca
                que me ha salido.

                Me voy para Guanajuato
                a comprar cueros;
                y pongo una cria de puercos,
                de esos pelones
                pa´chicharrones.

                Me encontré una vieja chueca
                que del arroyo bajé,
                ¡Ah, diablo de chueca!
                no mas le ruidaba el pie.
                Amigos, les contaré
                lo que hacen los animales:
                yo vide tejer guacales,
                con sus tejidos de hilacha,
                a una guapa cucaracha;
                vi una paloma rascuacha
                pelándome tantos dientes,
                los tenía tan relucientes
                que parecian de marfil;
                yo le conté cuatro mil,
                aparte de los colmillos.
                También vide los pericos,
                los pericos amarillos.

                También vide una aguililla
                peleando con un caimán;
                también vide un gavilán
                por media ladera arriba;
                vide una liebre ligera,
                muy bien sentada en su silla;
                vide un indio con faldilla
                descargando su escopeta.





                Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
                Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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                • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma

                  Alaba los ojos negros de Julia
                  Rubén Darío


                  ¿Eva era rubia? No. Con negros ojos
                  vio la manzana del jardín: con labios
                  rojos probó su miel; con labios rojos
                  que saben hoy más ciencia que los sabios.

                  Venus tuvo el azur en sus pupilas,
                  pero su hijo no. Negros y fieros,
                  encienden a las tórtolas tranquilas
                  los dos ojos de Eros.

                  Los ojos de las reinas fabulosas,
                  de las reinas magníficas y fuertes,
                  tenían las pupilas tenebrosas
                  que daban los amores y las muertes.

                  Pentesilea, reina de amazonas;
                  Judith, espada y fuerza de Betulia;
                  Cleopatra, encantadora de coronas,
                  la luz tuvieron de tus ojos, Julia.

                  La negra, que es más luz que la luz blanca
                  del sol, y las azules de los cielos.
                  Luz que el más rojo resplandor arranca
                  al diamante terrible de los celos.

                  Luz negra, luz divina, luz que alegra
                  la luz meridional, luz de las niñas,
                  de las grandes ojeras, ¡oh luz negra
                  que hace cantar a Pan bajo las viñas!


                  Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
                  Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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                  • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma

                    Los motivos del lobo
                    Rubén Darío

                    El varón que tiene corazón de lis,
                    alma de querube, lengua celestial,
                    el mínimo y dulce Francisco de Asís,
                    está con un rudo y torvo animal,
                    bestia temerosa, de sangre y de robo,
                    las fauces de furia, los ojos de mal:
                    el lobo de Gubbia, el terrible lobo,
                    rabioso, ha asolado los alrededores;
                    cruel ha deshecho todos los rebaños;
                    devoró corderos, devoró pastores,
                    y son incontables sus muertes y daños.

                    Fuertes cazadores armados de hierros
                    fueron destrozados. Los duros colmillos
                    dieron cuenta de los más bravos perros,
                    como de cabritos y de corderillos.

                    Francisco salió:
                    al lobo buscó
                    en su madriguera.
                    Cerca de la cueva encontró a la fiera
                    enorme, que al verle se lanzó feroz
                    contra él. Francisco, con su dulce voz,
                    alzando la mano,
                    al lobo furioso dijo: ?¡Paz, hermano
                    lobo! El animal
                    contempló al varón de tosco sayal;
                    dejó su aire arisco,
                    cerró las abiertas fauces agresivas,
                    y dijo: ?¡Está bien, hermano Francisco!
                    ¡Cómo! ?exclamó el santo?. ¿Es ley que tú vivas
                    de horror y de muerte?
                    ¿La sangre que vierte
                    tu hocico diabólico, el duelo y espanto
                    que esparces, el llanto
                    de los campesinos, el grito, el dolor
                    de tanta criatura de Nuestro Señor,
                    no han de contener tu encono infernal?
                    ¿Vienes del infierno?
                    ¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
                    Luzbel o Belial?
                    Y el gran lobo, humilde: ?¡Es duro el invierno,
                    y es horrible el hambre! En el bosque helado
                    no hallé qué comer; y busqué el ganado,
                    y en veces comí ganado y pastor.
                    ¿La sangre? Yo vi más de un cazador
                    sobre su caballo, llevando el azor
                    al puño; o correr tras el jabalí,
                    el oso o el ciervo; y a más de uno vi
                    mancharse de sangre, herir, torturar,
                    de las roncas trompas al sordo clamor,
                    a los animales de Nuestro Señor.
                    Y no era por hambre, que iban a cazar.
                    Francisco responde: ?En el hombre existe
                    mala levadura.
                    Cuando nace viene con pecado. Es triste.
                    Mas el alma simple de la bestia es pura.
                    Tú vas a tener
                    desde hoy qué comer.
                    Dejarás en paz
                    rebaños y gente en este país.
                    ¡Que Dios melifique tu ser montaraz!
                    ?Está bien, hermano Francisco de Asís.
                    ?Ante el Señor, que todo ata y desata,
                    en fe de promesa tiéndeme la pata.
                    El lobo tendió la pata al hermano
                    de Asís, que a su vez le alargó la mano.
                    Fueron a la aldea. La gente veía
                    y lo que miraba casi no creía.
                    Tras el religioso iba el lobo fiero,
                    y, baja la testa, quieto le seguía
                    como un can de casa, o como un cordero.

                    Francisco llamó la gente a la plaza
                    y allí predicó.
                    Y dijo: ?He aquí una amable caza.
                    El hermano lobo se viene conmigo;
                    me juró no ser ya vuestro enemigo,
                    y no repetir su ataque sangriento.
                    Vosotros, en cambio, daréis su alimento
                    a la pobre bestia de Dios. ?¡Así sea!,
                    contestó la gente toda de la aldea.
                    Y luego, en señal
                    de contentamiento,
                    movió testa y cola el buen animal,
                    y entró con Francisco de Asís al convento.

                    Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
                    en el santo asilo.
                    Sus bastas orejas los salmos oían
                    y los claros ojos se le humedecían.
                    Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
                    cuando a la cocina iba con los legos.
                    Y cuando Francisco su oración hacía,
                    el lobo las pobres sandalias lamía.
                    Salía a la calle,
                    iba por el monte, descendía al valle,
                    entraba en las casas y le daban algo
                    de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
                    Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
                    dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
                    desapareció, tornó a la montaña,
                    y recomenzaron su aullido y su saña.
                    Otra vez sintióse el temor, la alarma,
                    entre los vecinos y entre los pastores;
                    colmaba el espanto los alrededores,
                    de nada servían el valor y el arma,
                    pues la bestia fiera
                    no dio treguas a su furor jamás,
                    como si tuviera
                    fuegos de Moloch y de Satanás.

                    Cuando volvió al pueblo el divino santo,
                    todos lo buscaron con quejas y llanto,
                    y con mil querellas dieron testimonio
                    de lo que sufrían y perdían tanto
                    por aquel infame lobo del demonio.

                    Francisco de Asís se puso severo.
                    Se fue a la montaña
                    a buscar al falso lobo carnicero.
                    Y junto a su cueva halló a la alimaña.
                    ¿En nombre del Padre del sacro universo,
                    conjúrote ?dijo?, ¡oh lobo perverso!,
                    a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
                    Contesta. Te escucho.
                    Como en sorda lucha, habló el animal,
                    la boca espumosa y el ojo fatal:
                    ¿Hermano Francisco, no te acerques mucho...
                    Yo estaba tranquilo allá en el convento;
                    al pueblo salía,
                    y si algo me daban estaba contento
                    y manso comía.
                    Mas empecé a ver que en todas las casas
                    estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
                    y en todos los rostros ardían las brasas
                    de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
                    Hermanos a hermanos hacían la guerra,
                    perdían los débiles, ganaban los malos,
                    hembra y macho eran como perro y perra,
                    y un buen día todos me dieron de palos.
                    Me vieron humilde, lamía las manos
                    y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
                    todas las criaturas eran mis hermanos:
                    los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
                    hermanas estrellas y hermanos gusanos.
                    Y así, me apalearon y me echaron fuera.
                    Y su risa fue como un agua hirviente,
                    y entre mis entrañas revivió la fiera,
                    y me sentí lobo malo de repente;
                    mas siempre mejor que esa mala gente.
                    y recomencé a luchar aquí,
                    a me defender y a me alimentar.
                    Como el oso hace, como el jabalí,
                    que para vivir tienen que matar.
                    Déjame en el monte, déjame en el risco,
                    déjame existir en mi libertad,
                    vete a tu convento, hermano Francisco,
                    sigue tu camino y tu santidad.

                    El santo de Asís no le dijo nada.
                    Le miró con una profunda mirada,
                    y partió con lágrimas y con desconsuelos,
                    y habló al Dios eterno con su corazón.
                    El viento del bosque llevó su oración,
                    que era: Padre nuestro, que estás en los cielos..


                    Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
                    Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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                    • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma

                      La cartuja
                      Rubén Darío

                      Este vetusto monasterio ha visto,
                      secos de orar y pálidos de ayuno,
                      con el breviario y con el Santo Cristo,
                      a los callados hijos de San Bruno.

                      A los que en su existencia solitaria
                      con la locura de la cruz, y al vuelo
                      místicamente azul de la plegaria,
                      fueron a Dios en busca de consuelo.

                      Mortificaron con las disciplinas
                      y los cilicios la carne mortal,
                      y opusieron, orando, las divinas
                      ansias celestes al furor sexual.

                      La soledad que amaba Jeremías,
                      el misterioso profesor de llanto,
                      y el silencio, en que encuentran armonías
                      el soñador, el místico y el santo,

                      fueron para ellos minas de diamantes
                      que cavan los mineros serafines,
                      a la luz de los cirios parpadeantes
                      y al son de las campanas de maitines.

                      Gustaron las harinas celestiales
                      en el maravilloso simulacro,
                      herido el cuerpo bajo los sayales,
                      el espíritu ardiente en amor sacro.

                      Vieron la nada amarga de este mundo,
                      pozos de horror y dolores extremos,
                      y hallaron el concepto más profundo
                      en el profundo «De morir tenemos».

                      Y como a Pablo e Hilarión y Antonio,
                      a pesar de cilicios y oraciones,
                      les presentó, con su hechizo, el demonio
                      sus mil visiones de fornicaciones.

                      Y fueron castos por dolor y fe,
                      y fueron pobres por la santidad,
                      y fueron obedientes porque fue
                      su reina de pies blancos la humildad.

                      Vieron los belcebúes y satanes
                      que esas almas humildes y apostólicas
                      triunfaban de maléficos afanes
                      y de tantas acedias melancólicas.

                      Que el Mortui estis del candente Pablo
                      les forjaba corazas arcangélicas
                      y que nada podía hacer el diablo
                      de halagos finos o añagazas bélicas.

                      ¡Ah!, fuera yo de esos que Dios quería,
                      y que Dios quiere cuando así le place,
                      dichosos ante el temeroso día
                      de losa fría y Resquiescat in pace!

                      Poder matar el orgullo perverso
                      y el palpitar de la carne maligna,
                      todo por Dios, delante el Universo,
                      con corazón que sufre y se resigna.

                      Sentir la unción de la divina mano,
                      ver florecer de eterna luz mi anhelo,
                      y oír como un Pitágoras cristiano
                      la música teológica del cielo.

                      Y al fauno que hay en mí, darle la ciencia
                      que al Ángel hace estremecer las alas.
                      Por la oración y por la penitencia
                      poner en fuga a las diablesas malas.

                      Darme otros ojos; no estos ojos vivos
                      que gozan en mirar, como los ojos
                      de los sátiros locos medio-chivos,
                      redondeces de nieve y labios rojos.

                      Darme otra boca en que queden impresos
                      los ardientes carbones del asceta;
                      y no esta boca en que vinos y besos
                      aumentan gulas de hombre y de poeta.

                      Darme otras manos de disciplinante
                      que me dejen el lomo ensangrentado,
                      y no estas manos lúbricas de amante
                      que acarician las pomas del pecado.

                      Darme otra sangre que me deje llenas
                      las venas de quietud y en paz los sesos,
                      y no esta sangre que hace arder las venas,
                      vibrar los nervios y crujir los huesos.

                      ¡Y quedar libre de maldad y engaño,
                      y sentir una mano que me empuja
                      a la cueva que acoge al ermitaño,
                      o al silencio y la paz de la Cartuja!



                      Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
                      Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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                      • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma


                        AMIGA A LA QUE AMO

                        Amiga a la que amo: no envejezcas.
                        Que se detenga el tiempo sin tocarte;
                        que no te quite el manto
                        de la perfecta juventud. Inmóvil
                        junto a tu cuerpo de muchacha dulce
                        quede, al hallarte, el tiempo.

                        Si tu hermosura ha sido
                        la llave del amor, si tu hermosura
                        con el amor me ha dado
                        la certidumbre de la dicha,
                        la compañía sin dolor, el vuelo,
                        guárdate hermosa, joven siempre.

                        No quiero ni pensar lo que tendría
                        de soledad mi corazón necesitado,
                        si la vejez dañina, perjuiciosa
                        cargara en ti la mano,
                        y mordiera tu piel, desvencijara
                        tus dientes, y la música
                        que mueves, al moverte, deshiciera.

                        Guárdame siempre en la delicia
                        de tus dientes parejos, de tus ojos,
                        de tus olores buenos,
                        de tus brazos que me enseñas
                        cuando a solas conmigo te has quedado
                        desnuda toda, en sombras,
                        sin más luz que la tuya,
                        porque tu cuerpo alumbra cuando amas,
                        más tierna tú que las pequeñas flores
                        con que te adorno a veces.

                        Guárdame en la alegría de mirarte
                        ir y venir en ritmo, caminando
                        y, al caminar, meciéndote
                        como si regresaras de la llave del agua
                        llevando un cántaro en el hombro.

                        Y cuando me haga viejo,
                        y engorde y quede calvo, no te apiades
                        de mis ojos hinchados, de mis dientes
                        postizos, de las canas que me salgan
                        por la nariz. Aléjame,
                        no te apiades, destiérrame, te pido;
                        hermosa entonces, joven como ahora,
                        no me ames: recuérdame
                        tal como fui al cantarte, cuando era
                        yo tu voz y tu escudo,
                        y estabas sola, y te sirvió mi mano.

                        Rubén Bonifaz Nuño.

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                        • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma



                          Centímetro a centímetro
                          —piel, cabello, ternura, olor, palabras—
                          mi amor te va tocando.

                          Voy descubriendo a diario, convenciéndome
                          de que estás junto a mí; de que es posible
                          y cierto; que no eres ya, la felicidad imaginada,
                          sino la dicha permanente, hallada, concretísima;
                          el abierto aire total en que me pierdo y gano.

                          Y después, qué delicia la de ponerme lejos nuevamente.
                          Mirarte como antes y llamarte de “usted”, para que sientas
                          que no es verdad que te haya conseguido;que sigues siendo tú,
                          la inalcanzada ;que hay muchas cosas tuyas que no puedo tener.

                          Qué delicia delgada, incomprensible, la de verte de lejos,
                          y soportar los golpes de alegría que de mi corazón ascienden
                          al acercarme a ti por vez primera; siempre por vez primera, a cada instante…


                          Rubén Bonifaz Nuño.
                          Tatiana
                          Forista Opalo
                          Last edited by Tatiana; 05-febrero-2013, 20:53.

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                          • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma

                            PARA UN MENÚ

                            Las novias pasadas son copas vacías;
                            en ellas pusimos un poco de amor;
                            el néctar tomamos . . . huyeron los días . . .
                            ¡Traed otras copas con nuevo licor!

                            Champán son las rubias de cutis de azalia;
                            Borgoña los labios de vivo carmín;
                            los ojos oscuros son vino de Italia,
                            los verdes y claros son vino del Rhin.

                            Las bocas de grana son húmedas fresas;
                            las Negras pupilas escancian café;
                            son ojos azules las llamas traviesas
                            que trémulas corren como almas del té.

                            La copa se apura, la dicha se agota;
                            de un sorbo tomamos mujer y licor . . .
                            Dejemos las copas. . . ¡Si queda una gota,
                            que beba el lacayo las heces del amor!



                            Manuel Gonzalez Nájera

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                            • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma

                              ESTE ERA UN REY. . .
                              Juan de Dios Peza

                              Ven mi Juan, y toma asiento
                              en la mejor de tus sillas;
                              siéntate aquí, en mis rodillas,
                              y presta atención a un cuento.

                              Así estás bien, eso es,
                              muy cómodo, muy ufano,
                              pero ten quieta esa mano;
                              vamos, sosiega esos pies.

                              Este era un rey... me maltrata
                              el bigote ese cariño,
                              Este era un rey... vamos niño,
                              que me rompes la corbata.

                              Si vieras con qué placer
                              ese rey... ¡Jesús! ¡qué has hecho!
                              ¿Lo ves? en medio del pecho
                              ¡me has clavado un alfiler!

                              ¿Y mi dolor te da risa?
                              escucha y tenme respeto:
                              éste era un rey... deja quieto
                              el cuello de mi camisa.

                              Oír atento es la ley
                              que a cumplir aquí te obligo...
                              Deja mi reloj... prosigo.
                              Atención: Este era un rey...

                              Me da tormentos crueles
                              tu movilidad chicuelo,
                              ¿ves? has regado en el suelo
                              mi dinero y mis papeles.

                              Responde: ¿me has de escuchar?
                              Este era un rey... ¡qué locura!
                              me tiene en grande tortura
                              que te muevas sin parar.

                              Mas ¿ya estás quieto? Sí, sí
                              al fin cesa mi tormento...
                              Este era un rey, oye el cuento
                              inventado para ti.

                              Y agrega el niño, que es ducho
                              en tramar cuentos a fe:
                              "Este era un rey..." ya lo sé
                              porque lo repites mucho.

                              Y me gusta el cuentecito
                              y mira ya lo aprendí:
                              "Este era un rey", ¿no es así?
                              "¡Qué bonito! ¡Qué bonito!"

                              Y de besos me da un ciento,
                              y pienso al ver sus cariños:
                              los cuentos para los niños,
                              no requieren argumento.

                              Basta con entender
                              su espíritu de tal modo
                              que nos puedan hacer todo
                              lo que nos quieran hacer.

                              Con lenguaje grato o rudo
                              un niño, sin hacer caso,
                              va dejando paso a paso
                              a su narrador desnudo.

                              Infeliz del que se escama
                              con esas dulces locuras:
                              ¡si estriba en sus travesuras
                              el argumento del drama!

                              ¡Oh Juan! me alegra y me agrada
                              tu movilidad tan terca;
                              te cuento por verte cerca
                              y no por contarte nada.

                              Y bendigo mi fortuna,
                              y oye el cuento y lo sabrás;
                              "Era un rey a quien jamás
                              le sucedió cosa alguna".
                              Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
                              Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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                              • Re: Poesias y rimas que aligeran el alma

                                Fusiles y Muñecas
                                Juan de Dios Peza

                                CUADRO REALISTA

                                Juan y Margot, dos ángeles hermanos
                                Que embellecen mi hogar con sus cariños
                                Se entretienen con juegos tan humanos
                                Que parecen personas desde niños.

                                Mientras Juan, de tres años, es soldado
                                Y monta en una caña endeble y hueca,
                                Besa Margot con labios de granado
                                Los labios de cartón de su muñeca.

                                Lucen los dos sus inocentes galas,
                                Y alegres sueñan en tan dulces lazos;
                                El, que cruza sereno entre las balas;
                                Ella, que arrulla un niño entre sus brazos.

                                Puesto al hombro el fusil de hoja de lata,
                                El kepis de papel sobre la frente,
                                Alienta el niño en su inocencia grata
                                El orgullo viril de ser valiente.

                                Quizá piensa, en sus juegos infantiles,
                                Que en este mundo que su afán recrea,
                                Son como el suyo todos los fusiles
                                Con que la torpe humanidad pelea.

                                Que pesan poco, que sin odios lucen,
                                Que es igual el más débil el más fuerte,
                                Y que, si se disparan, no producen
                                Humo, fragor, consternación y muerte.

                                ¡Oh, misteriosa condición humana!
                                Siempre lo opuesto buscas en la tierra;
                                Ya delira Margot por ser anciana,
                                Y Juan, que vive en paz, ama la guerra.

                                Mirándoles jugar me aflijo y callo:
                                ¿Cuál será sobre el mundo su fortuna?
                                Sueña el niño con armas y caballo,
                                La niña con velar junto a la cuna.

                                El uno corre de entusiasmo ciego,
                                La niña arrulla a su muñeca inerme,
                                Y mientas grita el uno: Fuego! fuego,
                                La otra murmura triste: Duerme, duerme.

                                A mi lado ante juegos tan extraños
                                Concha, la primogénita, me mira:
                                ¡Es toda una persona de ses años
                                Que charla, que comenta y que suspira!

                                ¿Por qué inclina su lánguida cabeza
                                Mientras deshoja inquieta algunas flores?
                                ¿Será la que ha heredado mi tristeza?
                                ¿Será la que comprende mis dolores?

                                Cuando me rindo del dolor al peso,
                                Cuando la negra duda me avasalla,
                                Se me cuelga del cuello, me da un beso,
                                Se le saltan las lágrimas y calla.

                                Sueltas sus trenzas claras y sedosas,
                                Y oprimiendo mi mano entre sus manos,
                                Parece que medita en muchas cosas
                                Al mirar cómo juegan sus hermanos.

                                Margot, que canta en madre transformada,
                                Y arrulla a un hijo que jamás se queja,
                                Ni tiene que llorar desengañada,
                                Ni el hijo crece, ni se vuelve vieja.

                                Y este guerrero audaz de tres abriles
                                Que ya se finge apuesto caballero,
                                No logra en sus campañas infantiles
                                Manchar con sangre y lágrimas su acero.

                                ¡Inocencia! ¡Niñez! ¡Dichosos nombres!
                                Amo tus goces, busco tus cariños;
                                Cómo han de ser los sueños de los hombres,
                                Más dulces que los sueños de los niños!

                                ¡Oh, mis hijos! No quiera la fortuna
                                Turbar jamás vuestra inocente calma,
                                No dejéis esa espada ni esa cuna:
                                ¡Cuando son de verdad, matan el alma!
                                Por la calle voy tirando la envoltura del dolor
                                Por la calle voy volando como vuela el ruiseñor ....

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