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CapÃtulo II - El problema de la Historia Universal
CapÃtulo III - Pueblos, Razas, Idiomas
CapÃtulo IIIa - Macrocosmos
CapÃtulo IV - Los problemas de la Cultura Arábiga
CapÃtulo IVa - Musica y Plástica (Continuación del CapÃtulo IV - Problemas de la Cultura Arábiga)
CapÃtulo V - La Idea del alma y el sentimiento de la vida
CapÃtulo Va - El Estado
CapÃtulo VI - La FÃsica Fáustica y la FÃsica ApolÃnea (Continuación del CapÃtulo V - El Estado)
CapÃtulo VI - El Mundo de las formas económicas
---Presentación por el autor:
En los últimos años se oye por dondequiera un monótono ruido sobre la cultura actual occidental como fracasada y concluida.
Filisteos de todas las lenguas y todas las observancias se inclinan ficticiamente compungidos sobre el cadáver de esa cultura, que ellos no han engendrado ni nutrido.
La 1ª guerra mundial, que no ha sido tan mundial como se dice, parece ser el sÃntoma y, al par, la causa de la defunción.
La verdad es que no se comprende cómo una guerra puede destruir la cultura.
Desde 1900, coincidiendo peregrinamente con la fecha inicial del nuevo siglo, comienzan a elevarse sobre el horizonte intelectual pensamientos de nueva trayectoria.
Esporádicamente, sin percibir su radical parentesco, aparecen en unas y otras ciencias teorÃas que se caracterizan por disentir de las dominantes en el siglo XIX y por pretender lograr su superación.
Nadie hasta ahora se habÃa fijado en que todas esas ideas que se hallan en su hora de oriente, a pesar de referirse a los asuntos mas disparejos, poseen una fisonomÃa común, una rara y sugestiva unidad de estilo.
Desde hace tiempo sostengo en mis escritos que existe ya como una especie organismo de ideas peculiares a este siglo XX que ahora pasa por nosotros.
La ideologÃa del siglo XIX, vista desde ese organismo, parece una pobre cosa tosca, maniática, imprecisa, inelegante y sin remedio periclitada.
Esto, que era en mis escritos poco mas que una privada afirmación, podrá recibir ahora una prueba brillante con la Biblioteca de Ideas del siglo XX.
En ella reúno las obras más caracterÃsticas del tiempo nuevo, donde principian su vida pensamientos antes no pensados.
Claro es que tratándose de una ideologÃa en plena mocedad no podrá pedirse que existan ya tratados clásicos donde aparezca con una perfección sistemática.
Es más, algunos de estos libros contienen, junto a las ideas de nuevo perfil, residuos de la antigua manera, y como las naves al ganar la ribera, mientras hincan ya la proa en la arena aun se hunde su timón en la marina.
El libro de Oswald Spengler, la Decadencia de Occidente, es, sin disputa, la peripecia intelectual más estruendosa de los últimos años (1920's).
El primer tomo se publicó en julio de 1918: en abril de 1922 se habÃan vendido en Alemania 53.000 ejemplares, y en la misma fecha se imprimÃan 50.000 del segundo tomo.
No hay duda de que influyeron en tal fortuna la ocasión y el tÃtulo.
Alemania derrotada sentÃa una transitoria depresión que el tÃtulo del libro venÃa a acariciar, dándole una especie de consagración ideológica.
Sin embargo, conforme el tiempo avanzaba se ha ido viendo que la obra de Spengler no necesitaba apoyarse en la anecdótica coincidencia con un estado fugaz de la opinión pública alemana.
Hasta tal punto es asi, que una de las graves faltas del estilo de Spengler es presentar como exclusivas y propias suyas ideas que, con más o menos mesura, habÃan sido expresadas antes por otros.
Puede decirse que casi todos los temas fundamentales de Spengler le son ajenos, si bien es preciso reconocer que ha adquirido sobre ellos el derecho de cuño.
Apenas nos hacemos esta pregunta caemos en la cuenta de que su muerte es sólo un punto vivo dentro de un enorme volumen de realidad histórica: la vida de Roma.
A la punta del puñal de Bruto sigue su mano, y a la mano el brazo movido por centros nerviosos donde actúan las ideas de un romano del siglo I a. de J.
Pero el siglo I no es comprensible sin el siglo II, sin toda la existencia romana desde los tiempos primeros.
Atraviesan la juventud y la madurez para caer inexorablemente en decrepitud.
Estamos hoy alojados en el ultimo estadio—en la vejez, consunción o «decadencia»— Untergang— de una de estas culturas: la occidental.
-De aquà el titulo del libro.
La riqueza y problematismo de las ideas spenglerianas impide que yo ahora intente ni un resumen ni una crÃtica.
En otro lugar espero ocuparme largamente de esta obra, ya que su presente versión me permitirá darla por conocida de los lectores hispanoamericanos.
El estilo del autor, su terminologÃa son tan bravamente tudescos, que no era empresa dulce hallar sus equivalencias españolas.
Yo mismo he colaborado un poco en la dura faena de esta versión.
Hoy, al ofrecerla al público, me complace, sin embargo, pensar que sin hallarse exenta de defectos, esta adaptación del libro alemán conserva fielmente el sentido y aun el gesto literario del original sin perder nada de su claridad.
1ºviernes,del 1º mes,del'año de gracia (o desgracia) del 2010..
¿Que tal será,politicamente hablando,el 2010?
¿Será como fueron hace 200 años el 1810 o hace 100 años el 1910,el año de inicio de procesos de muy violentos cambios?
¿Cual es o será el destino de Mx. en el siglo XXI?
¿Será el siglo de la riqueza o de la pobreza?
Para Kant, los conceptos y las proposiciones a priori deben ser pensados con carácter de necesidad absoluta, ya que estos no dependen de la experiencia. Kant considera que el conocimiento a priori es independiente de toda experiencia, a diferencia del conocimiento a posteriori que tiene su origen en la experiencia. (Critica De La Razón Pura)
La expresión "todo cambio tiene necesariamente una causa que lo provoca", no constituye para Kant una proposición a priori, ya que el concepto de cambio procede de la experiencia.
Tal ocurre con las leyes de la ciencia, que nos permiten predecir, por ejemplo, un eclipse, o determinar la posición de un planeta en un momento futuro.
Según Kant, todos los conocimientos de la experiencia están sujetos a esas condiciones “a prioriâ€, que Kant llama trascendentales:
* Condiciones trascendentales, o formas puras de la sensibilidad: el espacio y el tiempo.
* Conceptos puros o trascendentales del entendimiento: Las categorÃas
* Modos de aplicación de las categorÃas a los fenómenos de la experiencia: esquemas
La pretensión de la razón por ir más allá de las condiciones de la experiencia es un esfuerzo necesario para la razón, pero que no tiene respuesta en el campo del conocimiento; sÃ, en cambio, tiene sentido en el campo de la moral, como postulados de la razón.
En realidad lo que Kant pretende es justificar la existencia del conocimiento cientÃfico, consolidado ya como ciencia moderna con la FÃsica de Newton. ¿Cómo es posible que podamos afirmar, con garantÃa de verdad universal y necesaria, las leyes cientÃficas?
Los juicios a posteriori se verifican recurriendo a la experiencia, son juicios empÃricos, se refieren a hechos. Tienen una validez particular y contingente. Ejem~plos: "los alumnos de filosofÃa son aplicados", "los ancianos son tranquilos".
Hay que tener cuidado con las nociones universal y necesario y particular y contingente.
y necesario si la nota o caracterÃstica "B" se encuentra en todos y cada uno de los individuos que caen bajo el concepto "A" (si no tiene excepciones), y si necesariamente todos los individuos "A" la poseen.
Que sea particular y contingente quiere decir que es pensable que haya algún "A" que no posea la propiedad "B" (es pensable que haya excepciones) y que aún en el caso de que los "A" existentes actualmente la posean, es pensable que otros "A" del futuro no la posean, porque el vÃnculo entre "A" y "B" es contingente, es asÃ, pero puede no ser asÃ...
Para Kant, los conceptos y las proposiciones a priori deben ser pensados con carácter de necesidad absoluta, ya que estos no dependen de la experiencia. Kant considera que el conocimiento a priori es independiente de toda experiencia, a diferencia del conocimiento a posteriori que tiene su origen en la experiencia. (Critica De La Razón Pura)
La expresión "todo cambio tiene necesariamente una causa que lo provoca", no constituye para Kant una proposición a priori, ya que el concepto de cambio procede de la experiencia.
Tal ocurre con las leyes de la ciencia, que nos permiten predecir, por ejemplo, un eclipse, o determinar la posición de un planeta en un momento futuro.
Según Kant, todos los conocimientos de la experiencia están sujetos a esas condiciones “a prioriâ€, que Kant llama trascendentales:
* Condiciones trascendentales, o formas puras de la sensibilidad: el espacio y el tiempo.
* Conceptos puros o trascendentales del entendimiento: Las categorÃas
* Modos de aplicación de las categorÃas a los fenómenos de la experiencia: esquemas
La pretensión de la razón por ir más allá de las condiciones de la experiencia es un esfuerzo necesario para la razón, pero que no tiene respuesta en el campo del conocimiento; sÃ, en cambio, tiene sentido en el campo de la moral, como postulados de la razón.
En realidad lo que Kant pretende es justificar la existencia del conocimiento cientÃfico, consolidado ya como ciencia moderna con la FÃsica de Newton. ¿Cómo es posible que podamos afirmar, con garantÃa de verdad universal y necesaria, las leyes cientÃficas?
Los juicios a posteriori se verifican recurriendo a la experiencia, son juicios empÃricos, se refieren a hechos. Tienen una validez particular y contingente. Ejem~plos: "los alumnos de filosofÃa son aplicados", "los ancianos son tranquilos".
Hay que tener cuidado con las nociones universal y necesario y particular y contingente.
y necesario si la nota o caracterÃstica "B" se encuentra en todos y cada uno de los individuos que caen bajo el concepto "A" (si no tiene excepciones), y si necesariamente todos los individuos "A" la poseen.
Que sea particular y contingente quiere decir que es pensable que haya algún "A" que no posea la propiedad "B" (es pensable que haya excepciones) y que aún en el caso de que los "A" existentes actualmente la posean, es pensable que otros "A" del futuro no la posean, porque el vÃnculo entre "A" y "B" es contingente, es asÃ, pero puede no ser asÃ...
En este sentido, la diánoia o razonamiento discursivo, se opone al Nous o capacidad de la razón de intuir de forma inmediata el conocimiento, sea de la realidad inmediata o de las Ideas, como en el caso de Platón; o de los primeros principios del conocimiento, como en el caso de Aristóteles. En los desarrollos filosóficos posteriores esta oposición entre diánoia y Nous se refleja en la oposición entre razón y entendimiento respectivamente.
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